He leído con atención reverencial el contenido del último número de la revista Anantapur, que publica la Fundación Vicente Ferrer, a la que tanto admiro. Anantapur significa en hindi “la ciudad del infinito”, un lugar donde se demuestra que otro mundo es posible mediante la solidaridad humana y transformadora de la sociedad que sufre diariamente la pobreza extrema. Diez años después de publicar en este cuaderno digital el primer artículo dedicado a esta revista, vuelvo a resaltar los valores de esta Fundación y sus obras que son amores y no buenas razones.
Al finalizar el año solemos tener una visión corta de la felicidad propia y asociada, cuando con solo mirar a nuestro alrededor descubrimos que hay muchas preguntas sin responder en este mundo y que afectan a millones de personas. Por esta razón considero que la aventura de Vicente Ferrer en su querido distrito del infinito, Anantapur, puede ayudarnos hoy a ser más solidarios con los que menos tienen, aunque está demostrado que en muchas ocasiones más son.
El número 18 de la revista aborda en portada un asunto monográfico y transcendental en la sociedad actual: el futuro lo dibujan las niñas, donde aparece un dibujo de una niña india con una expresión de tristeza y sosteniendo un pequeño cartel con la siguiente leyenda: “Soy una niña, no un juguete”. Con la situación que estamos atravesando en España en una cuestión lacerante como es la violencia de género, estas palabras suenan con una fuerza especial. Es un hecho real y constatable que 110.000 mujeres lideran en Anantapur la igualdad para acabar con la pobreza. ¡Qué ejemplo tan maravilloso! Además, me ha alegrado conocer que viñetistas y diarios españoles participan en una iniciativa junto a la Fundación Vicente Ferrer para visibilizar la desigualdad y la violencia contra las niñas de la India. La acción comenzó el pasado 11 de octubre, coincidiendo con el Día Internacional de la Niña y finalizó el 25 de noviembre, Día Mundial para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
He conocido a fondo el significado de la nueva palabra cooptada en español, aporofobia, a través de una entrevista con la creadora de este vocablo, Adela Cortina, cuyo significado aborda como “odio, miedo o rechazo al pobre”, “al que parece que no tiene mucho bueno que aportar y, en cambio, traerá problemas”. También, la realidad creciente del hospital de Bathalapalli, con atención de cinco especialidades cumpliendo estándares extraordinarios de calidad. Sobre todo, de atención digna a la salud y enfermedad en un distrito de pobreza extrema.
Aborda este número la realidad de la educación inclusiva, en un país con más de 26 millones de personas con algún tipo de incapacidad. Construyen escuelas con arquitectura inclusiva para poder dar una respuesta a niños y niñas con discapacidades de diverso tipo: “la inclusividad, como elemento transversal permite construir una sociedad llena de oportunidades”.
Los objetivos de la Asociación son resultados pretendidos siempre. De esta forma explican en este número los resultados del ejercicio fiscal de 1 de abril de 2016 al 31 de marzo de 2017, en un ejercicio de transparencia que, más allá de los números, que son extraordinarios, revelan una voluntad de atender de forma concreta los Objetivos fundamentales del Desarrollo Sostenible (ratificados por la ONU en 2015), en áreas tan concretas en Anantapur como fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamientos, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades y acción por el clima. En todas ellas la Fundación trabaja sin descanso en un recorrido admirable para ofrecer a Anantapur un mundo lleno de posibilidades de crecer y vivir dignamente.
Es curioso, pero en India se localizan las fábricas de sueños más importantes del mundo. Todas están vinculadas con el cine espectáculo y fantástico, que nada tiene que ver con su realidad más próxima. En este contexto tan paradójico, asistimos en nuestro aquí y ahora a la representación gráfica más dura que podamos imaginar, atados al realismo del sinsentido humano a través de problemas sociales de todo tipo y países en guerra o instalados en la miseria más absoluta. Algunas veces deberíamos soñar despiertos para defender la dignidad humana que falta en nuestro mundo más próximo, que no está en India ni Siria, sino más cerca de lo que pensamos. Sin ir más lejos, creo que esta realidad coincide con la de miles de niños y niñas en Andalucía, que siguen viviendo en umbrales de pobreza, según los datos recientes facilitados por la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN de Andalucía), en su informe sobre la POBREZA con mayúsculas y que se presentaban en el diario El País con este titular sobrecogedor: Tres de cada 10 andaluces son pobres y casi la mitad de la población corre riesgo de serlo. Andalucía, junto con Canarias, es la región más pobre de Europa: “El 32,3% de los andaluces son pobres y el 41,7% de la población se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, 13,8 puntos porcentuales por encima de la media nacional. Pese a la recuperación económica, que ha conseguido reducir en un 1,5% estos datos con respecto al año pasado [2016], Andalucía, junto con Canarias, es la región más pobre de Europa, sólo comparable a otras comarcas de Rumanía” (1). Según datos del citado informe, “La pobreza infantil sigue siendo un problema en Andalucía: un 33.11% de la población menor de 16 años está en riesgo de pobreza y exclusión social. Ante esta situación, hay que recordar de forma machacona la Recomendación de la Comisión Europea de 20 de febrero de 2013, Invertir en la infancia: romper el ciclo de las desventajas. En su punto 2.2 hablaba explícitamente de “reducir las desigualdades en la niñez invirtiendo en la educación y los cuidados de la primera infancia”. Esta propuesta acertaba en un enfoque correcto para abordar la relación entre desigualdad, educación e infancia.
Cierro la revista Anantapur y encuentro en la contraportada un mensaje precioso: “Apadrina en la India y recibe el Hiperregalo. Si tus hijos ya tienen de todo, regálales más. Regálales valores”. Infinito amor a los más próximos y lejanos que menos tienen, junto a un mensaje para no olvidar en los días previos a los Reyes que, paradójicamente, vienen a Andalucía de un Oriente infinito, no lejos de Anantapur.
Sevilla, 31 de diciembre de 2017
(1) https://elpais.com/ccaa/2017/10/16/andalucia/1508153161_705299.html
Debe estar conectado para enviar un comentario.