Doble cara, doble todo

doble-cara

Es una realidad que se puede contemplar en alta disponibilidad, es decir, las veinticuatro horas del día y todos los días del año, en personas y organizaciones de todo tipo, próximas y lejanas. Me lo recordó recientemente la pintura mural que acompaña a estas palabras, que se puede ver a cualquier hora del día y de la noche en el museo al aire libre de pinturas murales que existe en el Polígono de San Pablo, en Sevilla, un barrio humilde que acogió en 2010 una iniciativa maravillosa, Arte para todos. La traigo a colación por las últimas experiencias políticas que hemos vivido tanto a nivel nacional como internacional. Escuchas a Trump en campaña y una vez conseguido el trofeo americano por excelencia, la presidencia de los Estados Unidos de América, como si fuese un Oscar al mejor político americano, al día siguiente ya no es lo mismo y donde dijo digo ahora dice Diego. Aunque nadie crea su doble cara, pero le da igual. ¡Es la economía, idiotas!, como decía el asesor de Bill Clinton.

Igualmente, en la política nacional, donde hemos asistido a un espectáculo vergonzante del Partido Socialista Obrero Español porque, emulando a Groucho Marx, donde decía “no” de forma machacona a la continuidad del Partido Popular, ahora dice que lo que quería decir era abstención “para salvar la gobernabilidad de España”, desoyendo el mensaje explícito de millones de votantes que queríamos diálogo entre diversas fuerzas políticas para gobernar bien este país, no tacticismos de hoy para mañana, siguiendo el método “kleenex”, de usar y tirar. Y el día siguiente, este partido intenta recuperar sus señas de identidad, diciendo en el Congreso no a casi todo, en actitud vergonzante, en busca del tiempo y de la ética política perdida, que también existe. ¡Es la gobernabilidad, idiotas!

Doble cara, doble todo. Doble rasero, doble política, doble gobierno, doble economía, doble educación, doble moral, doble… Lo peor de todo es que de este mundo doble, tu y yo sabemos poco, pero «estamos aquí obligatoriamente obligados a entenderlo» (Rafael Ballesteros, Ni yo tampoco entiendo).

Sevilla, 18/XI/2016

A %d blogueros les gusta esto: