Aquarius es un símbolo de las injusticias y desequilibrios sociales de la humanidad. Como le ocurría a Acuario, el héroe de la mitología griega, “las estrellas de la constelación de Acuario pueden conectarse de una forma alternativa, la cual muestra gráficamente un portador de agua corriendo mientras carga una vasija de la cual derrama agua”. En este caso tan sangrante, el barco fletado por Médicos sin Fronteras y SOS Mediterranée, con 629 migrantes a bordo (muchos enfermos, siete embarazadas, una decena de bebés y 123 niños y niñas no acompañados), derrama lágrimas de dolor ante la situación que está viviendo en su interior. Reconozco que al ver las imágenes que nos llegan del barco, se me han caído unas lágrimas, como le ocurriría a María Celeste, el mascarón de proa preferido de Neruda, que lloraba cada vez que el calor del fuego que ardía en la chimenea de su casa, en la Isla Negra, condensaba el vapor en sus ojos de cristal. Porque ante la indignidad y la vergüenza todo llora y nada permanece insensible y quieto.
Me alegra conocer la noticia de que el gobierno de España ha ofrecido un puerto seguro para que desembarquen estas personas con todas las garantías, por razones humanitarias, después del espectáculo ofrecido por Italia y Malta, así como por el silencio cómplice de Europa en general, sin disculpa alguna. Evidentemente, la acogida de migrantes es un problema de hondo calado político, porque todos los países que componen esta realidad que se llama Europa, están mirando de lado a esta situación que ha estallado ahora con la realidad del Aquarius.
En abril escribí un artículo en este cuaderno digital, Refugiados y migrantes, viajeros de la desesperación humana, un título que identifica perfectamente la situación de este barco que derrama hoy lágrimas en el Mediterráneo. Hacía una referencia a un informe magnífico elaborado por UNHCR, Desperate journeys, que recogía la situación actual más próxima a 31 de marzo de 2018, en la que se aprecia que España, junto a Italia y Grecia, es el país al que llegan un gran número de migrantes todavía, a través del Mediterráneo, con especial relevancia y por países de origen (por este orden), desde Marruecos, Argelia, Guinea Conakry, Costa de Marfil, Gambia, Siria, Camerún, Mali, otras nacionalidades subsaharianas y Guinea- Bissau. Hacen un total, desde enero de 2018, de 5.000 personas, 3.385 por mar y 1.615 por tierra, con una distribución proyectada (según datos de 2017) del 14% de niños, 9% de mujeres y 77% de hombres, no disponiéndose en la actualidad de un dato estremecedor en referencia a niños no acompañados y separados de sus padres.
Agregaba en aquella ocasión que los refugiados y migrantes son dos realidades sangrantes para nuestro país, con bases legales de atención diferentes, pero que confluyen en la capacidad de España para atender situaciones inhumanas que claman al cielo. Creo que no somos conscientes del sufrimiento que generan estos viajes desesperados hacia una realidad humana y social diferente, donde se pueda compartir segundos de vida digna. Para tranquilizar sus almas. Vivimos muy ajenos a estas situaciones reales y muy próximas, que utilizan un mar que cantamos históricamente como hermoso y tranquilo, en una contradicción memorable, que ha llevado a Joan Manel Serrat a cantar “Mediterráneo” con sumo cuidado y respeto reverencial a los migrantes y refugiados que pierden con frecuencia su vida en él, porque ese mar maravilloso se ha convertido en la sepultura de miles y miles de personas dignas que escapan también de sus países de origen, en un auténtico sinsentido. Además, porque los que mueren a cientos en ese mar ya no serán desgraciadamente caminos para nadie y tampoco le darán verde a los pinos ni amarillo a la genista.
No debemos olvidar a las personas que viajan en el Aquarius, ni siquiera un momento, en nuestra alma profunda y oscura, porque al conocer esta realidad tenemos ya en nuestra piel el sabor amargo del llanto eterno; las lágrimas de un barco que simboliza el mito de Acuario, que ahora viaja hacia alguna parte de este país, porque ha ofrecido un puerto seguro para acoger a las personas que viajan en él.
Sevilla, 12/VI/2018
NOTA: la imagen, que muestra a un rescatador del Aquarius con un bebé, se ha recuperado hoy de https://politica.elpais.com/politica/2018/06/12/actualidad/1528778012_823509.html
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