El ´Guernica´ no debería ser un fondo fotográfico para la OTAN

Picasso, Guernica, 1937 (1 de mayo-4 de junio, París)

Sevilla, 30/VI/2022

Al ver ayer la fotografía oficial de la Agencia EFE, de las parejas de los mandatarios que asisten a la Cumbre de la OTAN en Madrid, junto al Guernica, en el Museo Nacional, Centro de Arte, Reina Sofía, reconozco que me conmovió y conturbó internamente, porque no creo que haya sido oportuno, socialmente hablando, que figure como fondo de un encuentro en el que se trata de asuntos de defensa armada, en un marco belicista y de maquinaria de guerras, con una llamada de atención a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Personalmente, sigo sin olvidar hoy a los niños y niñas de Guernica, a los que vi jugar una tarde de agosto de 2018 en sus aceras, hablando en euskera, con aires de libertad, en paz, en una visita a esa localidad inolvidable. También, resuena todavía en mi conciencia el terrible bombardeo que sufrió, simulado en una representación de “la habitación de Begoña” que se muestra en el Museo de la Paz. Lógicamente, comprendo una vez más que el cuadro pintado por Picasso sobre lo ocurrido en Guernica no está pintado para decorar apartamentos, sino para alertar constantemente a almas inquietas, porque es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo, que acecha en tácticas cuidadas para acosar y demoler la democracia. Estas palabras de Picasso las recupero hoy de nuevo contemplando el Guernica con admiración aristotélica, con la que está cayendo en el mundo, en este país también, porque el fascismo siempre acecha y desea entrar por los resquicios de la democracia y la libertad. Nunca he querido desprenderme de mi litografía del Guernica, comprada hace ya muchos años en el Casón del Buen Retiro, su primer alojamiento en España después de la dictadura, a pesar de mis turbaciones y mudanzas asociadas, desoyendo a Ignacio de Loyola. Cada vez que lo contemplo, intento comprender su mensaje, tanto implícito como explícito. Lo que me duele todavía hoy es haber crecido sin conocer nada de su existencia, porque la Autoridad Competente de mi época, Militar por Supuesto, prefería ignorarlo junto a su autor, proscrito hasta la saciedad por una de las dos Españas, la de toda la vida, que todavía se añora por muchos, mientras la otra seguía y sigue, a veces, teniendo helado el corazón.

Creo, sinceramente, que el Guernica original no está pintado tampoco como fondo de una fotografía en una visita turística de parejas de mandatarios que asisten a la Cumbre de la OTAN en Madrid, donde más de uno tiene decisiones belicistas que callar, porque Picasso lo pintó como un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo que acecha en tácticas cuidadas para acosar y demoler la democracia. El cuadro se pintó para alertar a almas inquietas y como un alegato contra todo tipo de guerras y estructuras de poder armamentístico. Esa frase, en cursiva, la leí exactamente así en la portada de un libro en espera paciente de ser vendido en mi librería habitual de calle, en una mañana del verano de 2018. Así hablaba Picasso sobre el Guernica, que pintó en 1937, por encargo de la República para el Pabellón de España de la Exposición Universal de París de ese mismo año, transmitiéndonos una forma diferente de interpretar el arte y la cultura. Es verdad que es una expresión en un contexto definido y con resonancias múltiples al contemplarlo hoy en cualquier espacio de nuestras casas. A mí me ocurre cada vez que lo observo en su pared azul de la mía, habiéndome acompañado siempre en el largo camino del timbo al tambo de la vida. Probablemente porque su resonancia me recuerda que no está ahí como oscuro objeto de decoración sino como revulsivo para vidas quietas ante el enemigo que acecha por todas partes.

Picasso nos legó una pintura plagada de preguntas a través de mujeres, niños y animales que sufrieron aquel bombardeo el 26 de abril de 1937. Hay pocos hombres, solo el mensaje explícito de que esos hombres son, a veces, sólo lobos para el hombre, en una reinterpretación de la mítica frase de Hobbes: homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre). En este cuadro se representa la verdad expresa de la guerra y el sufrimiento que siempre conlleva, sobre todo para los más débiles, mujeres, niños, discapacitados y personas mayores. Nos debería servir hoy, cuando asistimos al terrible asedio de Ucrania, para convertirnos en militantes de la paz, de cualquier paz que se deba defender en los círculos donde somos y estamos, sobre todo cuando se lucha con dignidad por otro mundo mejor y posible.

En mi última visita al Museo Nacional, Centro de Arte, Reina Sofía, en septiembre de 2021, compré un marcador de páginas en el que figuraba un pequeño ramillete de flores pintadas por Picasso, como recuerdo. Niños y niñas de Madrid, como en cualquier lugar de España, también jugaban en sus aceras con los mismos aires de lo que vi en Guernica en 2018, a pesar de todo. Recordé personalmente, después de haber contemplado el Guernica y haberme despedido de Picasso, que aquél trágico 26 de abril de 1937 fue una lección para la humanidad sobre el sinsentido de las guerras. Para que no se olvide en tiempos de paz y guerras ni siquiera un momento. Para que tampoco lo olvide la OTAN. Por ello, mi agradecimiento permanente y vivo a Picasso, pintor de la paz y su memoria activa.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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