Sergio Ramírez, imprescindible, no es un escritor de conveniencia

Sevilla, 15/IX/2021

Desde este blog quiero poner mi granito de arena en defensa del escritor nicaragüense Sergio Ramírez, adelantándome un día, con estas palabras de desagravio ante la presión del máximo dirigente de su país, sobre la fecha de publicación en España de su última novela, Tongolele no sabía bailar, la tercera entrega de la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, que así se llama y apellida el protagonista de esta serie, cuyo autor, según el presidente Daniel Ortega y sus secuaces, es uno de los causantes de todos los males de su querida tierra natal, hasta tal punto de que ha sido señalado y reclamado por la fiscalía de su país por «conspiración e incitación al odio», dictándose una orden de detención contra él. Dolores Morales inquieta al presidente actual de Nicaragua, un nombre controvertido en su esencia: “En Nicaragua es muy común que los niños sean bautizados con nombres de Vírgenes. Les ponen bajo la protección de la Virgen de Dolores, de la Virgen de Mercedes, de la Virgen del Pilar… Así que, llamarse Dolores Morales no es una invención, sino que en Nicaragua hay varios Dolores Morales que yo conozco» (1). Tongolele, es un personaje esencial en esta novela: “Se trata de Anastasio Prado, uno de los personajes estelares de la novela al que llaman «Tongolele». Muy a su pesar. Un personaje dramático que «actúa como pieza dentro de un poder» y que se va volviendo un personaje trágico. «Es un hombre que tiene convicciones, erróneas obviamente, pero él cree que está defendiendo una revolución que para el inspector Morales ya no existe». Esta obra tan controvertida para los máximos dirigentes de su país, es “un retrato literario de esa tragedia que se vive en Nicaragua desde hace años y, ante la cual, Sergio Ramírez asegura que «no podía permanecer callado», aunque fuera más que consciente de las consecuencias que podría tener su publicación: «La verdad que, cuando uno se decide a escribir una obra literaria que implica riesgos o que sabe que va a molestar a alguien, sobre todo al poder político, lo peor es la autocensura. Lo peor es decir «no voy a escribir esta novela porque me va a traer problemas y mejor este tema no lo toco». Así uno se vuelve un escritor de conveniencia, que es lo peor que le puede ocurrir a alguien que se dedica a escribir novelas o relatos».

La sinopsis oficial del libro no deja lugar a duda alguna sobre esta obra no inocente: “Estamos en pleno siglo XXI, en una Nicaragua en la que se están viviendo unas revueltas populares que son reprimidas brutalmente por el gobierno, apoyado en el siniestro brazo ejecutor del jefe de los servicios secretos. El inspector Dolores Morales debe enfrentarse en la distancia con ese ser terrible apodado Tongolele, responsable último de su exilio en Honduras, que mueve con frialdad y cinismo, en parte gracias a los consejos adivinatorios de su madre, muchos hilos de la desquiciada política del país. La magistral prosa de Sergio Ramírez va desvelando poco a poco un entramado turbio, lleno de secretismos, traiciones y oscuras maniobras al que tendrá que enfrentarse el inspector Morales, respaldado por el inefable Lord Dixon, doña Sofía Smith y el resto de sus socios. Porque, en esa Nicaragua siempre turbulenta, cualquier paso puede darse en falso y provocar el derrumbe definitivo de aquel que decida enfrentarse de algún modo, por ridículo que sea, al poder establecido”.

Basta leer las primeras líneas del libro a modo de dedicatoria, que reproduzco a continuación, para comprender su profundo mensaje: “Esta obra de ficción toma en cuenta los hechos sucedidos a partir de abril del 2018 en Nicaragua, cuando una serie de manifestaciones populares desató una brutal represión estatal. Mi tributo a los centenares de jóvenes caídos, y a sus familiares que siguen clamando justicia”.

Recuerdo como si fuese ayer la noche de julio de 1979, llegando a un hotel de Moguer, en la que escuché en la radio la noticia que saltó al mundo sobre el derrocamiento del presidente Anastasio Somoza Debayle, depuesto por la revolución triunfante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), a la que inmediatamente se le pusieron nombres propios como Daniel Ortega, Sergio Ramírez o Ernesto Cardenal. ¡Cómo siento en mi persona de secreto lo ocurrido con Daniel Ortega!, al que admiré durante un tiempo hasta que llegaron años de su traición a la revolucionaria y necesaria causa sandinista cuando llegó al poder. Los otros dos nombres siempre fueron referentes, sobre todo el de Ernesto Cardenal, al que dediqué unas palabras en este blog con motivo de su fallecimiento y al que en un momento de mi vida muy especial, concretamente en 1978, escribí una carta para acompañarle en Solentiname en su admirable vida de entrega a los nadies. La admiración personal se debía a su discurso permanente de no violencia para alcanzar objetivos que hicieran la vida más amable a las personas que vivían con él en Solentiname, en los años setenta, aunque al final fuera necesaria una acción de fuerza del Frente Sandinista para derrocar a Somoza y formar parte del primer gobierno revolucionario nicaragüense como ministro de cultura.

Sobre Sergio Ramírez, guardo en mi persona de secreto las palabras que le dediqué en este cuaderno digital, con motivo de la celebración del Día Internacional del Libro de 2018, por una imagen que representaba esa efeméride con un mensaje alentador, ahora más que nunca en su persona de secreto: La lectura es mi soledad acompañada, «según Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2018». Es verdad, porque leer un libro suele ser una opción personal e intransferible. Entre soledades y pájaros andaba el juego ese año en el cartel que decía algo precioso: los libros son como los pájaros, situaciones y seres animados que me conmueven en el acto de leer, defendiendo ahora la integridad ética de Sergio Ramírez a través de su trayectoria personal, guerrillera y como escritor, cuarenta y dos años después de haber conocido que unos jóvenes revolucionarios, entre los que se encontraba él, entregaban su vida para hacer más felices a sus compatriotas de Nicaragua que tanto esperaron de ellos. Sergio y Ernesto no los defraudaron, Daniel Ortega sí, y todavía hoy siguen luchando por ellos, a pesar de todo. Ernesto Cardenal, desde su cielo particular, hablará a su dios de su amigo Sergio, una persona digna representante de la dignidad humana a través de la palabra. No publica nada inocente, ni por pura conveniencia.

(1) ‘Tongolele no sabía bailar’, la nueva novela de Sergio Ramírez (rtve.es)

NOTA: la imagen de Sergio Ramírez en la fotocomposición personal de cabecera, se ha recuperado hoy de https://www.deia.eus/actualidad/mundo/2021/09/14/sergio-ramirez-volvera-nicaragua-seria/1150673.html.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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