Sevilla, 27/XII/2020
No, no es una inocentada en la víspera del día de los Santos Inocentes. Se trata del descubrimiento en las ruinas de Pompeya de un termopolio, una casa de comida rápida y caliente, también de bebidas, que ya existía en el año 79 (siglo I), año de la erupción del Vesubio, en excelente estado de conservación. La representación de una pintura de Nereida a caballo, descubierta en 2019, abrió el camino para excavar completamente una casa de comidas, habituales en Pompeya donde se solía comer frecuentemente fuera de casa en casi ochenta locales de este tipo, en la que destaca en su decoración de la época, a título de reclamo publicitario, detalles de naturaleza muerta, descubriéndose también restos de alimentos, huesos de animales y de víctimas humanas de la erupción, quizás los de su propietario.
Se ha podido recuperar completamente el trazado del local que se encuentra en el cruce de dos calles, la de las Bodas de Plata y la de los Balcones: “Frente al termopolio, situado en una plaza, se ha encontrado una cisterna, una fuente y un depósito para distribuir el agua), ubicada a poca distancia de la tienda ya conocida por el fresco descubierto de gladiadores en combate. Las decoraciones del mostrador, las primeras en emerger de la excavación, muestran en el frente la imagen de una Nereida a caballo en un entorno marino y en el lado más corto la ilustración, probablemente de la propia tienda como rótulo comercial. El hallazgo, en el momento de la excavación, de ánforas colocadas frente al mostrador reflejaba que la imagen no se había pintado por casualidad”.
Se han encontrado en el interior de las vasijas perfectamente alineadas en el mostrador, restos de comidas preparadas con los animales que aparecen en las pinturas publicitarias del mismo, tales como ánades reales expuestos boca abajo, listos para ser preparados y comidos, un gallo y un perro con correa, éste a modo de advertencia sobre la vigilancia del lugar (Cave Canem) o algo más que se explica a continuación, un detalle curioso que se encuentra en el marco de la pintura del perro, en el que se puede leer un grafiti de la época con la siguiente inscripción: “Nicia cineadecacator”: Nicia (probablemente un liberto de Grecia) ¡Cacatore, invertido!, que “probablemente lo dejó un bromista que quería burlarse del dueño o de alguien que trabajaba en el termopolio”.
También se han encontrado huesos humanos, como los de un individuo “de al menos 50 años, que probablemente fue colocado en una cama o un catre al momento de la llegada de la corriente volcánica, como lo demuestra el compartimento para albergar la cama y una serie de clavos y restos de madera encontrados debajo del cuerpo”. Cerca, se han encontrado objetos de despensa y transporte tales como nueve ánforas, una bandeja de bronce, dos frascos, una olla común de cerámica de mesa. El suelo de toda la sala está formado por fragmentos de terracota, en el que se han insertado en algunos lugares fragmentos de mármol policromado compuesto de alabastro, piedras de sedimento y mármol azul y gris oscuro.
Este descubrimiento fascinante nos lleva a pensar que hay muy pocas cosas nuevas bajo el sol que nos puedan sorprender más que vivir dignamente, ser más que tener, porque siempre tenemos tiempo de seguir aprendiendo de la historia. Hoy, de Pompeya. El símbolo del descubrimiento del termopolio nos muestra que algo que nos parecía tan moderno, como los establecimientos de comida rápida, las casas de comidas de toda la vida, los McDonald´s y Burger King de hoy, entre otros lugares de cuyo nombre no quiero acordarme, ya existieron hace nada menos que dos mil años. También, que la tradición bíblica nos recuerda que tenemos hasta 27 oportunidades para disfrutar del tiempo a lo largo de la vida, que también se viene repitiendo desde que el mundo es mundo: nacer, morir, plantar, arrancar lo plantado, sanar, destruir, edificar, llorar, reír, lamentarse, danzar, lanzar piedras, recogerlas, abrazarse, separarse, buscar, perder, guardar, tirar, rasgar, coser, callar, hablar, amar, odiar, guerra y paz. Casi nada, pero administrar esta carga vital, en su tiempo específico, es harina de otro costal.
Excepto dos muy concretas, nacer y morir, que compartimos todos los seres vivos en el ciclo vital natural y evolutivo, las demás oportunidades compartidas por la experiencia de Qohélet (persona educada en la Asamblea), dependen de nuestra forma de vivir el tiempo en el que nos ha tocado desarrollarnos como seres humanos. Cada uno, cada una, con sus cadaunadas, puede repasar en su particular experiencia esta lista tan sabia, para comprobar qué realidad de las citadas hemos vivido o nos gustaría experimentar mediante esta oportunidad que nos ofrece el tiempo actual de pandemia. Es la ocasión para tachar algunas ya vividas y pasadas o resaltar con fosforescencia las que se pueden jerarquizar como más atractivas.
Podemos probar para ver qué nos queda por vivir según el guion del Eclesiastés (Qohélet), aprendiendo hoy algo muy importante en la casa de comidas calientes de Pompeya: un día, todo desaparece y muchos siglos después descubren que hubo tiempo de todo, incluso de cruzarse entre las calles de las Bodas de Plata y la de los Balcones de una Pompeya rediviva, para comprar una comida rápida y caliente antes de que la lava los borrara de la vida casi sin darse cuenta.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.