Sombra hecha de luz,
que templando repele,
es fuego con nieve
el andaluz.
Enigma al trasluz,
pues va entre gente solo,
es amor con odio
el andaluz.
Oh hermano mío, tú.
Dios, que te crea,
será quién comprenda
al andaluz.
Luis Cernuda, El andaluz, en Como quien espera el alba, 1947
Luis Cernuda, el poeta universal nacido en Sevilla, dijo en 1931 en un artículo publicado sobre “José Moreno Villa o los andaluces en España”, que “Andalucía, ya se sabe, es el Norte de España; pero no la busquéis en parte alguna, porque no estará allí. Andalucía es un sueño que varios andaluces llevamos dentro”. Es una metáfora preciosa basada en la actitud transformadora del aquel poeta malagueño, olvidado por muchas personas instaladas en el síndrome del Sur o que sufren el complejo territorial español de nuevo cuño, por mucho que Mario Benedetti se esforzara en resaltar las virtudes de esta localización privilegiada.
Cuando se cumple el 40 aniversario de las movilizaciones de más de un millón y medio de andaluces el 4 de diciembre de 1977, para reivindicar la identidad de Andalucía en el nuevo escenario que se abría en el país después de tantos años de dictadura, he querido recordar esta idea preciosa de Cernuda para acabar de una vez por todas con el complejo del Sur, para salir de las trincheras de la ignominia histórica que pesa como una losa en el ideario de esta tierra. Porque a pesar de lacras como el paro o los abandonos tempranos en educación, Andalucía puede ser el Norte de España en muchos caminos que se hacen hoy al andar. También, como pequeño homenaje a otro malagueño, Manuel José García Caparrós, durante la concentración de aquel 4 de diciembre, militante de Comisiones Obreras, que murió “por un tiro de la policía después de que un manifestante trepase por la fachada del edificio de la Diputación de Málaga para colocar una bandera de Andalucía que el presidente de la Diputación había prohibido”, según contaban los periódicos de la época.
Andalucía tiene un serio problema con su pasado porque suele olvidar habitualmente lo que es meritorio y digno. Es el caso de Moreno Villa a quien casi nadie lo conoce, como ejemplo de otro andaluz extraordinario que hizo de la poesía un arte para vivir y convivir en este país, más allá de los complejos del Sur. Lo he leído recientemente en un artículo muy interesante de James Valender, publicado por la revista “Residencia de Estudiantes”: “En 1957, en sus Estudios sobre poesía española contemporánea, Luis Cernuda publicó unas duras palabras sobre la suerte que, según él, le esperaba a la obra poética de Moreno Villa: «La pobreza, la ignorancia, la indiferencia de nuestro ambiente literario han hecho que este poeta sincero y tan auténtico no recibiera nunca la atención que por lo menos merece. Y en cuanto a esperar que las generaciones venideras enderecen la injusticia cometida en su caso, sería esperar demasiado; entre nosotros la literatura no tiene, cuando la tiene, sino actualidad». Ha llegado el momento para que tal triste profecía quede por fin desmentida” (1).
Efectivamente, es lo que aprendí de él hace ya muchos años cuando se refería con inmenso dolor al tratamiento que hacían de su obra sus paisanos andaluces, sevillanos por más señas, que nunca aspiraron a ser el Norte de España: Mas el trabajo humano, / Con amor hecho, / merece la atención de los otros (Luis Cernuda, A sus paisanos, en Desolación de la quimera (1956-1962).
Lo dije también este año en otra fecha memorable, el Día (oficial) de Andalucía, porque tenemos la suerte de llevar la luz con el tiempo dentro: “[…] como Juan Ramón Jiménez entendía su pueblo y las personas que vivían en él; que somos nobles porque sabemos perdonar y comprender tanto a los que nos ofenden con el paro y la corrupción que a veces no hay nada que perdonar. También, porque somos un enigma a pesar de la luz interior que el dolor de nuestra historia no olvida, siempre con el tiempo dentro, amor desbordante, pasión en nuestra música que acompaña siempre la alegría y calma el dolor, que compartimos hasta buscar la luz con el tiempo fuera.
Nos tratamos como hermanos, cuando a veces no sabemos si somos amigos o seres lejanos, porque lo único que sabemos, en tiempos políticos, es que unos de otros -no inocentes- lejos estamos. Con la esperanza de que el dios que corresponda comprenda qué significa hoy ser andaluz en Andalucía, más allá de los que nos llevan al diccionario de uso del andaluz corriente como una sola palabra, cuando lo que necesitamos es una definición urgente como personas con luz interior, pero con un enigma de fuego y nieve dentro. Como Cernuda soñó un día esperando el alba de su tierra”.
Es verdad, Andalucía es un sueño que varios andaluces llevamos con su luz y su tiempo dentro.
Sevilla (Andalucía), 4/XII/2017, día especial para recuperar memoria histórica de este territorio situado en el Sur de la historia. Nada más, aunque conviene recordar que, para muchos sueños posibles, es el Norte de España.
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