
Sevilla, 5/IV/2021
Si algo hemos aprendido a lo largo de esta larga y compleja pandemia es a utilizar con frecuencia la locución adverbial “por si acaso”, es decir, a actuar “en previsión de una contingencia”, con un ejemplo de la propia Real Academia Española de la Lengua: “hay que salir con tiempo, por si acaso”, que también se utiliza como locución conjuntiva: “fíjate bien en lo que dicen, por si acaso hay que replicarles”. Ha nacido un nuevo paradigma que se aplica a la vida ordinaria, cuando se analiza la dialéctica actual entre el célebre “just in time” (justo a tiempo) y el actual “just in cas” (por si acaso).
Recuerdo perfectamente cómo he explicado a mis alumnos, durante muchos años y en relación con la organización empresarial, el paradigma Just in Time (J.I.T.), nacido en Japón, en la fábrica Toyota exactamente, en el que lo primordial era atender la necesidad de suministro con la disponibilidad del mismo huyendo de los almacenamientos innecesarios como stock de suministros. Todo llega a tiempo para fabricar los productos o para entregarlos al cliente en el momento que se necesite hacerlo. Este paradigma se extendió de forma universal y su aplicación se ha llevado a cualquier terreno de la economía e incluso a todo tipo de actividades profesionales. He simplificado mucho esta breve introducción, pero hoy cobra especial relevancia por la aparición explosiva del nuevo paradigma Just in Case (J.I.C.), por si acaso, es decir, hay que tener en cuenta cualquier contingencia en cualquier terreno de la vida ordinaria, con especial relevancia en la economía.
Cuando nació el Justo a Tiempo no existía Amazon, por ejemplo y Toyota buscó una solución al Just in Case que estaba extendido por el mundo. Como hablamos mucho del mundo al revés, vuelve esta modalidad, porque al haberse incorporado el ciudadano normal al proceso de distribución, rivalizando con las grandes empresas que requieren suministro continuo de material, más allá de las automovilísticas, la realidad de los stocks y disponibilidad inmediata de cualquier producto cobra hoy especial relevancia. El ejemplo que hemos vivido recientemente con el buque portacontenedores Ever Given encallado en el canal de Suez, con 20.388 contenedores, nos ha permitido comprobar que el mundo ha temblado porque se ha roto tanto el Just in Time como el Just in Case, reforzando de forma espectacular este último paradigma, que ha entrado por la puerta grande de la economía durante la pandemia. Las consecuencias de esta contingencia marítima han llevado a una catástrofe mundial porque millones de suministros se han demorado para su entrega y disponibilidad inmediata, acarreando gravísimas consecuencias económicas a escala mundial, con una subida casi instantánea del precio del petróleo y sus derivados, como un ejemplo claro y contundente del efecto dominó que ha ocasionado.
Con lo expuesto anteriormente podemos imaginarnos que este mundo al revés debe ser la gran oportunidad de cambio de paradigma social que se oriente más a las necesidades básicas de la población, una vez visto lo visto, que nos obligó a mirar hacia China casi implorando que nos sirviera suministros sanitarios de primera necesidad dado que no disponíamos de ellos en nuestros almacenes, porque las prioridades habían sido otras y el Estado había descuidado el “por si acaso” (J.I.T.) de un mundo atacado por pandemias. ¿Desglobalización? Quizás sea el momento de ordenar la vida social y su malla productiva para poder declarar los productos de primera necesidad individual y colectiva y, por si acaso, preparar la producción y el tejido productivo declarando determinados bienes y servicios como Bienes de Interés General (B.I.G.), desarrollando por tanto el aparato legislativo y productivo que corresponda para garantizarlos ante cualquier contingencia social que surja, estando de acuerdo en que todo no se puede prever “por si acaso”, pero la gestión pública de riesgos debe cobrar protagonismo inmediato ante lo que está ocurriendo con la pandemia actual y su impacto económico y social en cadena.
Ya surgen voces de historiadores, científicos y autoridades económicas mundiales, que empiezan a reflexionar sobre este cambio de paradigma: «El historiador canadiense Quinn Slobodian, profesor del Wellesley College de Massachussets, que acaba de publicar en España su obra Globalistas. El fin de los imperios y el nacimiento del neoliberalismo (Capitán Swing) ve positivo un cambio hacia la producción just in case (por si acaso) en lugar del modelo actual de importación just in time (justo a tiempo), carente de almacenaje, seguido por industrias como la automovilística. El académico estadounidense cita como ejemplo el intento de la UE de crear una batería para coches eléctricos totalmente europea. “También podemos ver una versión de chovinismo económico en la resistencia a que empresas chinas como Huawei construyan redes 5G. Hay potencialmente algo bueno en estos desarrollos en el sentido de que el libre comercio ya no aparece como la única opción posible”, opina”.
Por si acaso, hay que reaccionar inmediatamente en todos los órdenes de la vida en lo que se llama la “nueva normalidad”. La geopolítica del coronavirus COVID-19 (porque hay que recordar que ya nos hemos enfrentado a otros), nos demuestra que casi ocho mil millones de personas que hoy poblamos el planeta Tierra, con un crecimiento demostrado cada 0,38 segundos, tenemos que abordar la nueva normalidad e integrarla sin un manual claro de supervivencia mientras no ganemos esta batalla por vivir la normalidad que siempre es cambiante. El principal problema está en nosotros, en ese conjunto de conocimiento de qué es lo que va a cambiar, la disciplina de adquirir nuevas formas de comportamiento ante los cambios de escenarios para vivir que se ordenen y, lo mejor de todo, educar la actitud para enfrentarnos a una nueva forma de ser y estar en el mundo. Sobre todo, porque ha nacido una estrella: la cultura del por si acaso en todos los órdenes de la vida.
Los 20.388 contenedores del buque Ever Given, que quedó encallado en el Canal de Suez durante bastantes días en la semanas pasadas, nos muestra al mundo que dentro de cada contenedor y sumándolos todos, llevaba millones de productos para entregarlos, just in time, a miles de fabricantes y millones de ciudadanos, españoles también por supuesto, que sin saberlo a ciencia cierta veían todo los días a un barco de nombre en inglés, sin traducir al español, que llevaba dentro determinados productos para cubrir sus necesidades diarias sin mentalidad por si acaso. Creo que esta experiencia nos demuestra que en Argentina y Venezuela fueron muy inteligentes cuando decidieron, hace ya muchos años, unir las tres palabras, por si acaso, en una sola porsiacaso, explicándonos el Diccionario de la Lengua Española en su última edición (2020), que es una alforja o saco pequeño en que se llevan las provisiones de viaje, aunque también es válida su utilización como «cualquier objeto u elemento que puede llegar a ser necesario en una circunstancia concreta o ante un imprevisto». A partir de ahora, como metáfora, tendríamos que pensar en proveernos de porsiacasos para llevar en ellos las provisiones necesarias para el largo viaje de la vida. El Estado también, para atender inmediatamente el interés general de la ciudadanía.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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