Sevilla, 10/II/2020
La política es la lucha por la felicidad de todos. José Mujica
No olvido esta frase pronunciada por Jose Mujica en su discurso de despedida de la presidencia del gobierno uruguayo el 27 de febrero de 2015. Hablar de Jose (Pepe) Mujica es hablar de dignidad política. También, cuando dijo con estremecimiento de su alma que “la lucha que se pierde es la que se abandona”. Estoy convencido de que conviene escucharle y verle con atención en el documental que se ha estrenado en Netflix, El Pepe, una vida suprema, para aprender su forma de hacer política, tan necesaria en este tiempo. A estas alturas del desencanto político en el mundo global, solo queda agradecerle que con su edad siga con la ilusión de ser feliz contando a los demás su propia historia política y su forma de ser y estar en el mundo. No confunde, como todo necio, valor y precio, demostrando con sus hechos, que son amores, que necesitamos su garantía ética y no sólo buenas razones.
Estuve viendo anoche el documental con atención reverencial. Tengo que verlo varias veces para apuntar frases que durante la sesión de ayer me dejaban con el pensamiento sobrecogido por la profundidad de lo que transmitían sus palabras. Comenzar el tráiler (porque no quiero hacer lo que hoy llamamos un spoiler de la película) diciendo que “Los mejores dirigentes son aquellos que cuando se van dejan a un conjunto de gente que lo superan ampliamente”, creándose una atmósfera de complicidad silenciosa, pero elocuente, entre Mujica y el director, Kusturica, presagiaba que a partir de esta frase todo el documental iba a pasar páginas virtuales de un breviario para una política digna, plagado de ideas, reflexiones, imágenes, silencios, narraciones, discursos breves que simbolizan la altura de miras de este político uruguayo, tupamaro de origen ideológico y con unas raíces de revolución interior en la etapa colonialista de España en aquellas tierras y muchos siglos atrás.
Es verdad que puede ser una paradoja ideológica que este documental se vea solo a través de una plataforma de pago por suscripción y no esté abierta su exhibición en salas comerciales de libre elección. Este tipo de cine no da dinero y suena mal la promoción a través de estas multinacionales del entretenimiento, pero tengo claro que, a veces, este mundo digital (restringido y limitado por el poderoso caballero don dinero) y yo, estamos obligatoriamente obligados a entendernos.
Escuchar a Mujica decir que “A esta altura no preciso “plata” (dinero), en absoluto, no preciso para vivir más de lo que tengo” o que “la cultura es la cotidianidad de los valores con los que nos movemos en la vida y eso es parte de la construcción de una sociedad mejor” y “Es curioso Kusturica. A veces lo malo es bueno y, a veces, a la vez, lo bueno es malo”, nos deja ensimismados en la ilusión de seguir trabajando en la utopía de creer que otro mundo es posible.
Me quedé pensando en esta frase dicha en los planos finales del documental. La vida es una dialéctica en la acción de cada día, que tiene su poso en la condición humana, centrada siempre, según Mujica, entre la defensa de la solidaridad frente al egoísmo. Sorprendente, pero estoy de acuerdo con Mujica en que nada de lo humano nos debe ser ajeno. Todavía resuena en mi alma de secreto la frase final de su discurso final de gobierno en febrero de 2015, convertido en un discurso de agradecimiento al pueblo uruguayo: “No me voy, estoy llegando, me iré con el último aliento y donde esté estaré por ti, estaré contigo, porque es la forma superior de estar con la vida. Gracias, querido pueblo”.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.