El cine es memoria histórica

Un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotografías

Patricio Guzmán

Sevilla, 13/II/2022

Lo he leído en una crítica a la película premiada anoche con el Goya a la mejor película Iberoamericana, La cordillera de los sueños (2019), dirigida por Patricio Guzmán, a modo de veredicto: para no olvidar que el cine también es memoria histórica. Este blog tiene una seña de identidad muy clara y que he pretendido respetar a lo largo de más de sus dieciséis años de vida en la red de redes: buscar islas desconocidas a través de la inteligencia digital. La película de Guzmán es una isla desconocida para el gran público, sin menospreciar los premios entregados ayer básicamente al cine que se produce en este país. Es la última parte de una trilogía que comenzó con Nostalgia de la luz (2010), seguida de El botón de nácar (2015). Una muestra de esta navegación al desvío, por mi parte, es el artículo que escribí en 2015 sobre estas dos películas, Nostalgia de la dignidad, del que reproduzco pasajes de este reconocimiento personal que hice en su momento al director premiado anoche en la gala de los Goya.

Dije en aquél artículo que había leído una crónica de la 65ª edición de la Berlinale, en el diario El País, en la que se recogía una declaración del director de cine chileno Patricio Guzmán, acerca de un documental realizado en 2010, Nostalgia de la luz, que había tenido un recorrido tortuoso para su exhibición en España y en su televisión pública: “Siempre he tenido el sueño de hacer un filme sobre la falta de memoria de España. En especial, sobre el pacto de silencio que Felipe González inventó con el Ejército. Es un escándalo lo que pasó. La falta de memoria de España le ha quitado energía para jugar un rol importante en Europa. Sigue siendo un país secundario, cuando por elementos históricos y culturales debería estar en primera línea de la UE. Pero no sé dónde encontrar el dinero para ese proyecto. Y las televisiones no emiten documentales. Nostalgia de la luz fue cofinanciada por TVE hace cinco años y aún no lo han emitido… ni lo van a hacer”. Aquellas palabras de Patricio Guzmán no me dejaron tranquilo en aquella ocasión. Además, en el contexto de esa Berlinale, había presentado un nuevo documental, El botón de nácar, que seguía completando el homenaje a la historia dolorosa y reciente de Chile, junto a Nostalgia de la luz, porque no quería ocultar lo que había pasado en su país. Tengo un tremendo respeto a la historia y por eso me duele como a él que ahora se quiera olvidar oficialmente la etapa dolorosa de la dictadura hasta que la Transición consolidó la democracia en España. De ahí la importancia del premio de anoche con su película final de la trilogía, La cordillera de los sueños.

Es cierto que en España se falta muchas veces al respeto de su memoria histórica. Me indigna que ahora se quieran quitar del imaginario social, histórico y político de nuestro país, las palabras izquierda o derecha, dictadura o represión fascista, cuando todo el mundo sabe qué se quiere decir con ellas. Falta hacer todavía un recorrido objetivo sobre el dolor de la izquierda española durante la dictadura (que tuve que vivir y sufrir), probablemente con la ayuda de Patricio Guzmán, aunque tengamos que utilizar medios de financiación popular como el crowdfunding, tal y como se financió en parte Nostalgia de la luz. En la sinopsis oficial de aquél documental precioso, El botón de nácar, se decía que simbolizaba la dualidad de la distancia “entre el cielo y la tierra, entre la luz del cosmos y los seres humanos y las misteriosas idas y vueltas que se crean entre ellos. En Chile, a tres mil metros de altura, los astrónomos venidos de todo el mundo se reúnen en el desierto de Atacama para observar las estrellas. Aquí, la transparencia del cielo permite ver hasta los confines del universo. Abajo, la sequedad del suelo preserva los restos humanos intactos para siempre: momias, exploradores, aventureros, indígenas, mineros y osamentas de los prisioneros políticos de la dictadura. Mientras los astrónomos buscan la vida extra terrestre, un grupo de mujeres remueve las piedras: busca a sus familiares”. Nada más, dije en aquella ocasión. Se trata también de la nostalgia de la dignidad que todavía algunas personas tenemos. Como la de Valentina, la hija de las estrellas, que “a pesar de ser hija de madre y padre desaparecidos, es el personaje más jubiloso de la película. Tiene una mirada serena que observa más lejos que nosotros. Sus abuelos la criaron y le enseñaron a observar el cielo. Desde que se dedica a la astronomía, ella supo que la materia de las estrellas es la misma materia de sus padres”.

Finalmente, La cordillera de los sueños pone bastantes cosas en su sitio, sobre todo en el pueblo chileno que sufrió la dictadura desde 1973: “En Chile, cuando el sol se levanta ha debido escalar colinas, paredes, cumbres, antes de alcanzar la última piedra de Los Andes. En mi país, la cordillera está en todos lados pero para los chilenos es tierra desconocida. Luego de haber ido al norte por Nostalgia de la luz y al sur por El botón de nácar, he querido filmar de cerca esta inmensa columna vertebral para develar los misterios, reveladores potentes de la historia pasada y reciente de Chile”. En el documental se dice algo que me impresiona escucharlo y leerlo con atención casi reverencial: “Durante todo el tiempo de la dictadura la cordillera ha permanecido en su lugar. Creo que la montaña es un testigo, los adoquines están aquí y están tallados con piedras de la cordillera. Aquí están grabados algunos de los nombres de las víctimas. Si pudiéramos traducir lo que dicen las piedras, hoy tendríamos las respuestas que no tenemos”.

¡Enhorabuena, Patricio Guzmán, por tu compromiso activo a través del cine! Me alegra y reconforta desde una determinada ideología de izquierda, el reconocimiento que te hizo anoche nuestro país, que tanto debe al pueblo chileno por vuestra acogida a los españoles en el exilio tras la guerra civil y la férrea dictadura que sufrimos años después. Gracias, a través de estas palabras, que aún nos quedan. Aquello fue una misión de amor por vuestra parte, que no olvido en la memoria histórica de nuestro país.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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