La Tarara une a Cataluña y Andalucía

ORQUESTA ARABE BARCELONA

Ayer asistí al concierto de la Orquesta Árabe de Barcelona en el espacio Caixaforum, en Sevilla, con un título programático, Un té a la menta. Música de Magreb, que presagiaba algo más allá de un encuentro casual. Efectivamente fue así, con guiños continuos a la situación actual creada por el proceso de Cataluña, donde las puertas y ventanas abiertas del decorado, nos situaban más allá de Chaouen, lugar imaginario donde se sitúa la acción, aunque estábamos en Sevilla, una parte importante de Al-Ándalus, como alguna vez se citó, con la dirección musical histórica de Ziryab.

Como se adelantaba en el programa, “De la mano de algunos músicos de la Orquesta Árabe de Barcelona tendrás ocasión de descubrir toda la riqueza sonora de Magreb. Escucharás las melodías que se tocaban en la España musulmana y que se han conservado en el Magreb actual a través de la llamada música árabo-andaluza, una música que mantiene muchos lazos con el flamenco. Sonarán también canciones amaziges o bereberes, música gnaua, músicas sufíes, música popular o chaabi y la música moderna magrebí, que ha encontrado en el rai su versión más exitosa”.

Fue una delicia interactuar permanentemente con miembros de la orquesta. Todo era un símbolo de unión y transferencia de cultura a través de una música tan cercana a Andalucía. Recordé especialmente a García Lorca cuando nos invitaron a cantar y tocar palmas en una canción sefardí que todos conocíamos, la Tarara. Se demostró de forma sencilla que no hay fronteras ni murallas cuando abrimos el corazón a la cultura. Una sencilla canción rememoró en nuestra memoria de hipocampo el contenido de una letra que muchos recordaron ayer, cuya melodía se la debemos a músicos árabes que vivieron durante siglos en Andalucía, en Sevilla. La letra era otra cuestión, aunque todos coincidíamos en la versión que nos regaló García Lorca en 1931, en su andar de compromiso activo, del timbo al tambo, por estas tierras españolas de Dios.

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Lleva la Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.

Ay, Tarara loca.
Mueve, la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.

Comprendí ayer, mejor que nunca, que Cataluña debe seguir integrada en este país. Fue un símbolo que unos músicos pertenecientes a la Orquesta Árabe de Cataluña nos recordaran algo muy obvio para nosotros en Andalucía. Unidos por la cultura no nos hacen falta fronteras ficticias que nacen por el desencanto que surge entre las personas, entre los pueblos, cuando no hablamos entre sí. Las ventanas y puertas del decorado, siempre abiertas, reflejaban el sentir ciudadano como país. Si además nos servían té verde, acompañado por las canciones de nuestros antepasados, era verdad que podíamos cantar juntos la Tarara sin vergüenza alguna, aunque algunos descubrieran ayer que García Lorca solo rescató esta canción popular para que un día pudiéramos cantarla todos en Sevilla o en Barcelona, como himno de la rebelión de los que a veces llamamos locos por convivir. Como la Tarara, aunque dicen que hace mucho tiempo atrás hacía cosas diferentes a los demás.


La Tarara, cantada por todos los asistentes junto a la Orquesta Árabe de Barcelona, el 11/XI/2017

Todo ayer era un símbolo, pero se me antoja necesario pensar en Cataluña, también con palabras de García Lorca. ¡Qué mejor reconocimiento a una extraordinaria Comunidad, con palabras de un andaluz universal que supo cantar la quintaesencia de un pueblo al que tanto amamos! Me acordé también de sus palabras a Las Ramblas, “La rosa mudable, encerrada en la melancolía del Carmen granadino, ha querido agitarse en su rama al borde del estanque para que la vean las flores de la calle más alegre del mundo [las Ramblas], la calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía que no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante de brisas, hermosa de encuentros, antigua de sangre: Rambla de Barcelona”, con el eco de la Tarara, como él solía ver la verdad y sencillez de la vida.

Sevilla, 12/XI/2017

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://caixaforum.es/sevilla/fichaactividad?entryId=213842

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