Allí la guerra, aquí la paz

Sevilla, 6/III/2022

Allí la guerra, aquí la paz, es la frase que pronuncia continuamente el pianista alemán Davide Martello (aunque en su presentación artística es Klavierkunst, arte pianístico), que desde el jueves pasado está tocando un piano rudimentario, artesanal, en Medyca, un pueblo polaco cercano a la frontera con Ucrania. Su historia es una representación de la generosidad humana porque lleva muchos años trasladándose a zonas de conflicto para acompañar con la música a los que huyen o están sufriendo el azote de las guerras. Afganistán, campos de refugiados en Turquía o durante los atentados de París, han sido zonas que ha frecuentado para seguir lanzando al mundo el auténtico lema de la música, que preside mi clave y que tantas veces he citado en este cuaderno digital: la música es compañera en la alegría y medicina para el dolor (musica laetitiae comes, medicina dolorum). Él manifiesta que va «donde haya un conflicto para intentar calmar los ánimos y repartir paz entre quien me quiera escuchar».

Leyenda en la tapa de mi clave

Una de sus canciones preferidas es Angels, de Robbie Williams, que interpreta a menudo, como un canto de esperanza a algo tan importante en la vida como es el amor,  cuando todo lo demás falla: De nuevo tú te cuelas en mis huesos, / dejándome tu beso junto al corazón, / y otra vez tú abriéndome tus alas, / me sacas de las malas, rachas de dolor, / porque tú eres el ángel que quiero yo. ¿Representarán los ángeles los sueños para despertarnos en un mundo diferente? También, Yesterday, la inolvidable canción de Los Beatles: Ayer todos mis problemas parecían tan lejos / ahora es como si estuvieran aquí para quedarse / oh, creo en el ayer […] Ayer el amor era un juego tan fácil / ahora necesito un lugar donde esconderme / oh, creo en él ayer. El ayer de paz que se vivía en Ucrania a pesar de su último tiempo tan convulso.

Cada uno tiene que posicionarse ante esta invasión absurda, que no guerra, porque Ucrania no la ha querido nunca. Por mi parte, creo en el compromiso intelectual y artístico, como es este ejemplo del pianista alemán, para estar cerca de los que están sufriéndola en proporciones ciclópeas, con un desgarro humano que se contempla a través de las noticias que nos llegan, porque la realidad es que lo que está pasando lo estamos viendo, nunca mejor dicho en lenguaje periodístico. Davide Martello lo hace de la mejor forma que puede y debe, porque su saber ser y estar en el mundo contribuye ahora a mitigar, aunque sea tan sólo unos minutos, el dolor por el daño que sufren los miles de refugiados que cada segundo entran en Polonia. Me solidarizo con él y con el símbolo de la paz que ha pintado con tiza en su piano. Él sabe que su música es ahora, para los ucranianos que huyen de la invasión rusa, compañera en la alegría y medicina para el dolor. A los principales afectados por la invasión, eso les basta.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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