
Sevilla, 15/IV/2021
Instalados en la realidad de la pandemia, hoy quiero ampliar mi altura de miras y hacer una reseña sentida de un hecho que se ha transmitido por todos los medios de comunicación y que hiela el corazón, al menos a los que admiramos y respetamos a los nadies de Galeano, los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida. En este caso, quiero manifestar mi compasión y respeto hacia el niño nicaragüense de 10 años, Wilton Gutiérrez, que representa la cara más trágica del mundo, el sufrimiento infantil de límites indescriptibles. Me impresionó ver las imágenes cuando una patrulla de la frontera estadounidense lo encontró solo y abandonado en un camino rural cerca de La Grulla (Texas), 50 kilómetros al oeste de McCallen, el pasado 1 de abril, contando a un agente con voz entrecortada y preso del pánico, lo que le había sucedido: “¿Me puede ayudar? Es que yo venía con un grupo que me han abandonado y no sé dónde están, yo venía en un grupo, al final me han abandonado y he venido aquí a pedir auxilio, […] yo vengo, porque si no, ¿a dónde me voy a ir?, tal vez me pueden robar, secuestrar o algo… y tengo miedo”. Algunas fuentes informan que fue el tío de Wilton, que reside en Estados Unidos, el que pagó su rescate con 5.000 dólares, siendo la justificación de por qué lo dejaron en libertad, abandonado, pero no así a la madre, porque no pudo pagar el importe total del secuestro.
La tragedia se amplificaba porque la realidad se centraba ahora en localizar a la madre, que había sido secuestrada junto a su hijo Wilton en la frontera con México. Las noticias eran contradictorias porque hay fuentes que apuntan a que la madre se marchó de casa el pasado mes de febrero junto a su hijo Wilton por malos tratos de su pareja, situación que su marido ha reconocido bajo un eufemismo que da que pensar: “[…] pues ella se fue porque teníamos descontrol como pareja”. Otra fuente más directa de la familia, el tío de Wilton, hermano de la madre, que pagó su rescate desde Miami donde trabaja en la construcción ha manifestado las desavenencias familiares de la pareja, asegurando que la relación del matrimonio era malísima, que el padre de Wilton trataba muy mal psicológicamente a su mujer, que le hacía mucho daño y la trataba mal verbalmente y que era muy duro con ella.
La realidad hoy es que la tragedia infantil en la frontera de México con Estados Unidos es escalofriante. Wilton representa el sufrimiento sin límites de la inmigración de niños provenientes de países Centroamericanos en esa frontera con Texas, que ha alcanzado la cifra de más de 19.000 menores no acompañados en el pasado mes de marzo, siendo objeto principal de las mafias que trafican con el paso ilegal de la citada frontera. También, la de la migración en general, tantas veces tratada en este cuaderno digital. Es un ejemplo claro y contundente de la realidad del mundo al revés que tanto me preocupa en los últimos meses.
Cuando escribo estas líneas ha saltado al mundo la noticia de la liberación de la madre, Meylin Obregón, en un punto fronterizo con México por parte del cártel que la secuestró junto a su hijo. Un rayo de esperanza ante tanta tragedia que debemos denunciar por cualquier medio a nuestro alcance. Sobre todo, hoy, para Wilton, porque podrá reencontrarse con su madre y recuperar su alegría de vivir en libertad y en un mundo mejor.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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