
Sevilla, 30/VIII/2022
Comencé a leer Cantabria y a conocer sus leyendas en Limpias, un lugar muy pequeño pero precioso de cuyo nombre quiero acordarme especialmente en este viaje hacia alguna parte. Cuentan que Coabab o Limpias, tanto monta, monta tanto, con vestigios de una tribu celtíbera que le dio el nombre primitivo, conserva datos de que “en el año 1201, el Rey Don Alfonso VIII y en virtud del fuero concedido a Laredo, la población de Coabab, entre otras, pasó a formar parte del vasallaje de Laredo”. Es el propio municipio actual el que ofrece dos versiones del nombre de esta localidad, hasta llegar al actual: “Cantabria fue en la antigüedad para Castilla, la puerta al mar. Las mercancías que se debían de transportar por barco, trigo que bajaba por el puerto de los Tornos, nueces y castañas de los montes de Cantabria, se depositaban en el ribero de Coabab, para su limpieza, lugar donde atracaban los barcos. Con el tiempo y la constante limpieza, quizá la comodidad del habla, dejó en un último lugar el nombre de Coabab y dio paso al nombre de Limpias […] Al parecer, antaño la población de Coabab fue famosa por sus aguas termales, aguas sulfhídricas templadas, de excelentes propiedades, que se empleaban con gran acierto en combatir enfermedades cutáneas. El preciado líquido, procedía de tres fuentes de aguas potables de excelente calidad y un manantial de aguas minerales. Una de estas fuentes o manantiales que aún discurren, es la “Fuentenilla”, que se encuentra en la carretera que lleva a la villa de Seña. Las “límpidas aguas”, aguas cristalinas de dichos manantiales, tal vez pudo dar paso al apócope de Limpias. Los caminos y pasos desde Castilla hasta las montañas de Cantabria y el discurrir de los ríos hasta su desembocadura al mar, proporcionaron en las orillas de los ríos asentamientos humanos, que hicieron de determinados lugares, verdaderos enclaves de desarrollo. Uno de estos enclaves es Limpias”. Al menos, se sabe que “en el año 718 partió de Limpias don Suero de la Piedra, para unirse a Don Pelayo en la lucha contra los moros”.
La verdad es que paseando por lo que en su día fue el puerto del Rivero, en la orilla derecha de la ría del Asón, reviví su actividad portuaria durante muchos siglos, imaginando sus ferrerías gracias a los yacimientos próximos de zinc, de galena y de hierro. Hay que cerrar los ojos y contemplar en la actual plaza del Ayuntamiento el depósito de estos minerales listos para embarcar hacia puertos lejanos, convirtiéndose en uno de los principales puertos de Castilla. Leyendo su historia, he conocido nombres de barcos que fondeaban en esta zona preciosa del Asón, que me proporcionan un conocimiento que me deslumbra, sobre todo porque este cuaderno digital también busca islas, puertos y barcos desconocidos: veleros, pataches, bergantines, cachemires, urcas, incluso pateras antiguas, como las que fotografié bajo el señorío de las gaviotas, entre otras muchas embarcaciones. El tráfico portuario era reconocido más allá del Cantábrico, porque el maíz y el trigo traídos desde Castilla, cítricos y castañas, también vinos, se exportaban a lugares como Flandes o incluso a América, con Cuba como un puerto de preferencia. Su Casa Lonja atestigua esa actividad frenética que otorga una seña de identidad indeleble a Limpias.
Siendo importante lo anteriormente expuesto, Limpias es reconocida hoy en el mundo, sobre todo, por su Cristo, que se puede visitar en la actualidad en la Iglesia de San Pedro, un centro de peregrinaciones en la actualidad, que ha cobrado especial interés por unos hechos que acaecieron en la Semana Santa del año 1919. Sin querer reinterpretar nada, transcribo lo que el Ayuntamiento actual recoge sobre lo ocurrido en ese año: “Se cuenta que en la Semana Santa de 1919, estando el templo completamente lleno de fieles, unas niñas que estaban devotamente rezando, interrumpieron la misa y salieron atemorizadas y llorosas de la Iglesia, decían y afirmaban que el Santo Cristo de la Agonía había movido los ojos y las había mirado dulcemente. Días después, el 12 de Abril, volvió a repetirse el prodigio. Observado por gran número de personas, indicaron que El Cristo las miró y con un gesto de profundo dolor que contrajo su divino rostro, les mostró una tierna y dulcísima mirada de piedad y misericordia. Los Reverendos Padres, intentando aplacar a la multitud que se echaba atropelladamente a los pies del Cristo agonizante, no podían articular palabra al comprobar ellos mismos la veracidad del milagro. La noticia se extendió y dio lugar, y continúa así en la actualidad, a que se venere tan prodigiosa escultura. El culto al Santo Cristo de la Agonía, atrae a lo largo de los años a los creyentes y a los curiosos a Limpias. Algunos dicen que no ven nada, otros afirman que han sido bendecidos con una mirada del Santo Cristo. Sea como fuere todos estos sucesos y manifestaciones tuvieron una repercusión histórica y un impacto a escala internacional atrayendo a visitantes de diversas nacionalidades”.
Manifiesto un respeto total a estas creencias y por esta actitud, me acerqué a contemplarlo de cerca, eso sí, previo pago de un euro que tuve que echar en una hucha ex profeso para que iluminaran su altar. Estábamos solos, sin acompañamiento alguno, sintiendo una vez más las palabras de Rafael Alberti tantas veces recogidas en este cuaderno digital, Entro Señor en tus iglesias, dando forma a un soneto inolvidable:
Entro, Señor, en tus iglesias… Dime,
si tienes voz, ¿por qué siempre vacías?
Te lo pregunto por si no sabías
que ya a muy pocos tu pasión redime.
Respóndeme, Señor, si te deprime
decirme lo que a nadie le dirías:
si entre las sombras de esas naves frías
tu corazón anonadado gime.
Confiésalo, Señor. Sólo tus fieles
hoy son esos anónimos tropeles
que en todo ven una lección de arte.
Miran acá, miran allá, asombrados,
ángeles, puertas, cúpulas, dorados…
Y no te encuentran por ninguna parte.
Lo que deseo resaltar en esta visita es haber conocido el origen andaluz de esta escultura. Sea una leyenda o no, se ha escrito que al parecer “esta imagen fue venerada en Cádiz en la Iglesia de los padres Franciscanos y que al ser derrumbada por unas inundaciones, la imagen del Cristo pasó al oratorio de Don Diego de la Piedra, caballero profeso de la Orden de Santiago. Cuentan que un maremoto amenazó la ciudad de Cádiz, el pueblo cristiano sacó en procesión las imágenes más veneradas en la ciudad, las aguas se detuvieron y comenzaron a retroceder solo ante la Santa imagen del Cristo de la Agonía. En vista del prodigio, el pueblo agradecido pidió que la imagen del Santo Cristo fuera puesta en veneración en alguna de las Iglesias de Cádiz. Don Diego fallece para el año 1755 no sin antes otorgar en su testimonio diversas cláusulas en las que recuerda a su villa natal de Limpias: «Mandó ensolar la Parroquia de San Pedro de Limpias, costeando su retablo mayor y su dorado, colocando en él tres imágenes: la de Nuestro Redentor agonizando en la Cruz, la de Su Madre Santísima y la del Evangelista San Juan… Por eso esta parroquia se convierte en el Santuario Del Santísimo Cristo De La Agonía”. Una vez más, la unión de estos territorios, Andalucía y Cantabria, se confirma por hechos sorprendentes. Lo veremos de nuevo más adelante.
Es evidente que hay una institución centenaria en Limpias, el Colegio San Vicente de Paúl, que guarda secretos y leyendas de su historia. Lo pudimos comprobar en la visita a la exposición temporal de piezas arqueológicas, fundamentalmente del Paleolítico y del Neolítico, pertenecientes a la colección del Padre Paúl Lorenzo Sierra (1872-1947), uno de los primeros prehistoriadores en Cantabria a principios del siglo XX, un gran investigador y divulgador que tuvo una estrecha vinculación con Limpias y con toda la comarca del Asón. Ejerció como director del colegio San Vicente de Paúl a comienzos del siglo XX y fue, junto a otros paleontólogos, el que aportó gran parte de las investigaciones en las cuevas de las comarcas del Asón y de toda Cantabria. Es importante señalar que arte de su investigación fue plasmada en la obra Las Cuevas de la región Cantábrica, editada en 1911 y financiada, al igual que las investigaciones, por el rey Alberto I de Mónaco, conocedor de estos trabajos. Gran parte de su colección figura en la actualidad en el Museo de la Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC),
Obviamente, me interesó visitar esta exposición, sobre todo porque me trajo inmediatamente a la memoria los trabajos realizados por el padre jesuita Pierre Teilhard de Chardin, paleontólogo de gran prestigio internacional, a quien he dedicado este blog y del que recogí el lema del mismo: el mundo sólo tiene interés hacia adelante. En mi juventud, me ayudó mucho a interpretar el alfa y el omega de la vida, habiendo dejado constancia de ellos en una serie que publiqué en 2006, que he vuelto a leer estos días. Estuvo presente en aquella visita. Cuando me presenté a la Noosfera en 2006, unos meses después de abrir por primera vez este cuaderno digital, afirmé que Teilhard de Chardin, fue un autor al que leí a escondidas por imperativos del guion, llamado Régimen. Hoy, al intentar leer de la mejor forma a Cantabria, vuelve a ser esta aventura literaria una aproximación a estas palabras que se escriben en actitud de evaluación formativa, emitiendo juicios bien informados de mi acción diaria y contemporánea. Creo que es la única forma de trascender la burocracia digital de un ejercicio de reflexión, para trocarse en un acto responsable de acción transformadora, de investigación-acción, con conciencia social informada.
En el camino de vuelta aquél día de la visita al Cristo de la Agonía, volvimos a recorrer el pueblo, siendo conscientes de que era verdad que era una puerta al mar de la vida, con los ríos que van a dar con ella a través de la historia. Eso nos bastaba.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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