Vivimos en un país enfermo

HACIA ADELANTE

Siempre hacia adelante

DAR YASIN (AP) | 25-11-2011
El ciclista, en medio de una espesa niebla, mira a cámara mientras no detiene su avance por una de las calles de Srinagar (India)

Estas palabras las escribo en un día en el que también podríamos concluir que el mundo está enfermo, después de lo sucedido anoche en Niza. Mi pensamiento y sentimiento está con las víctimas de este desatino, con sus familias y con todas aquellas personas que luchan todos los días por desterrar la violencia de sus vidas. De cualquier tipo y que no deberíamos permitir que la soportaran; en ocasiones, debido a nuestros silencios cómplices y mucho más cerca de lo que creemos.

No me gusta escribir mirando hacia atrás o guardando silencio ante el presente desnudo, como el rey de Andersen, y menos con ira, pero estamos viviendo acontecimientos que necesitan un diagnóstico y tratamiento posterior, urgentes, para atender una enfermedad social que se extiende en este país como una plaga desde hace bastantes años. Me refiero a las tragaderas y comportamientos sociales que se aprecian en fenómenos tales como la oleada de solidaridad con el jugador Messi, que ha tenido una conducta de fraude fiscal impresentable, la tolerancia con los defraudadores de impuestos en general por más que estemos presuntamente convencidos de que “Hacienda somos todos” (casi siempre cuando hacemos reivindicaciones sociales que me afectan a mí y a mi familia, aunque no sea solidario a la hora de practicar ética ciudadana en el terco y próximo día a día), la utilización perversa de las redes sociales para hacer el máximo daño posible a los demás, la corrupción a nivel de partidos y entidades públicas de amplio espectro, las presuntas negociaciones políticas para clarificar la formación del Gobierno, la profusión de “Sálvame”, con perdón, que arrasa en determinado público objetivo de sofá y copa; la violencia diaria, a flor de piel, contra la mujer, contra los niños mediante el acoso escolar, contra los que son diferentes por razón de sexo, color o creencia.

No digamos nada sobre la abstención en las pasadas elecciones, más de diez millones de personas, que se ha convertido en el “partido político” con mayor número de votos, utilizando una metáfora bastante dura. Por último y como otro botón de muestra de nuestra enfermedad social, la incapacidad de diálogo constructivo por parte de los representantes políticos, permitiendo que el país continúe una deriva hacia ninguna parte.

Estamos viviendo unos tiempos modernos con sentimiento de desconcierto permanente ante las noticias políticas y económicas de diálogos casi imposibles, que llevan a un abatimiento colectivo entre los perdedores de las elecciones generales y en gran parte de las personas que me rodean, algunas con residencia política cercana a los partidos que han perdido limpiamente en democracia, porque no se sabe dónde va a parar la traída y llevada crisis. Por otra parte, tengo una sensación que me preocupa constantemente y radica en la apreciación contrastada de que no va a haber mar suficiente para acoger a todas las personas que se tiran por la borda de los diferentes barcos que surcan los mares de la vida política y económica, porque dicen que no pueden más y que hay que buscarse otra vida. Es más, los que piensan que la política no sirve para nada.

La situación es muy crítica, no cabe duda alguna, pero creo que debemos parar un momento la moviola de la tristeza y abatimiento para reconsiderar actitudes personales, familiares, laborales y políticas, para enfrentarnos a una realidad incontestable, la necesidad de hacer un pacto de Estado por la regeneración de la educación y de valores humanos, a todos los niveles imaginables. Es la mejor receta, por no decir la única, para estos momentos tan especiales que estamos atravesando, pero que debe contar con la aportación que cada una, cada uno, puede poner en su realidad propia y asociada, mirando siempre hacia adelante, como he querido simbolizar a lo largo de los diez años en este cuaderno de bitácora, como símbolo y actitud activa que aprendí hace muchos años del mensaje y del autor que da título a este blog, es decir, España solo tiene interés hacia adelante.

Escribí en 2011 unas palabras que necesito rescatar hoy en momentos de zozobra: “¿Dónde está la receta, para comprarla o el bálsamo de Fierabrás para beberlo y curar todas las heridas actuales en el cuerpo y en la mente? Sencillamente, no existen puntos de venta de estos productos mágicos, porque la revolución de la indignación activa está en el cerebro de las personas que deciden no arredrarse ante la situación adversa y seguir mirando hacia adelante, como el ciclista de la foto, avanzando en medio de la niebla espesa, con unas luces tenues que ayudan a seguir pedaleando, viviendo, trabajando, queriendo, enfrentándose de cara a la adversidad en cualquiera de sus manifestaciones. Porque la tentación de tirar la toalla y arrojarse al mar es una situación transitoria, dejando atrás compromisos y personas que necesitan manos amigas y cerebros inteligentes que luchen día a día por vencer el miedo escénico de seguir viviendo, saliendo a cubierta para dirigir la nave del alma que todos llevamos dentro, abandonando temporalmente la contramina mental y de trabajo duro, gris, que muchas veces desarrollamos, para gritar en cubierta, a cielo abierto, que no debemos abandonar los barcos en los que cada uno está enrolado, porque las creencias merecen la pena aferrarse a ellas, en cualquiera de las cuatro vertientes que un día, también muy lejano, aprendí de un gran hombre, José Ferrater Mora, en su precioso libro, El hombre en la encrucijada.

Decía el autor que necesitamos tener creencias, que no podemos vivir sin ellas, y a lo largo de las páginas de su tesis existencial demuestra que el mundo ha evolucionado hacia adelante gracias a que nuestros antepasados y muchas personas contemporáneas han tenido y tienen creencias en cuatro ámbitos, juntas o por separado da igual, de una forma u otra, da igual, pero siempre relacionadas con las Personas, la Naturaleza, Dios/dioses o la Sociedad. Así durante muchos siglos”.

La inteligencia humana, educada en libertad, que nos une a todos y no está en el mercado libre, vence siempre al miedo y al dinero (una de las causas enmascaradas de la enfermedad que sufre el país), por muy poderoso caballero que sea. Es una maravillosa lección de la historia que han escrito las personas que hasta hoy nos han acompañado en un largo viaje iniciado desde África, hace ya doscientos mil años, en la búsqueda incesante del alfa y omega de la vida, mirando siempre hacia adelante, que es la única forma de que el mundo tenga interés para todos formando parte, ahora, del Club de las Personas Dignas.

Sevilla, 15/VII/2016

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