La esencia de Hopper según el fotógrafo Andrés Gallego

Sevilla, 16/III/2023

En un mundo en el que debemos manejar con asiduidad el principio de realidad, no viene mal recordar lo que grandes artistas nos han ofrecido con su realismo artístico llevado hasta las últimas consecuencias. Es el caso del fotógrafo melillense Andrés Gallego (Melilla, 1983), que se define de las siguientes formas: “He encontrado en la fotografía una forma de expresión personal, que me permite proyectar mis ideas y proyectos de una manera creativa y diferente. Gran amante de la fotografía en todas sus disciplinas, ha encontrado en el lenguaje visual la forma de crear mundos paralelos en el que se desarrollan diferentes historias que transportan al espectador a diferentes puntos de sus experiencias personales. Recibe sus principales influencias del mundo de la pintura clásica, obteniendo inspiración de grandes maestros como Velázquez, Caravaggio y Vermeer entre otros, así como de pintores más contemporáneos como Edward Hopper, sin olvidar el impacto directo de la obra de artistas como Eugenio Recuenco, LeTurk, Erwin Olaf y Gregory Crewdson”.

Amo la fotografía como la máxima expresión de fijación de instantes que nunca volverán a producirse y esa cápsula de tiempo es lo que embellece el arte de fotografiar la vida. En su obra destaca en estos días la serie dedicada a la esencia de Edward Hopper (1882-1967), en 22 imágenes, preparando una muestra de su arte para la feria de Ámsterdam en las que, al igual que el pintor americano, traslada en la imagen captada por su cámara el resultado de un proceso en el que se encarga de detallar, hasta límites increíbles, los grandes instantes de la vida de las personas corrientes, sobre todo la soledad, algo tan característico en la obra de Hopper. Contemplando las fotografías de Andrés Gallego, se recuerda inmediatamente al gran pintor Hopper, incluso se llega a confundir dónde empieza el arte de uno, la fotografía, cruzándose con el del otro, la pintura.

Cuando se cumplen tres años del comienzo del estado de alarma en nuestro país por la pandemia de la COVID-19, vuelvo a recordar a Hopper por un artículo que escribí sobre él unos quince días después de esta dura experiencia del confinamiento, en el marco de una serie inspirada en las famosas ventanas que figuraban a menudo en su obra, La ventana discreta / 4. Las metáforas se pueden pintar.Vean por qué y cómo lo recordaba en aquel tiempo tan difícil: “Edward Hopper fue el pintor de metáforas existenciales, un adelantado en su tiempo para expresar este recurso excelente de comunicación, fundamentalmente de situaciones humanas de soledad y espera en las que las ventanas, no sé si discretas, son las grandes protagonistas. Durante mi vida profesional, utilicé en alguna ocasión, en las presentaciones oficiales sobre estrategia digital, un cuadro suyo, Oficina en una ciudad pequeña, muy representativo de la estrechez de miras y soledades que a veces tenemos en la vida pública, perfectamente aplicable a la privada de todos los días. En tiempos difíciles de confinamiento, este cuadro es sugerente para interpretar cómo vivimos la soledad ante la realidad de lo que está ocurriendo.

Unos días después, en plena pandemia, volví a recordar a Hopper en una semblanza sobre su realismo mágico que era capaz de retratarnos a todos a través de su obra, Hopper nos retrató a todos: “Edward Hopper nos lleva frecuentemente de los ojos, de la mano también, para situarnos frente a ventanas y puertas de la vida cuando contemplamos sus obras, su realismo de eterna soledad y fría espera. Anoche, la televisión pública, una ventana no inocente, nos ofreció en el cierre del informativo 2 una referencia a un documental que el director Win Wenders ha recreado sobre determinadas obras de Hopper, que actualmente se pueden contemplar en la Fundación Beyeler, situándolo en el contexto tan cercano en el que nos ha instalado el estado de alarma y su largo confinamiento. Es muy interesante recrearse en sus personajes porque nos aportan algo que ya señalé en la serie que dediqué en este blog a la pandemia, en las primeras semanas de confinamiento: todos podemos ser en algún momento modelos de Hopper. Él abordaba con frecuencia la realidad de la espera en muchos cuadros con ventanas y puertas que suponen un respiro en la soledad de cada protagonista y en situaciones personales, familiares, de pareja, a modo de juego existencial en las que cada uno tenemos que buscar la mejor salida al conflicto de vivir confinados con virus o sin él. Los óleos representan muy bien nuestra situación actual, porque son retratos anticipados. Estamos muchas veces solos ante el peligro, en silencio y permitiéndonos algo muy importante: reflexionar, reflexionar, reflexionar y pasar a la acción, porque las ventanas de la vida ofrecen siempre oportunidades. Parando un momento. Estamos viviendo todavía, durante el estado de alarma, en espacios cerrados frente al enemigo único, atrincherados, aunque siempre nos quedan ventanas amplias o pequeñas, desnudas, como invitando a saltar a través de ellas observando los cuadros de Hopper, porque no tienen limitación alguna, solo el vértigo existencial legítimo para trascenderlas y volver a la vida para recorrer las grandes alamedas de la desescalada en libertad”.

Edward Hopper, Sol de la mañana, 1955

En los días de “después” de cumplirse el tercer aniversario del confinamiento vinculado al estado de alarma decretado el 13 de marzo de 2020, Hopper y el fotógrafo Andrés Gallego nos invitan a través de sus óleos y fotografías, respectivamente, a reflexionar sobre nuestra situación actual en marzo de 2023, porque son retratos anticipados, porque como decía anteriormente “estamos muchas veces solos ante el peligro, en silencio y permitiéndonos algo muy importante: reflexionar, reflexionar, reflexionar y pasar a la acción, porque las ventanas de la vida ofrecen siempre oportunidades”. Eso sí, parando un momento, aunque siempre nos queda la palabra para expresarnos cuando, frecuentando la soledad y el silencio, necesitamos la cultura de la pintura, como expresaba Hopper: “Si determinadas situaciones vitales pudiesen contarse con palabras no sería necesario pintar”. Igual, con las fotografías. La voz en off del documental citado de Win Wenders, finaliza con unas palabras inquietantes, que las recreo contemplando de nuevo algunos cuadros que tengo grabados en mi memoria de hipocampo: Hopper nos retrató a todos cuando éramos personajes vivientes de sus cuadros. Esa es, también, la gran lección profesional del fotógrafo Andrés Gallego y merece mi reconocimiento en este cuaderno de inteligencia digital que busca islas desconocidas, a través de sus 22 imágenes vivas de la vida tomadas en su proceso de construcción de instantes impregnados de la magia de su realismo mágico tan particular e íntimo.

Andrés Gallego, Sol de la mañana, 2023

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN:José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

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