Es una historia conmovedora. Todos los días, un autobús desvencijado recorre las calles de Cochabamba, en Bolivia, para recoger niños y niñas que viven con sus padres en las cinco cárceles de la ciudad y que permiten que los hijos de los presos vivan con ellos. Son unas condiciones infernales, porque exige a estos padres un trabajo suplementario en el comedor o la lavandería de la cárcel para ganar el dinero que cuesta que vivan con ellos, pero lo hacen encantados porque están convencidos de que sus hijos e hijas son felices todas las mañanas esperando el autobús financiado por el Centro de Apoyo Integral Carcelario y Comunitario (CAICC), para asistir a clase y porque los lleva a una vida de libertad y conocimiento: «Mi guagüita vive en la cárcel, pero ella no está detenida. Toditos los días esperamos al bus, Pepa vuelve contenta” (1). Y lo que es mejor: saben que vuelven todos los días, sin daño alguno, con lo poco que vale la vida en esa ciudad.
Los relatos deben ser cortos y, si buenos, dos veces buenos. Les invito a que se suban a este autobús real viendo el video que encabeza este post. Es una historia corriente, diaria, pero que te hiela el corazón por momentos, devolviéndonos la ilusión por estar más cerca cada día de los que menos tienen pero que con estas experiencias solidarias, cada día, más libres son.
Sevilla, 26/VI/2015
(1) Silva, Melisa (2015, 25 de junio). El país de los niños encarcelados. El País.com (Planeta Futuro).