Esa noche ceno con Nixon

JESUS HERMIDA

Dedicado a Jesús Hermida, cuando ha iniciado un viaje especial a su Cielo, periodista atípico en una España que nos helaba el corazón…

Fue en 1979. Llamé a Jesús Hermida para que pronunciase una conferencia en la Semana de Cine Social que organizábamos en la Escuela de Asistentes Sociales de Huelva de la que fui director. Su retransmisión de la llegada del hombre a la luna, me había marcado para siempre. Fue como una película, americana por supuesto, aunque mi abuela, que me acompañaba aquel día, no se creyera el relato de Hermida porque para ella era eso…, una historia muy bien contada por Jesús. Nada más.

La conversación no tuvo desperdicio, porque por el cobre telefónico aparecía su tono grandilocuente, como buscando hacerse un hueco en su provincia de nacimiento y quedarse por unos segundos allí. Me contó muchas cosas, recordando a su padre cuando siendo niño lo despedía camino de la mar de Alberti, en lo que hoy es el sitio dedicado a la Fe Descubridora (popularmente, a Colón), inmortalizado en piedra por Miss Whitney. Me habló de su estancia en Estados Unidos, de su amor al cine (americano, por supuesto), de su familia en San Juan del Puerto, de que vendría en su coche americano (por supuesto), un Buick imposible por su tamaño. De que no cobraría nada, porque era en sí un homenaje volver a Huelva.

Quedamos en un día concreto, pero me puso una condición: “llámame un mes antes, para cerrar la agenda”. Lo cumplí. Hablé de nuevo con él y después de una de sus pausas tan características, tan Hermida, haciendo… interminable… su… frase…, me dijo:

– A ver, a ver. José Antonio, qué pena, ese día no podré ir, porque esa noche ceno con Nixon.

Me quedó claro que entre Nixon y nosotros no había otra elección posible. Es que era Jesús Hermida, en estado puro.

Sevilla, 5/V/2015

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