Una frase feliz de Manuel Vicent, que ha pasado a la historia de este país

No pongas tus sucias manos sobre Mozart

Si Cristo en lugar de ser crucificado hubiera sido condenado a doce años y un día el asunto hubiera carecido de interés y no habría existido la Iglesia.

Manuel Vicent, en Truman Capote: la mariposa entre las flores

Sevilla, 19/VI/2021

Acabo de leer una columna preciosa de Manuel Vicent, Una frase feliz basta para pasar a la historia, publicada hoy en el diario El País, que simboliza perfectamente lo que estimo que ya le ha ocurrido a él con una frase feliz suya publicada en la revista Triunfo el 22 de marzo de 1980, No pongas tus sucias manos sobre Mozart (1), en plena efervescencia dialéctica y contradictoria de la transición, como título de un artículo inolvidable. Es una auténtica obra maestra en la literatura periodística de este país y a Vicent se le recuerda permanentemente por aquellas palabras, que sintetizaban el choque generacional de las dos Españas y su futuro. Obviamente, también, por su esplendorosa obra escrita.

Él dice hoy que “Algunos escritores han alcanzado la posteridad no solo por haber creado obras maestras, sino por ser fuente de anécdotas y sentencias memorables”, repasando la obra de diversos autores y recogiendo frases memorables pronunciadas en contextos a veces muy complejos. Borges, Oscar Wilde, Francisco Umbral, Arthur Miller, John Ford, Dorothy Parker, Truman Capote, Samuel Beckett, Julio Cortázar, Dylan Thomas, hasta finalizar con Faulkner, en una memorable respuesta a una invitación del presidente Kennedy para sentarse a su mesa. “Señor presidente: yo no soy más que un granjero y no tengo ropa apropiada para ese evento. Ahora bien, si usted tiene algún interés en cenar conmigo, con mucho gusto le invito a mi casa de Rowan Oak, en Oxford, Misisipi”.

Hoy he recordado también, en este momento, a Groucho Marx, a quien tanto aprecio, porque dijo algo que no olvido: ¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí? En el caso de Vicent, aquella frase del artículo citado lo elevó a los altares de la historia del periodismo en España, sobre todo porque recogió en bellas palabras el drama social del aperturismo del país en un choque generacional entre una izquierda metida todavía en trincheras y que apenas salía al exterior y la dura realidad de una juventud que no entendía nada de lo que había ocurrido antes de la transición, en una dialéctica infernal y vergonzante. Aquél padre, miembro de la “izquierda fina” y economista por más señas, había perdido los nervios ante su hija, adolescente de quince años, cuando una vez más “usurpó” su rincón preferido en el que leía un informe catastrófico sobre el paro. Aquella muchacha díscola, junto a su pandilla de amigos “melenudos”, con música a todo meter de Led Zeppelin y habiendo tomado posesión de la casa en sus enseres y viandas, intentó llevarse en presencia de él, a su madriguera, donde campaban a su aire los miembros de su pandilla, la sinfonía número 40 de Mozart. Es el momento crítico en el que Vicent ha pasado a la posteridad, porque el protagonista de esta historia pronunció la frase emblemática mediante un grito estentóreo: ¡¡Mozart no!! ¡¡No pongas tus sucias manos sobre Mozart!!

Todo pasó el viernes 14 de marzo de 1980. Lo que ocurrió después ya forma parte casi del olvido, aun que ha pasado a la posteridad de este país tan despiadado con su propia historia. Inolvidable, en cualquier caso, como la frase citada sobre Cristo que he recogido como introducción no inocente y que él mismo cita de nuevo en el artículo publicado hoy en El País. Periodismo circular, para la posteridad, en estado puro.

(1) Vicent, Manuel (1980, 22 de marzo). No pongas tus sucias manos sobre Mozart. Triunfo, p. 28 (Triunfo Digital).

NOTA: la imagen de Manuel Vicent de la fotocomposición de cabecera se ha recuperado hoy de Las mejores novelas de Manuel Vicent > Poemas del Alma (poemas-del-alma.com)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.