La inteligencia digital no es software

Presumes que eres la ciencia
Yo no lo comprendo así
Cómo siendo tú la ciencia
No me has comprendido a mí

Enrique Morente, Soleá de la ciencia

He leído una frase de Javier Fesser, director de la discutida película Camino, que me ha conmocionado: “Y me quedó claro que la fe es un chollo, pero que recuerda a la lotería: te tiene que tocar. No se puede instalar como un software” (1). Desde que estudio y construyo, poco a poco, las bases científicas de la teoría de la inteligencia digital, he podido comprobar que siempre emerge una tentación en el laboratorio por la propia semántica del constructo: comparar el cerebro con una estructura similar a un ordenador superpotente. Y la comparación, como todas, es odiosa.

En las diferentes acepciones que he construido desde que voy de mi corazón a mis asuntos, pretendo aportar puntos críticos de investigación en la maravillosa posibilidad que las tecnologías de la información y comunicación aportan hoy a la inteligencia humana. En mi libro Inteligencia digital. Introducción a la noosfera digital (2), todos los caminos del índice conducen a una conclusión maestra: la inteligencia es un recurso humano, muy complejo, no un software, de una individualidad extrema, hasta tal punto que se puede decir con rigor científico extremo que no hay dos inteligencias, ni dos cerebros iguales.

Atendiendo las cinco acepciones que he formulado en mi incipiente teoría crítica de la inteligencia digital, entendida como:

1. destreza, habilidad y experiencia práctica de las cosas que se manejan y tratan, con la ayuda de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación, nacida de haberse hecho muy capaz de ella.
2. capacidad que tienen las personas de recibir información, elaborarla y producir respuestas eficaces, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación.
3. capacidad para resolver problemas o para elaborar productos que son de gran valor para un determinado contexto comunitario o cultural, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación.
4. factor determinante de la habilidad social, del arte social de cada ser humano en su relación consigo mismo y con los demás, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación.
5. capacidad y habilidad de las personas para resolver problemas utilizando los sistemas y tecnologías de la información y comunicación cuando están al servicio de la ciudadanía, es decir, cuando han superado la dialéctica infernal del doble uso.

se puede colegir muy bien que el punto de partida se constituye en la posibilidad del ya pero todavía no de cada cerebro particular, centrado en destreza, capacidades y habilidades consustanciales con la realidad personal e intransferible de cada cerebro individual, con un componente de calidad extrema, las neuronas, viajando siempre a alguna parte de nuestras vidas. Proyectando cada milisegundo las múltiples posibilidades que contiene cada inteligencia particular, dado que conllevan un conjunto de habilidades, talentos o capacidades mentales, que se organizan a la luz de los orígenes biológicos de cada capacidad para resolver problemas, en un determinado entorno cultural, con una operación nuclear identificable (sensibilidad para entonar bien, por ejemplo) y que se debe codificar en un sistema simbólico (el lenguaje, la pintura y las matemáticas, entre otros muchos).

Parafraseando a Fesser, la realidad emergente de la inteligencia digital nos podría llevar a decir hoy sin ambages: “Y me quedó claro que la inteligencia es un don humano (para algunas personas “divino”), pero que afortunadamente, no es una lotería: venimos pre-programados a la vida, después de un proceso de concepción y construcción cerebral que se prolonga a lo largo de nueve meses (sinceramente, de toda la vida…). En cualquier caso, se viene demostrando científicamente que la inteligencia, ni siquiera la estrictamente digital, no se puede instalar como un software” (por cierto, ¿libre ó de mercado?. Ninguno.). Ese es el motivo de que ayer me sorprendiera la inteligente expresión de Fesser.

Sevilla, 19/X/2008

(1) Belinchón, G. (2008, 18 de octubre). “Hay actitudes que no entiendo; ven el dolor como algo redentor”, El País, p. 42.
(2) Cobeña Fernández, J.A. (2007). Inteligencia digital. Introducción a la noosfera digital Edición digital.

No es una persona más que otra…

En una época carente de valores, como la actual, el Quijote debe verse como una metáfora relevante. En el mundo en transición en el que vivió, luchó por ideales que consideraba vigentes y nobles. Su idealismo, por distante que estuviese de la realidad, acabó, sin embargo, por transformarlo en una referencia fundamental para la cultura mundial en estos últimos siglos. Don Quijote pone de relieve, con su aparente locura, la importancia de la audacia y de la imaginación en la construcción de otro mundo.

(Fragmento del discurso de agradecimiento pronunciado por el Presidente de Brasil, Lula da Silva, en la ceremonia de entrega del Premio Internacional «Don Quijote de La Mancha”, en Toledo, el 13 de octubre de 2008)

El sábado 11 de octubre leí un texto premonitorio de este post, en un anuncio con motivo de la entrega del Premio Internacional Don Quijote de la Mancha, a dos personas a las que admiro y respeto mucho: Lula da Silva y Carlos Fuentes: no es un hombre más que otro sino [sic] hace mas que otro. Es una frase cervantina, que sugiere muchas reflexiones si no se la saca de su contexto. Veamos. El texto original de Cervantes dice exactamente: “sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro sino [sic] hace mas que otro”, en una expresión llena de sentimiento y esperanza por parte de Don Quijote, en un gesto lleno de ternura hacia Sancho porque “todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo, y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables…”. Extraordinaria construcción de la didáctica humana de la comprensión en el alcance que se expresa con la solidaridad ante situaciones que son personales e intransferibles y que por mucho que se quieran cooptar, en auténtica com-pasión [sic], se demuestra que el sufrimiento no es delegable, ni asumible por los demás en su justa medida, porque las personas no son más que otras si no hacen más que otras.

Reproducción facsímil del libro El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. (2 Volúmenes), Miguel de Cervantes Saavedra. Barcelona: Edicions Universitat, pag. 212 (recuperada de Google, el 12 de octubre de 2008).

Pero es una realidad inquebrantable que sí hay personas que hacen más que otras, yendo más allá del reclamo del anuncio. Y por ello, son más importantes en la sociedad, desde una perspectiva ética, unas determinadas personas que otras. En el caso de los personas premiadas, Lula da Silva y Carlos Fuentes, existen sobradas razones para alinearse tanto con Sancho como con Don Quijote, en el reconocimiento del Premio, porque ante ellos es fácil que nos pudiéramos poner “de pechos” sobre nuestras cabalgaduras vitales “con la mano en la mejilla en guisa de personas pensativas”, intentando solidarizarnos con ellos por tanta tristeza que en algunos momentos nos han trasladado, aunque convengamos con Don Quijote que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas. Así lo aprendí de Lula da Silva cuando leí con pasión el libro de recopilación de sus cinco propuestas para cambiar la historia, con un título que sobrecoge “Lula. Tengo un sueño” (1): “Obstinadamente me digo todo el santo día: tengo que realizar un sueño, que no es sólo mío, sino el sueño de todos vosotros; llegará un día que en este país ninguna criatura se irá a dormir sin un plato de comida, y ninguna criatura se despertará sin ningún desayuno (…) Llegará un día en que la gente tendrá conciencia de que este país que sueño y que vosotros soñáis puede ser construido. Depende de nuestra disposición para realizarlo. Depende de nuestro coraje. Depende de nuestra disposición”.

Utilizando el símil del idealismo de Don Quijote, ayer nos dejó un mensaje para “cabalgantes”: «Solo con imaginación no cambiamos la realidad, pero sin imaginación corremos el riesgo de quedar presos en el conformismo». Depende de nuestra disposición.

Carlos Fuentes resumió en el acto del Premio un mensaje aleccionador para los que hacen más que otros: «tenemos un porvenir que desear y un pasado que recordar, pero sólo deseamos y recordamos en el presente. Toda gran obra es un llamado a la acción». Depende de nuestra disposición.

Lula Sancho y Carlos Quijano, cabalgaron ayer juntos al recibir el Premio Internacional Don Quijote, sin descomponer sus figuras. Porque son grandes al enfrentarse a molinos de viento que no son imaginarios, cada uno a su estilo, cada uno a su aire cervantino, a través de las palabras que les quedan, porque saben que en sus respectivos compromisos vitales no es posible que el mal ni el bien sean durables…

Evidentemente, todo depende de nuestra disposición, porque las personas no son más que otras si no hacen más que otras. Como Lula, como Carlos.

Sevilla, 14/X/2008

(1) Luiz Inácio Lula da Silva (2003). Tengo un sueño. Barcelona: Península, p. 52s.

Striptease digital

Desde que comencé esta experiencia de ejercicio real de la inteligencia digital, han pasado casi tres años y siempre acaricié la idea de divulgar los accesos reales a mi blog, a través de herramientas estadísticas de gran robustez y consistencia. En este caso, utilizo una herramienta nativa del proveedor de Internet que me presta servicios, Smarter Enterprise Edition 3.3.2950.

Defiendo a capa y espada un aserto propio: la información debe volver estructurada y transparente a quien la trabaja [sic], en una operación retorno -como en este caso- que simboliza una mezcla real de agradecimiento y conocimiento compartido en la Noosfera. Dicho y hecho, porque considero que a modo de striptease digital personal puedo publicar determinadas señas de identidad de mi blog, y de las personas y máquinas que me visitan día a día, que entran en el cuaderno a ojear páginas, diferenciando técnicamente visitas y páginas a las que se accede realmente en cada visita. Respetando la confidencialidad inherente a determinados datos que, obviamente, no publicaré, como garantía y respeto a quienes me visitan en libertad.

He tomado una muestra cercana, el pasado jueves 2 de octubre, durante las veinticuatro horas del día y esto fue lo que ocurrió.

Para empezar, conozco los cuarenta y cuatro países de los que provenían las 1.241 visitas, auténticos miembros de la malla pensante (Noosfera), con el siguiente detalle por rangos, accesos reales y ancho de banda consumido (se puede hacer «clic» sobre la imagen para verla en tamaño real):

He obtenido, obviamente, la estadística de accesos por continente, sirviendo de muestra la de Europa, aunque por curiosidad científica también aporto la de América del Sur:

También, el dato por antonomasia, con visión de acogida real y agradecida por mi parte, no en término de “producto”, a tener en cuenta en el mercado digital: las visitas generales y a páginas concretas:

Tengo mucho interés en conocer cuántas personas se “bajan” (¿”compran” por valor y no por precio?) mi libro sobre Inteligencia Digital, día a día, con libertad de acceso a él respetando reglas de juego en los parámetros que fija la licencia Creative Commons. En este caso, han sido 13 personas. Sé que ha sido así por el ancho de banda consumido y por la acción que se complementa con otras estadísticas de la herramienta que utilizo al analizar, en general, datos por archivos.

También conozco qué palabras se utilizaron en los buscadores principales, en ese día, para llegar a mi blog, aunque en el top diez de este cuaderno digital, a lo largo de los últimos seis meses, con el análisis de esta herramienta, la secuencia principal de búsquedas se centra en un constructo: septum pellucidum, una maravillosa estructura cerebral, de la que me consta su interés por los comentarios y correos que recibo, cumpliendo la finalidad divulgativa del cerebro como base de la inteligencia digital:

2 OCTUBRE 2008 (118 frases y/ó palabras)

ÚLTIMOS SEIS MESES (12.325 frases y/ó palabras)

Igualmente, qué imágenes, de las que se buscan por Internet, se utilizan más con la referencia de acceso a mi blog, siendo una constante la paloma de Picasso. Creo que se comprenderá ahora por qué escribí un post, Veo a mis palomas volar, desde la persona de secreto y en referencia a la utilización de esta preciosa imagen en el universo Internet (Noosfera). También, las imágenes de septum pellucidum, Cinema Paradiso y tálamo:

Google, con 490 accesos, sigue siendo el buscador por excelencia para llegar a mi nave digital, seguido a gran distancia por Microsoft Network con 8, AOL NetFind con 2 y Altavista con 1. Internet Explorer es el explorador más usado en los accesos (733), seguido de Firefox (117) y Mozilla Suite (87), como tres principales. Les siguen diez más.

Nada más por hoy, porque la estadística sigue también hacia adelante y, sobre todo, porque quiero seguir ordenando esta “Isla Desconocida” para que cuando se visite, cualquier internauta, como tú, pueda sentirse cómodo y muy a gusto navegando a bordo de ella. Además, podrá consultar con total libertad el cuaderno de derrota que guardo en su bitácora, porque como se ha podido comprobar hoy he hecho copia de sus llaves (estadísticas) para quien quiera disfrutar, como yo, del conocimiento creativo y compartido.

Gracias.

En el puerto digital de Sevilla, a 4 de Octubre de 2008, haciendo acopio de avíos en tierra para poder navegar mejor.

Cesión de derechos y ética digital


Puertas al campo. Isla de Skye. Escocia. Mauro A. Fuentes (2006). Detalle de imagen recuperada el 27 de septiembre de 2008, de http://www.fotomaf.com/displayimage.php?album=68&pos=51

Al acercarme a los tres años de presencia en la Noosfera, es la primera vez que escribo sobre la protección de derechos de autor en Internet. La verdad es que a través de la escritura, paradójica en sí misma ¿digitura?, en este cuaderno de derrota, que guardo celosamente en mi bitácora digital, nadie se puede bañar dos veces en el mismo río y eso me llena de satisfacción por el factor irrepetible de la lectura y posible comprensión y aprehensión de lo que escribo. Post fugit, que dirían los relojes, barómetros y autores clásicos del tiempo. Pero creo que desde la perspectiva de ética digital es acertado declarar las reglas del juego de escribir y publicar en Internet. Panta rei: Todo fluye, nada permanece. Los libros, post, relatos, las imágenes propias y asociadas, etc, etc, decantan una conducta ética digital que debemos declarar en relación con la protección de derechos en relación con la inteligencia digital cuando está latente y menifiesta.

Todo se puede utilizar, cortar, copiar, bajar y subir en la Noosfera. El campus de Internet, no tiene barreras. Recuerdo en este sentido a un payaso de mi niñez, muy querido, el menos listo de los tres, uno de los augustos, que en una de sus actuaciones, siempre llevaba en su mano derecha una valla de juguete y la ponía delante de sus pies cada vez que hablaba con el payaso listo, el clown, con traje de lentejuelas, cara maquillada de blanco y cejas circunflejas (una muy pronunciada…). Abría la puerta de la valla y la cerraba a su antojo, una y otra vez, para acceder al otro. La hilaridad estaba servida, porque demostraba que todo el campo, el circo de la vida, era suyo. Pero la ética digital obliga a declarar lo que no es tuyo, porque no todo nos pertenece, no todo se puede sobrepasar con la valla portátil de mi querido payaso, aunque desde una perspectiva de inteligencia digital, tal como la concibo y construyo día a día, ponga a disposición de los demás todo el conocimiento para que se pueda reconocer siempre al autor en homenaje a su inteligencia creadora (Reconocimiento), que pueda ser distribuido, copiado y exhibido sin más límite que no crear un trabajo derivado del original (Sin obra derivada), y que el blog, en todos y cada uno de sus contenidos se pueda distribuir, copiar y exhibir por terceros si se muestra en los créditos de lo que se copia pertenece a otra persona, porque le pertenece, porque fue quien lo creó (No comercial). Es decir, no quiero entrar en el mercado puro y duro de la inteligencia, ni quiero que se obtenga de mi inteligencia ningún beneficio comercial.

A pie de obra (nunca mejor dicho), puede/puedes verificar esta declaración de derechos y deberes digitales, que se detallan en el siguiente gráfico:

Todas las características anteriores me las ofrece hoy día una organización llamada Creative Commons, sobre la que aconsejo la lectura atenta de sus contenidos, de sus reglas de juego que también son suyas/tuyas. No quiero que los productos derivados de este blog sean mercancía, sino un derecho digital compartido en la Noosfera, mediante la inteligencia conectiva, que solo respete -por ética digital- a la persona que lo creó. Sobre todo y en los tiempos que corren de recesión dialéctica, para no dar pábulo al necio, que suele confundir valor y precio.

Sevilla, 28/IX/2008

La letra, con emociones entra


Fotograma de la película Ser y Tener (imagen recuperada de http://thecia.com.au/reviews/b/images/be-and-to-have-0.jpg, el 7 de septiembre de 2008)

Septiembre es un mes muy propicio para hablar de “letras”. Mi mentalidad académica, por deformación profesional, siempre me predispone a tener la sensación de que cualquier ciclo de la vida comienza en septiembre: un nuevo curso vital, académico, político, judicial, funcionarial, familiar y personal. Y para reforzar esta predisposición natural he leído recientemente y con especial interés un artículo, Cuando el profesor admira a sus alumnos, que me ha llenado de satisfacción porque vislumbro que algo se mueve en la enseñanza pública que tanto admiro y defiendo: “hemos buscado tiempo [los profesores] para algo aparentemente menos urgente pero importante: la formación. Y el tema tratado en la última de nuestras jornadas de formación ha sido la inteligencia emocional. Nos venimos planteando desde hace unos años que no podemos trabajar con los alumnos y enseñarles un concepto de algo que nosotros no conocemos. Todavía hay personas que no conocen la automotivación, la empatía o las habilidades de relación. Los profesores necesitamos saber cómo se gestiona todo ello para transmitirlo a los alumnos” (1).

Pertenezco a la generación que aprendió con el axioma “la letra con sangre entra”, aunque es verdad que mi experiencia personal con mi maestra de toda la vida, Dª Antonia, era una auténtica excepción. Fue maestra de vida en el pleno sentido de la palabra, pero excepto ella los demás profesores pertenecían a la cofradía de regla y palmetazo, con expresiones sofisticadas hasta la Universidad, con la mejor demostración hecha carne (y sangre) a través del suspenso y tente tieso, sin aproximaciones reales a la vida de cada persona que participa en estos ciclos vitales de sumo interés para su realización presente y futura. Con carencias que determinan la vida personal e intransferible, que pasan de Curso en Curso, sin que se haya “enseñado” la automotivación y autoestima, la empatía o las habilidades sociales que se expresan siempre a través de la inteligencia intra e interpersonal, es decir, la inteligencia social (2).

En todos los órdenes de la vida, esperamos siempre lo mismo: ser respetados en nuestros estados de ánimo, en nuestros sentimientos y emociones, porque somos prisioneros de ellos como tantas veces he escrito en este cuaderno en relación con las estructuras cerebrales del sistema límbico que tanto condicionan la inteligencia humana. Si esto es así, ¿por qué se obvia esta formación continua en la vida, de forma tan clarividente? Durante muchos años he trabajado el constructo de habilidades sociales y cada segundo que pasa estoy más convencido de que el “secreto” de la felicidad en vida (que no después de la muerte) está en respetarnos tal y como somos, teniendo la sensación real de que somos respetados y ad-mirados por parte de los demás.

Por otro lado, la realidad es terca: “Las autoridades educativas, sin embargo, parecen mirar para otro lado. Pere Darder, presidente del Consejo Escolar de Cataluña, partidario de estas nuevas técnicas, se muestra cauteloso: “No pedimos un cambio, pedimos una revolución”. Y esa revolución consiste en volver del revés el sistema y desterrar las secuelas de aquel inquietante axioma de la letra, con sangre entra. Con todo, Darder cree que el camino está iniciado y no tiene vuelta atrás” (3).

Termina el artículo con una breve y contundente exposición, “revolucionaria” en sentido estricto, con una afirmación rotunda, que me llena de esperanza: “Hemos aprendido la importancia de la gestión y el dominio de la actitud: hacia nuestros compañeros, nuestros alumnos, las familias de nuestros alumnos; nos ha sorprendido comprobar que podemos variar nuestra actitud, que nosotros somos los que controlamos nuestro estado, que éste es fruto de una elección. ¿Hay algo más gratificante que escuchar a un profesor contar con pasión y armonía cuánto le emocionan sus alumnos? ¿O a aquel que siente admiración por sus alumnos? Nuestros escolares están obligados a pasar en nuestras aulas al menos seis horas de su día. El regalo que merecen es una buena gestión de la inteligencia emocional por nuestra parte”.

En este mes de septiembre, en las diversas “quincenas de oro” y ataques de autoestima controlada por el mercado puro y duro como consumidores para “no ser tontos”, que nos encontramos por doquier comercial, me encantaría que aparecieran “ofertas” para conocer este recurso que está al alcance de todas las personas, desde su nacimiento, porque su existencia, es decir, la inteligencia emocional, solo necesita ser descubierta y apoyada por las redes familiares y sociales. La única diferencia es que no es mercancía, sino un derecho inalienable de las personas. Constitucional, porque la inteligencia emocional es el resultado de estructuras cerebrales en acción estrechamente vinculadas con la salud mental. Nada más. De esta forma, al comenzar el “Curso vital” 2008-2009, ¡por lo menos!, podríamos garantizar que los responsables y “maestras” y “maestros” del espacio escolar, académico, político, judicial, funcionarial, familiar y personal, cada una y cada uno con su rol y estatus específico, respetan la posibilidad de que nos ad-miren (miren hacia nuestro interior) cada vez que hacemos bien ó mal algo, porque al fin y al cabo todas y todos estamos siempre aprendiendo a vivir con sentimientos y emociones, como letras que “entran” en nuestras vidas grabadas a fuego, desesperadamente…

Sevilla, 7/IX/2008

Nota: Cuando había finalizado de redactar este post, he sabido que la próxima semana se publica un libro que me ha suscitado enorme interés y relacionado estrechamente con el contenido de este post. Lleva por título: Mal de escuela, de Daniel Pennac, publicado en Barcelona por la editorial Mondadori. ¡Me lo quedo! Seguro.

(1) Sanz, Paloma (2008, 5 de septiembre). Cuando el profesor admira a sus alumnos. El País, p. 29.
(2) Cobeña Fernández, J.A. (2007). Inteligencia digital. Introducción a la noosfera digital (Edición digital), p. 93-142. Recomiendo la lectura específica del Capítulo 5º sobre Inteligencia digital y habilidades sociales: la inteligencia social.
(3) Prades, Joaquina (2008, 5 de septiembre). La escuela saca suspenso en emociones. España se resiste a implantar técnicas para educar los sentimientos, salvo algunos centros pioneros. La corriente divide al profesorado. El País, p. 28.

Ética del cerebro


Foto cortesía del Prof. Arturo Toga, neurólogo en la Universidad de California, de Los Ángeles (LONI), y director del Centro para la biología computacional. Esta imagen del cerebro humano utiliza colores y forma para demostrar diferencias neurológicas entre dos personas.

He leído recientemente un reportaje muy sugerente sobre dilemas en el cerebro (1), que trata sobre la técnica de estimulación magnética transcraneal desarrollada por el Dr. Álvaro Pascual-Leone, director del Berenson-Allen Center, para la estimulación cerebral no invasiva, en Boston, que vuelve a recordarme mi inquietud para seguir investigando sobre las bases neurológicas de la ética cerebral humana. Hace casi cuarenta años estudié con ahínco la ética de situación, casi a escondidas, que conocí a través de un libro que aún conservo en mi biblioteca, Ética de situación (2), porque no estaba bien vista ni por el Régimen, ni por la Iglesia oficial. Pero me llamaba la atención, poderosamente, porque hacía mucho más humana la vida, porque aceptaba el dilema de la decisión ética, aquella que al tomarla implicaba posibles daños colaterales que siempre se podrían justificar. Y ésa situación de marras era lo que podía dejar tranquila la conciencia. Quizá era donde estaba su secreto, en tranquilizar temporalmente la conciencia humana del yo para no sufrir más de lo necesario, porque determinadas situaciones justifican irremisiblemente determinadas decisiones.

Pasados los años, muchos…, he descubierto que hice aprendizajes sobre la llamada “situación” como fenómeno externo al yo, que ocurría siempre fuera de uno mismo. Ahora pienso que el auténtico reto está en descubrir por qué el problema de la situación no está fuera sino dentro de uno mismo, en el cerebro de cada persona, que no se puede repetir en idénticas condiciones pero sí definir un patrón ¿universal? de “conducta ética cerebral”, al activarse siempre determinadas estructuras cerebrales por medio de circuitos que siempre se “encienden” (activan) ante situaciones similares. Y que se pueden “modificar” interviniendo en ellas.

La lectura del reportaje citado me ha activado y deparado nuevas ilusiones para aproximarse a este viejo problema humano, sobre una de sus bases neurológicas en la investigación actual: la intromisión física en áreas del cerebro que “toman” decisiones que llamamos “éticas”, a través de una técnica: la estimulación magnética transcraneal: “Veamos uno [los experimentos actuales] sencillo: te colocan en la cabeza un artilugio un tanto extraño pero en absoluto amenazante, que el investigador va orientando hasta encontrar el área de Broca, la zona del cerebro que controla el habla. Cuando la localiza, te pide que le expliques una historia. Mientras estás hablando, activa un mecanismo y sientes como una pequeña descarga. No duele, sólo notas que algo extraño ocurre en tu boca. Las palabras no te salen. Sabes muy bien lo que quieres decir, pero tu garganta no responde. Es como una de esas pesadillas en las que basta una palabra para que se abra la puerta que te salvará de tus perseguidores, ¡y no hay manera de pronunciarla! Entonces el investigador te sugiere que en lugar de hablar, cantes. Y entonces, sí que puedes. ¿Por qué? Porque la función de cantar está en el lóbulo derecho, y lo que tienes bloqueado es el izquierdo” (2).

Más adelante se aborda la quintaesencia del problema, es decir, la intervención directa a través de estas técnicas sobre el comportamiento humano, con manipulación de estructuras cerebrales que bloquean actitudes anteriores de corte ético. Y estos avances certifican una realidad defendida científicamente por Marc Hauser, psicobiólogo de la Universidad de Harvard y autor del libro Moral Minds (3), en relación con el llamado “instinto moral”: “Nacemos con un instinto moral, una capacidad que crece de forma natural en cada niño, desarrollada para generar juicios rápidos sobre lo que es correcto o incorrecto, y basada en unos procesos que actúan de forma inconsciente. Parte de este mecanismo fue diseñado por la mano ciega de la selección darwiniana millones de años antes que nuestra especie evolucionase. Otros aspectos fueron añadidos o actualizados durante la historia de nuestros antepasados, y son exclusivos de los humanos y su psicología moral”, teoría expuesta en su libro Mentes Morales: la naturaleza de lo correcto y lo incorrecto (4).

Por didáctica neurológica, estos autores recurren a clásicos populares en relación con la teoría de los dilemas, destacando sobre todo dos: el del tranvía ó tren, y el de la entrega de dinero, para reforzar la “universalidad” de los patrones éticos, que transcribo literalmente del reportaje por su claridad expositiva: “Tenemos un tren que viene a toda velocidad; el sujeto al que se plantea el dilema está junto a una bifurcación en la que hay una aguja que se puede accionar para que el tren vaya por una vía o por la otra. En una de las vías hay un trabajador y en la otra tres. El tren no puede detenerse. Lo único que puede hacer el sujeto es mover la aguja para que vaya por una vía o por la otra. ¿Qué hará? La mayoría de los que participan en este dilema accionan la manivela para que el tren vaya hacia la vía en la que sólo hay un trabajador. Deciden que muera uno para salvar a tres. En el segundo dilema, la situación es la misma, pero en lugar de bifurcación, hay una sola vía. Muy cerca del sujeto, hay un operario trabajando en la vía y unos metros más allá, otros tres. El tren parará automáticamente si se interpone un objeto en su camino. El sujeto sabe que la única cosa que puede hacer es empujar a la vía al trabajador que tiene más próximo. ¿Lo hará? La decisión es la misma, matar a uno para salvar a tres, pero empujando, que es distinto. La mayoría de quienes participan en esta prueba deciden no empujar al trabajador y, por tanto, mueren los otros tres. Hay algo, en este caso, por encima del raciocinio, que no les deja optar por la mejor solución. Algo de orden moral. Daria Knoch y Ernst Fehr siguieron avanzando con un nuevo dilema, el del Ultimatum Game. Participan dos sujetos a los que se ofrece una cantidad importante de dinero que podrán repartirse entre ellos sólo si se ponen de acuerdo en el reparto. A uno se le dará la facultad de proponer el trato y el otro sólo tendrá dos opciones, aceptar o rechazar la oferta. Si la acepta, cada uno se llevará la parte acordada. Si la rechaza, ninguno recibirá nada. El planteamiento racional sería: puesto que él tiene la capacidad de decidir, si rechazo la oferta, me quedo sin nada. Luego la posición más ventajosa —y egoísta— es aceptar lo que me proponga. Pues no. La mayoría de los sujetos que participan en el Ultimatum Game rechaza la oferta si ésta es inferior al 40%. La rechazan de plano, y además suelen enfadarse. Pero si en lugar de una persona, es un ordenador el que hace la oferta injusta, entonces, ¡la mayoría acepta lo que la máquina le ofrece!” (5).

¡Oh, sorpresa! Esto ocurre porque con la máquina no tenemos reparos para interactuar dado que no tenemos que justificar nada ante nadie, ante los demás, tal y como se afirma en el citado reportaje: “¿Por qué esta diferencia? Porque un ordenador no es humano. Con la decisión de rechazar la oferta injusta, practican el llamado “castigo altruista”, un rasgo muy humano: actuar contra el propio interés por defender un principio moral”. Además, interviniendo a través de las técnicas de estimulación magnética transcraneal, se puede sacar una conclusión que abre muchos interrogantes, porque “los humanos inhiben el egoísmo con valores sociales y morales, y eso se hace en esa parte concreta del cerebro [la disrupción del cortex dorsolateral derecho (y no el izquierdo) mediante estimulación magnética intracraneal, reduce el impulso de rechazar las ofertas intencionadamente injustas]. La especie humana es capaz de exhibir justicia recíproca, lo cual implica el castigo de los individuos que tienen conductas injustas, incluso cuando eso daña el propio interés. Para ello ha desarrollado un sistema cortical capaz de inhibir la acción reflexiva encaminada a buscar el propio interés. Y este sistema de inhibición es tan fuerte que somos capaces de llegar a matarnos a nosotros mismos por convicciones políticas y morales”.

He vuelto a recordar el libro de Fletcher que citaba anteriormente, porque en su capítulo final, planteaba cuatro casos a los que no se daba respuesta: intrigas de espionaje (chantaje por el sexo), un adulterio como sacrificio (un embarazo forzado para recuperar la libertad en un campo de concentración), ¿tenía derecho a provocar su propia muerte? (abandonar un tratamiento con objeto de que la familia cobre una póliza para asegurar su subsistencia) y la misión especial del bombardero nº ¡3 [el Enola Gay que lanzó la bomba sobre Hiroshima] (sobre las recomendaciones del Informe solicitado por el Presidente Truman para decidir sobre el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima en 1945). Probablemente, coincidiríamos todas las personas en la respuesta a tenor de cada patrón de conducta, en aquél contexto histórico y social, a tenor de los patrones éticos y morales de la época en la que el “pietismo” y el “moralismo” eran moneda común. O no. Pero lo que se plantea a partir de las investigaciones actuales es que aún existiendo hoy día patrones morales se puede intervenir en el cerebro “modulando” el córtex dorsolateral derecho, en una dialéctica permanente de razón (córtex) y emociones (sistema límbico). Sabiendo como sabemos que el cerebro no descansa nunca, es decir, que está en autoregulación continua, muy atento a “lo que pasa” en su interior, construyendo defensas y arquetipos éticos moduladores en la consciencia, gastando permanentemente el 20% de la energía que gasta nuestro organismo, tanto cuando está muy activo como cuando está en reposo.

En mi libro Inteligencia digital, publicado en 2007, ya abordaba este interesante proyecto de ética del cerebro, de ética de la inteligencia: “Si lo psíquico precede a lo morfológico (¿recuerdan el ejemplo que expliqué sobre la fiereza del tigre anteriormente?), lo importante es la base que ocupa la inteligencia sobre la potencialidad de ser. Así se ha demostrado en la historia de la humanidad: las nuevas especies aparecidas en la selva de Foja son importantes para la humanidad porque la inteligencia del ser humano ha permitido organizar expediciones y utilizar “herramientas especiales” para darles valor. Si no hubiera sido por la explosión del conocimiento humano, las famosas especies que se han descubierto “ahora”, continuarían en el anonimato. Como el funcionamiento de las neuronas. Nuevas especies y neuronas en movimiento perpetuo siempre estaban allí. Cobra especial interés en este apartado la ética de la investigación, la ética del cerebro, como nueva expresión que algún día no muy lejano me gustaría desarrollar y que aprendí de los profesores López Aranguren y Sánchez Vázquez. Son las neuronas interactuando las que hacen posible poner en valor las personas y las cosas. Nace así un nicho de investigación apasionante” (6). Y de esta forma empezamos a hacer un nuevo y apasionante camino científico: “La grandeza del ser humano radica en demostrar a través de la inteligencia que lo biológico (la biosfera) solo tiene sentido cuando va hacia adelante y se completa en la malla pensante de la humanidad, en la malla de la inteligencia (la Noosfera). En definitiva, su tesis radicaba en llevar al ánimo de los seres humanos la siguiente investigación: estamos “programados” para ser inteligentes. Para los investigadores y personas con fe, la posibilidad de conocer el cerebro es una posibilidad ya prevista por Dios y que se “manifiesta” en estos acontecimientos científicos. Para los agnósticos y escépticos, la posibilidad de descubrir la funcionalidad última del cerebro no es más que el grado de avance del conocimiento humano debido a su propio esfuerzo, a su autosuficiencia programada” (7).

Sevilla, 2/IX/2008

(1) Pérez Oliva, M. (2008, 30 de agosto). Dilemas en el cerebro. En el futuro será posible leer el pensamiento y tal vez llegar a modular el comportamiento. La puerta a un mundo insospechado está abierta. El País. Revista de Verano, p. 6s. Asimismo, recomiendo la lectura de la entrevista mantenida por Eduardo Punset con el profesor Alvaro Pascual-Leone, perteneciente al programa de TVE, Redes.
(2) Fletcher, J. (1970). Ética de situación. Barcelona: Ariel (Libros del Nopal).
(3) Recomiendo la lectura completa de la entrevista de Eduard Punset con Marc Hauser, psicobiólogo de la Universidad de Harvard y autor del libro Moral Minds. Boston, diciembre de 2007 (recuperada el 30 de agosto de 2008, de http://www.smartplanet.es/redesblog/wp-content/uploads/2008/06/entrev003a.pdf).
(4) Recuperado el 31 de agosto de 2008, de http://lacomunidad.elpais.com/apuntes-cientificos-desde-el-mit/2008/1/30/neurofilosofia-moral).
(5) Pérez Oliva, M., ibídem.
(6) Cobeña Fernández, J.A. (2007). Inteligencia digital. Introducción a la noosfera digital (Edición digital), p. 284s.
(7) Cobeña Fernández, J.A. (2007), Ibídem, p. 285s

El aquí y ahora del agua

“El progreso humano no es ni automático ni inevitable. El futuro ya está aquí y debemos enfrentar la cruda urgencia del ahora. En este acertijo constante que implica la vida y la historia, la posibilidad de llegar tarde existe. Podemos rogarle desesperadamente al tiempo que detenga su paso, pero el tiempo es sordo a nuestras súplicas y seguirá su curso. Sobre montañas de blancas osamentas y desperdicios de múltiples civilizaciones se observan las terribles palabras: Demasiado tarde”.

Martin Luther King Jr. (1967) “¿Qué rumbo tomamos ahora: el del caos o el de la comunidad?”

Con esta rotunda frase comienzo a desgranar el contenido aleccionador del último “Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008. La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido”, como corolario personal a mi visita a la Exposición de Zaragoza, con el eje temático de «Agua y desarrollo sostenible», dedicada a este recurso de indudable impacto en las vidas de las personas. Todavía más, en sus cerebros, tal y como lo desarrollé en un post específico, Agua y cerebro, que publiqué en este cuaderno digital en 2006 y en el que resaltaba un hilo conductor de especial relevancia para la inteligencia humana: “Existe una realidad irrefutable en el ser humano: su cuerpo está compuesto en un 60 por ciento de agua, el cerebro de un 70 por ciento, la sangre en un 80 por ciento y los pulmones en un 90 por ciento. Si se provocara un descenso de tan sólo un 2% de agua en el cuerpo se comenzaría a perder momentáneamente la memoria y de forma general se descompensaría el mecanismo de relojería corporal. Todo lleva a una reflexión muy importante: el agua nos permite ser inteligentes. Y la disponibilidad del líquido elemento en el planeta que habitamos es la siguiente: hay 1.400 millones de kilómetros cúbicos de agua, de los cuales el 97 por ciento es agua salada. Del 3 por ciento restante de agua dulce, tres cuartas partes corresponden a agua congelada en los Polos o a recursos inaccesibles que, por lo tanto, tampoco se pueden beber. Eso nos deja a los humanos cerca de un uno por ciento del total de agua en la Tierra para usar. Es decir, existe una descompensación en la situación y disponibilidad del uno por ciento mágico que permite desarrollar la inteligencia, todos los días”.

A propósito de esta reflexión, me llena de orgullo digital y compartido en la Noosfera, saber que esta cita se ha recogido en la Propuesta de reforma de la Constitución Nacional de Colombia para consagrar el derecho al agua potable como fundamental, mediante la convocatoria de un referendo, promovida por Ecofondo, “fondo ambiental democrático y participativo, sin ánimo de lucro, que canaliza recursos de cooperación internacional para medio ambiente. Conformado por un total de 152 organizaciones no gubernamentales, organizaciones comunitarias de base, instituciones de investigación, centros universitarios y organismos gubernamentales que desarrollan trabajo ambiental en Colombia, es la organización de organizaciones ambientales más grande del continente”.

Siendo esta realidad así, el Informe 2007-2008 alerta de nuevo sobre cuestiones sobre el agua que nos parecen lejanas pero que algún día no lejano, posiblemente en el aquí y ahora (el clásico hic et nunc) de cada una, de cada uno, pueden hacer muy próximas la sentencia de Martin Luther King, Jr.: ya es demasiado tarde: “Mientras los pobres viven en la Tierra dejando una huella ecológica apenas perceptible, soportan el grueso de las consecuencias de la gestión no sostenible de nuestra interdependencia ecológica. Hasta la fecha, los habitantes de los países desarrollados se han limitado a ajustar los termostatos, soportar veranos más largos y calurosos y observar cambios en las estaciones para hacer frente al cambio climático. Además, a medida que aumenta el nivel del mar, ciudades como Londres y Los Ángeles pueden enfrentar el riesgo de inundaciones, pero sus habitantes están protegidos por modernos sistemas de defensa. Por el contrario, cuando el calentamiento global altera los patrones climáticos en el Cuerno de África, significa la pérdida de cosechas y hambruna, o que las mujeres y las jóvenes deban dedicar largas horas del día a buscar agua”.

Y todo esto nos parece ruido de tambores lejanos, tomando conciencia del problema cuando en nuestras viviendas falta agua o se nos avisa que estamos en época de sequía. En la identificación de los cinco mecanismos clave de transmisión a través de los cuales el cambio climático puede paralizar y luego revertir el desarrollo humano, el agua es protagonista principal de la siguiente forma:

Producción agrícola y seguridad alimentaria.

El cambio climático afectará las precipitaciones, las temperaturas y el agua disponible para actividades agrícolas en zonas vulnerables.

Estrés por falta de agua e inseguridad de agua.

Los cambios en los patrones de escorrentía y el derretimiento de glaciares aumentarán el estrés ecológico, comprometiendo con ello el agua para fines de riego y asentamientos humanos. Otros 1.800 millones de personas podrían habitar en zonas con escasez de agua en 2080.

Aumento en el nivel del mar y exposición a desastres meteorológicos.

Los niveles del mar podrían aumentar rápidamente con la acelerada desintegración de los mantos de hielo. El aumento de la temperatura mundial en 3ºC o 4°C podría desembocar en el desplazamiento permanente o transitorio de 330 millones de personas a causa de las inundaciones. Este fenómeno podría afectar a más de 70 millones de habitantes de Bangladesh, seis millones en el Bajo Egipto y 22 millones en Viet Nam.

Ecosistemas y biodiversidad.

El cambio climático ya está transformando los sistemas ecológicos. Alrededor de la mitad de los sistemas de arrecifes de coral del mundo han sufrido “descoloramiento” como resultado del calentamiento de los mares. La creciente acidez del océano es otra amenaza a largo plazo de los ecosistemas marinos.

Salud humana.

Los países desarrollados ya están preparando sus sistemas de salud pública para enfrentar futuras crisis climáticas, tal como lo sucedido durante la ola de calor de 2003 en Europa y las condiciones más extremas durante los veranos e inviernos.


Escultura móvil de garrafas de plástico de la cúpula central. Expo Zaragoza 2008 – Pabellón El Faro, de iniciativas ciudadanas (Fotografía del autor)

Creo que he regresado de Zaragoza con alguna lección aprendida y aprovechando la oportunidad que nos brinda la Noosfera, sigo defendiendo en este medio la capacidad que nos brinda la inteligencia digital para tomar conciencia del doble uso del agua por la educación lamentable que se recibe sobre las realidades enunciadas anteriormente, tal como lo exponía en el post citado: “Hay que pensar fríamente que algo hay que hacer en relación con este fenómeno silente, en el que la inteligencia humana sufre sus consecuencias. Creo que a partir de la lectura de los datos facilitados por el documento citado [Informe sobre Desarrollo Humano 2006. Más allá de la escasez: Poder, pobreza y la crisis mundial del agua], puede ayudarnos saber que el agua tiene más valor que precio. Y la inteligencia digital puede hacer un hueco para abordar este problema si estamos de acuerdo en construir juntos una definición sobre la que estoy trabajando últimamente: capacidad y habilidad de las personas para resolver problemas utilizando los sistemas y tecnologías de la información y comunicación cuando están al servicio de la ciudadanía, es decir, cuando han superado la dialéctica infernal del doble uso”.

Utilizando un paralelismo, en este aquí y en este ahora, deberíamos desarrollar una actitud comprometida, unas habilidades responsables y un conocimiento adecuado de la realidad del agua en nuestro entorno más próximo, utilizando la inteligencia digital, es decir, los sistemas y tecnologías de la información y comunicación cuando están al servicio de la ciudadanía, es decir, cuando han superado la dialéctica infernal del doble uso, ofreciéndonos información adecuada y legítima, compartida, sobre el agua que diariamente se nos escapa entre nuestros dedos a pesar de su necesaria e imprescindible presencia en nuestros cerebros, en nuestra inteligencia personal e intransferible, que nos obliga a valorarla de una forma muy especial por ser una excelente fuente de vida.

Sevilla, 17/VIII/2008


Expo Zaragoza 2008 – Pabellón El Faro, de iniciativas ciudadanas (Fotografía del autor)

Nota: deseo dedicar este post, de forma especial, a todas las organizaciones no gubernamentales, personas, empresas, instituciones y asociaciones en general, que han hecho posible la construcción física y ética del Pabellón El Faro, de iniciativas ciudadanas, en Expo Zaragoza 2008. Una auténtica lección de oportunidad solidaria y de inteligencia digital, recordando todavía el momento emocionante de mi participación personal en el Proyecto Implícate, campaña para recoger firmas con destino al Presidente Zapatero, el Secretario General de ONU, Ban Ki Moon y el Presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, que exige hacer efectivo el derecho humano al agua potable y el saneamiento y la defensa de los ecosistemas.

Teléfonos inteligentes, memorias afectadas

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Steve Jobs, Fundador y Presidente de Apple (recomiendo ver y escuchar atentamente este video: http://video.google.com/videoplay?docid=3014637678488153340)

Todo está preparado para la gran fiesta digital de 11 de julio de 2008, con la presentación y disponibilidad en 22 países del mundo, del teléfono iPhone -la estrella celular de Apple-, entre los que se encuentra España, en este caso de la mano de Telefónica. Según ha manifestado esta operadora en noticias de alcance, “actuará con precios agresivos [sic], y mientras llega el día “D” (de digital también…) de la agresividad del consumo en su máxima expresión, leo con atención esta noticia, que simboliza la dialéctica del quiero y no puedo inteligente con soporte chino: “Desde cuatro pequeñas plantas de montaje en la ciudad sureña en expansión de Shenxhen, Fu vende cientos de teléfonos al mes y cuenta con granjeros, emigrantes y otros usuarios de bajos ingresos para expandir su red de ventas. «No puedes esperar que un granjero que gana unos 930 euros al año se gaste 465 en un teléfono nuevo», dijo Fu. «Pero el granjero también quiere teléfonos que parezcan buenos, que puedan hacer fotos y reproducir música».” (1)

Con esta captación del principio de realidad de los mercados sumergidos, de los que venden y compran escondiéndose en el anonimato invertido de Diógenes de Sínope, aquél sabio cínico al que se le veía su orgullo a través de las agujeros de su túnica, sabemos más de algo que está más cerca de nosotros de lo que a veces creemos, es decir, del principio “querer y no poder”, donde las apariencias engañan a todas y todos, empezando por los que compran a bajo precio la supuesta “calidad” de sus vidas, plagadas de marcas fatuas, como la del iPhone falsificado, con H delante, en top mantas y crakeos, porque la etiqueta de pobreza no inteligente se muestra a los cuatro vientos, aunque los protagonistas de la gran brecha digital existente siempre estén alineados y más representados socialmente, etiquetados miserablemente, en la pobreza de los auténticos pobres, aunque los de espíritu y conocimiento demuestren su poder adquisitivo exhibiendo en público su flamante iPhone ó Hi-Phone, dependiendo de la ética (digital, por supuesto) de cada cual, con fecha de fabricación y/ó caducidad humana de 11 de julio de 2008.

Y más dramática es la inversión existencial que se produce en el cerebro humano al utilizarse estos artilugios sin control alguno, porque la inteligencia, que se construye siempre con memoria, necesita ejercitarse a diario, entrando en clara contradicción con la memoria digital de estos teléfonos inteligentes, donde el hecho de que no tengamos que hacer esfuerzo alguno para resolver algunas cuestiones de intendencia diaria, sobre todo de búsqueda y localización de personas ó cosas, aletargan uno de los recursos más maravillosos del cerebro humano, la memoria: “Se ha vuelto fácil olvidar cómo enseñar a los jóvenes a recordar. El ideal victoriano del conocimiento enciclopédico ha desaparecido. Con la actual explosión de información, nadie podría saberlo todo. Además, nadie se siente motivado para saber siquiera un poco, y desde luego no por la vía de memorizarlo. Conforme aumenta el espacio de almacenamiento en los chips del ordenador, el almacenamiento humano de datos mengua. Con los teléfonos móviles, ya nadie se sabe los números de teléfono. Los mecanismos de búsqueda en Internet se multiplican, y las cosas que antes confiábamos a nuestro cerebro, las tenemos ahora en las puntas de los dedos siempre que seamos capaces de recordar las contraseñas.” (2)

Por eso, el caballo encorvado de nuestros cerebros, el hipocampo, deja de percibir los susurros humanos, aunque sean débiles, aunque sean limitados, abandonando el encanto de saber decir en un primer intento “lo que busco, lo que sé, lo que amo, lo tengo en la punta de la lengua” y, desde la inteligencia digital, saber localizarlo en el teléfono inteligente que me acabo de comprar y ajustado a mis necesidades vitales, como mujer, como hombre, como adolescentes, como niñas, como niños, y no como el gadget de última generación del que, probablemente, no saquemos rendimiento existencial para casi nada.

Sevilla, 5/VII/2008

(1) Reuters-Pekín (2008, 24 de junio) Hiphone: un “iPhone de top manta”, El País.com. Tecnología.
(2) Bader, Jenny Lyn (NYT) (2007, 29 de septiembre) En la era digital, la memorización se está extinguiendo. Conforme aumenta el espacio de almacenamiento en los chips disminuye el humano, El País.com. Tecnología.

La inteligencia digital y Google

“Al poner de forma instantánea y selectiva al alcance de centenares de millones de personas el enorme caudal de información de Internet, Google ha hecho posible, en apenas una década, una gigantesca revolución cultural y ha propiciado el acceso generalizado al conocimiento. De este modo, Google contribuye de manera decisiva al progreso de los pueblos, por encima de fronteras ideológicas, económicas, lingüísticas o raciales”.

Texto del Fallo del Jurado por el que se acuerda conceder el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2008 al buscador Google de Internet, creado por Sergey Brin y Larry Page.

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Logo de Google con motivo del Día Mundial del Agua – 22 de marzo de 2005 (recuperado de http://www.google.es/intl/es/logos.html, el 15 de junio de 2008)

En la cultura de inteligencia digital que llevo investigando desde 1997 de forma específica, agradezco la importancia simbólica que tiene el reconocimiento a Google por “poner de forma instantánea y selectiva al alcance de centenares de millones de personas el enorme caudal de información de Internet”. También me alegra que comparta los Premios Príncipes de Asturias con organizaciones que en un mundo de rigurosas e implacables leyes de mercado, y Google está metida de lleno en él, sin excepción, sigan defendiendo que otro mundo es posible: Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, en Artes, Ifakara Health Research and Development Centre, The Malaria Research and Training Centre, Kintampo Health Research Centre, Centro de Investigação em Saúde de Manhiça, en Cooperación Internacional y los investigadores Sumio Iijima, Shuji Nakamura, Robert Langer, George M. Whitesides y Tobin Marks, en Investigación Científica y Técnica.

Centrándome hoy en Google, me ha sorprendido siempre el lema que ha llevado a la empresa a superar cotas inimaginables en el mundo de la información: no hagas el mal (Don’t be evil), es decir, triunfa en el mundo sin hacer daño a nada y a nadie, teniendo como misión empresarial: organizar el mundo de la información y hacerlo accesible universalmente. Personalmente, arranqué en este mundo de búsquedas por Internet con un buscador, Altavista, que conocí en 1997 de primera mano, en Boston y sobre el que forjé unos compromisos institucionales para que se pudiera utilizar con costes muy reducidos en la Administración de la Junta de Andalucía. Pero muy poco tiempo después arrancó con una fuerza inusitada Google, de tan difícil pronunciación e intelección del nombre por estos lares, que fue introduciéndose en nuestros cerebros hasta el punto de que hoy es una herramienta imprescindible para cualquier internauta que se precie de tal.

¿Quién va a negar hoy el enorme potencial que ofrece este buscador para cualquier acción y gestión de la vida ordinaria? Porque desde científicos de renombre mundial, hasta niñas y niños de cualquier confín del mundo, y ciudadanas y ciudadanos con conocimientos muy básicos de Internet, a excepción lamentable de China, que en las restricciones impuestas sobre el buscador, la dirección de Google ha tomado decisiones salomónicas de mercado y aceptado situaciones inadmisibles desde la defensa más básica de derechos humanos, su potencial fuente de información es un medio muy importante para alcanzar información en el momento que se necesita y en cualquiera de sus manifestaciones más próximas a la vida humana, que debería ser un recurso para todas las personas que habitamos en el planeta. Es decir, el Premio otorgado en Oviedo, el pasado 11 de junio, reconoce la verdadera pasión de la Noosfera, en clave de inteligencia digital, basada en los derechos humanos inalienables de acceder a la información global para ser más libres, constituyéndose en derecho y no en pura mercancía, tal y como lo ha manifestado Eric Schmidt, Presidente y Director Ejecutivo de Google, tras la concesión del Premio: “nuestra verdadera pasión es poder ayudar a que toda la gente pueda acceder a la información que quiera en el idioma que prefiera. Sin embargo, sabemos que todavía hay muchas personas en el mundo que no tienen acceso a esta información y que no pueden llevar a cabo en Internet todas las cosas que para nosotros son ya algo muy normal. Este premio debe servirnos como estímulo para dar una oportunidad a que toda esta gente pueda disfrutar de lo que nosotros disfrutamos«.

Mientras, 850 millones de personas pasan hambre a diario, por carencia de alimentos básicos. Con la frase “850 millones de personas pasan hambre”, Google, hoy, me devuelve información con la siguiente cabecera: “Resultados 1 – 10 de aproximadamente 67.200 de 850 millones de personas pasan hambre. (0,29 segundos)”. Bastan 0,29 segundos para que a través de Google conozcamos bien esta paradoja, para que nos informemos concienzudamente de que es una realidad que está ahí, mostrada a todos los vientos posibles, mediante la web, las imágenes, Maps, noticias, vídeos, grupos, G-mail, entre otros muchos recursos del buscador premiado. Google, mientras, sigue ganando dinero en bolsa y el horizonte de mil millones de “bocas inútiles” siguen “buscando” una comida al día.

Y esa es la paradoja de su lema, porque si con tanta información disponible, con el mandato de que “no hagamos el mal”, estamos donde estamos, ¿por qué cuesta tanto a los cerebros humanos dar órdenes neuronales para hacer el bien? Hoy por hoy, seguimos buscando la respuesta. Y no sólo en Google

Sevilla, 15/VI/2008

¿Por qué hablan las personas?

La grandeza del ser humano radica en demostrar a través de la inteligencia que lo biológico (la biosfera) solo tiene sentido cuando va hacia adelante y se completa en la malla pensante de la humanidad, en la malla de la inteligencia (la Noosfera). En definitiva, su tesis [la de Teilhard] radicaba en llevar al ánimo de los seres humanos la siguiente investigación: estamos “programados” para ser inteligentes. Para los investigadores y personas con fe, la posibilidad de conocer el cerebro es una posibilidad ya prevista por Dios y que se “manifiesta” en estos acontecimientos científicos. Para los agnósticos y escépticos, la posibilidad de descubrir la funcionalidad última del cerebro no es más que el grado de avance del conocimiento humano debido a su propio esfuerzo, a su autosuficiencia programada.

Del post, El punto omega (VII), publicado el 6 de mayo de 2006.

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Niño neandertal (Fotografía de PH. PLAILLY / ATELIER DAYNES, recuperada de El País, el 13 de abril de 2008: http://www.elpais.com/articulo/portada/cerca/elpepusoceps/20080413elpepspor_8/Tes

Sin lugar a dudas, entre otras razones entrelazadas entre sí, por culpa de FoxP2, el gen que, con un juego de palabras más o menos acertado, mejor se expresa. El cerebro vuelve a maravillarnos de nuevo hoy, a través del conocimiento científico del gen FoxP2, que me permite volver a centrar el foco de interés cerebral en la génesis y desarrollo de la habilidad del lenguaje humano, gracias a la expresión correcta y ordenada de este gen.

Además, en el proceso científico del ya pero todavía no, se ha celebrado en Cosmocaixa (Barcelona) una actividad científica, el pasado 11 de marzo, que intentaba dar respuesta a las siguientes preguntas, “algunas de ellas todavía abiertas”, [según el avance del programa], sobre la “realidad humana”, estrictamente humana, del lenguaje: “¿Qué otras especies tienen lenguaje aparte de los humanos? ¿Qué provocó la aparición del lenguaje? ¿Cuándo y cómo puede haber aparecido el lenguaje? ¿Cómo era el lenguaje de los primeros homínidos? ¿Se parecía al de los niños? ¿Cómo ha evolucionado el cerebro a causa del lenguaje?”, vinculadas con el título de la misma: Enigmas en torno a los orígenes del lenguaje, una Jornada Científica celebrada en el marco del 7º Congreso Internacional de Evolución del Lenguaje: Evolang 2008, en la que participaron tres autoridades mundiales en los orígenes y la evolución del lenguaje humano: Francesco d’Errico, Director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia e investigador de la Universidad George Washington (EEUU); Friedemann Pulvermüller, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), autor de The neuroscience of language. On brain circuits of words and serial order, y Gary Marcus, director del Centro de investigación de aprendizaje en niños de la Universidad de Nueva York (E.E.U.U.), autor de El nacimiento de la mente (1).

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La presencia de tres científicos de muy alto nivel, un arqueólogo, un neurobiólogo y un neuropsicólogo cognitivo, ha vuelto a traer a colación interrogantes de un calado excepcional, con tres variaciones interpretativas sobre el mismo tema, en todas sus manifestaciones posibles, pero en la búsqueda de un nexo común: demostrar el origen del lenguaje en los seres humanos. Y aquí es donde adquiere protagonismo especial el gen hablador, el FoxP2, por caracterizarlo de una forma muy amable con el proceso actual de investigación. En 2001 (2) se descubrió por primera vez la vinculación de este gen con trastornos del lenguaje y el habla en seres humanos, con una precisión muy importante: el FOXP2 no es específicamente un gen que permita el habla pero, a través de una mutación del mismo, se sabe que tiene la responsabilidad de expresarse mediante una proteína que permite el funcionamiento del circuito del lenguaje en el cerebro. Estos descubrimientos, junto con los que recientemente han tenido lugar sobre fósiles que datan de millones de años atrás (hay que recordar el hándicap principal en esta investigación sobre el lenguaje y el habla: el lenguaje no se fosiliza…), sugieren las preguntas con las que iniciaba este post y que se han abordado en la Conferencia de Barcelona.

Todavía me sobrecoge el descubrimiento de Selam (paz), la niña de Dikika, al que dediqué un post específico, cuando se valoró la localización de su hueso hioides como un hallazgo trascendental para conocer el origen del lenguaje en el “equipo” de fonación pre-programado en los seres humanos, a diferencia de los chimpancés y macacos más próximos en nuestros antepasados (siempre se ha dicho -desde el punto de vista científico y hasta con cierto desdén- que los monos no hablan): “Y lo que me ha llamado la atención poderosamente, desde la anatomía de estos fósiles, ha sido el hallazgo de un hueso, el hioides [Hueso impar, simétrico, solitario, de forma parabólica (en U), situado en la parte anterior y media del cuello entre la base de la lengua y la laringe], que es el auténtico protagonista, porque su función está vinculada claramente a una característica de los homínidos: el hioides permite fosilizar el aparato fonador, es decir, hay una base para localizar la génesis del lenguaje, aunque tengamos que aceptar que el grito fuera la primera seña de identidad de los australopitecus afarensis”. Nunca sabremos si Selam, que cumpliría hoy tres mil millones, trescientos mil años, dijo alguna vez ¡mamá!, aunque su hueso hioides nos permite vislumbrar que sí habló.

Se han planteado respuestas a todas las preguntas del encuentro y solo entresaco las que valoro de mayor interés para realzar el origen de las palabras en sí mismas y articuladas para formar la base del lenguaje. Por orden de intervención, Francesco d´Errico partió de un aserto irrefutable y ya introducido anteriormente: el idioma no se fosiliza en los yacimientos. Es una dificultad muy seria, pero se sabe que los comportamientos simbólicos eran una forma de expresarse, que los adornos corporales también formaban parte de una forma de comunicarse en las primeras experiencias para compartir territorios domésticos, naturales y de supervivencia. La expresión concreta, hablada, es otra cosa. Siempre he recordado mi aprendizaje de las primeras lenguas de los llamados pueblos ribereños, el arameo, caldeo y hebreo, de los territorios bañados por el Tigris y el Éufrates, cuando supe que la grafía de casa (bet) y espíritu (rúaj) estaba precedida de la experiencia de acogida y soplo divino con ese sonido gutural profundo tan sugerente y que ya explicaba en el post “El punto omega (VII)”.

Friedemann Pulvermüller defendió una tesis apasionante: el cerebro está preparado para captar señales, procesarlas en sus estructuras internas y expresar ese proceso interior mediante palabras más o menos afortunadas. ¡Cuántas veces habremos dicho: no me sale y lo tengo en la punta en la lengua! Los exámenes orales siempre fueron un gran test para legitimar los procesos de los aprendizajes y de la memoria como grandes protagonistas de la inteligencia, aunque históricamente también se olvidaba una estructura nuclear en estos procesos, el sistema límbico, regulador de los sentimientos y de las emociones, grandes facilitadores o inhibidores de las palabras habladas, del lenguaje en todas sus manifestaciones posibles, la gestual incluida. Demostró que con medios tan espectaculares como la resonancia magnética funcional se sabe que las redes neuronales interactúan entre sí en una sinfonía extraordinaria, donde bastan solo 20 milisegundos para que la secuencia percepción-palabra sea una realidad. Segundos vitales para los cerebros humanos, sanos o enfermos, donde se acaba de procesar una señal trascendental -casi siempre- para la vida ordinaria. Y también aplicó el llamado “principio de realidad” en las preguntas nucleares de la Jornada: «Desde la ciencia podemos describir las diferencias entre las capacidades de comportamiento de los animales y los humanos, como, por ejemplo, que las personas tenemos un vocabulario ingente, de más de 10.000 palabras, y que los monos apenas pueden aprender 300 símbolos. Que somos capaces de hacer sintagmas, frases complejas, combinar palabras casi hasta el infinito, de crear nuevos vocablos, y los animales no. No obstante, no sabemos por qué sucede así ni entendemos las diferencias de funcionamiento entre los cerebros de los animales y el de los humanos».

Y llegó Gary Marcus, que está en los cielos de la investigación actual más solvente, mi autor de los últimos meses, citado en los post más recientes (3) por su interesante aportación a la investigación del cerebro desde la genética, con una reflexión impresionante: “lo que hace interesantes a los humanos no es el hecho de las palabras en sí mismas, sino poder aprender y crear nuevas palabras”. Y revolucionó el auditorio con una sentencia espectacular: el lenguaje es un parche similar a la columna vertebral, un mal diseño de la evolución para soportar el peso del cuerpo. Y lo que señalaba anteriormente como anécdota también es una preocupación para Marcus: el rol de la memoria en los procesos lingüísticos y del habla, sobre todo en los bebés y en la primera infancia, como presunta contaminante de estos maravillosos procesos, aunque el equipo fonador de la niña de Dikika (su pequeño hueso hioides) nos demuestre de forma terca que el punto alfa de la inteligencia que se expresa mediante el gen FoxP2 ya estaba allí.

Sevilla, 13/IV/2008

(1) Marcus, G. (2005). El nacimiento de la mente. Barcelona: Ariel.
(2) Lai CS, Fisher SE, Hurst JA, Vargha-Khadem F, Monaco AP. (2001). A forkhead-domain gene is mutated in a severe speech and language disorder. Nature. Oct 4;413(6855):519-23.
(3) El cerebro del escribano añil, Los cerebros del plateliminto: nou-darake y Las mudanzas del cerebro.