Así hacen todas (Cosí fan tutte), o sea, la escuela de los amantes, en el siglo XXI

Sevilla, 7/XI/2020

El pasado 1 de noviembre se estrenó en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, en coproducción con el Teatro Calderón de Valladolid, la ópera de Mozart “Cosí fan tutte” (Así hacen todas, o sea La escuela de los amantes, siendo éste su título completo y hurtado de forma incomprensible en muchas ocasiones), ofreciendo la oportunidad de poder contemplarla en streaming por primera vez en este Teatro, con motivo de la celebración del XXX aniversario de su inauguración y en colaboración de Canal Sur Radio y Televisión. La ha dirigido Rafael R. Villalobos, profesional de la dirección nacido en Sevilla y con la participación de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), bajo la batuta del director mejicano Iván López-Reynoso. En la programación anual 2020/2021 del Teatro, bajo el eslogan de “Poder de transformar” en tiempos de coronavirus, se abordaba la relación Renacimiento y Catarsis: “El Teatro de la Maestranza reivindica el poder que la música y el canto tienen para reestablecer la esperanza y el ánimo”.

El contexto en el que se ha estrenado esta ópera de Mozart se exponía también en el citado programa: “Teníamos una deuda pendiente. Y aquí está, al fin, la Carmen de Bizet que el Teatro de la Maestranza le debía a sus fieles espectadores. Y no solo servida como un título aislado. La Carmen será esta temporada una columna vertebral sobre la que reivindicar y reflexionar acerca de la presencia de las mujeres en el mundo de la música, la ópera y la danza, pues veremos también la impresionante Carmen de María Pagés o la bellísima de la Compañía Nacional de Danza. Y en ópera, también las mujeres, vistas de formas diferentes, tomarán el escenario del Teatro protagonizando la prodigiosa Cosí fan tutte, de Mozart, luciendo uno de los grandes personajes femeninos del gran Verdi en Un ballo in maschera o convirtiéndose ellas mismas en las protagonistas de la propuesta más divertida de la reciente ópera española: Je suis narcissiste”.

Mozart compuso Cosí fan tutte sobre un libreto de Lorenzo da Ponte, cerrando la trilogía junto a Las bodas de Fígaro y Don Giovanni, acerca de “la naturaleza humana impartiendo una clase sobre la fragilidad del amor con una ópera que es una obra maestra del teatro cantado y de la alta comedia. Ligera y profunda, ácida y melancólica, Cosí fan tutte es el testamento operístico de un sabio precoz llamado Mozart”. Hasta aquí el argumentario oficial del Teatro de la Maestranza para presentar esta obra.

A partir de lo expuesto anteriormente, es importante profundizar ahora en su texto y contexto histórico y musical, por lo que puede suponer para la interpretación del libreto en el mundo actual, con la garantía certificada de Mozart en la partitura de la misma. Para empezar, hay que encuadrar esta obra en el llamado “género bufo” y el título ya presagia el hilo conductor de la misma, porque se debe citar siempre con el título completo para aprehenderla bien: Cosí fan tutte, ossia La scola degli amanti, traducido como “Así hacen todas, o sea La escuela de los amantes”, donde la locución “o sea” no deja lugar a dudas: lo importante es abordar algo que ocurre en el libreto y que es lo que significa la gran enseñanza de la obra, o sea, como si fuéramos alumnos de una escuela de amantes porque creemos que así se comportan todas las mujeres. Según la Real Academia Española (RAE), la locución “o sea equivale a es decir y sirve para introducir una explicación o precisión sobre lo que se acaba de expresar, o la consecuencia que se deriva de ello”. Es importante este matiz porque el tratamiento de cualquier asunto en este género tiene matices especiales, divertidos o no tanto, aunque traten temas transcendentales y así es como hay que entenderlos hoy. Se terminó en un tiempo muy corto, al alimón entre Da Ponte (libreto) y Mozart (partitura), al parecer por encargo del emperador José II aunque hoy se cuestiona tal hecho, que los llevó a trabajar en común desde octubre de 1789 a enero de 1790, exactamente hasta el 26 de enero de1790, fecha en la que se estrenó la ópera en el Burgtheater de Viena, dirigiendo la orquesta el compositor. Han pasado 230 años y ahora tenemos el atrevimiento de aproximarnos con códigos actuales a ella en el texto, música y contexto de la misma. El citado encargo no era inocente porque el emperador quería que se retratase en la ópera algo que sucedía con frecuencia en la aristocracia vienesa, el intercambio de parejas, que era de sobra conocido y que, por otra parte, era un tema recurrente en obras de grandes autores de la literatura, tales como Bocaccio, Ariosto o el mismo Cervantes. Mozart, durante una estancia en París, había asistido a la representación de El curioso indiscreto, inspirada en la obra de Cervantes, El curioso impertinente y no le era ajeno el asunto a leer el libreto y acompañarlo de su maestría musical.

Con estos antecedentes, el argumento de Cosí fan tutte es aparentemente muy simple: el juego de intercambio de parejas en un pequeño círculo de seis protagonistas: Fiordiligi, Dorabella, su hermana, Despina, sirvienta de las hermanas, Ferrando, novio de Dorabella, Guglielmo, novio de Fiordiligi y Don Alfonso, un amigo de los novios. La acción se desarrolla en Nápoles y, como he explicado anteriormente, tenía que lograr una ambientación contemporánea, de mediados del siglo XVIII. Sin ánimo de hacer un spoiler de la ópera, es conveniente reproducir aquí una síntesis de la misma para comprender la trama, donde se reproducen los arquetipos que hoy son tildados sin ambages como puramente “machistas”, sabiendo que la reacción que se espera de las mujeres ya se sabe cuál es porque así son todas las mujeres y de ello tienen que aprender los amantes que tengan, porque no se puede esperar de ellas otra cosa. Es que para ellos, “Cosí fan tutte”, o sea Así hacen todas (las mujeres), como un estereotipo que ha perdurado a lo largo de los siglos. Todo se desarrolla en dos actos, con tres escenas en el primero y cuatro escenas en el segundo.

Todo empieza en la terraza de un café, donde Ferrando y Guglielmo, dos oficiales, alardean de que sus novias les serán eternamente fieles: “Don Alfonso se une a ellos y hace una apuesta de cien monedas con los dos oficiales, diciendo que él puede probar en un solo día que estas dos mujeres (como todas las mujeres) son volubles. Aceptan la apuesta: los dos oficiales fingirán que les llaman a la guerra; luego volverán disfrazados y cada uno intentará enamorar a la amada del otro. Las dos mujeres, que son hermanas, están alabando a sus novios. Alfonso llega y anuncia las malas noticias: los oficiales han sido llamados a la guerra. Ferrando y Guglielmo llegan, con el corazón roto y se despiden de ellas (quinteto: Sento, o Dio, che questo piede è restio—»Siento, oh, Dios, mis pies están reacios»). Conforme el barco se aleja hacia alta mar, Alfonso y las dos hermanas les desean un buen viaje (trío: Soave sia il vento—»Que el viento sea suave») luego Alfonso, que se ha quedado solo, se regodea prediciendo que las mujeres (como todas las mujeres) serán infieles (arioso: Oh, poverini, per femmina giocar cento zecchini?—»Oh, pobrecitos, apostarse 100 monedas a una mujer»)” (1).

Más adelante, se desarrollan escenas en la casa de las dos hermanas, interviniendo Despina, la doncella de ambas, burlándose de ellas y aconsejándolas que al haber sido “abandonadas”, busquen nuevos amantes que reemplacen a Ferrando y Guglielmo, “porque de los hombres no se puede esperar fidelidad alguna”. La treta continúa y los dos novios, disfrazados de albaneses y con el soborno de Despina por parte de Don Alfonso por si los reconociera en algún momento, vuelven a la casa junto a las dos hermanas.  

Después de su marcha, llega Don Alfonso. Teme que Despina reconozca a los hombres a pesar de sus disfraces, así que la soborna para que le ayude a ganar la apuesta. Llegan los dos hombres, disfrazados como albaneses con bigotes. Entran las hermanas y se alarman por la presencia de hombres desconocidos en su casa. Los «albaneses» intentan conquistar a las hermanas, “llegando Guglielmo a señalar sus distintos encantos masculinos (aria: Non siate ritrosi—»No seas tímida»), pero sin resultado. Fiordiligi manifiesta que será leal (aria: Come scoglio—»Como una roca»). Ferrando, que se queda solo y nota que va a ganar, alaba a su amor (aria: Un’aura amorosa—»Una brisa amorosa»)”.

A partir de aquí Don Alfonso idea una trata en el sentido de que ante la actitud férrea en principio de las dos hermanas, por su declarada fidelidad a sus novios, los albaneses amenazan con suicidarse por la actitud de ellas. “Beben” el veneno, que no es tal, y en plena simulación logran su reanimación que debe compensarse por una alucinación de ellos en el sentido de que se recuperarán plenamente si las hermanas acceden a besarlos como «diosas», situación que ellas rechazan aunque en el comienzo del acto segundo, ellas acceden finalmente en un embrollo constante por el cruce de parejas aunque no son conscientes de lo que verdaderamente está ocurriendo. En la escena siguiente, se producen los encuentros furtivos y cruzados, sucediendo lo que verdaderamente da sentido a la trama a través del urdidor de la misma, Don Alfonso, cantando “Cosí fan tutte”, es decir, así hacen todas las mujeres, lo que le supone ganar la apuesta. Finalmente, los dos novios acaban admitiendo que es verdad lo que ha sucedido, porque “cosí fan tutte” y es lo que han aprendido una vez más como alumnos de la escuela de los amantes.

La ópera finaliza con la “doble boda del engaño” de ellas con los albaneses ante el falso Notario, que en realidad es la doncella, Despina. De repente, cuando ya se ha firmado ante notario los matrimonios de engaño, se escucha música militar anunciando el regreso de los “verdaderos novios” que se habían ido a cumplir una misión. A partir de aquí, los “albaneses” se esconden para quitarse el disfraz. Todo es pura confusión y justificaciones sin sentido. Se descubre el engaño colectivo, cada uno en su papel, abordándose un final feliz, perdonándose todo, en una reflexión coral sobre la condición humana, en la que se plantean muchas veces situaciones ambiguas que justifican todos los actos humanos, con un mensaje de esperanza basada en el principio de realidad: feliz aquel que todo lo toma por el lado bueno de la vida.

Arturo Reverter, en el análisis de Cosí fan tutte, que realiza en su obra “Mozart. Discografía recomendada. Obra completa comentada”, analiza de forma espléndida el verdadero cometido de Mozart al escribir esta partitura tan alegre y brillante al mismo tiempo: “Las criaturas que pueblan esta historia determinista no tienen la libertad de la que gozaban las de las otras dos obras de la trilogía [Las bodas de Fígaro y Don Giovanni]; pero el compositor aprovecha para realizar, desde el engaño al que son sometidas las dos hermanas, una valiosa prospección por el alma y los sentimientos que deja muchas cosas al descubierto al quedar la verdad y la mentira solapadas. La ironía mozartiana no es distanciada como, por ejemplo, la de Rossini; se implica en la acción por absurda que esta sea. La ambigüedad de la que antes se hablaba nace de la fricción entre el texto, bufo en origen, y la música, tantas veces seria y semiseria, lo que provoca una tensión que se encuentra en la esencia misma del estilo mozartiano” (2).

Magnífica reflexión de Reverter sobre el auténtico cometido de Mozart en esta ópera: respeto a un encargo de la corte, a un libreto de un amigo que ya había mostrado su calidad en las dos obras anteriores que componen la trilogía sobre el sentido de la vida, y la calidad extraordinaria de un compositor que ante un contenido aparentemente bufo, trivial y superficial, lo convierte en contrapuntos, solos instrumentales de una calidad excepcional, como el dedicado al clarinete  (hasta en dieciocho intervenciones solistas) y cantos corales en una bella expresión de la condición humana. Para quien lo quiera entender ahora, doscientos treinta años después de ser creada para entregarla a la humanidad con un mensaje ya recordado anteriormente como corolario de la obra: feliz aquel que todo lo toma por el lado bueno de la vida. Ni las mujeres, ni los hombres somos siempre así, porque hay algo más importante que la mera aceptación de la tradición: evolucionamos gracias a la inteligencia humana que es la única que nos permite dar respuesta a los problemas humanos en todo tiempo y lugar, sin distinción de sexos, en base al principio de igualdad humana ante la vida de cada uno, de cada una, dondequiera quiera que seamos y estemos en el mundo.  

Una cosa más. Einstein, gran admirador de Mozart, escribió de forma detallada sobre esta ópera bufa, en un capítulo dedicado especialmente a este género en su obra Mozart (3). Después de analizar algunos improperios de Wagner sobre el compositor austriaco, Einstein cuenta que Mozart escribió esta partitura con «entusiasmo y amor», hasta tal punto que el 29 de diciembre de 1789 invitó «a su hermano de logia, Puchberg, y a Joseph Haydn a «un pequeño ensayo de la ópera» en su domicilio, y el 20 de enero de 1790 [sólo seis días antes del estreno], a la «primera prueba instrumental en el teatro», lo que no habría hecho si no hubiera considerado su obra de mucho valor» (3). Comparto también con él una reflexión bellísima: «Esta obra es polícroma., como una magnífica pompa de jabón, con los colores de la bufonería, de la parodia, del sentimiento verdadero y de la emoción fingida. Pero a esto se agrega el color de la belleza pura». La maravillosa composición de Mozart resuena especialmente cuando a través de la música se pone del lado de las dos mujeres engañadas, porque no creía que todas fueran iguales, o sea, que cosí non fan tutte (así no actúan siempre todas las mujeres), dado que en el quinteto de la despedida de sus amantes en el primer acto, quiere acompañarlas con su música porque están llorando y cree en su dolor, sin olvidar a Don Alfonso, «el cínico que se muere de risa en el fondo de la escena», porque la doble condición humana del bien y del mal, de la verdad y de la mentira (a través de las máscaras), está allí presente. Ese era su auténtico contrapunto ético a través de los compases de una partitura sobrecogedora y aleccionadora en pleno siglo XVIII, según Einstein: Mozart tiene simpatía por las dos víctimas, representantes de una concepción trasnochada del verdadero papel de la mujer en un mundo aristocrático vienés al que despreciaba, fruto del engaño y de la doblez masculina a través de las máscaras (todo un símbolo muy actual). No lo he olvidado hoy al escribir estas líneas.

(1) https://es.wikipedia.org/wiki/Cos%C3%AC_fan_tutte

(2) Reverter, Arturo (1999, 2ª ed.). Mozart. Discografía recomendada. Obra completa comentada. Barcelona: Península, p. 191-193.

(3). Einstein, Alfred ( 2006). Mozart. Madrid: Espasa-Calpe, p. 472.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

A %d blogueros les gusta esto: