Personas en Papúa

En la Revista dominical «Magazine» de hoy, se ha publicado una carta de las que suelo enviar habitualmente como compromiso digital con la prensa periódica. Han cambiado el título en la publicación, «Hombres en Papúa», pero prefiero conservar el original en coherencia con mi compromiso actual, en el proyecto personal «Género y vida», con una proyección del mismo: la utilización del lenguaje no sexista en mi vida ordinaria. Ya lo comentaba el pasado 11 de febrero, con motivo de la operación rescate de un artículo que escribí en 1977 (http://www.joseantoniocobena.com/?p=36): «En mi compromiso diario por la lucha de género y vida en la sociedad, he cambiado algunas alusiones al hombre (en cursiva) que hoy se comprenden mejor referidas al ser humano como persona en el mundo. ¿Por qué? Sinceramente, porque el orden del género, en este caso, si podía alterar el producto… Además, estoy seguro de que Diógenes no se enfadaría conmigo».

He entrado en los «refugios de la biodiversidad y la vida», reportaje del Magazine de 5/III/2006 y he recordado que el 8 de febrero de 2006, corría por el mundo la noticia del descubrimiento de nuevas especies en las Montañas de Foja, una remota selva de Papúa-Nueva Guinea (Indonesia). Ante esta insólita experiencia, pensé que también podríamos encontrar seres humanos con nuevas capacidades para enseñarnos que una nueva especie de «persona en el mundo» es posible. Siempre recuerdo a este propósito, una simpática anécdota. Diógenes de Sínope, aquel filósofo que también «buscó un hombre», prototipo de la escuela cínica y que aspiraba a ser todo un hombre, estaba un día en los baños al mismo tiempo que Aristipos de Cirene, el cirenaico. Éste, al salir, cambió su vestidura purpúrea por la túnica desgarrada de Diógenes. Y cuando Diógenes se dio cuenta, se puso rabioso y de ninguna manera quiso ponerse el vestido purpúreo. ¿Por qué? En definitiva se podría observar la vanidad de Diógenes a través de los agujeros de su túnica, dejaba de ser él al vestirse de púrpura y esto constituía un grave problema de representación, cara a los espectadores.

¿No ha ocurrido igual al constatar el equipo descubridor de Foja que el mundo nos desborda continuamente?. A través de los agujeros negros de las comunicaciones, se descubre también, a veces, la vanidad de las personas que maltratan el planeta.

Publicado en «Magazine», el 19/III/2006

Género y vida

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