Alberto Giacometti, Tres hombres que caminan (1948)
Es un asunto que me interesa mucho y que motivó el comienzo del viaje con esta bitácora, que ha cumplido ya diez años en la Noosfera. Me lo ha vuelto a recordar un artículo muy interesante publicado hoy de nuevo en el diario El País, Las 10 islas habitadas más inaccesibles del mundo, que ya había leído en 2014, con la curiosidad que siempre me despierta el mundo de las islas, sobre todo si son desconocidas e inaccesibles.
He buscado siempre en mi persona de secreto y de todos, en mi atlas de islas desconocidas, que es -nada más y nada menos- que el álbum de las personas que no he conocido bien en la vida aunque hayan estado presuntamente muy cerca: “Ya me comprometí con esta aventura al iniciar la publicación de este blog, aunque he descubierto hasta ahora que sí es posible publicarlo a través de medios digitales, respetando el hilo conductor que me enseñó Saramago, en su Cuento de la isla desconocida: saber a qué puerta se llama de las ofertas reales de cada vida para descubrir el amor que lo mueve todo, pero saliendo cada uno de sí mismo para contemplar lo que hay que cambiar en cada persona de secreto para compartirlo con los demás” (1). Puertas que nos muestra Saramago a modo de oportunidades, a las que podemos llamar y entrar dependiendo de nuestra actitud ante la vida: la Puerta de las Peticiones, la de los Obsequios y… la del Compromiso. Además, ese atlas de nuestras islas desconocidas, a configurar, es siempre personal e intransferible, de difícil localización por personas ajenas a nuestro barco de secreto. A menos que la mujer de la limpieza que nos presentó Saramago en su cuento acuda también en nuestra ayuda… Una gran mujer aislada hasta que desembarca en la isla de la persona que admira.
De todas las experiencias que conozco la que más me apasiona es la de las islas humanas, casi siempre inaccesibles y desconocidas, la auténtica realidad de lo que somos como personas cada día en el mundo. Desde que leí el cuento de la isla desconocida, escrito de forma magistral por Saramago, que tantas veces he comentado y recomendado en este cuaderno digital, no he abandonado el mensaje que transmite: “todas las islas, incluso las conocidas, son desconocidas mientras no desembarcamos en ellas”, aunque sea la mujer del cuento la que conoce mejor que nadie lo que de verdad quiere decir a los cuatro vientos: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual…”.
Y aquella respuesta tan hermosa no la olvido: es necesario conocer bien la isla que somos, saliendo de nosotros de vez en cuando para comprender las otras islas que forman el archipiélago humano de la vida, por inaccesibles y desconocidas que parezcan y aunque muchas veces estemos a muchos kilómetros de distancia unos de otros. O de nosotros mismos.
Sevilla, 23/VIII/2016
(1) https://joseantoniocobena.com/2014/02/12/islas-conocidas-desconocidas-y-remotas/
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