Sé que esto no hay quien lo pare porque la maquinaria del mercado no tiene compasión con los que detestamos estas importaciones americanas masivas, que vienen para quedarse definitivamente con nosotros, pero siempre me recuerdan estas situaciones el contenido de la canción que Lolita Sevilla interpretaba en la inolvidable película de Berlanga ¡Bienvenido Mr. Marshall!:
Los yanquis han venido, olé salero, con mil regalos
y a las niñas bonitas van a obsequiar con aeroplanos,
con aeroplanos de chorro libre que corta el aire,
y también rascacielos, bien conservaos en frigidaire.
¡Americanos, vienen a España guapos y sanos,
viva el tronío de ese gran pueblo con poderío,
olé Virginia, y Michigan, y viva Texas, que no está mal,
os recibimos, americanos con alegría, olé mi mare, olé mi suegra y olé mi tía!
El plan Marshall nos llega del extranjero pa´ nuestro avío,
y con tantos parneses va a echar buen pelo Villar del Río.
Traerán divisas pa´ quien toree mejor corría, y medias y camisas pa´ las mositas más presumías
¡Americanos, vienen a España guapos y sanos,
viva el tronío de ese gran pueblo con poderío,
olé Virginia, y Michigan, y viva Texas, que no está mal,
os recibimos, americanos con alegría, olé mi mare, olé mi suegra y olé mi tía!
Es verdad, los yanquis nos han traído Halloween, nos “obsequian” a lo largo del año con este tipo de regalos, próximamente el “viernes negro”, en un no parar de consumo. Vienen a España guapos, sanos y con dinero, como la última experiencia vergonzante de la visita de Richard Gere, con honores próximos a un Jefe de Estado y solo nos falta gritar todos al unísono, Viva el tronío de ese gran pueblo con poderío.
Hoy, no recibo a los americanos con alegría, menos cuando sé que se va a militarizar la valla que separa Estados Unidos de México ante la marea humana que se avecina buscando un mundo mejor y que nos recuerda la que todos los días se acerca a nuestras costas con una clamorosa indiferencia por parte de muchas personas.
Soy respetuoso con las tradiciones y la noche de Halloween o de la Víspera de Todos los Santos, es una de ellas, con diversas inspiraciones culturales, celta y católica, como principales, pero la mercadotecnia se apodera rápidamente de estas celebraciones milenarias y las transforman en una maquinaria implacable de hacer dinero, nada más. España no lo vivía así, aunque Galicia y Asturias tengan reminiscencias importantes de este tipo de celebraciones, que tienen para ellos su sentido.
Lo siento, pero prefiero leer hoy, de nuevo, El monte de las ánimas, de mi paisano Gustavo Adolfo Bécquer, intentando comprender desde Andalucía qué ocurre en este país en momentos en los que es probable que en una noche de los difuntos nos despierte a no sé qué hora “el doble de las campanas”. Como decía él, puede ser que su tañido monótono y eterno nos traiga “a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. (…) Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo, cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche». No es lo mismo.
Sevilla, 31/X/2018