2018 ha sido un año difícil para las damas de la noche en silencio

TYTO ALBA1

Cuando comenzaba este año escribí en este cuaderno una página dedicada a la filosofía y a su símbolo histórico, la lechuza común (Tyto Alba), porque la organización científica y conservacionista SEO/BirdLife había nombrado a esta especie la estrella de su campaña «Ave del Año en 2018». Con esta elección se puso el foco en los problemas de conservación de las especies asociadas al medio agrario. Finaliza el año y los datos no son esperanzadores, según el último informe científico que se conoce al respecto: “Este año que finaliza ha sido el año de la lechuza común, pero no por ello su situación ha mejorado. Según los últimos datos del programa Noctua de SEO/BirdLife, se consolida un acusado declive en los últimos años en España. En estos momentos hay un 18,5% menos de individuos que en 2006, habiendo desaparecido en algunos de los territorios que ocupaba”.

Ocurre igual con la filosofía, su proyección histórica que tanto ha significado para el ser humano a lo largo de los siglos. La ley Wert ha hecho estragos y solo nos queda la esperanza de que prospere en el Congreso de los Diputados la inclusión en el borrador del anteproyecto de ley que reformará la LOMCE aprobada en 2013 por el Partido Popular, anunciada en el pasado mes de noviembre por la actual Ministra de Educación, de dos asignaturas obligatorias de filosofía como materias comunes para todos los alumnos de Bachillerato: Filosofía e Historia de la Filosofía.

Vuelvo a publicar aquellas palabras de enero de este año, porque tienen hoy su sentido como balance de un año muy difícil para ambas reinas de la noche en silencio y que debemos recuperar en su hábitat natural, como siempre vivieron en su proyección histórica y tan necesaria para el desarrollo del ser humano. A buen entendedor, estas dos reinas de la noche bastan.

También, confieso que estas palabras son un pequeño homenaje al que fue uno de mis grandes maestros de vida, D. José María Garrido Luceño, mi profesor de filosofía, que ha fallecido este año y que nunca he olvidado. Resuenan hoy en mi mente sus palabras en griego, al enseñarme qué es filosofía, retumbando en las bóvedas del aula: em>jó ánzropos estín zaumáxein pánta (sic: anímese a leerlo conmigo tal cual y pronunciarlo como él)o lo que es lo mismo, “la capacidad que tiene el ser humano [él decía el hombre y por eso no nos debemos ofender…] de admirarse de todas las cosas”.

Sevilla, 26/XII/2018

NOTA: la imagen la he recuperado de mi salvapantallas actual, que me recuerda todos los días la presencia de la filosofía en mi vida.

Las damas de la noche en silencio

TYTO ALBA

Se llaman Filosofía y Tyto Alba, dos estrellas invitadas al gran teatro del mundo, aunque bastantes ignoradas en este país, que tienen detrás una historia preciosa. En los tetradracmas de plata que circulaban en el siglo V a.C., figuraba la lechuza (Tyto Alba) de Minerva, diosa de la sabiduría, como símbolo de la filosofía que Aristóteles llegó a concebir como “la capacidad que tiene el ser humano [él decía el hombre y por eso no nos debemos ofender…] de admirarse de todas las cosas”. Mi profesor de filosofía, en años jóvenes, lo expresaba en un griego impecable, con un sonido especial, gutural y sublime, que convertía en un momento solemne de la clase esta aproximación a la sabiduría en estado puro: jó ánzropos estín zaumáxein pánta (sic: anímese a leerlo conmigo tal cual y pronunciarlo como él). Es uno de los asertos que me acompañan todavía en muchos momentos de mi vida, en los que la curiosidad sigue siendo un motivo para la búsqueda diaria del sentido de ser y estar en el mundo, de admirarme todos los días de lo que pasa en él.

Por los curiosos avatares de la vida, he conocido el difícil momento existencial que está atravesando la especie Tyto Alba en España, la lechuza común, el símbolo por definición de la capacidad de admirarse el ser humano, coincidente con la desaparición paulatina de la asignatura de Filosofía en los planes de estudios actuales: “Hasta hace una década, era fácil ver y oír lechuzas en los campanarios y graneros de los pueblos españoles. Esta elegante rapaz nocturna, protagonista de cuentos y mitos, anida en las oquedades de edificios rurales y caza pequeños roedores. Pero la lechuza común (Tyto alba) cada vez lo es menos. Aunque todavía se considera una especie de menor preocupación en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la realidad es que las poblaciones españolas se han desplomado en los últimos años. Por eso la organización científica y conservacionista SEO/BirdLife ha nombrado a esta especie la estrella de su campaña Ave del Año en 2018. Con esta elección se pone el foco en los problemas de conservación de las especies asociadas al medio agrario” (1).

Ha sido la ciudadanía la que ha declarado a la lechuza común Ave del año en España, según informa en la página oficial de SEO/Birdlife su directora ejecutiva, Asunción Ruiz: “La ciudadanía ha decidido que pongamos el foco en la lechuza común. En silencio, como cuando vuela, esta especie nos avisa, desde hace años, sobre la paulatina pérdida de vida en el campo. Se la ve menos, se la oye menos. Ocurre lo mismo con los insectos. Con los roedores. Con los paisajes y con el paisanaje”.

Al igual que esta ave preciosa, la filosofía también se ha desplomado en España en los últimos años y me gustaría que pudiera ser declarada también la asignatura del año 2018, a través de la ciudadanía, porque la capacidad de admirarnos de todo lo que ocurre a nuestro alrededor es la única forma de aprender a preguntarnos muchas cosas e intentar comprenderlas en su justo sentido. La asignatura de valores éticos compite ahora con la religión y así nos van las cosas en diferentes Comunidades Autónomas, puesto que su desaparición en 2º de bachillerato es algo potestativo en cada Comunidad. Emilio Lledó, profesor de Filosofía a mucha honra, lo decía en 2015: “Lo que está ocurriendo está dentro de esa misma tendencia pragmatoide, de obsesión con lo inmediato”, […] Eso significa la muerte de la riqueza más grande de un país, que es la cultura, porque ahí reside su libertad. La filosofía ocupa una función esencial, porque nos obliga a pensar sobre la lengua, sobre el bien, sobre la justicia, sobre lo que somos, sobre la verdad. Desde los griegos, los filósofos siempre han sido la conciencia crítica de una época” (2).

Deseo que este año que comienza devuelva a su legítimo sitio a ambas damas de la noche en silencio, porque son grandes desconocidas y, ambas, desarrollan un trabajo extraordinario. Solo necesitan la noche en silencio para cumplir su cometido (el que quiera entender que entienda). Lo necesitamos urgentemente, porque estamos obligatoriamente obligados a filosofar y a crear conciencia crítica de lo que nos pasa, porque de lo que estamos cada vez más seguros es que no sabemos lo que nos pasa. El auténtico problema de los curiosos que nos admiramos de las preguntas que nos hacemos en vida, es que cuando nos aproximamos a ellas y las interiorizamos para aprender de las respuestas que vislumbramos, la vida ordinaria nos las cambia. Es lo que aprendí un día de Mario Benedetti: “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. Y vuelta a empezar, porque la curiosidad -en expresión genuina del escritor Alberto Manguel – es “el motor de nuestras vidas”, en un mundo que se agota en la mediocridad ruidosa de lo cotidiano.

En Sevilla, a 5 de enero de 2018, como regalo de Reyes a la Noosfera.

(1) https://elpais.com/elpais/2017/12/29/ciencia/1514557519_840516.html

(2) https://politica.elpais.com/politica/2015/10/02/actualidad/1443800282_346551.html. Es un artículo muy interesante con un título sugerente: Platón, expulsado de clase.

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