Han pasado unos días desde que escribí la última entrega a este cuaderno de bitácora, en definitiva a los que van formando parte de esta célula despierta que forma parte de la malla pensante teilhardiana. Este paréntesis se cierra con este pequeño homenaje que deseo hacer al Profesor Pérez Mercader, con el que he tenido el honor de cruzar ayer unas palabras y, sobre todo, escucharle atentamente en una intervención sobre “La exploración de Marte en el siglo XXI”. Ha sido como acto de clausura en las XVIII Jornadas entre las Comunidades Autónomas sobre la gestión de los tributos cedidos y ha sido un auténtico regalo con denominación de origen, valga la expresión, por sus raíces andaluzas y por la inmensa valía de su persona.
La sencillez extrema del Profesor Pérez Mercader era su auténtico efecto halo a lo largo de la exposición. Su contenido fue sugerente, atractivo, plagado de interpretaciones no inocentes, con uso y disfrute de vocabulario del lugar y con un homenaje permanente a sus discípulos (seguro que amigos), a los que citó con nombre y apellidos en un homenaje explícito a los jóvenes y al conocimiento que se trabaja y exporta desde Andalucía, en experiencias tan impresionantes como las que se llevan a cabo en el Río Tinto (Huelva).
Marte fue una excusa para dar un repaso al estado del arte de la investigación marciana y terrícola en el aquí y ahora y en el escenario de los próximos diez años. El canto a la vida y la proactividad en el diagnóstico comparativo de lo que pasó en Marte para que nos pueda servir aquí en la Tierra, me pareció un hilo conductor trascendental, más allá de los tecnicismos al uso y de la realidad tragicómica que se nos pinta a diario. De vez en cuando lanzó mensajes subliminales sobre la necesidad de inversión en investigación y desarrollo, y el foro tributario, a nivel de Estado, era propicio para calibrar la importancia de la participación ciudadana y de los presupuestos estatales y autonómicos en la autentica investigación que sirve para algo con un retorno que él explicaba una y otra vez bajo la forma de patentes y aplicaciones en la vida ordinaria.
El misterio de cuándo empezó la vida lo fue develando de forma sorprendente. Se entendía bien su mensaje: nos interesa estudiar qué pasó en Marte para estar preparados para lo que tiene que venir indefectiblemente. Desde hace solo tres mil seiscientos millones de años hay vida en la Tierra y se sabe que también hubo vida antes en otros planetas, sobre todos en el planeta rojo. Y la vida debe ser estudiada en todas sus manifestaciones primigenias, muy hilvanada con el agua. Así fue avanzando en su exposición, en una excursión virtual por las bacterias, el Río Tinto, a través de sus hematites, hasta llegar al esplendor europeo actual, en su actividad geoespacial e, indudablemente, Estados Unidos, con su programa de exploración de Marte desde hace años y para 2009.
Me pareció extraordinario conocer la participación española en estos Proyectos. Jóvenes y otra vez jóvenes investigadores que ponen su conocimiento al servicio de la humanidad para conocer cómo podemos interpretar la que ocurre a diario en la Tierra, una vez aprendido lo principal y primigenio en las excursiones a Marte.
Terminó con una lectura de Ócnos, sobre la Naturaleza, del poeta sevillano Luis Cernuda, con la maestría de la experiencia y voz de Amancio Prada:
Le gustaba al niño ir siguiendo paciente, día tras día, el brotar oscuro de las plantas y de sus flores…
y un poema de Omar Jay´yam (1057-1123), interpretado por Camarón, que nos sobrecogió a todos:
El mundo es un grano de polvo en el espacio
La ciencia de los Hombres, palabras
Los pueblos, los animales y las flores de las siete colinas,
Son sombras de la nada.
Sobran más palabras. Sólo, gracias desde este rincón de la Noosfera.
Sevilla, 27/V/2006
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