En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en el que se recuerda especialmente la lacra social de la violencia de género contra mujeres y niñas, quiero destacar un fenómeno conocido clínicamente como “hacer luz de gas”, cuyo origen se sitúa en la obra de teatro británica Gas Light, de 1938 (conocida como Angel Street, en Estados Unidos), así como por las adaptaciones que se llevaron al cine en 1940 y 1944. Esta última con el reclamo del papel estelar interpretado por Ingrid Bergman, que había asombrado al mundo con su aparición inolvidable en Casablanca. Trata la obra original de “un hombre que intenta convencer a su mujer de que está loca, manipulando pequeños objetos de su entorno e insistiendo constantemente en que ella está equivocada o que está padeciendo lagunas de memoria cada vez que ella menciona estos cambios. El término alude a las lámparas de gas (gas light) que el marido usa en el ático mientras busca el tesoro escondido. La mujer avista dichas luces, y él le insiste en que no son más que delirios” (1).
http://www.un.org/es/events/endviolenceday/
Si dura es la realidad de la violencia de género llevada a extremos que estos días hemos conocido dolorosamente con estremecimiento personal y colectivo en este país, aplicar la “luz de gas” con la persona que compartes la vida, de forma abrumadora la del hombre sobre la mujer, estadísticamente hablando, es un camino de no retorno para aplicar el principio de realidad en situaciones de indefensión plena, porque su secreto está en negar lo que realmente está sucediendo en el entorno personal, familiar e incluso laboral de la persona afectada hasta su destrucción total de la persona de todos y la de secreto. Fundamentalmente, repito, sobre mujeres de este país, hasta hacerlas invisibles para todos, sobre todo para los que están más cerca de esta realidad de lo que parece y por sus silencios cómplices.
He leído recientemente un artículo, Luz de gas, el maltrato machista que nadie parece ver, que no deja indiferente a nadie. Recomiendo su atenta lectura porque de forma muy gráfica explica el sentido original y actual del fenómeno denominado “hacer luz de gas”, como una forma sutil de maltrato psicológico que arruina la vida de las mujeres que lo sufren.
La película del gran director George Cukor e interpretada por Ingrid Bergman, tradujo en este país, en 1944, la realidad del maltrato de mujeres en la década de los cuarenta del siglo pasado. La duda que flota en el aire es que Cukor podría volver a realizar otra película, un remake magistral de aquella (en lenguaje cinematográfico), donde cualquier parecido con la realidad no sería hoy, desgraciadamente, pura coincidencia. Porque sigue vivo casi un siglo después de aquella historia contada en el cine y porque todo no era Casablanca en este país.
Sevilla, 25/XI/2017, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
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