Cosas de estío / 7. Podemos compartir lo que es nuestro empeño

Propongo compartir lo que es mi empeño
Y el empeño de muchos que se afanan
Propongo, en fin, tu entrega apasionada
Cual si fuera a cumplir mi último sueño

Pablo Milanés, Proposiciones

PODCAST 3: Cosas de estío / 7. Podemos compartir lo que es nuestro empeño

Decía Mario Benedetti que “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. Ocurre casi a diario porque nacemos sin una guía de cómo ser curiosos y saber hacer proposiciones que nos llenen el alma para vivir dignamente, fuera de toda duda, para ser felices, instalados en la utilidad de lo que muchos llaman vida inútil: soñar despiertos, amar con locura y ser dignos con la disponibilidad de los bienes naturales y públicos.

El estío es un tiempo propicio para las proposiciones dignas y honestas, ante un mundo que pregunta tanto y sin cesar, en un síndrome de los porqué de un Peter Pan siempre redivivo. Creo que la disponibilidad de un tiempo para pensar nos permite recurrir a algo que olvidamos a diario y que puede ser un incentivo para ser más felices: olvidarnos de las respuestas que no nos gustan en la forma de ser y estar en el mundo, proponiendo ideas y cosas útiles para todos e instalarnos por una vez en el terreno de las proposiciones. Según la Real Academia Española, proponer es “manifestar con razones algo para conocimiento de alguien, o para inducirle a adoptarlo”, aunque el Diccionario de Autoridades da un sentido al lema «proponer» de especial relevancia: «representar o hacer presente con razones a uno alguna cosa, para que llegue a su noticia, o para inducirle a hacer lo que desea». Impecable propuesta cuando deseamos que el bien se haga difusivo de sí mismo para todos.

Recuerdo que Pablo Milanés lo sintetizó muy bien en una canción muy corta, Proposiciones, porque lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pensando en la letra de aquella canción, no hacen falta ya muchas palabras para compartir este empeño de compartir ilusión por cambiar aquello que no nos hace felices, por mucho que el mercado se empeñe en convencernos que la felicidad es tener y no ser. Es más fácil estar atentos a disfrutar esta jornada, sin ir más lejos, inquietando el gusto de los demás a través de los sentidos, compartir mensajes que entusiasmen a los demás, sobre todo a los que están más cerca, lanzándonos por caminos y veredas anunciando que otro mundo es posible, porque el verano llega siempre, de forma puntual y con sus cosas, haciendo nuestro el crisol de esta morada.

Lo he manifestado varias veces en hojas sueltas de este cuaderno digital: necesitamos declarar las proposiciones decentes para avanzar en una sociedad más justa para todos. Ese es mi empeño. Escuchamos todos los días noticias que reflejan un mundo hecho polvo en búsqueda permanente de paz política e interior. Faltan proposiciones compartidas para aunar esfuerzos y voluntades a través del amor y el sufrimiento, como aquellos habitantes ejemplares de Santa María de Iquique, de los que aprendí tanto al escuchar atentamente su proposición a unos mensajeros de nombre araucano, Quilapayún, que no olvido.

Cosas de estío, de las proposiciones dignas. Como si fuéramos a cumplir el último sueño, a pesar de las preguntas cambiadas.

Sevilla, 21/VII/2018

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