La palabra COVID tiene ya su historia en nuestro país

Diccionario histórico de la lengua española

Sevilla, 16/IV/2021

La Real Academia Española (RAE) presentó el pasado 13 de abril las novedades del Diccionario histórico de la lengua española (DHLE, 10.ª Entrega (marzo de 2021), Versión del 31/03/2021), “un diccionario total que tiene como objetivo recopilar todo el léxico del idioma español en todas las épocas y en todas las zonas en que se habla o se ha hablado. El proyecto se refuerza en esta etapa con una nueva metodología a cargo de la Red Panhispánica de Academias, Universidades y Centros para la Elaboración del Diccionario histórico de la lengua española, cuyos equipos trabajarán para elaborar la biografía de cada una de las palabras de nuestra lengua”. Es un proyecto digno de consideración sobre todo para las personas que amamos nuestras palabras en su texto y contexto histórico. Una de sus características fundamentales es que es «un diccionario nativo digital que persigue describir en su integridad (en el eje diatópico, diastrático y cronológico) la historia del léxico de la lengua española. Una característica definitoria de este repertorio radica en su voluntad de analizar la historia del léxico en una perspectiva relacional, atendiendo a los vínculos etimológicos, morfológicos y semánticos que se establecen entre las palabras. El DHLE ha sido concebido desde sus orígenes como una base de datos léxica electrónica (y diacrónica), lo que permite elaborar sus artículos de acuerdo con un criterio de organización del trabajo por campos semánticos (o voces relacionadas por su significado) y familias léxicas».

He entrado en el diccionario citado y he buscado la palabra COVID (1), de indudable actualidad, dándome un resultado sorprendente para limpiar, fijar y dar esplendor a esta palabra tan usada a diario en nuestro país: “Etim [Etimología]. Voz tomada del inglés COVID-19, atestiguada en esta lengua como ‘enfermedad aguda de los humanos causada por un coronavirus’ en 2020, sigla formada a partir de coronavirus disease 2019 (CO: corona; VI: virus; D: disease; y 19, por el año en que se detectó el primer caso; véase OED, s. v.). A partir de aquí, se ofrece un resumen muy clarificador de la palabra que reproduzco a continuación para conocer bien su significado objetivo, a modo de breve historia de la palabra: “Se documenta por primera vez, en la acepción ‘enfermedad infecciosa aguda, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que afecta a las vías respiratorias y se caracteriza por la aparición de fiebre, tos, cansancio, disnea, dolores musculares y, en casos graves, neumonía, problemas cardíacos, coágulos sanguíneos e insuficiencia de diferentes órganos’ desde febrero de 2020, primero como COVID-19, en multitud de publicaciones en prensa, para dar nombre a la enfermedad que surgió en el año 2019 y que se ha desarrollado como una pandemia. Se empezó denominando neumonía atípica o neumonía asiática, dado que los primeros casos se detectaron en China, pero la denominación fijada por la Organización Mundial de la Salud el 11 de febrero de 2020 fue la de COVID-19. Aunque se recomienda su uso en femenino (pues el sustantivo inglés disease equivale a ‘enfermedad’) se atestigua también frecuentemente como sustantivo masculino. La lexicalización covid, ya sin el año y en minúscula se documenta a partir del primer trimestre de 2020 y, en ocasiones, se registra en aposición. Se consigna en el DLE en su actualización de 2020”.

Con estos antecedentes extraordinarios, se define a continuación la palabra “COVID”, como “Enfermedad infecciosa aguda,  causada por el coronavirus, que afecta a las vías respiratorias y se caracteriza por la aparición de fiebre, tos, cansancio, disnea, dolores musculares y, en casos graves, neumonía, problemas cardíacos, coágulos sanguíneos e insuficiencia de diferentes órganos. Sinónimos: coronacoviditis”, a la que agregan documentos en los años 2020-2021, con 12 ejemplos. Un ejemplo como el expuesto anteriormente da una visión acertada de la importancia de trabajar con este Diccionario histórico de la lengua española porque, según señala la RAE, ofrece “a los filólogos y al público en general aquella información relevante sobre la historia de las palabras que les permita interpretar los textos del pasado y del presente. Para ello se da cuenta del cambio que han experimentado los términos en su significado e incluso de los usos lingüísticos accidentales de una época determinada”.

Es un logro científico en el que participan numerosas instituciones y que se desarrolla “gracias al apoyo de Inditex y a la colaboración de la Fundación San Millán, presentando un nuevo modelo de trabajo basado en una Red Panhispánica de Academias, Universidades y Centros de Investigación. En la actualidad, cuenta con dieciocho grupos, nueve de ellos en España y otros nueve en América, pero se trata de un proyecto abierto y en constante crecimiento en el que todos sus miembros trabajarán en el estudio de la historia de las palabras de forma coordinada. A esta red constituida por la RAE se suman las instituciones que conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), el Instituto Caro y Cuervo, la Universidad de Salamanca, la Universidad de la Laguna, la Universidad de Sevilla, la Universidad de La Rioja, la Universidad de Murcia, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de León, la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad Rovira i Virgili”.

Hoy quiero dejar constancia del valor de la palabra, porque la realidad es que es de los pocos recursos que nos quedan en nuestros ecosistemas personales e intransferibles, para mucho tiempo, si sabemos cuidarlo. Algunos, como los Académicos de la Lengua, véase el ejemplo anterior, todos los días la limpian, la fijan y le dan esplendor. Otros, la pronuncian solo para ofender a sus seres más queridos o a los ciudadanos de calle. Los de aquí y allí la utilizan para alcanzar diálogos a veces imposibles. Pero todos y todas anhelamos pronunciarlas alguna vez en la vida para que sepan los demás que existimos y que vivimos desesperadamente. Queremos que nos escuchen los demás, aunque sea recomendable cuidar el arte de callar, cuando no tenemos casi nada que decir (Solo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio. El Arte de callar, Abate Dinouart. Principio 1º, necesario para callar). Y aunque una vez anuncié en este cuaderno digital «la palabra«, como un práctico y útil recurso indispensable para alcanzar la ansiada modernidad, es verdad que podemos ser modernos gracias a que nuestros antepasados evolucionaron para que hoy tuviéramos este recurso maravilloso, que se demuestra que tiene siempre historia hacia atrás y lo que es más apasionante, hacia adelante, como el interés del mundo: “Todavía me sobrecoge el descubrimiento de Selam (paz), la niña de Dikika [2], al que dediqué un post específico, cuando se valoró la localización de su hueso hioides como un hallazgo trascendental para conocer el origen del lenguaje en el “equipo” de fonación pre-programado en los seres humanos, a diferencia de los chimpancés y macacos más próximos en nuestros antepasados (siempre se ha dicho -desde el punto de vista científico y hasta con cierto desdén- que los monos no hablan): “Y lo que me ha llamado la atención poderosamente, desde la anatomía de estos fósiles, ha sido el hallazgo de un hueso, el hioides [Hueso impar, simétrico, solitario, de forma parabólica (en U), situado en la parte anterior y media del cuello entre la base de la lengua y la laringe], que es el auténtico protagonista, porque su función está vinculada claramente a una característica de los homínidos: el hioides permite fosilizar el aparato fonador, es decir, hay una base para localizar la génesis del lenguaje, aunque tengamos que aceptar que el grito fuera la primera seña de identidad de los australopitecus afarensis”. Nunca sabremos si Selam, que cumpliría hoy tres mil millones, trescientos mil años, aproximadamente, dijo alguna vez ¡mamá!, aunque su hueso hioides nos permite vislumbrar que sí habló”.

Nos queda la palabra, siguiendo la estela marcada por Blas de Otero. Recomiendo que entren en ellas, las que ahora están en este diccionario histórico, aunque quedan muchas por incorporar porque son, teniendo la garantía de que su conocimiento profundo nos entregará siempre aires de libertad. Con este apoyo científico, nuestra lengua se enriquecerá en la medida que se vayan incorporando palabras a las nuevas versiones que se elaborarán entre todas las instituciones participantes y como muestra de un trabajo colaborativo ejemplar. Mi agradecimiento será expreso y visible en este cuaderno digital cada vez que me acerque a sus páginas en blanco para escribir palabras con alma. Ahora, también con su historia.

(1) Real Academia Española (2020- ): Diccionario histórico de la lengua española (DHLE), COVID,  [Consulta: 16/04/2021].

(2) Selam, la niña de Dikika – «El mundo sólo tiene interés hacia adelante…», Pierre Teilhard de Chardin (joseantoniocobena.com)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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