Sólo Federico

Ilu Ros junto a Federico, su obra

Sevilla, 14/VII/2021

Decía el poeta ítalo-argentino  Antonio Porchia (1885-1968) que se sabe lo que se entrega, pero no lo que se recibe: sé lo que te he dado; no sé lo que has recibido. Recientemente, me han regalado un libro precioso, Federico, una biografía del gran poeta granadino, de cuyo nombre, sólo su nombre, quiero acordarme ahora expresamente, ilustrada por Ilu Ros y editada por Lumen (1), con un claro objeto de deseo: expresar en palabras lo que he sentido al recibirlo como regalo. Agradecimiento eterno, por encima de todo. Es una edición muy cuidada, una aventura atrevida, aunque Federico es siempre una garantía de que cualquier viaje que iniciemos con él siempre será hacia alguna parte. Es un libro didáctico, sobre todo, que demuestra la importancia que tiene saber divulgar en nuestro aquí y ahora tan particular, una vida ilustrada de Federico como alma de nuestra memoria histórica como país.

Ilu Ros ha hecho un trabajo extraordinario al dibujar la vida del poeta granadino teniendo en cuenta fuentes solventes y donde se refleja siempre la forma de ser y estar Federico en el mundo. He leído varias entrevistas de la autora porque quería conocer el proceso de elaboración del libro desde que le ofrecieron la posibilidad de dibujar una historia tan compleja y rica a la vez, sus miedos iniciales, sus dudas, su elección del color según se mire por el cristal de la vida del poeta, en definitiva el respeto reverencial a su palabra en todos los formatos posibles y la elección del título que ya era un compromiso desde que se concibió la forma de llevar a cabo este proyecto. Basta leer la introducción para comprender lo que esta maravilla encierra: “Federico solo hay uno” o algo que expresó en una entrevista reciente y muy interesante, en la que resumía en breves palabras su verdadero sentir en su bella obra ante una pregunta inquietante:

– “Y por último, Federico, ¿sólo hay uno?

– Hay más, pero está claro que cuando suena ese nombre él es de los primeros que se nos vienen a la mente. No hay sólo uno, pero ese uno sí que es eterno”.

Respuesta inteligente para abordar, página a página, esta biografía sentida y sintiente, aunque la sinopsis oficial del libro no deja tampoco lugar a dudas: “Federico solo hay uno. No le hacen falta apellidos. Un nombre que reconocen tanto niños como adultos, que suena a duende, a cante jondo y a romance popular, pero también a la vanguardia más rompedora. Un nombre que encarna la alegría y las sombras de España, la época más brillante de nuestra cultura desde la Edad de Oro, pero también la guerra y la vergüenza de un pueblo que nunca podrá perdonarse la muerte del poeta que más lo representaba. En este libro escuchamos las voces de aquellos que lo conocieron, desde su familia cercana hasta la legión de amigos y amigas que lo frecuentaron en sus años granadinos, en las juergas líricas de la Residencia de Estudiantes o a lo largo de su intensa vida literaria. Y, por supuesto, la suya propia: la del poeta, la del dramaturgo, la del conferenciante, con la claridad de unas ideas que hoy tienen la misma fuerza, y, por fin, la voz desnuda del hijo, del hermano y del amante enamorado. Ilu Ros fusiona voces y palabras con sus ilustraciones, que nos arrastran como la magnética personalidad de Federico García Lorca: icono de generaciones pasadas, presentes y futuras”.

Son 350 páginas bellas, muy bellas, que una a una siempre aguarda la siguiente para descubrir el caleidoscopio vital de Federico, como si deseara que nunca acabara la necesidad de conocer mejor a este poeta eterno. Sus retratos, múltiples, reflejan casi siempre un rictus de tristeza o melancolía, porque su alma, perfectamente captada por Ilu Ros, sufría cada momento que latía junto al corazón del niño que siempre fue y que descubrí en la interpretación reciente que he leído sobre su niñez rediviva, que también anoté en este cuaderno en el pasado mes de febrero. En esos días leí apasionadamente “Las cosas de Federico (2), una obra delicada y aleccionadora escrita por Mónica Rodríguez sobre el niño que Federico García Lorca siempre llevaba dentro, con ilustraciones que transmiten su alma: “Los cuentos y la imaginación nos permiten no solo ser más felices, también avanzar y crear, ponernos en la piel de otros, en este caso del pequeño Lorca, e incluso para cambiar las cosas y tener un mundo más justo”. Como en aquella ocasión, al presentar hoy la obra de Ilu Ros, Federico, tengo que manifestar alto y claro, a diferencia de los llamados “cazadores” de tesoros que los buscan para introducirlos en el tráfico mercantil, confundiendo siempre valor y precio, que disfruto más compartiéndolos sin más interés que seguir participando en la construcción de un mundo más feliz y digno para todos, como lo deseaba construir Federico, a través de la lectura necesaria de estas obras tan aleccionadoras y bellas.

No quiero finalizar estas palabras sin recordar las que he leído sobre ella en la editorial del libro (3), cuando narra una semblanza del año en el que realizó esta obra: “[…] se encerró a vivir un año con Federico García Lorca. Ahora, abre la puerta sonriente y nos invita a pasar a “Federico”, su nuevo libro, no sin antes avisar: “Los españoles tenemos una mancha de nacimiento en la frente que es el tiro que a él le pegaron”. Leer esta bella obra, contribuye a restañar sólo una parte de una terrible herida que aún perdura en nuestras almas y con un sólo nombre eterno, Federico.

(1) Ros, Ilu, Federico, 2021, Barcelona: Lumen.

(2) Rodríguez, Mónica, Las cosas de Federico, 2021, Lérida: Milenio.

(3) Ilu Ros (penguinlibros.com)

NOTA: la imagen de Ilu Ros en la fotocomposición de cabecera, se ha recuperado hoy de Ilu Ros (autor de Cosas nuestras) – Babelio

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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