El entusiasmo de los que tenemos el alma alada

ALMA ALADA

Desde que Manuel Rivas me orientó una lectura urgente para almas aladas, El alfabeto alado, tengo una deuda con él, porque algo me ha pasado que me recuerda con ardiente impaciencia que debo leer el libro de Mario Satz, mucho más cuando descubro un resumen apresurado del mismo, programático para almas entusiasmadas: “Entre el alma humana y las mariposas existe un estrecho parentesco: lo que en una es oscilación y ascenso en las otras es aleteo y color. Aristóteles fue el primero en acuñar la palabra psique para designar ese nexo, y, tras él, poetas y pintores representaron el alma alada, frágil e inasible pero hermosa. Hoy es la fotografía la que documenta la vida de estos espléndidos insectos, cuya milagrosa existencia muestra a su vez cuán volátil y extraordinaria es la vida humana. Breves e intensos, los relatos que Mario Satz reúne en este bellísimo libro dan cuenta de las aventuras y desventuras de esas joyas aladas que han dado lugar a tantos mitos, leyendas y fábulas dignos de ser recordados” (1).

Es verdad. En tiempos modernos es difícil reconocer el papel tan importante que juega la filosofía para comprender qué está pasando en el mundo actualmente. Mi alma alada de aprendiz de filósofo que hace camino al andar, me ha llevado a mi biblioteca de secreto para volver a leer un diálogo precioso de Platón, Fedro, a ver si soy capaz de entender este loco mundo en el que me ha tocado vivir. Y he localizado un pasaje que nunca he olvidado para comprender la locura de vivir entusiasmado, dentro del texto y contexto de la alegoría del carro alado, donde se explica que el alma humana es el auriga que tira de dos caballos, uno de ellos bueno y el otro, malo: “Cómo es el alma, requeriría toda una larga y divina explicación; pero decir a qué se parece, es ya asunto humano y, por supuesto, más breve. Podríamos entonces decir que se parece a una fuerza que. como si hubieran nacido juntos, lleva a una yunta alada y a su auriga. Pues bien, los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos, y buena su casta, la de los otros es mezclada. Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un conductor que guía un tronco de caballos y, después, estos caballos de los cuales uno es bueno y hermoso, y está hecho de esos mismos elementos, y el otro de todo lo contrario, como también su origen. Necesariamente. pues, nos resultará difícil y duro su manejo” (2).

En el contexto anterior es donde radica el significado profundo de Platón, al referirse al alma alada: “Por eso, es justo que solo la mente del filósofo sea alada, ya que, en su memoria y en la medida de lo posible, se encuentra aquello que siempre es y que hace que, por tenerlo delante, el dios sea divino. El varón, pues, que haga uso adecuado de tales recordatorios, iniciado en tales ceremonias perfectas, sólo él será perfecto. Apartado, así, de humanos menesteres y volcado a lo divino, es tachado por la gente como de perturbado, sin darse cuenta de que lo que está es “entusiasmado” (3).

Vivir entusiasmado es “estar en lo divino”, “estar poseído por alguna divinidad”, de acuerdo con la etimología griega del verbo “enthousiasmós”. Nuestro Diccionario de la Lengua Española, en su actualización de 2018, lo carga de sentido actual en las acepciones primera, segunda y tercera del lema “entusiasmo”: “1. m. Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive; 2. m. Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño; 3. m. Inspiración divina de los poetas antiguos y de los profetas. Además, como soy un inconformista pleno con lo que ocurre en este mundo y no me gustan muchas cosas de lo que ocurre a diario en él, es decir, como me perturban muchas cosas de lo que pasa, sin saber por qué pasan muchas cosas, quiero recordar el sentido del “enamoramiento” de la vida junto a las personas que más amo, alzando el vuelo continuamente para ver más allá de mi pequeño micromundo, leyendo otra vez a Platón, en Fedro: “Y aquí es, precisamente, a donde viene a parar todo ese discurso sobre la cuarta forma de locura, aquella que se da cuando alguien contempla la belleza de este mundo, y, recordando la verdadera, le salen alas y, así alado, le entran deseos de alzar el vuelo, y no lográndolo, mira hacia arriba como si fuera un pájaro, olvidado de las de aquí abajo y dando ocasión a que se le tenga por loco. Así que, de todas las formas de «entusiasmo», es ésta la mejor de las mejores, tanto para el que la tiene, como para el que con ella se comunica; y al partícipe de esta manía, al amante de lo bello, se le llama enamorado” (4).

Vuelvo otra vez a mi hombre de secreto, que no el de todos, para reflexionar la frase que regaló en una ocasión el escritor Lobo Antunes en el acto de recepción del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, en la Feria Internacional del Libro, en la ciudad de Guadalajara (México), en noviembre de 2008, transfiriendo una idea preciosa aportada por un enfermo esquizofrénico al que atendió tiempo atrás: “Doctor, el mundo ha sido hecho por detrás”, por si detrás de todo esto está el alma humana, alada, que fabrica el cerebro. Porque al igual que manifestó en ese acto: “ésta es la solución para escribir: se escribe hacia atrás, al buscar que las emociones y pulsiones encuentren palabras. “Todos los grandes escribían hacia atrás”. También, porque todos los días escribimos así en las páginas en blanco de nuestras vidas, entusiasmados con nuestras almas aladas.

Sevilla, 19/V/2019

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://binged.it/2HpRw2j 

(1) http://www.acantilado.es/catalogo/el-alfabeto-alado/
(2) Platón (1986). Diálogos III (Fedón, Banquete, Fedro). Madrid: Gredos, p. 345.
(3) Platón, Ibidem, p. 352.
(4) Platón, Ibidem, p. 35