
Sevilla, 8/IX/2021
Más el trabajo humano
Con amor hecho, merece la atención de los otros
Luis Cernuda, A sus paisanos, en La desolación de la quimera
Lo dijo Luis Cernuda desde el exilio a sus paisanos de Sevilla, transido de dolor por la falta de respeto hacia la memoria histórica de su país, de su vida y de su obra. Lo he recordado hoy especialmente al conocer con detalle la saga de los García, una familia de profundas raíces sevillanas, de origen humilde, pero que ha aportado al mundo unos valores culturales inolvidables. Un apellido de apariencia muy simple, García, aunque con historia, que representa una saga que hoy estoy interesado en recuperar en este cuaderno digital, porque para mí era una isla desconocida, recuperada gracias a la labor de la Fundación Juan March, que dedica esta semana un homenaje muy completo a esta familia andaluza de proyección internacional. También hay que señalar la publicación en 2018 de un libro dedicado íntegramente a esta saga, Los García, una familia para el canto, escrito por Andrés Moreno Mengíbar, siendo “la primera biografía que trata de esta saga familiar al completo -cuatro generaciones- fundamental en la historia de la ópera y el canto de los siglos XIX y XX; […] hasta el momento existía una muy escasa bibliografía en español de esta familia: apenas la traducción de la biografía de Manuel García de James Radomsky y un par de títulos sobre su hija María Malibrán. La obra cuenta con una presentación a cargo de Teresa Berganza y un emocionante prólogo de la última descendiente de los García, Diana Pauline García.
La sinopsis del libro ayuda a situar la realidad y el deseo de esta familia, siguiendo de cerca el espíritu de Cernuda: “La saga familiar de los García es uno de los cimientos fundamentales de la Historia de la Ópera y del Canto en los siglos XIX y XX. La Escuela García, el método de canto más famoso, ha servido de base para la formación de cantantes durante generaciones. Su origen se sitúa en Sevilla, donde nace en 1775 Manuel García, cantante, compositor, empresario y maestro de canto que llevó la ópera por primera vez a Estados Unidos. Su hijo Manuel Patricio perfeccionó y consolidó científicamente el método de enseñanza de su padre y con él formó a algunas de las más famosas voces del XIX. De Manuel, el sevillano, nacieron también sus hijas María [García] Malibrán, diva romántica por antonomasia, y Pauline [García] Viardot, cantante, maestra, compositora y musa de artistas como Tourgueniev, Saint-Saëns, Berlioz, Massenet, Wagner o Brahms. Una tercera y hasta una cuarta generación se encargaron de transmitir las esencias de las enseñanzas familiares, en una cadena en la que siempre se guardó la añoranza de sus orígenes andaluces y su compromiso”.
Lo que verdaderamente me ha emocionado es leer un artículo precioso sobre esta familia, Cuando los García fundaron… Europa, escrito por Rubén Amón, por lo que supuso de proyección internacional, a través del análisis de un ensayo de Orlando Figes, Los europeos, que recrea los orígenes de la identidad cultural del continente a partir de la revolución del tren y del impulso de esta familia de cantantes españoles y de raíz andaluza: “Los García revolucionaron Europa. Empezando por el patriarca. Manuel (1775-1832). Compositor. Y cantante superdotado. Le correspondió estrenar en Roma ‘El barbero de Sevilla’, de tal manera que los vaivenes de la ópera de Rossini se convirtieron en la banda sonora del continente europeo y en un insólito argumento aglutinador. Su música se tarareaba en Milán y en San Petersburgo. En Viena y en Madrid. No ya por la amabilidad y luminosidad del repertorio, sino porque Rossini se adhirió a las revoluciones contemporáneas. Ninguna más evidente que la invención del ferrocarril. La abolición del espacio, la victoria del tiempo. Europa se comunicaba. Y entretejía una identidad cultural, cosmopolita, que bien puede contarse desde la perspectiva de los García”.
La biografía del patriarca, Manuel García, es un ejemplo de superación y del trabajo humano y cultural, “con amor hecho”, que también decía Cernuda sobre la consideración que debían tener sus paisanos hacia quien lo merecía: “Manuel García (1775-1832) fue quien llevó la ópera por primera vez a Estados Unidos. Era hijo de un zapatero sevillano del barrio del Arenal que llegó a ser el tenor preferido de Rossini al interpretar el papel de Almaviva en El barbero de Sevilla. García resumía el estilo galante, la música de Haydn, la ópera cómica italiana y el lenguaje castizo de la tonadilla. Fascinó en París con su polo Yo que soy contrabandista, que narraba el mito del bandolero andaluz que tanta influencia tendría en la moda pintoresca por lo español. En Londres fundó una Academia de Canto y allí publica sus Exercises and method for singing. Luego llegaría la oportunidad de llevar la ópera a Estados Unidos y México”.
El próximo 26 de septiembre se estrena en la sede de la Fundación Juan March I tre gobbi (Los tres jorobados), “la única de las cinco óperas de salón que compuso García que hasta ahora no se ha estrenado en España. El montaje cuenta con la dirección escénica de José Luis Arellano y la dirección musical de Rubén Fernández Aguirre. La ópera, que García compuso para sus alumnos de campo, está basada en un entremés de Carlo Goldoni y cuenta la historia de una joven pretendida por tres jorobados”.

Quizás tengamos el recuerdo muy vivo de esta familia a través de la hija de Manuel García, María García Malibrán (1808-1936), aunque muy poca asociada a su padre porque su nombre artístico era brevemente “la Malibrán”: “Un retrato de la gran María Malibrán cuelga del Museo Carnavalet de París. La cantante posa para la posteridad y su nombre aún resuena en las crónicas de la ópera romántica. María tuvo una vida breve, pero novelesca, y sobre ella hicieron películas Sacha Guitry, Guido Brignone, Werner Schoeter o Michel Jakar. Sin olvidar que la mezzosoprano Cecilia Bartoli ha recuperado recientemente su repertorio. La Malibrán, con su voz de soprano sfogato, fue la gran diva de su tiempo. Debutó en la Ópera de París en Semiramide de Rossini y era tanta su fama que tras las actuaciones el público la seguía fuera del teatro. Se casó muy joven para librarse del yugo de su padre Manuel García, que la obligaba a sesiones interminables de ensayo. De hecho, en una representación de Otelo en la que Manuel García hacía del moro celoso y su hija de la desdichada Desdémona, la escena final del crimen estuvo a punto de suceder de forma real sobre el escenario “ (1).
Para completar la saga hay que recordar brevemente que su hijo Manuel Patricio García, inventor del laringoscopio y mentor principal del tratado de enseñanza del canto elaborado por su padre, Ejercicios para la voz, hasta tal punto que Moreno Mengíbar llega a decir en la publicación suya citada anteriormente que “Manuel Patricio pasa por ser el fundador de la Otorrinolaringología moderna”. También, hay que citar a la tercera hija de Manuel García, Pauline [García] Viardot, que se casó con Louis Viardot, director del Théatre Italien de París, que acabaría manteniendo una relación sentimental con Ivan Tourgueniev: “Fue mezzosoprano y la primera extranjera que cantó el repertorio italiano en Rusia. Pauline estudió piano con Meysenberg y Liszt, y composición con Anton Reicha. Chopin escribió para ella varias composiciones y la autora George Sand, amante del músico, se inspiró en ella para su novela Consuelo, una cantatriz que recorre las cortes europeas. Sin duda, una familia irrepetible”.
He cumplido el mandato amable de Cernuda con el que abría estas palabras. Sólo he pretendido poner atención al trabajo humano y cultural, bien hecho, de unos paisanos sevillanos, andaluces y sobre todo europeos que elevaron la cultura de nuestro país llevándola con gran dignidad artística a Europa y otros países “allende los mares”. Para que no se olvide, porque de acuerdo con el ensayo de Figes, “el ferrocarril, la ópera, el capitalismo, la emancipación de los artistas (y los García) transformaron el continente y predispusieron su propia identidad. No por razones geopolíticas, sino porque la revolución de las nuevas tecnologías -el telégrafo, la fotografía, la impresión industrial…- predispuso el abatimiento de las fronteras y generalizó el trasiego de los artistas” (2).
(1) Los García, la saga andaluza que revolucionó la ópera | Cultura | EL PAÍS (elpais.com)
(2) Libros: Cuando los García fundaron… Europa (elconfidencial.com)
NOTA: la imagen de cabecera es una fotocomposición del autor en la que figuran las portadas de los dos libros citados en el artículo y un dibujo de Manuel García, realizado por F. Gratoy y recuperado de Los García, la saga andaluza que revolucionó la ópera | Cultura | EL PAÍS (elpais.com)
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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