Para buscar la verdad, cada uno debe guardar la suya

LA VERDADUly Martín

Sevilla, 24/IV/2020

Llevo guardando mi verdad durante todos los años de mi existencia siguiendo el aserto de Machado: “¿Tu verdad? No la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”. En tiempos de coronavirus tengo la necesidad imperiosa de conocer la verdad de lo que está pasando a través de la información verdadera, objetiva, contrastada, digna, bien transmitida y apeada de tecnicismos estadísticos que es muy difícil desentrañar cuando lo que nos ocupa es saber qué nos pude pasar ahora, mañana y el famoso día después el que todos hablan, en un mundo instalado en el desconcierto de amplio espectro.

El miércoles pasado asistí a la sesión del Congreso de los Diputados y fue frustrante escuchar a determinados representantes de los votantes pertenecientes a todas las latitudes de la derecha de este país, así como de nacionalismos exacerbados, lanzar exabruptos intolerables ante una situación en las que todos tenemos que unirnos ante el sufrimiento de enfermedad y muerte como nos asola, aunando voluntades como cantaba Quilapayún en homenaje a las víctimas de Santa María de Iquique. Sería injusto decir que todos los políticos son iguales, porque detecto perfectamente quién actúa y habla con la verdad conjunta, la tuya , la mía, la de muchos, no la suya solo, a pesar de todo. Las mentiras políticas nos llevan de la mano al descubrimiento de la falta de verdad que hay casi siempre detrás de ellas, aunque ya estábamos avisados por los agoreros y tertulianos del Reino Mediático que nos embarga, porque “eso ya se sabía que iba a ser así”, a pesar de la defensa que personalmente hago siempre del principio de confianza en el Estado Democrático, que no se gobierna solo, porque no lo hace bien cualquiera, no debe ser inocente, como elemento crucial de la democracia que defiende exclusivamente el Interés General de la Ciudadanía (el IGC de la Democracia, más importante seguro que PIB o el IPC que nos embarga).

Personalmente y como defensor con ardor guerrero de la Política que tanto ama Emilio Lledó, siguiendo a Aristóteles, en su ardiente impaciencia por difundir la verdad a toda costa a través de la palabra política, no quiero que cuando asista de nuevo a una sesión de ese Congreso citado, tenga que pensar inmediatamente en la advertencia de los títulos de crédito de muchas películas que tengo grabadas en mi persona de secreto: cualquier parecido de lo que se está hablando en esta sesión con la realidad es pura coincidencia.
He escrito muchas veces sobre la inquietante necesidad de búsqueda de la verdad política porque no es algo estático que se deba presuponer como el valor en las guerras, de cuya realidad no quiero acordarme ahora. A mí también me concierne una gran responsabilidad de protegerla, blindarla, no participando desde el sofá de mi casa, con silencios cómplices, en el Mayor Espectáculo del Mundo de la Mentira Política, en los medios cotillas de comunicación social y en las redes sociales, porque Todos los Políticos No Son Iguales. La verdad, como pasa con la realidad del campo, es para quien la trabaja. Hay que informarse, contrastar las noticias, despreciar los medios de comunicación tóxicos o tosigosos, instalados en la mediocridad de los bulos. Sabemos quiénes y cuántos son y es fácil quedarnos con sus cabeceras y siglas. Hay que denunciar la Mentira Política, bajo el eufemismo de bulos, porque se reviste de muchos disfraces de trajes de emperador que se venden al mejor postor de la indignidad política. Además, esta labor no es solo policial, es una tarea ciudadana de amplio espectro (como los antibióticos) de compromiso social para buscar conjuntamente la verdad, guardándonos cada uno la nuestra en este ejercicio urgente de responsabilidad ciudadana.

Con motivo de las elecciones generales en España en diciembre de 2015, escribí un post, “Si nos dijeran la verdad mentirían”, en el que finalizaba con una reflexión sobre la que hago hoy una operación rescate para comprobar si a través de mis palabras encuentro sentido a esta verdad que nos corroe en la película real del día a día en tiempos de coronavirus: “El problema radica también en que estamos sobrepasados por experiencias políticas pasadas, enmarcadas en mentiras que parecían en el mejor de los casos verdades a medias, muy lejos del interés general. Ahora hace falta altura de miras, sensatez extrema, diálogo donde la búsqueda de la verdad sea un esfuerzo común, guardándose cada uno la suya en aquello que no une, no toda la verdad, aunque comprendamos ahora mejor que nunca algo que experimentó en su experiencia vital el gran político canadiense Michael Ignatieff en su frustrada carrera hacia la presidencia de su nación: “Nada te va a causar más problemas en la política que decir la verdad”. Porque si no, solo nos quedará en nuestro pensamiento y sentimiento una reflexión […] que se podría convertir los próximos días en trending topic popular a todas luces: si nos dicen la verdad (algunos políticos, no todos), mentirían. Aprendiendo con humildad de la paradoja de Epiménides, cuando afirmó que todos los cretenses eran unos mentirosos, porque casualmente…, él también lo era”.

NOTA: la imagen se recuperó en este blog el 5 de enero de 2016, de http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/01/30/actualidad/1359573194_226490.html

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

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