La verdadera historia según la otra María

En un día de amor yo bajé hasta la tierra:
vibraba como un pájaro crucificado en vuelo
y olía a hierba húmeda, a cabellera suelta,
a cuerpo traspasado de sol al mediodía.

Rosario Castellanos (1925-1974), Apuntes para una declaración de fe, en El evangelio según la Otra María

Sevilla, 30/VI/2021

En la esquina de la avenida César E. Chávez y la calle Breed en Boyle Heights (Los Ángeles, California), se encuentra un mural precioso, Resurrección del Planeta Verde, del artista mexicano Ernesto de la Loza, que es uno de los pocos que aún se conservan en esa ciudad de una obra ingente del autor a lo largo de más de treinta años, con 40 obras reconocidas mundialmente. Ocupa una superficie de 15×5 metros, sobre una pared de una tienda de conveniencia muy concurrida y conocida en ese barrio. En él se representa a una curandera que toca la cabeza de una mujer joven, cuyos ojos parecen cerrados en pacífica resignación, tal y como lo pude comprobar en una sesión similar de curanderismo al aire libre en la Plaza del Zócalo, junto a la Basílica de la Virgen de Guadalupe, en México D.F, en mi visita de 2012. “El rico marrón de la piel de la mujer resalta contra el rojo y el naranja del aura curativa que las rodea. A su derecha, una figura santa vierte espirales de agua azul y púrpura de un recipiente con forma de cuerno. El líquido cae en cascada en una escena moderna de microscopios e instrumentos de laboratorio (1).

Ese mural es el que figura también en el anverso de un disco compacto, de una obra musical fantástica, El evangelio según la otra María, del compositor John Adams, un Oratorio de Pasión interpretado por la Filarmónica de Los Ángeles y el Master Chor de nombre homónimo, bajo la dirección musical de Gustavo Dudamel, editado por Deutsche Grammophon en 2014, que se puede escuchar completa en una publicación que me ha parecido extraordinario rescatar para que forme parte de este cuaderno digital que busca islas desconocidas. Antes de disfrutar de esta excelente grabación, quise conocer con detalle su libreto, escrito por Peter Sellars, porque estaba convencido de que me ayudaría a comprender mejor su transformación en una forma de componer música expresando los sentimientos de una historia tan impactante como la de María, Marta y Lázaro, tres protagonistas que no dejan tranquilo a nadie. Sobre todo, la de la otra María, expresión que no olvido desde que la conocí con detalle y que muchas personas identifican con la maltratada María Magdalena.

Tal y como lo narra Thomas May en la página de la web oficial de Dudamel, “Durante varios años, Adams y su colaborador Peter Sellars contemplaron una pieza complementaria de un oratorio de Navidad, El Niño, estrenado en París en 2000, como mensaje subliminal de un nuevo siglo por experimentar. Su objetivo, explica Sellars, era situar esta nueva obra, la historia de la Pasión, «en la tradición del arte sacro en el eterno presente. La violencia, el sufrimiento y la transformación son los componentes importantes de esta historia, y al basarse en todo su repertorio de experiencias como compositor dramático, Adams las describe con una humanidad abrasadora. Pero su interpretación inquebrantable de la condición humana es solo una parte del vasto espectro de La Otra María. Operando en dos planos simultáneos – el bíblico y el contemporáneo – su partitura llega al corazón de su tema a menudo perturbador con una aguda intuición psicológica, particularmente en el retrato del personaje del título de la obra”, tal y como lo ha afirmado Adams. Y Dudamel entrega su parte en este Oratorio, porque él ha manifestado con ocasión de conciertos anteriores que «tú técnicamente puedes conocerlo todo, pero si no inspiras al grupo no vas a hacer nada especial. Nadie quiere escuchar algo completamente limpio, perfecto, pero que no tenga ningún tipo de alma”. Y este Oratorio la tiene, gracias también a Dudamel.

Lo que más me ha unido a esta experiencia ha sido el tratamiento de la otra María, la hermana de Marta y Lázaro, no la Magdalena en su sentido histórico estricto aunque sí en la mente de los autores del Oratorio, a la que ya he dedicado algunos artículos en este cuaderno digital, sobre todo en el tratamiento que dio a esta figura histórica la pintora del renacimiento, Artemisa Gentileschi. La mujer natural de Magdala siempre me pareció una persona enigmática, de extraordinaria valía y una gran desconocida, bastante maltratada por la tradición bíblica y la iglesia oficial. Es lo que ha intentado exponer Adams al tratar musicalmente la figura de una María bastante desconocida así como sus sentimientos y cómo lo percibe esto el oyente de esta obra: “El matiz armónico más sutil o el giro melódico pueden colorear e influir por completo en cómo el oyente se siente y percibe a una persona o evento. La música está por encima y más allá de todo el arte de sentir, es el papel del compositor dar profundidad emocional y psicológica a un personaje o una escena. Ninguna otra forma de arte proporciona herramientas tan potentes. ”Esta es una Pasión no solo de Jesús, sino de una familia que amaba y fueron amados por él: María de Betania, su hermana Marta y su hermano Lázaro. Sus creadores rechazan la versión convencional de la “prostituta reformada” de María Magdalena, considerándola una identidad sin fundamento impuesta siglos después del hecho. Presentan en cambio a una mujer de rica complejidad emocional, una mujer psíquicamente dañada cuya turbulenta vida interior y duro pasado van de la mano con sus profundos poderes de intuición y volátil sensualidad” (2).

Leyendo sobre la obra de Sellars se comprende mejor cómo ha tratado a María de Betania el compositor Adams: “Ella es, en palabras del poema de Rosario Castellanos, al que Adams pone música en el Acto I, “como un pájaro crucificado en vuelo”. Su «otredad» se revela en su turbulento sentido de alienación en el mundo: su estado de ánimo salvaje cambia de una alegría casi maníaca a un autodesprecio suicida, sus ataques de ira amarga y sus momentos de tierna compasión. Sobre todo, es su «alteridad» lo que alimenta su hambre de autoconocimiento, ese «alimento espiritual» que obtiene al sentarse a los pies de Jesús. Su hermana Marta es lo opuesto a la inquieta María que busca. Emocionalmente estable, confiada, es tan confiada que literalmente se “distrae con mucho servicio” hasta el punto de quejarse a Jesús. Es Marta quien cocina la comida, administra el hogar y soporta las cargas de la vida cotidiana. Pero su dolor cuando muere su hermano [Lázaro] y luego cuando Jesús es ejecutado no es menor que el que sintió María”.

Se comprende mejor todo cuando se aborda la “simultaneidad” narrativa, “su manera de fusionar el “pasado mítico” de los evangelios con imágenes vívidas de la vida moderna, una estrategia que sigue siendo deliberadamente provocativa. Esta es una historia de Pasión que comienza con mujeres que han sido encarceladas por protestar en nombre de los pobres. Marta no solo alimenta a Jesús, sino que también ayuda a administrar una casa para mujeres desempleadas”. La verdad es que leer el libreto de este oratorio de Pasión no te deja indiferente y me ha parecido un hallazgo extraordinario que debía compartir con la Noosfera, sobre todo con personas de alma inquieta.

El libreto es el resultado de aunar fuentes históricas con experiencias actuales, la mayor parte de ellas de mujeres que han sufrido su compromiso vital desde diversas perspectivas. Sellars ha utilizado la autobiografía de Dorothy Day (1897-1980), “la activista social estadounidense y líder del Movimiento de Trabajadores Católicos, relatando sus esfuerzos revolucionarios para seguir el mensaje de justicia social de Jesús. Estos enmarcan las secciones iniciales de los dos actos de La Otra María, que colocan a María y Marta en el «presente eterno» mientras dirigen un refugio para los indigentes y luego se unen a César Chávez en las líneas del frente de la marcha de protesta de la United Farm Workers.

En el texto introductorio del disco que aparece en la página oficial de Gustavo Dudamel, sigue ofreciendo información sobre la base literaria y marcadamente social del libreto, por la inclusión de textos de la poeta y ensayista afroamericana June Jordan (1936-2002), que “agrega una resonancia dolorosa a las reflexiones de las mujeres durante la escena de la muerte de su hermano Lázaro”. También, “un breve poema de intensidad abrasadora de la novelista y poeta Louise Erdrich (n. 1954) que articula el complejo amor de María por Jesús. “Para María, lo erótico y lo espiritual son imposibles de desenredar”, dice Adams. «La imagen de Erdrich, de María lavando los pies de Jesús, es una asombrosa mezcla de abyecta sumisión y deseo, pero también expresa el dolor y la rabia de una mujer que ha sido agredida sexualmente y golpeada».

La lectura del libreto que más me ha conmovido es la referida a la obra de la poeta mexicana Rosario Castellanos (1925-1974) y la mística y abadesa del siglo XII Hildegard de Bingen, “quienes aparecen en el libreto de El Niño [el Oratorio de Navidad de Adams] e infunden aún más la espiritualidad femenina en momentos poderosos de la narrativa”. No se olvida de “una oración de Rubén Darío (1867-1916) y «Pascua», del escritor y químico italiano (y sobreviviente de Auschwitz) Primo Levi (1919-1987), cuyas palabras de perdón, celebración y esperanza da Adams. al agradecido Lázaro, figuran en los momentos finales del Acto I”.

Es importante escuchar completo este Oratorio de Pasión, conocer el libreto y comprender qué supuso para Gustavo Dudamel dirigir la orquesta y coros que expresan el contenido sensible y no inocente de este Oratorio. Lo encumbran a los cielos laicos que también existen: “La orquesta misma se convierte en un personaje, o tal vez en un narrador omnisciente, particularmente en los pasajes que retratan la muerte y resurrección de Lázaro, el terror y el sufrimiento del Gólgota, con sus multitudes burlonas y una oscuridad cada vez más espesa, y el «trino voraz» de la primavera que vuelve a despertar una transición radiante a la escena final”. Cuando Maria, la Otra, percibe la identidad del jardinero [Jesús resucitado], que la llama por su nombre, en un destello de reconocimiento, la música de Adams también nos ayuda a compartir su transformación espiritual.

Dudamel hace el resto, porque todo se transforma, como podría pasar con la sociedad actual del poscoronavirus, que no sólo debería cambiar sino alcanzar la transformación completa al servicio del ser humano y su planeta de convivencia, que se desea verde, con los destellos que aparecen en el mural de Los Ángeles, la Resurrección del Planeta Verde, con una protagonista, mujer por más señas, que bien podría ser el símbolo de la Otra María, el de cualquier mujer que nos enseña qué significa la dignidad humana, como la de un pájaro crucificado en vuelo, como lo expresó de forma extraordinaria Rosario Castellanos de su alma mexicana, en su resurrección propia.

(1) L.A. muralist campaigns for his ‘Resurrection’ | Culture Monster | Los Angeles Times (latimes.com)

(2) El evangelio según la otra María

NOTA: la imagen de cabecera es una fotocomposición personal, de la que hay que reseñar la imagen del mural obtenida de L.A. muralist campaigns for his ‘Resurrection’ | Culture Monster | Los Angeles Times (latimes.com) y la del anverso del disco compacto de El evangelio según la otra María.

Play List traducida

Disco 1


1. Escena 1: Al día siguiente en la cárcel de la ciudad nos registraron por drogas

2. Una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

3. Escena 2: Y tenía una hermana llamada María

4. Me sorprende que empiece a rezar a diario

5. Coro: En un día de amor

6. Escena 3: Un hombre estaba enfermo, llamado Lázaro.

7. Lázaro muere

8. ¿Por qué estás lejos, Señor?

9. En mi propio y silenciosamente explosivo aquí

10. ¡No toques mi brazo izquierdo!

11. Cuando llegó María donde estaba Jesús

12. Jesús dijo: Quitad la piedra

13. Lázaro resucita de entre los muertos

14. Estribillo: Desplázate, cielos

15. Escena 4: Cena en Betania

16. Porque el sepulcro no puede alabarte

17. María lava los pies de Jesús

18. Escena 5: Y hubo algunos que se indignaron dentro de sí mismos

19. Sabemos que no habrá utopías

20. Dime: ¿En qué se diferencia esta noche de todas las demás?

Disco 2

1. Coro: Quien rasga su carne por las costuras

2. Escena 1: Arresto de Jesús

3. Escena 2: Arresto de las mujeres

4. Levantado a las dos de la madrugada, cuchicheando todo el día …

5. Dichos acusados

6. Oración de las mujeres mexicanas

7. Escena 3: Gólgota

8. Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí

9. Allí estaba junto a la cruz de Jesús …

10. Cuando Jesús vio a su madre …

11. Escena 4: Noche

12. Su hijo le gritó …

13. Escena 5: El Sepulcro; María despertando

14. María se despierta al amanecer

15 Coro: Es primavera

16. Escena 6: Terremoto y reconocimiento

17. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada

La Fundación Dudamel cuida la utopía musical de los más jóvenes

Fundación Dudamel

Sevilla, 28/VI/2021

El director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel creó en 2018 junto a María Valverde, su actual compañera en el gran viaje de la vida, una Fundación que lleva su apellido, con una misión que deberíamos conocer y divulgar en profundidad por su compromiso social de amplio espectro juvenil y de futuro: ampliar el acceso a la música y las artes ofreciendo herramientas y oportunidades a la gente joven para dar forma a sus futuros creativos. Su acción de desarrolla a través de cuatro áreas programáticas: conectar comunidades, la educación de músicos jóvenes, capacitar líderes globales y luchar por la justicia social a través de la creatividad, convencidos de que “las artes juegan un papel esencial en la creación de una sociedad más justa y en paz y de que la música inculca atención y disciplina, el respeto a otros, un espíritu de colaboración y el tipo de valores que nos hace mejores ciudadanos del mundo”. Impecables objetivos.

En días pasados, Dudamel ha estado desarrollando en Madrid unos encuentros y ensayos con 59 jóvenes de diferentes países, bajo la dirección de maestros de las orquestas más importantes del mundo, preparando el primer concierto que les llevó a Oviedo el pasado 25 de junio y a sus próximas actuaciones en Festival Internacional de Música Clásica de Canarias, como se puede leer con detalle en el programa de actividades del proyecto Encuentros, apadrinado por el arquitecto Frank Gehry, que desde 2018 tiene su eje central en la Fundación ayudando a jóvenes músicos a trazar su futuro por medio de este tipo de encuentros didácticos. En el concierto de Oviedo, con una crítica excelente por su fondo y forma, interpretaron dos obras muy cuidadas en su ejecución, las Variaciones Goldberg Verklärte Nacht (Noche transfigurada), op. 4 (versión del autor para orquesta de cuerda, 1943), de A. Schönberg (1874-1951) y la Serenata para cuerdas en do mayor, op. 48, de P. I. Chaikovski (1840-1893, con un detalle de Dudamel que sorprendió al auditorio con la lectura pública y coral del poema “Verklärte Nacht” (La noche transfigurada) de Richard Dehmel, que supuso la inspiración de la partitura de Schönberg, del que extraigo un mensaje especial sobre la creatividad humana:

Que la criatura que has
concebido no sea una carga para
tu alma. ¡Oh, mira, con qué
fulgor brilla el universo! En
todo hay un resplandor; estás
conmigo a la deriva en un mar
frío, mas una calidez fluye de
ti hacia mí, de mí hacia ti. Esa
llama transfigurará al niño, al
que tú le darás vida como si
fuese mío; tú me has traído la
luz, tú has hecho un niño de mi.

La Orquesta del Encuentro se presenta ahora en España, “en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Reino de España”, siendo desde su primera presentación en 2018 como “una forma de explorar la unidad cultural y celebrar la armonía, la igualdad, la dignidad, la belleza, y el respeto a través de la música. Con esta visión, Encuentros inspira y enseña a una nueva generación de jóvenes líderes a construir un mundo mejor”, porque en ese espíritu, “la Fundación reúne a estudiantes de las Américas – México, Estados Unidos, Bolivia, Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú, Uruguay y Nicaragua – con estudiantes de España y Portugal para trabajar lado a lado en la Orquesta del Encuentro”.

El gran legado de Dudamel es su entrega generosa de lo que él ha recibido en su trayectoria vital y musical: “Este compromiso se alimenta por su propia experiencia transformadora en El Sistema, un programa venezolano iniciado en 1975 por José Antonio Abreu con el objetivo de promocionar el desarrollo social a través de la educación musical. Más de cuarenta años más tarde, los programas creados a partir de la visión del Maestro Abreu están activos en más de 100 países, y brindan a millones de jóvenes alrededor del mundo el acceso gratuito a educación musical intensiva y de calidad. Inspirado por estos ejemplos, Dudamel ha hecho que su misión central sea ampliar el acceso al arte a jóvenes y a la vez brindar oportunidades para el empoderamiento individual y la integración social. Gracias al trabajo con socios musicales, educativos y filantrópicos internacionales a través de los proyectos de la Fundación Gustavo Dudamel, continúa ampliando el alcance y la relevancia de la música y el arte como fuerzas para la transformación social positiva, para el presente y para las generaciones futuras”.

He escrito varias veces sobre Dudamel  en este cuaderno digital, recordado la lectura de un artículo precioso sobre él, porque me sorprende siempre por lo que aporta de bienestar a este loco mundo al revés: “Gustavito se ponía a dirigir con un palito en la mano cada vez que su padre hacía girar los vinilos de Karajan, bucle premonitorio en la ejecutoria de quien se define a sí mismo como un cumplidor de utopías, un hacedor de imposibles. Dudamel pone como ejemplo el Coro de Manos Blancas […] Una dimensión espiritual que redunda en la devoción de Gustavo a la Divina Pastora de Barquisimeto”. Su compromiso social activo a través de la música es variopinto, como se demuestra por su proyección tan humana a través del citado Coro de Manos Blancas, “niños sordos y mudos de Venezuela que interpretan música “porque la llevan dentro”: “[…] integrado por 120 niñas, niños y jóvenes, quienes están distribuidos en las dos secciones que conforman el coro: la Vocal, dirigida por el profesor Luis Chinchilla, integrada por niños y jóvenes con déficit visual, cognitivo, impedimento motor, dificultades en el aprendizaje, autismo, así como también aquellos que no tienen ninguna discapacidad; y la Gestual, dirigida por la profesora María Inmaculada Velásquez, constituida por niños y adolescentes con déficit auditivo, a quienes a través del canto coral se les estimula la oralidad”. Siempre que puedo, los escucho con emoción y con atención reverencial. Necesitamos estos estímulos humanos para comprender la maravilla de la creación del ser humano. A pesar de todo.

Recuerdo ahora una frase suya sobre la “perfección imperfecta” que pronunció unos días antes de dirigir el Concierto de Año Nuevo, en Viena, el 1 de enero de 2017, después de un ensayo de la Suite Escita, opus 20, de Serguéi Prokófiev, con la Filarmónica de Los Ángeles: “No se trata solamente del performance perfecto. Les estaba diciendo que quería una perfección imperfecta. El riesgo, aquel punto donde tú miras y da vértigo, donde tienes el control de todo y al mismo tiempo, no lo tienes. E inspirar a los demás. Porque, fíjate, tú técnicamente puedes conocerlo todo, pero si no inspiras al grupo no vas a hacer nada especial. Nadie quiere escuchar algo completamente limpio, perfecto, pero que no tenga ningún tipo de alma”. Sigo y persigo de cerca a Dudamel en su periplo mundial anual y en su constante presencia en España, por ejemplo cuando estuvo en el Festival de Perelada (Girona) en 2019, en un proyecto musical y didáctico al que había incorporado a su pareja actual, la actriz española María Valverde, presentando junto a la Mahler Chamber Orchestra (MCO) una versión de “El sueño de una noche de verano”, de Mendelssohn, en la que Valverde recitó pasajes de la obra de Shakespeare.

Las experiencias de generosidad humana y profesional de Dudamel en su vida profesional ordinaria y a través de su Fundación, me llevan a reconocer hoy que son un ejemplo precioso de dignidad humana en un mundo que diseñan muchas veces nuestros enemigos, insensibles al dolor ajeno de los más jóvenes y de los que menos tienen, mientras que otras personas, entre las que me encuentro, estamos interesados en cumplir utopías y hacer cosas imposibles trabajando siempre en la utilidad de lo mal llamado “inútil”. Lo dijo hace ya muchos años Antonio Machado. “Todo necio confunde siempre valor y precio”. O como sueña Dudamel a diario como “cumplidor de utopías y como hacedor de imposibles”. Un gran ejemplo.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada

Quitarse o no, ahora, las mascarillas: esa es la cuestión

Sevilla, 26/VI/2021

Me gustan los que sueñan sin careta
Y no tienen pudor de sus tiernas arrugas
Y si en la noche miran / miran con todo el cuerpo
Y cuando besan / besan con sus labios de siempre.

Mario Benedetti, Máscaras, en La vida, ese paréntesis (1997)

Sevilla, 26/VI/2021

En el gran teatro del mundo hemos pasado, a lo largo de la historia de la humanidad, de la utilización de máscaras exclusivamente en el teatro o en carnavales y fiestas asociadas, a los setecientos millones de mascarillas al año, solo en España, con motivo del coronavirus. Ha ocurrido en este paréntesis de la vida que se llama todavía «pandemia», donde las mascarillas han desempeñado un papel muy importante y lo seguirán haciendo durante un tiempo. La palabra “máscara” viene de dos raíces distintas, del árabe masẖarah “objeto de risa” y del italiano maschera, con un significado original digno de comprenderse en su contexto histórico y social: “Figura que representa un rostro humano, de animal o puramente imaginario, con la que una persona puede cubrirse la cara para no ser reconocida, tomar el aspecto de otra o practicar ciertas actividades escénicas o rituales”. Mascarilla, se define en la segunda acepción del diccionario de la lengua española como “Máscara que cubre la boca y la nariz para proteger al que respira, o a quien está en su proximidad, de posibles agentes patógenos o tóxicos”, que es la realidad que seguimos viviendo a diario, aunque la primera acepción es la que parece que comprenden mejor los jóvenes y muchas personas desaprensivas, como se ha demostrado a lo largo de la pandemia por la inadecuada o nula colocación de la misma: “máscara que solo cubre el rostro desde la frente hasta el labio superior” o, según mi valoración actual, lo que ha querido cada uno dejada la decisión al libre albedrío de su orden y concierto.

El texto que sigue a continuación sigue el hilo conductor que he mantenido a lo largo de la pandemia, a través de mi ventana discreta, desde la que he observado con respeto reverencial la pandemia, a las mascarillas como defensa numantina ante el coronavirus, la gran amenaza mundial, aunque tengo que confesar que nunca me han gustado las máscaras, tampoco las mascarillas, quizá porque tengo el sentimiento profundo de Mario Benedetti cuando escribió un poema que nunca olvido, Máscaras, que ahora intercalo en las palabras que siguen, porque Me gustan los que sueñan sin careta / Y no tienen pudor de sus tiernas arrugas / Y si en la noche miran / miran con todo el cuerpo / Y cuando besan / besan con sus labios de siempre.

No me gustan las máscaras exóticas
Ni siquiera me gustan las más caras
Ni las máscaras sueltas ni las desprevenidas
Ni las amordazadas ni las escandalosas.

Hoy, como símbolo del afianzamiento de la llamada “nueva normalidad”, a la que también hace referencia el real-decreto ley publicado ayer en el Boletín Oficial del Estado (BOE),  ha entrado en vigor la citada disposición sobre el nuevo uso de las mascarillas, suavizando las medidas que hasta ahora estaban vigentes en beneficio de todos, entendiendo el Gobierno que “una de las medidas que han tenido un mayor impacto en el control de la transmisión, permitiendo a su vez un cierto grado de interacción social, ha sido la obligatoriedad del uso de mascarillas que establece el artículo 6 de la Ley 2/2021, de 29 de marzo, de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19”. El real-decreto ley hace una llamada de atención a la prudencia en relación con las nuevas medidas, “que afectan, principalmente, a la eliminación del uso obligatorio de mascarillas en la vía pública y en espacios al aire libre”.

No me gustan ni nunca me gustaron
Ni las del carnaval ni la de los tribunos.
Ni las de la verbena ni las del santoral.
Ni las de la apariencia ni las de la retórica.

La realidad es que el diccionario nos ofrece una locución derivada de las palabras máscara y mascarilla, quitarse la máscara o la mascarilla, centrándome sobre todo en la segunda, de actualidad y preocupación social plenas al referirse a “dejar el disimulo y decir lo que siente, o mostrarse tal como es”, es decir, la proliferación de personas que desoyendo lo que las autoridades sanitarias indican y obligan por ley, “dejan el disimulo de cómo actúan diariamente en sus vidas”, como metáfora real como la vida misma, importándoles nada de casi todo lo que les rodea, diciéndonos al quitarse la mascarilla, no llevarla o colgándola en el cuello o en el codo, lo que verdaderamente sienten y mostrándose como son. La mercadotecnia hace el resto, porque la convierte en un accesorio a consumir más allá de su fin saludable, donde el dilema ética-estética está servido de forma manifiesta.

Me gusta la indefensa gente que da la cara
Y le ofrece al contiguo su mueca más sincera
Y llora con su pobre cansancio imaginario
Y mira con sus ojos de coraje o de miedo.

Más de dos mil años de su larga historia no sirven a miles de personas para comprender el sentido actual de protección de algo tan maravilloso como es la vida. El gran teatro del mundo es cambiante y ahora nos toca ser protagonistas de la vida personal e intransferible, de nuevo, a millones de personas cada día, al estar permitido desde hoy dejar de cubrirnos el rostro, excepto los ojos, en cada representación vital diaria, aunque simbólicamente nos cueste reconocernos muchas veces, comenzando a disfrutar de un ritual saludable para nuestras vidas, siguiendo al pie de la letra la definición de máscara. Además, hay que tomar conciencia de lo que ha significado el problema asociado al uso intensivo de las mismas, porque es dual:  económico, por su impacto social para los que menos tienen y también, medioambiental, según los datos que se han manejado en España durante la pandemia y su uso obligatorio: se han usado unos 23 millones de mascarillas al día, 700 millones al año y así, exponencialmente hasta cifras inabarcables, con un impacto ambiental de proporciones ciclópeas, porque una vez convertidas en residuos, bastantes millones han acabado ya en el mar, siendo una fuente de contaminación muy preocupante porque pueden tardar entre 300 y 400 años en degradarse.

Me gustan los que sueñan sin careta
Y no tienen pudor de sus tiernas arrugas
Y si en la noche miran / miran con todo el cuerpo
Y cuando besan / besan con sus labios de siempre.

Sería importante que los jóvenes y los adultos que siguen siendo negacionistas o bastante descreídos sobre el uso de las mascarillas, trascendieran la raíz árabe de su etimología, “objeto de risa” y se lo siguieran tomando muy en serio en beneficio de todos, atendiendo a lo dispuesto en el nuevo real-decreto ley que ha entrado hoy en vigor y hasta que se alcance la inmunidad de grupo en todo el país, tal y como definía el Diccionario de Autoridades de 1734 la locución “quitarse la mascarilla”. Deberían dejarse de “deponer su empacho y vergüenza, y decir con resolución su sentimiento claramente y su rebozo”. Se lo agradeceríamos millones de personas que compartimos con ellos la posibilidad que nos ofrece hoy día el simple gesto de seguir poniéndonos o quitándonos la mascarilla según marca la disposición vigente y por la dignidad intrínseca que encierra de poder ser protagonistas enmascarados, pero dignos, en el gran teatro del mundo en el que cada persona vive en su aquí y ahora, sin hacerse daño a sí mismos y, sobre todo, a los demás.

Las máscaras no sirven como segundo rostro
No sudan/no se azoran/jamás se ruborizan
Sus mejillas no ostentan lágrimas de entusiasmo
Y el mentón no les tiembla de soberbia o de olvido

Quitarse o no, ahora, las mascarillas, esa es la cuestión. Ha llegado el momento, metafóricamente hablando, de quitárselas cuando y donde esté permitido, “dejando el disimulo y diciendo a los demás qué es lo que sentimos interiormente, mostrándonos tal y como somos”, siendo imprescindible demostrarlo siempre a los que hacen camino al andar junto a nosotros, que va mucho más allá de respetar sólo el metro y medio de dignidad saludable. Al igual que Benedetti, puedo gritar hoy a los cuatro vientos que no me gustan las máscaras, sobre todo las que no nos permiten ver el rostro de la dignidad humana. He dicho.

¿Quién puede enamorarse de una faz delegada?
No hay piel falsa que supla la piel de la lascivia
Las máscaras alegres no curan la tristeza
No me gustan las máscaras, he dicho.

NOTA: la imagen se ha recuperado de https://elsolweb.tv/ya-son-6-los-fallecidos-en-italia-por-el-coronavirus-y-el-numero-de-afectados-asciende-a-219/

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

La eutanasia es un derecho individual para salvaguardar la dignidad humana

Escena de «Antes de ti», con el fondo musical del Concierto para oboe y orquesta de Mozart (KV 314), primer movimiento (Allegro aperto), bajo la dirección de Claudio Abbado y con la interpretación como solista de oboe de Lucas Macías

Sevilla, 25/VI/2021

La democracia brilla en todo su esplendor cuando avanza en derechos y libertades individuales y colectivas que tienen fiel reflejo, finalmente, en leyes sustantivas del Estado. Es el caso de la eutanasia, entendida como un derecho individual, que contempla la “actuación que produce la muerte de una persona de forma directa e intencionada mediante una relación causa-efecto única e inmediata, a petición informada, expresa y reiterada en el tiempo por dicha persona, y que se lleva a cabo en un contexto de sufrimiento debido a una enfermedad o padecimiento incurable que la persona experimenta como inaceptable y que no ha podido ser mitigado por otros medios”, tal y como se defendía con ardor guerrero y democrático en el Congreso de los Diputados, cuando se aprobó, el 17 de diciembre de 2020, la Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia con 198 votos a favor, 138 en contra y 2 abstenciones “en una votación de conjunto tal y como exigen el artículo 81 de la Constitución y el 131 del Reglamento del Congreso, donde también establece la necesaria mayoría absoluta para su aprobación y continuar así su tramitación en el Senado”. También se aprobó en esa sesión del Congreso “el dictamen remitido por la Comisión de Justicia con la incorporación de las correcciones técnicas de los G.P Socialista y Confederal de Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común aprobadas en Pleno, con 198 votos a favor, 138 en contra y 2 abstenciones. No toda la política es igual ni los políticos que la ejercen tampoco son iguales. Para que no se olvide ni siquiera un momento.

Hoy es un día muy importante para la democracia española porque entra en vigor la Ley Orgánica 3/2021 de regulación de la eutanasia, aprobada por el Congreso el pasado mes de marzo, tres meses después de su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El recorrido ha sido muy largo en este país tan dual y controvertido, pero finalmente es un derecho más para la ciudadanía y un deber que hay que desarrollar todavía a través de las Comunidades Autónomas, con sus famosas “peculiaridades”, donde la política nunca es inocente. Muestra de ello es la batalla que están planteando desde hace tiempo todos los sectores conservadores del país con el objetivo de presentar recursos de inconstitucionalidad de esta norma sustantiva.

En este sentido, vuelvo a publicar hoy, en mi espíritu y letra de escritura circular, el artículo que publiqué en julio de 2020, Dignitas, porque entendí que había que hacer una labor divulgativa del derecho a morir con dignidad, que se refrenda hoy con la entrada en vigor de la Ley y porque sigue vigente en todas y cada una de sus palabras. Asimismo, vuelvo a agradecer también el Tiempo de Democracia Actual que vivimos en este aquí y ahora en nuestro país, sin el que no hubiera sido posible aprobar esta ley de salvaguarda de la dignidad humana ante el sufrimiento y la muerte.

DIGNITAS

El cine es un medio extraordinario para crear conciencia y tejido crítico social sobre muchos asuntos de la vida ordinaria. Cumple una función cultural y social muy importante. Anoche repusieron una película que se ha presentado siempre como una historia de amor (lo es), Antes de ti, que tiene un hilo conductor muy profundo: la eutanasia en su sentido más exquisito de amor y respeto a la vida digna. Está basada en un best seller de Jojo Moyes, que se ha tratado siempre como un film edulcorado, pero creo que es justo y necesario que se reconozca que aborda también un problema que no acabamos de asumir con normalidad absoluta: la elección de una muerte digna por parte del protagonista, un joven que es atropellado por una moto y queda tetrapléjico por una lesión medular, frustrando plenamente su vida personal y profesional.

En España tenemos una muestra cinematográfica que conmovió a muchos patios de butacas y salas de estar, no sé si de ser, no hace tantos años. Me refiero a la película “Mar adentro”, basada en un hecho real, la muerte asistida de Ramón Sampedro hace ya 22 años, derecho sobre el que ya había reflexionado previamente en su obra Cartas desde el infierno, en 1996, antes de elegir una buena muerte ante tanto sufrimiento personal: “No me guía otro interés que el de mostrar que la intolerancia del Estado y la religión son como una idea fija (…) Dejadme cruzar la línea, dejadme saltar”.

El 11 de febrero pasado sentí una emoción especial al conocer que el Congreso de los Diputados había “tomado en consideración” la proposición de ley para regular la eutanasia, con el siguiente resultado: 201 votos a favor, 140 votos en contra y 2 abstenciones y, por tanto, se comenzaba “a tramitar la ley orgánica de regulación de la eutanasia que presentó el Grupo Parlamentario Socialista [el 24 de enero de 2020]. Este es el primer paso del procedimiento legislativo, que continuará con la apertura del plazo para presentar enmiendas”, según recoge la nota de prensa del Congreso. Creo que ha sido un hecho memorable en este país, después de un recorrido tortuoso de esta proposición de ley, tal y como lo recordaba en mi post anterior dedicado a la eutanasia y publicado en este medio el 6 de abril de 2019. Desgraciadamente, el proceso del coronavirus ha ralentizado de nuevo su tramitación parlamentaria, pero de momento está blindado el procedimiento legal y en la fase de presentación de enmiendas al articulado en el seno de la Comisión de Justicia del Congreso.

Soy especialmente sensible a esta realidad humana que tanto sufrimiento supone a las personas y a sus familias. Tengo presentes hoy a miles de alumnas y alumnos a los que enseñé que la eutanasia era una buena opción humana, la mejor decisión cuando el hecho de vivir en estadios permanentes de sufrimiento y dolor, sin esperanza alguna, deja de tener sentido. Les hablaba de la ética de situación, como resquicio ético para estas situaciones, en un país en el que una gran parte de él tenía helado el corazón, jugándome el tipo porque los comisarios políticos del Régimen también asistían a clase camuflados: “Hago esta mención de mi intrahistoria porque en aquellos años descubrí que era imprescindible abordar la ética de situación como guía y camino para el discernimiento humano más digno, de la que me enamoré para siempre, frente al dogmatismo de la Iglesia Católica que hacía estragos en este país. Aquellas clases del Profesor Häring [del que fui alumno durante un Curso impartido por él] me abrieron los ojos definitivamente sobre la importancia de hacer uso de la libertad en momentos transcendentales de la existencia, tanto en la vida como en la muerte. Me lo explicaba Häring en las clases y en su humilde habitación del Alfonsianum en Roma, porque había prestado servicios en la aviación alemana de Hitler, como capellán y en Rusia, donde aprendió que tenía que atender siempre a cualquier ser humano aplicando la ética de situación, fuera amigo o enemigo, actitud que le acarreó serios disgustos y la separación final de aquellos servicios militares por ser considerado persona non grata para el ejército alemán. El problema radicaba en que había contemplado mucha muerte indigna en directo y había tenido que ayudar a morir alejado del dogma católico que había aprendido y enseñado en su proceso de evolución ética. Häring sufrió mucho por sus actitudes éticas hasta su fallecimiento, sobre todo por el trato recibido por la iglesia oficial, a la que recordó que cuando era citado en Roma para justificar su doctrina de libertades le recordaba algo tan grave como estar presente ante Hitler en un juicio sumarísimo. Häring me enseñó a defender la vida digna, en cualquier circunstancia, sin más limitación que la aplicación de la ética de situación en su defensa plena y con el amparo de la ley correspondiente” (1).

Estas reflexiones ya las he hecho anteriormente en este cuaderno digital, pero he considerado que debía rescatarlas hoy. Más pronto que tarde, ya no hará falta recurrir a la ética de situación vergonzante y oculta, porque la libre elección de morir dignamente estará regulada legalmente en este país, esperemos que a muy corto plazo. Literalmente, lo único que pretende esta ley es “legislar para respetar la autonomía y voluntad de poner fin a la vida de quien está en una situación de enfermedad grave e incurable, o de una enfermedad grave, crónica e invalidante, padeciendo un sufrimiento insoportable que no puede ser aliviado en condiciones que considere aceptables. Con ese fin, la ley regula y despenaliza la eutanasia en determinados supuestos, definidos claramente, y sujetos a garantías suficientes que salvaguarden la absoluta libertad de la decisión, descartando presión externa de cualquier índole” (2).

Ha sido un recorrido largo y lo verdaderamente lamentable es que no se ha llegado a tiempo para ayudar a miles de personas a morir dignamente por una elección personal que permite, como decía Sampedro, cruzar la línea de la intransigencia, saltar…, en un acto de libertad plena para elegir la mejor muerte, sobre todo, la más digna. Anoche, en un plano casi final de la película se podía leer el membrete de la carta que recibe el protagonista, Dignitas, porque había elegido una muerte digna. Dignitas es un grupo suizo “que ayuda y asiste a morir, con la asistencia de médicos y enfermeras cualificados, a personas con enfermedad terminal y enfermedades graves físicas y mentales. Además proporciona el suicidio asistido para personas con plenas facultades mentales que deben someterse a un informe médico riguroso preparado por un psiquiatra, que establecerá la condición del paciente, aspectos todos ellos requeridos por la legislación y la Corte Federal de Suiza” (3).

Afortunadamente, cualquier parecido de la película de anoche con la realidad, ya no será en los próximos meses en nuestro país una pura coincidencia. Mientras, escucho de nuevo, con veneración, una versión muy premiada del concierto para oboe y orquesta de Mozart (KV 314), bajo la dirección de Claudio Abbado y con la interpretación como solista de oboe del valverdeño Lucas Macías, recogido en su primer movimiento en planos especiales en la película, recordando cómo la pareja protagonista intenta con la música dar un sentido a sus vidas, porque es compañera en la alegría y medicina para el dolor (musica laetitiae comes, medicina dolorum). Una gran lección de muerte digna que no olvido, que entrega un derecho individual a personas que necesitan ser escuchadas y atendidas en momentos muy difíciles y terminales de sus vidas.

(1) https://joseantoniocobena.com/2019/04/06/eutanasia-y-muerte-digna/

(2) Proposición de ley orgánica de regulación de la eutanasia, Exposición de motivos, p. 2.

(3) http://www.dignitas.ch/

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

De nombre Juan o Juana

Pedro Pablo Rubens (1610 – 1612), San Juan Evangelista / Museo del Prado

Sevilla, 24/VI/2021

Dedicado a las personas que llevan el nombre de Juan o Juana, en sus diferentes versiones, vinculados al Bautista o al Apóstol, como símbolo de una tradición multisecular que se perdió hace ya muchos años, cuando se decidía en el seno de cada familia el nombre de los hijos e hijas porque era un programa o proyecto de vida, es decir, el nombre encerraba en sus letras una historia que siempre se debía contar. Llevaban con mucho orgullo su nombre, su Vida. Era un momento apasionante que daba pleno sentido a la vida propia y a la de los demás.

Me imagino a los abuelos y abuelas sentados hace miles de años en las orillas de los ríos Tigris y Éufrates, en la actual Irak, preparando el gran acontecimiento del nacimiento de los nuevos descendientes de sus familias, porque los nombres que debían llevar no eran inocentes sino un programa de vida a través de la genealogía. Me parece una aventura extraordinaria que se debería rescatar como lección de la historia para cada uno, para todos. Hace bastantes años publiqué un artículo, Poner el nombre, en un periódico muy querido, que rescato hoy en su contenido y contexto plenos, porque refleja lo que sigo pensando después de casi treinta y siete años, en un día inolvidable: el nacimiento de nuestro hijo, al que pusimos un nombre especial, Marcos.

Hoy, el día del nombre Juan, bastante más extendido de lo que parece y alejado en una corriente laica del “santo” Juan (Bautista o Apóstol), convive con otros miles de nombres a pesar de su significado histórico extraordinario por lo que supuso para quienes lo adoptaron en familia como identidad para toda la vida. Juan era el testimonio vivo de un niño o de una niña que “tenían el corazón cerca de los que menos tienen”, porque Dios era miseri-cordioso con esa familia (así se escribía en hebreo, Yohanan) y siempre “estaría cerca de ellos” porque era su protector. Además, para los que conocieron a Juan el Evangelista, sabían que Jesús de Nazareth lo identificó siempre muy bien y le puso un sobrenombre, Hijo del Trueno, por su ímpetu juvenil. Para los que difundieron la crónica del Bautista, saben que el nombre significó mucho en su vida, porque fue grande ante el Señor, que lo protegió siempre (de ahí su nombre), no bebió vino ni licor, estaba lleno de un espíritu nuevo, con una misión de vida especial: hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos.

Impecables proyectos de vida de unos niños y niñas de nombre Juan o Juana, que todavía hoy siguen siendo necesarios e imprescindibles.

Poner el nombre

Es grandioso el ser humano. Tiene una historia digna de ser recordada en sus «momentos» más transcendentales. Poner nombre a los seres vivientes fue el punto de partida de una historia mal contada en nuestra infancia. Verán. En el relato de la experiencia humana del pueblo de Israel, que buscaba entenderse a sí mismo, haciéndose las preguntas de siempre: ¿de dónde venimos, hacia dónde vamos y quiénes somos?, que luego sería recogida por el cronista de la época, se citaba como responsabilidad única e irrepetible en el hombre [sentido filosófico del ser humano] la de poner nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo. Y cuando creyó que ya conocía todo sin necesidad de nada y de nadie, tuvo la oportunidad de dar el mejor nombre para la mejor mujer: Eva, porque «era la madre de todos los vivientes».

Casi siempre ha pasado desapercibido este relato bíblico en beneficio de la maléfica manzana o serpiente. Tamaño descuido ha incidido sobremanera en el entendimiento de los nombres, en la despreocupación de sus contenidos, en aras de una simbología de la época. Y hoy día, que todos reclamamos a gritos «llamar a las cosas por su nombre», en expresión popular, tenemos la gran oportunidad de rescatar el sentido primigenio de aquel hombre de la historia. Adán, que gozó de un privilegio que hoy exigimos por derecho propio. Mucho más en los momentos actuales de vanguardismo y progresía mal digerida, donde damos nombre a los niños que vienen en aras de una «moda» o como resultado de la última campaña de la revista para los padres que premia los más originales. Si importante es poner nombre a las cosas, mucho más lo es ponerlo a las personas. Y aquí nos vamos a detener. Hasta hace pocos años, cumplir con el santoral era rito imprescindible que sellaba el ciclo nacimiento, nombre de santo, juzgado, bautizo. María y José han inundado la geografía española en un “alarde” de originalidad. Francisco y Fernando han sido casi siempre de segunda división, necesitaban el guion de la época siempre que daba al nombre compuesto un «orden» preestablecido.

Francisco y José Antonio hay muchos en los años cuarenta. El régimen anterior se cuidaba también de bautizar a los niños de la posguerra. María y José se compraban por veinte duros o «la voluntad» para poner «cristianos» a los niños africanos del «Domund». La preocupación de quedar «moros» era y es una pesadilla para determinadas familias. Muchos padres se han perpetuado a través del nombre de los hijos. Muchos actores, actrices, reyes, futbolistas, toreros, jefes de estado, patronos y patronas se perpetúan a diario en los libros de registro de los Palacios de Justicia. Sin dificultades. Pero una oleada progresista que avanza de forma imparable asalta los juzgados, sobre todo, poniendo nombres que no vienen en el santoral y que se encargan de sugerir el «bautismo» de siempre. No es extraño ver mezclada a Soraya con una «María» que dulcifica el atrevimiento o un Aitor de sobrenombre José. Por no hablar de la «moda» de Iván, Israel, Teseo, Víctor, Antígona, Sonia o la Tamara/Tais de turno, que hacen las delicias del lugar en clave Peñafiel/Hola, Nueva/Ola/«La Revista».

Aunque tengamos que ser respetuosos con la época, no hay más remedio que reconocer que la acción actual de poner nombre a las personas no tiene que ver absolutamente nada con el mandato para Adán. Esa gran oportunidad de hacer de cada nombre un programa (así lo vive el pueblo de Israel), se perdió en los fuegos fatuos de la historia. Nuestros antepasados ponían los nombres a sus hijos de acuerdo con un programa «dialogado» con el Dios de la época, es decir, en los hijos se quería proyectar un deseo compartido por el amor. Si a un niño hebreo se le pone Rafael (en hebreo Rafá-El), no es por agradecimiento al arcángel de moda, sino porque Dios ha sido como una «medicina» para la pareja. Si una niña se llama Ruth, será como homenaje a la amistad de todos. Cada vez que cojamos en brazos, por ejemplo, a Ruth, «nuestra amiga», recordaremos el programa para ella: nos comprometemos en la amistad, no necesitamos sacralizar el nombre. Esas eran las vivencias del pueblo hebreo. Cada nombre un programa, cada hijo/a un proyecto de vida enmarcado en el símbolo de cómo le llamamos.

Nuestra cultura actual vive muy lejos de esta realidad, pero sería importante recuperar estos valores históricos, para encontrar nuevos significados a la creación en general. A mí siempre me ha gustado sobremanera la historia de una pareja bíblica que se plantea el nombre como respuesta a una experiencia de crisis «matrimonial». Elcaná y Ana son la pareja feliz, son capaces de compartir el amor junto con una mujer más, aprobada por el rito de la época: Peninná. Es más, debido a la esterilidad de Ana, Elcaná se vuelca sobre Peninná «porque le da hijos». Ana se esconde por los rincones llorando su esterilidad y Elcaná la busca en el mejor acto de amor de la historia: «No llores mujer, porque mi amor es mejor que diez hijos…» Se unen, conociéndose, naciendo un niño con nombre de agradecimiento, Samuel, que en hebreo significa: «pedido a Dios». El nombre cobra tanta importancia como cumplir posteriormente con el rito: se había pedido un hijo y nace. Todo lo demás refuerza la importancia del acto: hay que llevar en agradecimiento un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino. Para rematar la fiesta, como hacemos por aquí, porque todo es importante en la viña del Señor. Samuel siempre será un acto de afirmación, de fidelidad progresista de una pareja revolucionaria en su época que, entre otras cosas, supo llamar al niño por su «nombre».

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

La Gran Tienda… del Mundo

Sing While You Sell (Canta mientras vendes), en Tienda de Locos, 1941

Sevilla, 23/VI/2021

Los hermanos Marx protagonizaron una de sus últimas películas, The Big Store (La Gran Tienda, 1941), conocida aquí en España como “Tienda de locos” (traducción típica y fallida de la época, tanto del título original como de los doblajes), en la que volvieron a hacer de las suyas, pero siempre transmitiendo mensajes subliminales para quien los quisiera comprender en su momento, puesto que si algo está claro en su trayectoria cinematográfica es que sus películas nunca fueron inocentes. Cuando seguimos la estela diaria de Amazon, como representante hoy por excelencia de esa Gran Tienda del Mundo al Revés, cambiando lo que haya que cambiar por la transformación digital de nuestras vidas, quiero resaltar algunas ideas de aquella comedia con tintes dramáticos, casi de novela negra, aunque con aires de un musical de fondo que se puede entrever en la canción “Sing While You Sell”, Canta mientras vendes, en la que vemos a Groucho haciendo una exhibición de sus grandes dotes interpretativas y de baile.

Fue la última película producida por la todopoderosa Metro-Goldwyn-Mayer y la última vez que Groucho Marx y Margaret Dumont, una pareja inolvidable en la historia del cine, aparecieron juntos y en su eterna aventura de amor imposible, como se puede deducir del diálogo siguiente extraído de la película y donde de alguna forma Groucho critica la forma de tratar estos temas por parte del cine oficial de Hollywood, plagado de escenas románticas pero vacías de contenido y con un guiño a la imprescindible libertad personal y de pareja que él preconizaba con sus frases:

Mrs. Martha Phelps (Margaret Dumont): Dime Wolfie, cariño, ¿tendremos una casa maravillosa?

— Wolf J. Flywheel (Groucho Marx): Por supuesto, ¿no estarás pensando en mudarte, verdad?

— Mrs. Phelps: No, pero temo que cuando llevemos un tiempo casados, una hermosa joven aparezca en tu vida y te olvides de mí.

— Flywheel: No seas tonta, te escribiré dos veces por semana.

Ochenta años después, Tienda de locos se debe comprender como una sátira del mundo de los negocios, sin desperdicio alguno: “¿De verdad una mujer de su cultura y dinero, salud y dinero, belleza y dinero, va a casarse con ese impostor?”, donde la doble moral americana que se exportaba al mundo con sus películas, campaba por sus respetos. Sea como fuere Groucho recogió en 1974 un Oscar honorífico de las manos de Jack Lemmon quien dijo que “los hermanos Marx fueron tan revolucionarios en la comedia como Karl Marx lo fue en la filosofía”. Y en su breve agradecimiento, Groucho expresó: “Me gustaría que Harpo y Chico pudieran estar aquí para compartir este gran honor, y también me gustaría que estuviera Margaret Dumont. Era una dama excepcional, a pesar de que nunca entendía mis chistes. Solía decir: “Julius [nombre real de Groucho] ¿De qué se están riendo?” Pero era toda una dama y yo la quería” (1).

Todo lo anterior es una sátira de fondo sobre lo que nos sucede en la actualidad con los Grandes Almacenes. Es verdad que el futuro de las grandes superficies (Big Stores) ya no es lo que era y no serán lo que son en la actualidad. ¿Está preparada la sociedad española para este cambio vertiginoso de paradigma de consumo? ¡Que tiemble El Corte Inglés, piensan los más atrevidos! (digitalmente hablando), porque su futuro ya no es lo que era. Amazon comenzó a ensayar en 2017, en Estados Unidos, una experiencia consistente en compra acumulada de ropa y otros bienes domésticos, con objeto de que te lo puedas probar todo en casa, cómodamente, y devolver aquello que no te guste, aunque premiará con descuentos suplementarios sobre el precio de lo comprado en función del número de bienes que al final adquieras. Si se envía una foto actualizada a Amazon, sus máquinas inteligentes te visten de la forma que tú eliges, aconsejándote sobre otras alternativas que pueden mejorar tu imagen.

Al final, en un mundo al revés, podríamos montar también un musical con una canción que llevara por título “Canta mientras compras”. Todo se andará. Al tiempo, digital por supuesto.

(1) La viuda y el vividor: El amor deconstruido según Margaret Dumont y Groucho Marx – Coencuentros

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Comprender, perdonar, indultar, esa es la cuestión

Siempre hacia adelante  –  DAR YASIN (AP) | 25-11-2011
El ciclista, en medio de una espesa niebla, mira a cámara mientras no detiene su avance por una de las calles de Srinagar (India)

Sevilla, 22/VI/2021

Doce días después de haber escrito sobre este controvertido asunto en el país en el que vivo, vuelvo a repetir las palabras que expresé en ese momento, en una trayectoria de compromiso intelectual con el proceso de Cataluña, a lo largo de los años, en este cuaderno digital. Hoy doy un paso más y agrego, en cursiva, la palabra «indulto» en todas sus variables, comprobando que todo lo expuesto allí anteriormente tiene su valor ético, porque demuestra que brotan estas palabras de un suelo firme que he ido poniendo a lo largo de la vida en mi alma a modo de solería que justifica todos mis actos humanos. Indultar es perdonar y así se transmitió a lo largo de los siglos en el leal saber y entender de las palabras. Ayer hablaba el Presidente de este país de concordia en el contexto de los indultos, es decir, hablaba desde el corazón político, que también existe. Es lo que afirmó Rafael Alberti, hace ya muchos años, cuando nos regaló unas palabras bellísimas sobre el sentimiento humano nacido en el corazón: Sentimiento, pensamiento. / Que se escuche el corazón más fuertemente que el viento. / Libre y solo el corazón más que el viento. / El verso sin él no es nada. / Sólo verso

O lo que es lo mismo, el indulto sin con-cordia [así] con Cataluña, sin corazón compartido, sin perdón y comprensión, no es nada, sólo indulto.

Estamos viviendo un tiempo muy complejo en este país en torno a los indultos de las personas juzgadas en el proceso independentista de Cataluña. Creo firmemente en la reconciliación y en la sana utilización de una palabra de esencia lingüística catalana, seny, que recoge muy bien un sentir que deberíamos adoptar todas las personas que creemos en la comprensión, el perdón, el indulto y en la regeneración de la sociedad. Ha llegado el momento de avanzar en ese difícil proceso de entendimiento con Cataluña, algo que ya he manifestado anteriormente en este cuaderno digital, situando en el centro de todos los próximos encuentros de Estado el diálogo político con espíritu machadiano, con las preguntas necesarias de las partes intervinientes y su correspondiente actitud de escucha, con un objetivo claro: hablar de la nueva y posible configuración territorial y federal de España en la que Cataluña tenga la cabida que busca en alternativas independentistas que hoy día no tienen viabilidad en un Estado Constitucional de Derecho.

Esa es la razón de por qué recurro al “seny”, el sentido común, algo tan querido por el pueblo catalán, pero en el sentido que aprendí de mi gran maestro Ferrater Mora: “El seny no excluye, sino que muchas veces postula, el atrevimiento y la osadía, todo lo que, desde cierto punto de vista, puede parecer insensato, pero que, visto desde el horizonte de la continuidad, se convierte en una actitud sensata. El auténtico seny no se limita a perseguir lo más accesible, las realidades cotidianas e inmediatas; el auténtico seny, podríamos decir el ideal del seny, es perseguir lo que es justo, conveniente y correcto, aunque esta persecución sea en algunos momentos la acción más insensata que se pueda imaginar”. También, Impecable, sobre todo cuando ambos han contemplado hoy la fuente que tantas veces recordaba Machado en la búsqueda de su sentido de la vida, haciendo camino al andar.

Decía también Ferrater Mora que la escuela escocesa que ha estudiado el sentido común se centra en la concepción de Reid cuando afirma este autor que “hay un cierto grado de sentido que resulta necesario para convertirnos en seres capaces de leyes y de gobierno propio” (1). El antecedente del seny demuestra que este sentido (común) es como una especie de facultad regulativa que “nos permite fundar nuestros juicios sin caer en el escepticismo ni en el dogmatismo”.

Pero también hay que hablar de comprensión y perdón en el proceso catalán, vía indultos, algo imprescindible para salir del inmovilismo de Estado que no conduce a ningún sitio. En cierta ocasión escuché una frase excelente, un auténtico aforismo, que no olvido al escribir estas líneas: perdonar es comprender y a veces se comprende tanto que no hay nada que perdonar. Comprendo que sea difícil trasladar esta feliz construcción de los pensamientos y sentimientos a las realidades más próximas en este territorio llamado España y que habitamos, tan maleducado en su sentido más profundo y cainita de base, pero todo el esfuerzo que se haga para caminar unidos es poco por hacer viable el diálogo basado en la comprensión del otro y de sus argumentos. Somos un país muy poco dado a preguntar y escuchar, a pesar de que hace años el propio Machado nos alertó de esta debilidad nacional: para dialogar, preguntad primero: después… escuchad.

Me gusta leer aforismos, sobre todo los de un maestro como Jorge Wagensberg, que desgraciadamente falleció en 2018, sabiendo que ya en el siglo XVIII se definía por primera vez el lema “aforismo”, en el Diccionario de Autoridades, como “Sentencia breve y doctrinal, que en pocas palabras explica y comprehende la esencia de las cosas” (RAE A 1726, pág. 338,1). Recuerdo con especial atención uno, entresacado entre otros dedicados a la interdisciplinariedad (2), que lo considero de especial interés para los que necesitamos viajar imaginariamente a islas desconocidas para solucionar problemas de este país y no tener problemas al elegir qué llevarnos para meditar en la persona de secreto que se queda sola ante la comprensión y el perdón. Dice exactamente así: ¿Qué hacer? Comprender (no tenemos nada mejor que hacer). ¿Comprender qué? Comprender la realidad (no tenemos nada más a mano).

Es verdad. Sobre todo, cuando la comprensión es fruto del perdón por lo que no acabamos de comprender, en una tautología de términos que se confunden casi siempre en estos tiempos tan modernos. Porque perdonar es comprender y a veces comprendemos tanto que no hay nada que perdonar. Vivimos momentos desconcertantes, porque no sabemos lo que nos pasa a los de alma inquieta. Nos rodea una mediocridad política galopante y una desvergüenza de lo corrupto que casi todo lo invade de forma silente, mucho más allá del territorio de la política profesional porque están instaladas en la sociedad. Solo nos queda comprender el comportamiento humano que nos rodea, porque nada nos puede ni debe ser ajeno, tomando conciencia de que no tenemos nada mejor que hacer si queremos comprender lo que nos pasa. Y lo que pasa es que la realidad nos rodea, porque la tenemos a mano en cualquier ámbito en el que nos movemos al despertar cada día. Y hay que comprenderla, caminando por las aceras de la vida que nos llevan al interesante Club de las Personas Dignas.

Un aforismo de Jorge Wagensberg precioso y útil, sobre todo en una sociedad de mercado que en este aquí y ahora de la comprensión no necesita recurrir al poderoso caballero don dinero. Es el deber de vivir con los demás y el derecho a comprenderlo para aprender a perdonar a los que hacen cosas que no nos gustan y seguir luchando por transformar la sociedad (la que no es digna, justa y equitativa). Aunque, repito, estamos advertidos: perdonar es comprender y a veces comprendemos tanto que no hay nada que perdonar. Incluso, a las personas condenadas por el traído y llevado proceso catalán de independentismo.

Necesitamos recordar siempre que durante las veinticuatro horas del día este país necesita rescatar segundos de preguntas, comprensión y perdón si el acontecer diario abre heridas de amor y muerte, que para unas y unos puede ser entregar por cansancio existencial lo más querido y para aquellas y aquellos, alcanzar el sueño más esperado, ir siempre hacia adelante. Así recuperamos, al mismo tiempo, la dignidad, como cualidad de lo más digno, es decir, aquello que nos hace merecedores de algo tan importante como la comprensión de los demás. Además, sin necesitar el perdón, porque todas y todos aprendemos a comprender nuestras propias limitaciones, llevándonos de la mano al necesario tiempo de silencio nacional preconizado por Azaña: si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar. También, comprender la realidad para no tener que perdonar tanto: ¿Qué hacer? Comprender (no tenemos nada mejor que hacer). ¿Comprender qué? Comprender la realidad (no tenemos nada más a mano). Y ¿por qué no?, indultar con espíritu de concordia recordando a Alberti: que se escuche la concordia mucho más fuerte que el viento, porque si el indulto no tiene eso, concordia, comprensión y perdón, no es indulto.

(1) Ferrater Mora, José (1980, 2ª ed.). Diccionario de Filosofía (4). Madrid: Alianza Editorial, pág. 2985.

(2) Wagensberg, Javier (2017, 26 de abril). La interdisciplinariedad en aforismos, en Babelia (El País.com).

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Romanza para un futuro más amable con todos

Sevilla, 21/VI/2021

Hoy comienza oficialmente la estación de verano, acompañada de una celebración especial dedicada al  Día Europeo de la Música (conocida originalmente como Fiesta de la Música) y una desescalada galopante hacia la plena “normalidad” en la vida ordinaria de la ciudadanía de este país, después de una travesía pandémica muy complicada para todos. Desde hace años tengo asociado este día al recuerdo de una obra memorable de Salvador Bacarisse, el Concertino en La mayor, sobre todo en su sobrecogedor segundo movimiento, Romanza (con un tempo Andante), partitura completa que forma parte del legado de su obra a la Fundación Juan March, porque siempre me transmite paz en medio de tanta turbación y mudanzas del alma, sentimiento que deseo compartir hoy, de nuevo, con la Noosfera.

Tal día como hoy, hace exactamente un año, decía en este cuaderno digital que “la conjunción de las tres realidades expuestas, ofrecen hoy la oportunidad de creer que otro mundo es posible, sobre todo cuando se aúnan esfuerzos y voluntades en torno a la música en un tiempo tan abierto a la vida como es la estación del verano y con un denominador común sobre la ciclópea tarea de reconstruir la vida en otro mundo diferente. Como no podía ser de otra forma he elegido una obra que conjugara estas realidades y que guardo en mi banda sonora vital: el Concertino citado, interpretado por la orquesta de la Radiotelevisión francesa, actuando Narciso Yepes como solista a la guitarra y bajo la dirección de Ataúlfo Argenta. Lo he vuelto a escuchar con profundo respeto y admiración gracias al fondo que figura en la Fundación Juan March (1), como legado que su hijo cedió a la citada Fundación y al que se puede acceder para conocer en profundidad la vida en el exilio y la obra de Bacarisse. En concreto, en la página dedicada al fondo radiofónico en su etapa como productor en numerosos programas en lengua española de la RTF (Radiodiffusion-Télévision Française), A propósito de Salvador Bacarisse (1964). Programa-homenaje a Bacarisse con entrevistas a personalidades de la cultura. Presentador: Narcís Bonet”.

Como en aquella ocasión, reinterpreto hoy el título como Romanza para un futuro más amable con todos, donde los sentimientos y emociones pueden volar muy alto, cambiando también lo que ya hay que cambiar. Eso espero en la esperanza de que a partir de hoy creemos en la forma de ser nuevas personas en España, acompañados por la música y cantando, como diría Alberti: Creemos el hombre nuevo cantando, / el hombre nuevo de España cantando, / el hombre nuevo del mundo cantando. / Canto esta noche de estrellas / en que estoy solo y desterrado. / Pero en la tierra no hay nadie / que esté solo si está cantando. […] Nada hay solitario en la tierra / creemos el hombre nuevo cantando. También, porque la música es compañera en la alegría y medicina para el dolor (Musica laetitiae comes, medicina dolorum).

La Romanza compuesta por Salvador Bacarisse tiene un tempo de andante (ejecutado con dulzura, poco a poco), al que he dedicado palabras llenas de sentimiento en este cuaderno digital, fundamentalmente en una modesta operación rescate de un músico excelente que tuvo que salir de España en condiciones lamentables con motivo de la guerra civil. Esta obra completa de Bacarisse, el Concertino en La menor, a través de sus tres movimientos, Entrada (Allegro), Romanza (Andante lento) y Scherzo (Allegretto), en su particella original para clavecín y orquesta (que conservo), me entrega siempre paz interior y me permite viajar por sueños posibles. Hoy, más que nunca, necesitamos escuchar romanzas, porque son composiciones de aire tierno y sencillo, que solo quieren transmitir sentimientos y paz interior. Después de una pausa temporal bastante prolongada he vuelto a abrir mi piano, experimentando una emoción especial tocando la Romanza de Bacarisse, en concreto el andante, segundo movimiento de su precioso Concertino. De alguna forma vuelvo a recordar con profundo agradecimiento, en este difícil aquí y ahora (hic et nunc), a mis profesoras de piano y violín que en su momento hicieron los arreglos necesarios, porque la versión original de 1952 era exclusivamente para guitarra y orquesta. Sigo creyendo que hicieron un trabajo espléndido, que retomaremos cuando la normalidad de la vida en común nos lo permita.

Cada vez que me aproximo a esta partitura busco comprender mejor qué quiso transmitir el autor en ella. Hace años dediqué unas palabras especiales a Ataúlfo Argenta, gran amigo de Bacarisse y creo que me acerqué a su verdadero sentido: “Buscando esta verdad de Ataúlfo Argenta, he seguido de cerca a Fernando Argenta en mi vida nómada, escuchándolo siempre con enorme respeto en la radio del coche, en viajes siempre hacia alguna parte. El mismo que él tenía hacia su padre cuando nos presentaba el Concertino para guitarra y orquesta en La menor, de Salvador Bacarisse (sobre todo su Romanza), nada apreciado por el Régimen franquista por su deriva republicana y que dirigió en un concierto memorable en París el día de su estreno [15-X-1953, París (Théátre des Champs-Élysées), interpretado por Narciso Yepes (guitarra) y L’Orchestre National, en un concierto público organizado por la Radio Televisión Francesa)], del que guardo un recuerdo entrañable en mi memoria de hipocampo, de secreto”. Recomendaba en aquella ocasión, como hago hoy de nuevo, que escuchen esta versión de la Romanza con la pasión de músicos muy jóvenes de la Orquesta de la Universidad de Granada, que recogen el testigo de lo que quiso transmitir Bacarisse desde el exilio en París. El Sur también existe en el Día Europeo de la Música a través de jóvenes intérpretes, el futuro musical y más amable de nuestra Comunidad y de nuestro País.

Guardo también en mi persona de secreto un tesoro musical: la obra compilada de Salvador Bacarisse en la Fundación Juan March, con un prólogo emocionante de su único hijo, Salvador Bacarisse Cuadrado, con quien tuve la oportunidad en 2018 de cruzar un mensaje en el que me autorizó a disponer de una copia del manuscrito original del Concertino para clavecín y orquesta, op. 72 bis (a través de la Fundación Juan March) y en los que me agradecía la cercanía a su padre: “Yo me fui a vivir a Inglaterra pero mis padres siguieron en París, en el pisito del 7 de la rue Cassette que ocuparon más de treinta años. Cuando murió mi madre en 1976, trece años después que mi padre, yo quité el piso de la rue Cassette, y me llevé a Escocia todos los papeles y libros de mi padre. Desde aquel día permanecieron a salvo, y yo creía olvidados, hasta la fecha memorable en que llamó a la puerta de mi casa Emilio Casares, quien venía a pedirme autógrafos y otros materiales para una exposición de “La música en la Generación del 27” que estaba organizando y que tuvo lugar en Granada en julio de 1986. Esa exposición y el magnífico catálogo que publicó el Ministerio de Cultura fue el primer reconocimiento de aquellos músicos olvidados durante el franquismo, entre los que figuraba mi padre. En Granada, durante la exposición y hablando con Rodolfo Halffter, que había venido de Méjico, y con otros, decidí hacer lo que en realidad ya sabía que tenía que hacer: mandar los manuscritos de Salvador Bacarisse a su tierra, a España. Por muy hijo de francés, emigrado a España, que fuera mi padre, nunca se sintió sino español. Vivió treinta años en París, desarraigado y triste lejos de su querido Madrid”.

Conocí su extensa y desconocida obra a través de esta publicación extraordinaria, que está al alcance de quien desee conocer de cerca a este gran compositor olvidado durante la dictadura franquista. Fue un hallazgo que me permitió acercarme a Bacarisse, a su vida y a su preciosa obra. En la Fundación está el legado completo del compositor, llevado a cabo por su hijo en 1987, que incluía todas las partituras que obraban en su poder.

Cuando escribo estas palabras, en una fecha que a modo de tríada capitolina marca ya una etapa transcendental de todos y de cada uno, he sentido la necesidad de compartir de nuevo este sentimiento de respeto y agradecimiento a un autor muy desconocido en su querido país, pero que tuvo el reconocimiento mundial fuera de él alternando su labor de composición y de dirección de orquesta con el trabajo que desarrolló en el exilio en París, en la Radiodifusión-Televisión Francesa, como productor de programas en español para Hispanoamérica. Es la razón de por qué lo he buscado hoy en el fondo de programas de radio en los que trabajó Salvador Bacarisse.

No lo he olvidado a lo largo de esta dolorosa pandemia. Es necesario conocerlo y escucharlo, compartiéndolo de nuevo con el club virtual, con sede social en la Noosfera, de las personas dignas y libres. Disfruten de esta maravillosa composición en el Día Europeo de la Música, que me sigue emocionando como la primera vez que decidí conservarla en mi memoria de secreto.

(1) El concierto fue emitido por la Radiodiffusion-Télévision Française en 1964, en un programa en homenaje a Bacarisse con el título “A propósito de Salvador Bacarisse (1964)”. Durante dos programas fue entrevistado Narciso Yepes y el Concertino en la menor fue emitido íntegro. Los dos programas completos están disponibles en la web de la Fundación en “Bacarisse y la radio”: https://www.march.es/musica/bacarisse/radio/?l=1. No he podido localizar grabación alguna comercial de este evento y la referencia me ha sido proporcionada, amablemente, por la citada Fundación. De ahí la importancia de esta referencia, verdaderamente sobrecogedora, escuchando también a Narciso Yepes, su amigo e intérprete preferido y a quien dedicó Bacarisse esta obra excepcional.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Por el cielo va la luna, con Federico de la mano

Cómo canta la zumaya,
¡ay cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Federico García Lorca, Romance de la luna, luna (dedicado a Conchita García Lorca, 1926)

Sevilla, 20/VI/2021

En el día con más luz del año, siempre se ilumina de forma especial lo que nos sigue ofreciendo a diario Federico García Lorca con su vida y obra, que ocupan también un sitio guardado en la amura de babor de mi “Isla Desconocida”, sobre todo cuando deseo navegar muy cerca de él buscando el sentido de la vida, es decir, la obstinación por vivir dignamente dándole acogida en mi pensamiento y obra, no olvidándolo jamás. Es una declaración de principios porque en la obra teatral Una noche sin luna, que se ha estrenado esta semana en Madrid, Juan Diego Botto da vida a Federico a través de momentos escogidos en los últimos cinco años de su vida, donde se produce una transustanciación (metempsicosis, se decía en mi juventud) del actor con el protagonista, llegando a decir Botto, en un momento sobrecogedor, unas palabras pronunciadas en boca de Federico García Lorca, al “salir” de la fosa, que no me han dejado indiferente: “me tenéis abandonado”.

El título de la representación obedece a una idea que ha dado vueltas en la cabeza de Botto durante muchos años porque pensaba que él, gran amante de la luna, no la pudo ver la noche en que fue fusilado. Juan Diego sabe bien lo que significa la persecución y la muerte en una dictadura porque la sufrió en la persona de su padre, uno de los miles de desaparecidos durante la dictadura de Videla en Argentina. Conoce bien qué significa la emigración hacia alguna parte y esta obra es un homenaje que hace a la figura de García Lorca pero también a todas aquellas personas que han sufrido y sufren en la actualidad el rigor de las dictaduras en cualquiera de sus múltiples manifestaciones.

La obra pasó por Andalucía meses antes de llegar a Madrid. He leído en su página oficial, las críticas y los comentarios de los asistentes a las representaciones en diversos lugares del país y todos expresan la emoción y el sentimiento de admiración ante el trabajo de Botto, “con amor hecho”, que diría Cernuda. En estos tiempos de coronavirus y sus consecuencias tan dramáticas para la cultura, resuenan con fuerza las palabras de presentación de la obra por parte del director de la misma, Sergio Peris-Mencheta en el programa oficial: “Hoy, en pleno 2020, hacer teatro es una proeza. Además de ser más necesario que nunca. No sólo para seguir entreteniendo, no sólo para seguir contando lo que pasa, sino porque ahora, dejar de hacer teatro, es arruinar la vida a todo un sector que lleva viviendo al día años, décadas, siglos. Teatrero ahorrador es un oxímoron. El 15 de julio de 2020 nos arremangamos para llevar a cabo la proeza de sacar adelante esta pieza de mi compañero de fatigas en la vida y en el arte Juan Diego Botto. Inexpugnablemente. Incuestionablemente. Inevitablemente. Quizá hablemos de un teatro herido, pero más vivo que nunca. Gracias por hacerlo posible”.

Y Juan Diego Botto, la presenta con palabras mágicas que dan sentido por sí mismas a su forma de aprehender la obra de García Lorca: “Cuando terminé de escribir “Una noche sin luna”, tuve la sensación de que por fin había salido de los temas que han centrado mi teatro. Dejaba atrás las tramas de memoria, dictaduras y desaparecidos para hablar de algo completamente distinto; Federico García Lorca. No fue hasta más de un año después de haber terminado la pieza que me di cuenta de que había escrito un texto sobre un hombre que fue detenido, torturado, asesinado y hecho desaparecer en el albur de una dictadura. Había escrito un texto sobre un desaparecido. Parece que al final uno siempre escribe sobre lo mismo con distintos colores, texturas y matices. Confío en que la pieza se explique por sí sola por eso quiero aprovechar estas líneas para agradecer a Sergio Peris-Mencheta que me prestara su mirada limpia para aclarar la dirección de texto, a Cristina Rota por su generosidad y el inmenso valor de sus aportes, a Olga Rodríguez por su insobornable honestidad, a Nur Levi por su infinito cuidado y a Luis García Montero, Ian Gibson y otros historiadores por dejar que me acercara a sus trabajos sobre el mejor dramaturgo y poeta de nuestro siglo XX”.

La obra no es inocente, como tantas veces he afirmado sobre la necesidad del compromiso activo a través de las ideologías. Así lo sintetiza Botto en una entrevista reciente en el diario El País: “Soy consciente de las intenciones que quiero transmitir. En la selección de textos ya hay una clara intención, que es la de señalar o subrayar aspectos de la sociedad en la que vivimos. El paralelismo que trazamos entre los años treinta y la actualidad es evidente. Vivimos en un país que todavía no sabe dónde está el cadáver de Lorca, que es posiblemente nuestro mejor poeta y dramaturgo del siglo XX. Él solo es el símbolo de las miles y miles de personas que siguen enterradas en las cunetas. La herida abierta que implica Lorca para nuestra sociedad es una metáfora de la herida abierta en una sociedad que tiene todavía irresuelto el problema de las víctimas del franquismo”.

“Pero de entre todas las noches del mundo decidieron matarme en una noche sin luna”. Esta frase encierra en sí misma el contenido de su obra, para un autor como García Lorca que tan admirablemente la había cantado. Una luna que seguimos necesitando hoy más que nunca para que ilumine la memoria histórica de este país en momentos en los que la extrema derecha sigue haciendo de las suyas, de forma sigilosa, casi sin darnos cuenta, algo que deberíamos atender con urgencia y alejarlo de nuestras vidas. Así lo afirma en las palabras finales del artículo citado: “Todo en la función es un espejo en el que un día se miró Federico y ahora lo hace el espectador. Hasta la música, compuesta por Alejandro Pelayo, se grabó en el mismo piano de la Residencia de Estudiantes, en Madrid, que tocaba el poeta. Y ese cuadrilátero rústico que conforma la base de la escenografía del espectáculo, realizado con tablas y maderas que se levantan y descubren bajo el suelo multitud de objetos y de historias, rememora no solo La Barraca de Lorca, sino también aquel teatro bajo la arena al que cantó en su obra El público. “Ese teatro bajo la arena del que hablaba Federico nos desvela que todos los días pisamos sobre cunetas que esconden una memoria enterrada que, sin duda, algún día aflorará. La verdad nunca se puede esconder”.

Hoy, el día con más luz del año, estoy seguro de que por el cielo va la luna, con Federico de la mano. Personalmente, quiero seguir su estela, aunque por un momento tenga ahora los ojos cerrados para seguir soñando.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Una frase feliz de Manuel Vicent, que ha pasado a la historia de este país

No pongas tus sucias manos sobre Mozart

Si Cristo en lugar de ser crucificado hubiera sido condenado a doce años y un día el asunto hubiera carecido de interés y no habría existido la Iglesia.

Manuel Vicent, en Truman Capote: la mariposa entre las flores

Sevilla, 19/VI/2021

Acabo de leer una columna preciosa de Manuel Vicent, Una frase feliz basta para pasar a la historia, publicada hoy en el diario El País, que simboliza perfectamente lo que estimo que ya le ha ocurrido a él con una frase feliz suya publicada en la revista Triunfo el 22 de marzo de 1980, No pongas tus sucias manos sobre Mozart (1), en plena efervescencia dialéctica y contradictoria de la transición, como título de un artículo inolvidable. Es una auténtica obra maestra en la literatura periodística de este país y a Vicent se le recuerda permanentemente por aquellas palabras, que sintetizaban el choque generacional de las dos Españas y su futuro. Obviamente, también, por su esplendorosa obra escrita.

Él dice hoy que “Algunos escritores han alcanzado la posteridad no solo por haber creado obras maestras, sino por ser fuente de anécdotas y sentencias memorables”, repasando la obra de diversos autores y recogiendo frases memorables pronunciadas en contextos a veces muy complejos. Borges, Oscar Wilde, Francisco Umbral, Arthur Miller, John Ford, Dorothy Parker, Truman Capote, Samuel Beckett, Julio Cortázar, Dylan Thomas, hasta finalizar con Faulkner, en una memorable respuesta a una invitación del presidente Kennedy para sentarse a su mesa. “Señor presidente: yo no soy más que un granjero y no tengo ropa apropiada para ese evento. Ahora bien, si usted tiene algún interés en cenar conmigo, con mucho gusto le invito a mi casa de Rowan Oak, en Oxford, Misisipi”.

Hoy he recordado también, en este momento, a Groucho Marx, a quien tanto aprecio, porque dijo algo que no olvido: ¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí? En el caso de Vicent, aquella frase del artículo citado lo elevó a los altares de la historia del periodismo en España, sobre todo porque recogió en bellas palabras el drama social del aperturismo del país en un choque generacional entre una izquierda metida todavía en trincheras y que apenas salía al exterior y la dura realidad de una juventud que no entendía nada de lo que había ocurrido antes de la transición, en una dialéctica infernal y vergonzante. Aquél padre, miembro de la “izquierda fina” y economista por más señas, había perdido los nervios ante su hija, adolescente de quince años, cuando una vez más “usurpó” su rincón preferido en el que leía un informe catastrófico sobre el paro. Aquella muchacha díscola, junto a su pandilla de amigos “melenudos”, con música a todo meter de Led Zeppelin y habiendo tomado posesión de la casa en sus enseres y viandas, intentó llevarse en presencia de él, a su madriguera, donde campaban a su aire los miembros de su pandilla, la sinfonía número 40 de Mozart. Es el momento crítico en el que Vicent ha pasado a la posteridad, porque el protagonista de esta historia pronunció la frase emblemática mediante un grito estentóreo: ¡¡Mozart no!! ¡¡No pongas tus sucias manos sobre Mozart!!

Todo pasó el viernes 14 de marzo de 1980. Lo que ocurrió después ya forma parte casi del olvido, aun que ha pasado a la posteridad de este país tan despiadado con su propia historia. Inolvidable, en cualquier caso, como la frase citada sobre Cristo que he recogido como introducción no inocente y que él mismo cita de nuevo en el artículo publicado hoy en El País. Periodismo circular, para la posteridad, en estado puro.

(1) Vicent, Manuel (1980, 22 de marzo). No pongas tus sucias manos sobre Mozart. Triunfo, p. 28 (Triunfo Digital).

NOTA: la imagen de Manuel Vicent de la fotocomposición de cabecera se ha recuperado hoy de Las mejores novelas de Manuel Vicent > Poemas del Alma (poemas-del-alma.com)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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