Dedicado a las personas que piensan que Andalucía puede cambiar e iniciar un camino diferente, nuevo e ilusionante a través de las elecciones próximas del 2 de diciembre, sobre una idea forjada en un anuncio inolvidable de Apple publicado en 1997, porque siempre he creído en el mundo digital.
Pensar y votar de forma responsable es a veces un asunto de locos. Los inadaptados. Los rebeldes. Los problemáticos. Los que no encajan en ningún sitio. Aquellos que ven las cosas de otra manera. No siguen las reglas. Y no tienen ningún respeto por seguir pensando y haciendo solo lo establecido. Puedes citarlos, puedes no estar de acuerdo con ellos, puedes glorificarlos o vilipendiarlos pero la única cosa que no puedes hacer es ignorarlos. Porque ellos cambian las cosas. Ellos impulsan la humanidad hacia adelante, porque el mundo solo tiene interés cuando va así, hacia adelante. Y mientras algunos les ven como locos, nosotros vemos genios. Porque la gente que está lo suficientemente loca como para pensar que con su voto pueden cambiar el mundo, Andalucía, son los que logran hacerlo. Piensa… y vota de forma diferente.
José Antonio Cobeña. Votar diferente
No sé si tú, lector o lectora de estas palabras, tienes la misma sensación que yo, pero estando tan cerca de las elecciones del 2 de diciembre, fecha histórica en cualquier calendario democrático, no se aprecia movimiento alguno de los partidos en liza, como si se hubiera instalado en Andalucía una indiferencia, cansancio y desafección política de dimensiones incalculables. Se podría decir en términos fellinianos e pur niente si muove (y, sin embargo, nada se mueve). Cuenta una leyenda que Murillo captó perfectamente esta expresión tan atrevida del movimiento revolucionario de la Tierra que descubrió Galileo (eppur si muove) y así lo dejó pintado en una esquina del cuadro que le dedicó «Galileo en prisión» y que alguien se encargó de ocultar, probablemente los que introducían la palabra nada en cada paso de su vida, porque preferían que todo siguiera igual. Es muy preocupante esta situación porque en unas elecciones se trata, nada más y nada menos, que de posibilitar cambios imprescindibles en la forma de hacer política en Andalucía y debería interesar tanto a la ciudadanía y a quienes gobiernan habitualmente, como a la tranquila oposición que hasta ahora se ha instalado en el parlamento andaluz.
El hartazgo por corrupción de determinados líderes políticos ha hecho estragos en los últimos diez años de la vida política de este país y la falta de ejemplaridad política también. He comprendido el sentido de la frase repetida en muchas ocasiones por Michael Ignatieff, el candidato malogrado a primer ministro de Canadá, en su experiencia política desde 2008 a 2011, liderando la oposición y con una clara opción a gobernar ese país: nada te va a causar más problemas en la política que decir la verdad. Ahí está parte de la cuestión actual que a la que se debe enfrentar cualquier político, por el hartazgo ante tanto mandatario instalado en la mentira. Es escalofriante el poder de esta reflexión, porque es una realidad ciudadana que emerge sobre todas las querellas más o menos criminales en torno a las personas que trabajan en política, porque muchas personas están convencidas de que en política se miente continuamente: “los políticos, mienten más que hablan”. Es una realidad flagrante, que solo se puede combatir si el poder político en todas sus escalas se instala de una vez por todas en la verdad, teniendo una clave machadiana contundente al respecto: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. Así de sencillo, pero así de difícil en la situación actual, porque si no, solo nos quedará en nuestro pensamiento y sentimiento una reflexión con retranca gallega de fondo que se podría convertir los próximos días en trending topic popular a todas luces: si nos dicen la verdad (algunos políticos, no todos), mentirían. Aprendiendo con humildad de la paradoja de Epiménides, cuando afirmó que todos los cretenses eran unos mentirosos, porque casualmente…, él también lo era.
Basta un ejemplo para certificar este pacto de silencio cómplice que existe en la actualidad. Nos sentimos muy poco concernidos con los programas políticos que se presentarán oficialmente dentro de unos días, porque con independencia de que deban obedecer a las ideologías que inspiran cada partido político, la participación ciudadana universal debería ser un primer mandamiento de la ética política actual: qué piensa, desea, valora, opina y necesita decir la ciudadanía, para ser escuchada en clave de empoderamiento compartido. Sabemos por el último barómetro del CIS de octubre de 2018, en su avance de resultados y con ámbito de Estado, que arroja unos datos muy preocupantes y que se deberían analizar con lupa ante las próximas elecciones andaluzas. Dice la verdad verdadera de lo que piensa y sabe la ciudadanía común.
Entresaco solo algunos datos que considero relevantes en relación con nuestro pasado, presente y futuro político, que se refleja en el siguiente cuadro, donde lo más preocupante se observa en la pregunta 8, si se relaciona obviamente con las dos anteriores: no hay perspectiva positiva de futuro político mejor porque la situación política era, es y será mala.
A continuación, he recogido de forma completa la pregunta 9, ¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?, por su inmenso valor de perspectiva global para analizar con detalle el estado del arte político en el Estado, destacando porcentualmente el resultado jerarquizado en relación con el paro (36,4%), la corrupción y el fraude (13,9%) y los/as políticos/as en general, los partidos y la política (13,8). Me ha sorprendido el lugar que ocupa la educación, el 13º, con un porcentaje bajísimo, 1,4% del total. Más que sorpresa me causa perplejidad si somos conscientes del papel que debe jugar la educación en la situación social tan alarmante que estamos atravesando en todas las perspectivas de vida.
Y un tercer botón de muestra de lo que se debería considerar con carácter prioritario en Andalucía, junto con los resultados anteriores, para sumergirnos en un baño de realidad social propia y asociada, es atender el fondo y forma de la pregunta 12 y sus respuestas jerarquizadas, donde se atisba el principio de confianza que todavía otorga la población española a la democracia en general (89,1% uniendo las respuestas muy de acuerdo y de acuerdo), por encima de las respuestas siguientes que mayoritariamente son bastante descorazonadoras, “Esté quien esté en el poder, siempre busca sus intereses personales”, el 80,6% y “Los/as políticos/as no se preocupan mucho de lo que piensa la gente como yo”, con un 79,3%, uniendo también ambas respuestas.
Es una breve reflexión en la antesala de las elecciones andaluzas, tengo que afirmar de nuevo que se nos presenta una nueva oportunidad para generar cambios copernicanos en nuestra Comunidad mediante el voto. Lo he afirmado en diversas ocasiones en este cuaderno digital y no me cansaré de repetirlo: ante este panorama tan complejo y preocupante, es necesario reflexionar en voz alta sobre las actuaciones que pueden ayudar a despejar las incógnitas electorales que nos abruman en estos días que anteceden al 2 de diciembre de 2018. Hay que considerar, en primer lugar, una base política, como ciudadanos de a pie, como punto de partida para preparar un voto razonable y que lo sustente. Se resume en una sola palabra, ideología, porque cuando existe la ideología, que forja siempre una creencia, la política se hace virtud ciudadana, porque es consecuente, porque somos ciudadanos políticos, en la clave que enseñó Aristóteles. Las ideologías no son inocentes, como tantas veces he explicado en este blog. Solo me refiero en la situación actual a las ideologías democráticas, las que pueden considerarse por su contenido de respeto a las personas y a la sociedad en general, en el largo camino que existe desde la izquierda a la derecha del arco político actual.
La ideología es una proyección fantástica de la inteligencia, entendida ésta como la capacidad que tiene todo ser humano para resolver problemas, gran objetivo de la política a través de programas electorales. La inteligencia que vehiculizamos a través de la ideología podemos llamarla inteligencia social o inteligencia política, porque es evidente que ésta no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja lo que está pasando en el mundo que nos rodea y cómo se reacciona ante estos momentos electorales donde se decide cómo se van a abordar los problemas reales y actuales en Andalucía, a través de los programas de los partidos que participen en esta primera etapa anual de participación ciudadana.
El cerebro necesita claridad conceptual, ideología, para comprender lo que ocurre y ahí está la clave de la no inocencia. Mientras unos o muchos entorpecen el conocimiento de la verdadera dimensión social de lo que ocurre, otros desean introducir cordura en la comprensión y vías de salida a la misma. Es decir, la ideología que está detrás de los partidos no es inocente y el cerebro necesita ordenar ideas fundamentales para llegar a caracterizar el pensamiento y proyectarlo en la realidad social económica, educativa, de salud y bienestar social que cada persona debe elegir para ser y existir todos los días, de acuerdo con el programa político que mejor responde a la ideología de cada persona, a su creencia. Así lo ha fijado, limpiado y dado esplendor a través del lema ideología, el Diccionario de la Lengua Española, en su segunda acepción (texto en cursiva). Por algo será. Y los Gobiernos, los partidos, los representantes políticos lo saben, es decir, tampoco son inocentes y no vale cualquier respuesta a las ideas fundamentales, mediante el voto, en unas elecciones, porque todos no son ni somos iguales en Andalucía. Afortunadamente, Andalucía, con el voto próximo podemos creer en ella porque e pur si muove, como el mejor homenaje que podemos ofrecer a Murillo en un año en el que lo recordamos especialmente. Sin escondernos en la esquina del cuadro actual andaluz que pintan ahora, con escaso éxito, los agoreros de turno.
Sevilla, 28/X/2018
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