Después, apenas el sol acabó de nacer, el hombre y la mujer fueron a pintar en la proa del barco, de un lado y de otro, en blancas letras, el nombre que todavía le faltaba a la carabela. Hacia la hora del mediodía, con la marea, La Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí misma.
Jose Saramago, El cuento de la isla desconocida
Dedico hoy unas palabras de agradecimiento universal, a modo de nube digital, a las personas que siguen de cerca este blog, por la publicación de mi artículo mil en este cuaderno digital. He tardado doce años en alcanzar esta suma visible y suponen un recorrido vital y virtual transmitido mediante palabras a la Noosfera, la piel digital pensante que descubrí en mi juventud a través de Pierre Teilhard de Chardin. Esa fue la razón de elegir el título de este blog, el mundo sólo tiene interés hacia adelante, junto con un canto al fenómeno de la soledad sonora y creadora ante la página o pantalla en blanco, tan queridas por el arte de empezar y el arte de acabar preconizados por Ítalo Calvino.
También hice un contrato social con Jose Saramago en aquel 10 de diciembre de 2005, cuando acompañado por mi hijo Marcos elegí el dominio que me abría el cuaderno digital al universo entero. Fundamentalmente, porque no quería que fuera inocente, como no lo es ideología alguna de este mundo en danza perpetua, deseoso de seguir buscando islas desconocidas, una vez tomada la decisión de acudir solamente a las puertas de las decisiones, no a las de regalos o a las de peticiones, que me permitieran como al protagonista de su cuento de la isla desconocida, descubrir junto a la sencillez de una mujer de la limpieza qué significado tiene salir de nosotros mismos para encontrarnos.
El cuaderno lo han hojeado más de un millón de visitas. ¿Quién me iba a decir aquel día de autos en 2005 que la editorial virtual más potente del universo, llamada internet, me permitiría caminar por el mundo entregando palabras de forma gratuita, sin mercado que las convierta en mercancía? Sigo diciendo a los que me acompañan en esta singladura virtual que siento algo parecido a estar equivocado de siglo en sentimientos y pensamientos. Pero no mirando hacia atrás, que no me interesan como refugio, sino hacia adelante, trabajando en la amura de babor para transformar el mundo de todos y el de secreto. Mi generación tenía a la finalización de la dictadura en el último tercio del siglo pasado dos opciones: luchar por la libertad asentada en la Constitución o quedarse en las trincheras. Opté por la primera vía, haciendo camino al andar y quizá sean estos mil artículos una buena forma de comprenderlo.
Gracias por no haberme sentido solo en esta singladura y por la compañía que he tenido al analizar las estadísticas de accesos a este blog, más de un millón de visitas, fundamentalmente de España y países de Latinoamérica que hablan y comprenden bien el idioma español. También, tengo que agradecerlo especialmente a dos personas que han comprendido el compromiso activo y de carácter público que como la ética han justificado mi existencia, porque me han ayudado a poner la solería que día a día elegí en la forma de ser y estar en el mundo y que es la única que justifica todos los actos humanos. Tienen nombre propio: María José y Marcos, tripulantes también de “La Isla Desconocida”. En la amura de babor, por supuesto.
Sevilla, 17 de diciembre de 2017, doce años después de hacerme a la mar abierta de internet
NOTA: la imagen pertenece a la película Cinema Paradiso, en una secuencia mágica de Totó y Alfredo.
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