Franco Battiato está muy cerca de su cielo particular

Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo / la encontrarás, la encontrarás al final de tu camino. / Bajo el tránsito de la aparente dualidad, / la lluvia de Septiembre despierta el vacío de mi cuarto / y los lamentos de la soledad aún se prolongan.

Franco Battiato, Nómadas

Sevilla, 18/V/2021

Acaba de saltar la noticia en los medios de comunicación: Franco Battiato ha fallecido a los 76 años de una vida especial dedicada a la cultura como lazo que une a la humanidad. He sentido un estremecimiento interior porque su música y, sobre todo, sus letras, siempre me han inspirado otra forma de entender la vida. Así lo he referido en este cuaderno digital en varias ocasiones, una de ella muy reciente, con motivo del estreno de la película Nomadland, multipremiada en los Premios Oscar de este año: “Así empezaba la canción de Franco Battiato, Nómadas (1987), que forma parte de la banda sonora de mi vida: Nómadas que buscan los ángulos de tranquilidad, / en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados, / entre los claroscuros y la monotonía de los días que pasan. Lo he recordado al conocer la trayectoria última de una película, Nomadland, recientemente estrenada en nuestro país, escrita y dirigida por Chloé Zhao (Pekín, 1982), con un guion basado en el libro País nómada. Supervivientes del siglo XXI (Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century) de Jessica Bruder, una historia que conmueve en tiempos en los que se nos aconseja, incluso prohíbe, hacer mudanzas. Battiato me susurraba a los oídos, en mis años jóvenes, algo transcendental en la vida de los nómadas de espíritu: Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo / la encontrarás, la encontrarás al final de tu camino. / Bajo el tránsito de la aparente dualidad, / la lluvia de Septiembre despierta el vacío de mi cuarto / y los lamentos de la soledad aún se prolongan.

Aprendí hace ya muchos años, junto a la escritora india Anita Nair (Las nueve caras del corazón, 2006) que la alondra encrestada, la vanampaadi, permite convertir las necesidades en palabras. Al fin y al cabo, amor a lo desconocido, como una de las caras del amor en la primera expresión del kathakali, representación teatral a la que se incorporan danzas indias que tuve el honor de conocer por primera vez de la mano de Franco Battiato (Quiero verte danzar, 1982), cantor que conocí cuando vivía en Roma en el año 1976 y que es un prodigio en la escenificación de historias de vida a través de sus canciones. Después, en 1982, volví a conectar con él a través de un disco emblemático, La voz de su amo, en la que cantaba su famoso “Centro de gravedad permanente”, que he cantado junto a mi hijo Marcos cuando era muy pequeño, deletreando un estribillo que nunca he olvidado: Busco un centro de gravedad permanente, que nunca cambie lo que ahora pienso de las cosas, de la gente. Lo sigo buscando todavía hoy, en un tiempo convulso y complejo.

Es curioso constatar que la NASA recoge en sus páginas web una referencia al asteroide que lleva su apellido, Battiato, descubierto en 1979, con una reseña que hoy es una premonición: “Franco Battiato (b. 1945), artista siciliano poliédrico, es miembro honorario de la Asociación Astrofili Ionico-Etnei. Convierte sus sentimientos en música, pintura y cine. A través del telescopio observa el Universo, obteniendo inspiración para sus canciones”. Es verdad, porque hoy, más que nunca, está muy cerca de su cielo particular.

En un libro de Nuccio Ordine muy apreciado por mí, Clásicos para la vida, hay una referencia a una obra para no olvidar, El mercader de Venecia, de William Shakespeare, en un pasaje seleccionado por el autor, que me parece útil en cualquier momento de la vida: ¡Atiende a la música!: “El hombre que no tiene música en sí mismo y no se mueve por la concordia de dulces sonidos está inclinado a traiciones, estratagemas y robos; las emociones de su espíritu son oscuras como la noche, y sus afectos, tan sombríos como el Érebo: no hay que fiarse de tal hombre. ¡Atiende a la música!”. La obra de Shakespeare es un tratado contra la usura y la defensa de los valores humanos. Venecia representa hoy al mercado controlado por los hombres de negro, incapaces de poner música en vida alguna. Ordine termina este breve pasaje de Shakespeare citando obras que le conmueven el alma, porque atendiendo la música se puede buscar “la esencia de la vida en aquellas actividades que pueden ennoblecer el espíritu, que pueden ayudarnos a hacernos mejores, que privilegian la esencia sobre la apariencia, el ser sobre el tener”, citando finalmente a Franco Battiato, quizás para que no cambiemos, para que estemos siempre muy atentos a la música, para que seamos firmes en mantener criterios y valores sobre la dignidad de la vida, de las cosas de la pandemia, de la gente…, defendiendo hoy desde su cielo particular el anhelado centro de gravedad permanente que necesitamos todos, ahora más que nunca y sin dejar a nadie atrás.

Gracias, Franco Battiato. Sigo atendiendo tu música.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.