El arte de Dalí y las teorías de Freud

Metamorfosis de Narciso, 1937 – Salvador Dalí (1904-1989)

Sevilla, 3/II/2022

Gala, la compañera excelsa de Salvador Dalí, hizo una foto al pintor durante una excursión por el Cap de Creus, en el que se veía su rostro reflejado en un charco. Muchas personas dicen que proyectó esta experiencia psíquica de egolatría elevada a su máxima expresión, en su obra Metamorfosis de Narciso, pintada en 1937, que siempre se debe contemplar -haciendo caso de la recomendación expresa de su autor- leyendo un poema que compuso expresamente junto a esa obra, admirada por el surrealismo de la época y, sobre todo, por Sigmund Freud, que reproduzco a continuación:

Fuente de vida
de noches sin mañanas
yo puedo llegar al surtidor
donde he visto súbitamente
la imagen tan amada
que llevaba grabada
en el fondo de mis entrañas.

Yo sé dónde está
el pan de vida
tan blanco es
que cerrando los ojos
lo continuo a ver por transparencia
pan de vida
yo sé dónde está el horno
en las llamas del cual
he visto prefigurada
la imagen tan amada
de Gala tan amada
horno que las totémicas guirnaldas
le sirven de adorno.

Yo sé dónde está
en el fondo de la tierra
el bloque de mármol
donde está contenida
la imagen de Gala tan amada.
Cuatro elementos obsesionan mi Gala
aire, agua, fuego y tierra
que corresponden a mi Gala
que conocí antes de nacer.
¡Aire, aire! es el que respiro

de noche y de día
veo sin cesar la imagen de mi Gala tan amada
el recuerdo de mi Gala tan amada
donde respiro sin cesar
de noche y de día
¡el aire, el aire!
de mi Gala tan amada.

En el fondo sin mañanas
el agua se vierte sin fin
en el surtido del jardín
donde he visto detalladamente
el rostro de mi Gala
tan poco amada.

Salvador Dalí llevó esta obra a Londres en 1938, para que la contemplara Freud. En estos días, en la galería Belvedere en Viena, figura en un mural, que no la obra original, en una exposición que lleva por título, Dalí-Freud. Una obsesión, según lo recoge un artículo muy interesante en el diario El País, La obsesión fanática de Dalí con Freud conquista Viena. La galería Belvedere reúne un centenar de piezas, entre lienzos, dibujos, filmes y cartas, para exponer la influencia del padre del psicoanálisis en el trabajo del artista catalán, que me ha recordado mi visita en 2007 al fundador del psicoanálisis en su casa de la calle Berggasse, en el número 19, que tuve la oportunidad de recorrer detenidamente. Allí desarrolló su práctica médica desde 1891 y hasta 1938, y también se forjó en ella la base de todos los trabajos en torno a La interpretación de los sueños y los estudios de caso. El Museo actual es una mezcla de recuerdos entrañables de una experiencia física de habitabilidad en una ciudad que no tuvo reparos en colocar la cruz gamada en el dintel de su casa y que propició su exilio a Londres en el verano de 1938, hasta una colección de fotografías y algunos objetos y bienes muebles personales que puedan alumbrar determinadas características de la casa-consulta. Me impresionó mucho el fondo científico que posee en la actualidad, así como las actividades que desarrolla la Fundación para seguir explorando las diversas manifestaciones del psicoanálisis en el mundo actual.

En la exposición citada, situada en los bajos del palacio Belvedere, comisariada por Jaime Brihuega, se muestra “el arte de uno (Dalí) y las teorías del otro (Freud)”, intentando demostrar que “Dalí estaba fascinado, incluso obsesionado, por las enseñanzas de Freud. Durante años quiso conocer de forma obsesiva a su gran ídolo. Esto falló varias veces. En abril de 1937, el artista probó suerte en Viena, sin éxito. La reunión finalmente tuvo lugar en julio de 1938 en Londres, mediada por Stefan Zweig y Edward James. Esta completa exposición muestra cómo esta obsesión se refleja en la obra del surrealismo y cómo se revela en los mundos pictóricos surrealistas de Dalí”.

Según se anuncia en el programa oficial de la exposición, “El 19 de julio de 1938, Salvador Dalí conoció en Londres a Sigmund Freud, que había huido de Viena; fue el primer y único encuentro del artista con su ídolo. Las altas expectativas de Dalí quedaron incumplidas: su ambicioso deseo de obtener el reconocimiento de Freud por su método paranoico-crítico «desde un punto de vista científico» no se cumplió. Sin embargo, el fundador del psicoanálisis quedó posteriormente más impresionado de lo esperado y se inclinó a reconsiderar su actitud previamente distanciada hacia el surrealismo. Con alrededor de 100 obras -entre pinturas, objetos surrealistas, fotografías, películas, libros, revistas, cartas y otros documentos- el Belvedere ilumina a la persona Dalí en el contexto de su complejo universo familiar y lo acompaña desde el descubrimiento de los escritos de Freud hasta el encuentro con el psicoanalista exiliado en Londres en 1938. Para el joven artista, la lectura de La interpretación de los sueños se convirtió en uno de los descubrimientos más importantes de su vida. A través de los escritos de Freud encontró la clave de los miedos, deseos y obsesiones ocultos que lo habían acompañado desde la infancia. Influenciado por esto, abordó la poética del surrealismo a partir de 1926 y desarrolló un nuevo lenguaje visual que hace que su obra sea única hasta el día de hoy. Además de los encuentros de Dalí con Freud, la exposición se centra en otros encuentros pioneros del artista, como los que tuvo con el poeta Federico García Lorca y el cineasta Luis Buñuel en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Al igual que sucedió con el Histólogo y Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal y sus dibujos de tejido nervioso, que se convirtieron en la inspiración de su obra surrealista”.

He tratado varias veces en este cuaderno digital de la relación del psicoanálisis con diversas artes. En ese sentido deseo resaltar el artículo que publiqué en 2020, La amistad del psicoanalista Ángel Garma y Federico García Lorca, poeta, en la Residencia de Estudiantes (Madrid), en el que citaba la presencia también de Salvador Dalí en este círculo virtuoso de artistas, según se desarrollaba en un interesante artículo publicado por Iñaqui Márquez, La Residencia de Estudiantes. Garma, García Lorca y la homosexualidad, en la Revista Norte de Salud Mental, en el que describían “los amores sucesivos de Lorca, Rafael Rodríguez Rapún, Emilio Aladrén, Salvador Dalí, Sánchez Mejías, Eduardo Rodríguez Valdivieso y el que se cree que fue el último amor en vida: Juan Ramírez de Lucas: “Se separaron en Julio de 1936 días después el golpe militar, para ver a sus familias en Albacete y Granada”. Puede que en la cajita que legó a su hermana antes de morir, se encuentren claves para comprender muchas cosas de la relación con Lorca que nos permitan profundizar en su forma de ser y existir, singulares, en su trayecto final de vida.

En el encuentro de Londres, Freud pensó que Dalí, “ese chico”, era un fanático, aunque días después de la visita le comentó a Zweig en una carta que “Me inclinaba a considerar a los surrealistas, quienes aparentemente me han elegido como su santo patrón, como unos excéntricos incurables. El joven español, sin embargo, me ha hecho reconsiderar mi opinión. Sería muy interesante investigar analíticamente cómo una imagen como esta llegó a ser pintada”. Nunca ocurrió, porque Freud falleció el año siguiente sin haber podido analizar a fondo el alma de Dalí que cada obra suya llevaba dentro.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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