Luar na Galiza / 4. El paisaje habla

SANTA MARINA DOZO
Santa Mariña Dozo – Cambados (Pontevedra) / JA COBEÑA

Rumbo a Galicia. Ya estábamos mentalizados en que nos aproximábamos a Galicia, con una lectura en paralelo, crítica, que conservaba en la mente unas palabras esclarecedoras de Manuel Rivas sobre su tierra querida: “El paisaje habla. Las cicatrices del paisaje, como ya dijo Freud, pueden explicar otros malestares, comenzando por el cultural”. Llevaba una idea en el equipaje mental de que Galicia ha sufrido mucho con decisiones políticas en los últimos treinta años que la han maltratado por tierra, mar y aire en su esencia conservadora, en el buen sentido de la palabra conservadora, es decir, que deseaba mantener viva su cultura y manifestaciones paisajísticas que la caracterizan. Conservarlas.

Lo hemos observado en los días que hemos recorrido Galicia de norte a sur y algo de oeste a este. Nos ha sorprendido, por ejemplo, la convivencia no pacífica de los eucaliptos con el pino autóctono, sabiendo que el eucalipto es el llamado “árbol del Estado”, como decía el sociólogo Mario Gaviria de la realidad eucaliptal de Huelva. Hemos pasado por carreteras donde se abrazaban las ramas de los árboles de un lado a otro y el omnipresente eucalipto desdibujaba imágenes preciosas que las conservamos en nuestra memoria de hipocampo.

Hicimos la entrada triunfal a Galicia por una autovía, espléndida, pero que nos hizo recordar inmediatamente como nos alejaba de la realidad de sus pueblos, tal y como los habíamos conocido en el viaje anterior, hace ya veintidós años. Es el tributo que pagamos para facilitar las comunicaciones, es indudable, pero una de las peculiaridades de esta tierra es el paisaje y el paisanaje. Habíamos salido del territorio abrupto de una parte de Castilla- León y entrábamos en una zona verde inmensa, donde sabemos que el agua es su principal aliado para manifestarse desde todas las perspectivas posibles. Estoy de acuerdo con Manuel Rivas en que, en este avance imparable de la llamada modernidad, es imprescindible trabajar siempre con consenso y, en relación con el viaje que nos ocupa, especialmente sobre la ordenación de los territorios, preservando aquello que mantiene una esencia y presencia cultural de siglos. Decía Rivas que en aquellos años de gobierno de don Manuel Fraga Iribarne, se debió trabajar con este espíritu de consenso para “Decidir lo que es sagrado. Lo que no se toca. Salvar algo.” Pero no fue así y Galicia es víctima ahora de muchas decisiones tomadas hace veinte años y más, que han condicionado su desarrollo.

Llegamos a Cambados, nuestro territorio provisional en Galicia, efímero, un lugar con encanto, que tiene una posición geográfica envidiable para disfrutar de un punto de encuentro para frecuentar zonas emblemáticas de esta Comunidad, que son siempre futuro para sus lugareños, no tanto para nosotros. Es la esencia que debemos respetar en el ciclo actual del llamado “turismo”, porque los que viajamos a estos lugares unos días, tenemos que saber respetar que aquella es su ciudad, su pueblo, y no tenemos derecho alguno a alterarlo con usos y costumbres que rompen muchos siglos de historia. Podemos disfrutar mucho más de aquello que nos rodea en el momento presente si se respeta su forma de expresarlo, vivirlo, hablarlo, sentirlo y compartirlo. Además, en su lengua, tan rica en palabras que simbolizan ideas muy complejas, pero que con una sola palabra traducen sentimientos y emociones que necesitamos otros, los visitantes, expresar con muchas palabras. Un ejemplo lo tenemos en palabras como saudade (nostalgia, añoranza, melancolía, fantasma del bien soñado (Rosalía de Castro), lembranza (recuerdo), enxebre (auténtico, puro, genuino), bolboreta (mariposa) luscofusco (momento del atardecer en el que oculta el sol), luar (resplandor de la luna) y tantas otras que he escuchado con veneración absoluta, casi con aprecio reverencial, que no miedo.

Cambados resume bien muchas historias de Galicia, la dualidad del señorío y de la plebe, las creencias y el pensamiento en otro más allá, la tierra y el mar. Las tres realidades que se convierten en una en esta villa, Fefiñáns, Cambados y San Tomé do Mar, reflejan a todas luces ese proceso necesario de integración y de convivencia durante siglos de la historia de Galicia. El Renacimiento italiano está presente en la plaza de Fefiñáns, donde es fácil transportarse con la imaginación al siglo XVI para contemplar la belleza arquitectónica del Palacio de Figueroa, en forma de pazo, incrustada en ella. Lugares de especial encanto son también el pazo de Ulloa, que al ser propiedad privada solo nos permitieron entrar en la capilla del mismo; la iglesia de San Benito, construida por el interés de un señor, eI Vizconde de Fefiñáns, don Gonzalo de Valladares, el Pazo de Montesacro y la capilla adjunta de la Virgen de la Valvanera, fruto del mestizaje logroñés en aquél Concello y, sobre todo, las ruinas de Santa Marina Dozo, construida sobre restos románicos del siglo XII.

Sobrecoge la entrada en estos restos arquitectónicos, porque avanzas hasta el ábside a través de sepulturas de todo tipo y linaje, a cielo descubierto. Álvaro Cunqueiro lo definió como “el más melancólico camposanto del mundo”. Indescriptibles son las sensaciones al caminar por aquellas ruinas, donde la imaginación vuela a cielos insospechados, permitidos in situ a través de las ruinas que quedan como símbolo para la posteridad. Avanzando por aceras en las que se alternaban casas y viñedos con su uva mágica, albariño, fuimos a visitar San Tomé, el pueblo marinero que se integró posteriormente en la denominación Cambados. Está visiblemente alterado por las construcciones recientes, pero mantiene todavía su sabor. Allí nos acercamos a las ruinas actuales de la torre de San Sadorniño, de la que he sabido que se cuidó en su estructura romana hasta el siglo XVIII, con una actuación precisa por los ataques de los Irmandiños, de los que he conocido su interesante historia de revuelta y gran guerra por algunos retazos históricos que explica Manuel Rivas en mi libro guía de este viaje. Me ha interesado mucho esta mención y estoy leyendo en la actualidad documentos al respecto para comprender mejor la quintaesencia gallega. Una vez más, se repite la dualidad Iglesia-Estado, presente en Cambados a lo largo de los siglos, con el apoyo de reyes y nobles. Y el pueblo marinero, plebeyo, siempre tan cerca, pero tan lejos.

Es verdad: el paisaje habla. El paisanaje…, también.

Sevilla, 29/VIII/2017

Luar na Galiza / 3. Como decíamos ayer… 

SALAMANCA

Iniciamos el camino a Galicia, que no a Santiago. Queríamos contemplar en este viaje especial otra cara, laica, de un pueblo desconocido por nosotros en su identidad más pura. Un camino largo que necesitó una parada programada en Salamanca, que nos recibió con un mural muy significativo. Es una ciudad para admirarla, nada más, en el sentido primigenio que dio Aristóteles a la palabra admiración, como palabra que define muy bien a la filosofía, como capacidad que tienen las personas para admirarse de todas las cosas. Pocas horas para contemplarla en sitios escogidos: San Esteban Monumental (Padres Dominicos), las dos catedrales y las Escuelas Mayores. Nada más.

Desde el teso de la feria, hemos contemplado durante noche y día las catedrales de Salamanca con un juego de colores maravilloso, al igual que la iglesia de San Esteban, cuya fachada nos impresionó por su majestuosidad renacentista-plateresca. Era la mirada simbólica del mural. La entrada al claustro sobrecoge por el silencio que experimentamos en él, paseando por sus pasillos peripatéticos, rodeados de arcos renacentistas que dan forma a los maineles con capiteles tallados con grutescos, monstruos, putti, etc.

Visitamos también los dos Capítulos, donde en el antiguo están enterrados dominicos que han aportado saber humano, sobre todo en torno a su Dios, tales como Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y Pedro de Sotomayor, entre otros. Subimos al claustro superior por la extraordinaria escalera de Soto, que fue quien la pagó, aunque es obra arquitectónica de Rodrigo Gil de Hontañón. Y pasamos a la Iglesia, de estilo gótico tardío, que nos ofreció la gran sorpresa en este viaje: la utilización de grandes espejos para contemplar el cielo de bóvedas, arcos apuntados, nervaduras y cruceros, con un detalle espectacular. Me llamó poderosamente la atención algo que descubrí en el fresco del coro, dedicado a la iglesia militante y triunfante, sobre todo la militante, representada por una mujer vestida de pontifical y subida a una carroza. A su lado está Santo Tomás de Aquino y avanzando junto a ella están las cuatro virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, justicia y templanza. Curiosamente, la carroza atropella a los siete pecados capitales representados por animales: el oso (la ira), el avestruz (la gula), el pavo (la soberbia), el lobo (la avaricia), la cabra (la lujuria), el perro (la envidia) y la tortuga (la pereza). Me senté en un banco a reflexionar sobre aquella imagen de mujer triunfante en su militancia. No era para menos, porque cuando salíamos nos sentamos en el confesonario al que acudía Teresa de Jesús para encontrar un sentido a una idea que la perseguía a menudo: “No hay virtud de mujer que no se tenga por sospechosa”.

Nos trasladamos pensativos a las dos catedrales, la vieja y la nueva. Pudimos visitarlas por orden histórico, es decir, comenzando por la vieja, que también escondía sorpresas a estas alturas de mi vida. Espejos por allá, por acullá. Nos sorprendió su valor histórico y que pudiéramos contemplarla nueve siglos después del inicio de sus obras, porque la inteligencia eclesial del siglo XVI decidió mantenerla cuando comenzó la construcción de la catedral nueva. Me pareció maravilloso el cimborrio, datado en el siglo XII, con dos cúpulas distintas, la interior y la exterior, de una complejidad arquitectónica admirable. Nos sentamos a contemplar el retablo mayor, con 53 tablas admirables de la escuela renacentista italiana, atribuida a los hermanos Delli. Vuelve a primar el canto a la mujer representando las citadas tablas el ciclo completo de la vida de la Virgen María y de Jesucristo, desde el Nacimiento de la Virgen hasta el tránsito de la Madre de Cristo, todo acompañado de escenas de la vida de Jesús y rematadas por el magnífico Juicio Final. Se utiliza con frecuencia el color rosa, bajo la influencia de la escuela sienesa y florentina, mezclado con los detalles típicos de la pintura flamenca. Y me causó especial admiración la coronación del retablo con la representación del Juicio Final, en el que Jesucristo separa los buenos de los malos, que tanto ha perdurado hasta nuestros días en la religión católica, haciendo sufrir sin sentido alguno a tantas personas por la asunción del pecado. A la derecha de Cristo aparecen los salvados o buenos, vestidos de blanco y a su izquierda, desnudos, los condenados por ser malos. Lo de siempre, con un aviso para navegantes porque entre los malos, hay algún obispo o Papa. Para que no se olvide.

La catedral nueva se construyó porque la vieja era pequeña y no podía albergar bien los fieles que atraía sobre todo la Universidad. Pasamos a visitarla, contemplando una planta del gótico tardío y con actuaciones propias del barroco, como incrustadas en ella, dada la tardanza en culminar su obra, dos siglos concretamente, desde el XVI al XVIII. Nos recordó mucho la de Sevilla, por su planta y por su grandiosidad. Contemplé con admiración los dos órganos, restaurados en la actualidad, así como las numerosas capillas dedicadas en las naves laterales.

Por último, visitamos las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca, con su fachada plateresca en la que destaca un medallón que incluye la imagen de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, acompañados de un texto escrito en griego que simboliza muy bien la presencia regia en la universidad salmantina: «Los Reyes a la Universidad y la Universidad a los Reyes». Pasamos al interior del claustro, con un interés manifiesto: visitar de nuevo el aula dedicada a Miguel de Unamuno (¡que inventen ellos!, frase sacada de contexto hasta nuestros días), antigua aula de Derecho canónico, sin despreciar las restantes en las que también entramos. El aula de la elocuencia, hoy llamada aula Dorado Montero dedicada al que fue profesor penalista de esta Universidad. También, el aula Francisco Salinas en honor al músico y catedrático contemporáneo de Fray Luis de León, quién le dedico la famosa Oda a Salinas; el aula Fray Luis de León, muy austera y que conserva el mobiliario original, presidida por una cátedra desde la que se dictaban las lecciones, vigas de madera que servían de pupitre y asiento a los estudiantes y unos asientos pegados a la pared que servían para la asistencia a las clases de los doctores o invitados ilustres como Carlos V y que, según dicen, en una ocasión escuchó una lección de Fray Francisco Vitoria.

ESCUELAS MAYORES

En el trayecto interior de las Escuelas Mayores, encontré una pintura realizada en un muro, con el corte clásico de la época, dedicada a Francisco Tomás y Valiente. Lo traigo a colación porque no lo pasé por alto. Me senté junto a una ventana del patio a contemplarlo, durante unos minutos, en la cuna de la sabiduría de este país y agradecerle su dedicación y entrega a la enseñanza universitaria hasta que la intransigencia de unos pocos, al ser asesinado por ETA en 1996, le privó de seguir viviendo apasionadamente, como él lo hacía.

Como decíamos ayer, recordando a Fray Luis de León, fue una parada técnica desde la perspectiva cultural para recobrar sentido a un viaje a Galicia diferente, especial, donde lo importante no era hacer turismo de siempre, sino recuperar el sentido de la vida a través de la naturaleza, es decir, cumplir con la máxima latina “gratia non datur, natura dispensatur” (la gracia nunca presupone lo que no la naturaleza no da), que en Salamanca sonaba aquél día de forma diferente: “quod natura non dat, Salmantica non praestat”. Galicia tampoco.

Sevilla, 27/VIII/2017

Luar na Galiza / 2. Luar na lubre

Busqué una canción emblemática de Galicia para que nos acompañara en este viaje especial y lo tuve fácil porque en mi memoria de hipocampo resuena con bastante frecuencia una canción preciosa, Tú, gitana, que la relaciono inmediatamente con esta tierra. La canta Sara Vidal, acompañada por un conjunto al que admiro mucho, Luar na lubre (Resplandor de la luz en el bosque celta), grupo coruñés de música folk. Como casi nada es inocente en la vida, esta canción tampoco lo es, conociendo al autor de su música, Jose Zeca Afonso, el carismático líder de la revuelta silenciosa de los claveles en Portugal cantando como nadie Grándola, vila morena. Él recogió la letra de la canción, que pertenece al Cancioneiro popular de Vila Viçosa, de la que recojo una estrofa preciosa: porque el pueblo es quien más ordena, a la sombra de una encina de la que yo no sabía su edad.

La verdad es que Ir a Galicia es acercarse siempre a Portugal. La canción fue elegida como fondo sonoro de una campaña publicitaria de promoción de la Comunidad, en 2006, con un eslogan que tampoco he olvidado: palabras únicas, para emociones únicas. Es verdad porque la letra de la canción emociona por su aproximación a la realidad de los que caminan sin descanso por la vida simbolizados en el poder fáctico atribuido a una etnia, la gitana, tan próxima a nosotros:

Tu gitana que adevinhas
me lo digas pues no lo se
si saldré desta aventura
o si nela moriré.

O si nela perco la vida,
o si nela triunfaré,
Tu gitana que adevinhas
me lo digas pues no lo se.

Tú, gitana que adivinas
dímelo, pues no lo sé
si saldré de esta aventura
o si en ella moriré

O si en ella pierdo la vida,
o sin en ella triunfaré
Tú, gitana que adivinas
dímelo, pues no lo sé

El viaje se presenta también como una aventura para descubrir un pueblo diferente al nuestro, el andaluz, pero quizá ha sido esta canción una forma de aproximarnos a esta tierra tan bella, que siempre nos la han presentado como viajera necesaria por el exilio y, además, muy conservadora, pero que Manuel Rivas me lo ha aclarado de forma extraordinaria en un artículo recogido en el libro que me ha acompañado en este viaje a alguna parte y que cité en la primera entrega de esta serie. Dice el autor que “En mi demorado recorrido por Galicia siguiendo al pie de la letra la guía de don Ramón Otero Pedrayo, encontré muchos conserveros, y aun miles y miles de latas de conserva, pero constaté que conservadores, lo que se dice conservadores, se pueden contar con los dedos de una mano”.  Y afirma rotundamente: “Es hora de decir la verdad. Toda la intención de esa mayoría gallega a la que se tiene por conservadora, comenzando por los políticos que así se definen, es conservar lo menos posible y deshacerse de lo realmente conservable lo antes posible. Si a alguna conclusión llegué después de mi estancia en Galicia es que allí hay un proceso en marcha para no conservar nada. No hay tótem sagrado de Galicia que no esté en trance de extinción, y hasta las vacas tienen puestos los cuernos a remojo”. Finaliza su artículo con una premonición: “Definitivamente, en Galicia, pese al tópico de la Galicia conservadora, no encontré casi conservadores. Conocí, eso sí, unos cuantos, pero la gente los considera tipos raros y revolucionarios”.

Han pasado muchos años desde que Manuel Rivas escribió estas líneas, pero tengo que verificarlas en la medida que sea posible durante este viaje, porque tengo que reconocer que también pertenezco al grupo de los que piensan que Galicia tiene al PP al frente del Gobierno de la Comunidad por ese motivo, porque son “conservadores”. Lo veremos, porque la negra sombra de Rosalía de Castro, maravillosamente cantada por Luz Casal, es otra realidad que también existe.

Sintonizo de nuevo Tú, gitana. Canto con Sara y Pablo esta bella canción, en estrofas que son un programa de viaje hacia alguna parte: Tú, gitana que adivinas / dímelo, pues no lo sé / si saldré de esta aventura / o si en ella moriré / O si en ella pierdo la vida, / o sin en ella triunfaré / Tú, gitana que adivinas / dímelo, pues no lo sé. Las resonancias de José “Zeca” Afonso, autor de la canción, a quien también debo parte de mi ideología por su preciosa Grándola, vila morena, no me dejan indiferente. Espero que esta tarde, mañana o noche nos sirva para valorar la inteligencia de la música hecha compromiso.

Ahora, como me ocurrió en 2006, sólo quería compartirlo contigo, formando parte de este cuaderno de viaje: palabras únicas, para emociones únicas.

Sevilla, 26/VIII/2017

Luar na Galiza / 1. Un viaje especial

BANCO DE LOIBA

He escogido el título de esta serie, en gallego, porque representa muy bien el claro objeto de deseo de dedicar palabras especiales a un viaje reciente a Galicia, que siempre he admirado como pueblo, pero que no conocía suficientemente aun contando con antepasados familiares en Pontevedra. He admirado también la palabra luar, resplandor de la luna, dando continuidad a la vida, iluminándola en cualquier momento como si fuera el faro de Fisterra, perpetuo en el alma, para facilitar un viaje interior caminando siempre hacia adelante. Luar na Galiza, Resplandor de la luna en Galicia.

Han sido días de búsqueda incesante de la identidad gallega en cualquier camino a recorrer, porque me interesaba descubrir una tierra en la que he necesitado localizar guías, más bien un guía, diferente, habiéndolo encontrado en la persona del escritor coruñés Manuel Rivas (que tanto admiro) a través de su obra Galicia, Galicia (1), presentada como un ejercicio de libertad entre lo local y lo universal para dar respuesta a una pregunta no inocente: ¿qué ocurre en el finisterre europeo? Me pareció extraordinaria una recomendación en los días previos al viaje, porque en ese libro, escrito en un tiempo político concreto de la Comunidad, presidida por Fraga Iribarne, habla de método para conocer su tierra natal a través de la literatura, que él llama no sin cierta ironía, agencia de viajes Otero Pedrayo y la Compañía Álvaro Cunqueiro, con dos obras de ambos autores gallegos, Os camiños da vida y Tesouros novos e vellos, respetivamente. También, leyendo al poeta Manuel María, en su libro Andando a terra. Dice Rivas que “Yo no sé cómo la gente se complica tanto la vida a la hora de viajar”, porque “te sientas en casa, al fresquito de los libros y pronto te sientes un comandante de jetgaviota tomando pista en la playa de Troba de Laxe. Hablas por la megafonía y anuncias con voz de vocalista de verbena: “Amigos viajeros, primero vamos a Carcasona y luego a los Caneiros de Betanzos, con paradita en Cuba y en el Ribeiro”.

A pesar de sus recomendaciones, inicié el viaje en coche, que él lo desaconseja en cualquier caso, dado que tener coche es una desgracia como otra cualquiera, así como ir por la vida como volantista, porque cuando se conduce no vemos lo que los demás ven cuando no lo utilizan o son pasajeros de viajes especiales. Es verdad, me ha pasado en estos días por la red de carreteras de Galicia, porque cuando iba preocupado con un stop o un cambio de sentido, no podía apreciar bien los cruceiros o lo que el narra como “una hermosa cruz de piedra y las espinas del Cristo, también de piedra”. Yo no llevaba la Guía de Galicia de Otero Pedrayo, al que cité anteriormente, pero sí recordé en tierras gallegas una murmuración de Rivas hacia él hecha, eso sí, con saudade: «Ándele, don Ramón, cuénteme un poco cómo es Galicia». Mejor todavía, «Ándele, don Manuel (Rivas), cuénteme un poco cómo es hoy día el luar en Galicia».

Sevilla, 25/VIII/2017

NOTA: la imagen, el banco de Loiba, se ha recuperado hoy de https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2015/06/17/famoso-banco-loiba-noche-verano/0003_201506G17P28993.htm

(1) Rivas, Manuel (2002). Galicia, Galicia. Un ejercicio de libertad entre lo local y lo universal. Madrid: Suma de Letras.

En ausencia de Basilio Martín Patino

Cuando alcanzamos una determinada edad, somos más sensibles a las ausencias de personas que por una razón u otra, han significado algo o mucho en nuestras vidas. Es el caso de Basilio Martín Patino, posiblemente un gran desconocido para las generaciones actuales, pero que para la mía, en concreto, fue un referente para identificar señas de identidad de la ansiada libertad cósmica, polivalente, en este país. Lo conocí a través de una gran película, Nueve cartas a Berta, que comienza con una cita inolvidable de Antonio Machado: «Esta es la historia de un español que quiere vivir, y a vivir empieza». Era lo que me pasaba a mí, alma inquieta hasta la muerte, porque en 1966 me aproximaba a la mayoría de edad, algo que soñaba como mágico para tomar las riendas de mi azarosa vida.

He recogido un fragmento de la crítica de la película que hizo la revista Fotogramas en enero de 1966, que me parece muy interesante sin olvidar el contexto que en una ocasión le recuerda a Lorenzo (el protagonista), su padre (falangista de pro), sobre las dos Españas, donde una helaba el corazón: “(…) Basilio Martín Patino ha hendido de tal forma en esa carne de su generación universitaria, que no sólo ha logrado su propósito, sino que su obra quedará como una auténtica vivisección de su época y sus gentes. El filme de Basilio Martín Patino que tal vez esté divorciado de eso que aquí llaman espectáculo, supone, por el contrario, un ejercicio moderno, escrito con gran belleza, al que podemos considerar como el análisis de una vida –mejor, de muchas vidas-. La rabia del autor está metida aquí en muchas cosas, pero también el dolor y la tristeza. Y será difícil que alguien que haya vivido, aunque sea de lejos, los problemas de los universitarios “de provincia”, no quede conmovido ante este verdadero espectáculo que se nos ofrece repleto de aciertos cinematográficos”.

Seguí de cerca su obra cinematográfica y procuré no “perderme” ninguna película de este excelente director, que hizo siempre películas no inocentes, en el sentido que tantas veces he defendido en este blog y aprendido del escritor neo-marxista George Lukács, precisamente en los años setenta del siglo pasado sobre la destrucción de la razón, es decir, el irracionalismo desde Schelling hasta Hitler. Es una filosofía de la historia muy aguda y crítica, centrada en un argumento harto expresivo: «no hay ninguna ideología inocente: la actitud favorable o contraria a la razón decide, al mismo tiempo, en cuanto a la esencia de una filosofía como tal filosofía en cuanto a la misión que está llamada a cumplir en el desarrollo social. Entre otras razones, porque la razón misma no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja siempre el carácter racional (o irracional) concreto de una situación social, de una tendencia del desarrollo, dándole claridad conceptual y; por tanto, impulsándola o entorpeciéndola» (1).

He recordado con estas palabras la realidad del tiempo y de quienes son sus protagonistas o estrellas invitadas, alguna vez, en la vida de cada persona. Cuando no encontramos respuestas ante la realidad de la muerte, siempre recuerdo la de una persona simbólica, el Eclesiastés, que ante tres preguntas claves sobre la vida, ¿qué gana el que trabaja con fatiga? o en otra variación sobre el mismo tema: ¿qué saca cualquier persona de todo su fatigoso afán bajo el sol?; ¿quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida de los animales desciende hacia abajo, a la tierra? y, por último, ¿quién le guiará a contemplar lo que ha de suceder después de él?, solo da una respuesta en el capítulo siguiente. Primero, la respuesta está en el silencio de Dios, porque ese capítulo 3 de las preguntas, acaba de forma contundente para los que defienden creencias teístas: las respuestas no las vamos a conocer nunca porque “[Dios] también ha puesto el afán en sus corazones, sin que el hombre llegue [nunca] a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin” (Eclesiastés 3, 11). Y sigue el capítulo 4 con una explicación preciosa: hablemos de amistad, porque la solución está en creer en ella, dado que si es auténtica es como la cuerda de tres hilos, que nunca se puede romper. Porque si te caes, siempre habrá alguien cerca para levantarte. De cualquier caída, de cualquier derrota, de cualquier ausencia. Hoy, la de Basilio Martín Patino.

Sevilla, 13/VIII/2017

(1) Lukács, G. (1976). El asalto a la razón. Barcelona: Grijalbo, pág. 4s.

Van Gogh: estrella invitada

Cuando era pequeño y soñaba como pequeño, me impresionaba leer en perfecto inglés la referencia a la estrella invitada (guest star) en aquellas películas americanas de la sesión continua habitual del cine Tívoli, local refrigerado, que hacía más llevaderas las tardes de verano en Madrid, con visita al ambigú en los descansos para probar helados de la selecta nevería de la que disponía aquel cine en concreto. Me lo ha recordado simbólicamente el anuncio del estreno de una película asombrosa, Loving Van Gogh, que veremos muy pronto en los cines de este país, porque el pintor holandés es la auténtica estrella invitada en un papel estelar, valga la redundancia, que explico más adelante.

He leído con pasión las referencias técnicas de la película porque supone una revolución espectacular en el cine animado, que se traduce en una obra ciclópea en la que han intervenido más de ciento veinte artistas bajo la dirección de la pintora polaca Dorota Kobiela y su pareja, el cineasta Hugh Wlchman, que han pintado al óleo durante cinco años de preparación de la película, más de ciento veinte obras de Van Gogh, reflejadas en 62.450 fotogramas y 12 pinturas al óleo cada segundo, que dan vida a la trama argumental de la película, extraída de la lectura de más de ochocientas cartas del pintor.

Ocho personajes de Van Gogh han cobrado vida propia en esta obra maravillosa, formando parte de su reparto: Douglas Booth como Armand Roulin, Jerome Flynn (Dr. Gachet), Saoirse Ronan (Marguerite Gachet), Helen McCrory (Louise Chevalier), Chris O’Dowd (Postman Roulin), John Sessions (Pere Tanguy), Eleanor Tomlinson (Adeline Ravoux) y Aidan Turner como Boatman, todos ellos pintados y animados especialmente para esta película.

LA COSECHA-JA COBENA
La cosecha. Copia del original de Van Gogh, 1888 / JA COBEÑA

Paseando hoy por un barrio de mi memoria he recordado que en enero de 2005 finalicé la copia de un cuadro suyo, La cosecha (en La Crau), como primer trabajo del taller en el que estaba inscrito ese año, pintado a propuesta mía por el recuerdo vivo de un libro precioso que tenía en mi biblioteca sobre el autor y publicado en 1990, año en el que se cumplía el centenario de su muerte y porque creí que era importante copiarlo en trazos que consideré siempre fáciles para un principiante. Craso error. Aquella sobrecubierta del libro, en la que figuraba también el cuadro, había sido clave para comprender mejor a este complejo artista, al que conocí a través del trigo cosechado en Arlés, el pajar, las escaleras, el carro central que tanto cuidé, un hombre con una horca y el fondo de montañas de colores púrpura y azul, el Montmajour, con un fondo turquesa de cielo bastante sobrecogedor. Lo he visto en el tráiler y me ha emocionado, porque sé lo que escribió él al contemplarlo como obra inacabada de una sola sesión, el 12 de junio de 1888: “El […] lienzo hace que desmerezca absolutamente todo el resto”, porque sabía que era de una complejidad técnica asombrosa y porque el verano, a diferencia de la primavera, no es fácil de representar. Es la primera vez que incorpora también a personas en esta serie y pretendió representar casi todas las fases de la cosecha. En la llanura de la Crau, en Arlés, donde está situada su pintura, decía que “no hay nada más que… infinitud y… eternidad”.

El gran director japonés Kurosawa ya se aproximó en 1990, con animación y financiación americana, a la pintura de Van Gogh, con su extraordinaria película Sueños, concretamente en el quinto, dedicado a los cuervos e interpretada por Martin Scorsese como Vincent van Gogh: “Un estudiante de arte se encuentra dentro del mundo vibrante y a veces caótico dentro de la pintura de Van Gogh, donde conoce al artista en un campo y conversa con él. El estudiante, en un momento determinado, pierde el rastro del artista (quien pierde una oreja y se acerca al final de su vida) y viaja a través de otras obras tratando de encontrarlo. La pintura de Van Gogh «Campos de trigo con cuervos” resulta ser un elemento importante en este sueño. Además, Kurosawa escogió como música de fondo el preludio N.º 15 en Re bemol mayor del compositor polaco Frédéric Chopin”.

CARRIL BICI FLUORESCENTE
El primer carril bici fluorescente del mundo, en Nuenen. El cielo estrellado de Van Gogh sobre el asfalto.

Espero la película con la ilusión que contaba al principio en mis citas con estrellas invitadas por el cine Tívoli de Madrid. En esta ocasión, una muy especial, Vincent Van Gogh, quien imaginaba sueños para después pintarlos para los demás en su mundo precioso de cielos estrellados, recordados hoy de forma asombrosa por sus paisanos ocasionales de Nuenen (Holanda).

Sevilla, 11/VIII/2017

Vergüenza ajena como exfuncionario

FORGES

Hemos sido noticia otra vez los funcionarios, no por su trabajo digno diario, mayoritario, en todo el país, sino por algo por lo que he sentido vergüenza ajena al escucharlo. Ha sucedido en el Ayuntamiento de Ponteareas (Pontevedra) el pasado lunes, donde se ha aprobado en Pleno un acuerdo, con los votos de BNG, PSdeG-PSOE y Riada do Tea, mediante el cual se incentiva la efectiva asistencia y permanencia en el trabajo -a la que se destina el 70% de lo que se abonará en concepto de productividad- «cuando el personal municipal realice el noventa por ciento de la jornada máxima semanal vigente en el Concello en cada momento».

La interpretación popular es inmediata: se va a premiar al personal funcionario por ir a trabajar, porque hacerlo por trabajar mejor para salvaguardar el interés general sin pérdida de tiempo alguno, a través de objetivos públicos alcanzados, por ejemplo, es harina de otro costal. Me parece inconcebible el procedimiento y daña a la imagen del funcionariado en general, cuyo trabajo es encomiable de forma mayoritaria. Cantidad de tiempo presencial versus calidad en el logro de objetivos públicos al servicio del interés general, en estado puro.

Con esta decisión damos pábulo a la concepción extendida a nivel popular sobre funcionarios y funcionarias de este país, altivos, que he recordado en varias ocasiones en este blog: “A Blanca, la protagonista de una novela entrañable de Antonio Muñoz Molina, En ausencia de Blanca, no le gustaba pronunciar la palabra “funcionario”, aludiendo a Mario, su marido. Cuando Blanca quería referirse a las personas que más detestaba, las rutinarias, las monótonas, las incapaces de cualquier rasgo de imaginación, decía: “son funcionarios mentales”. Cuando en una ocasión vi aquel chiste de Forges, brillante humorista español, en el que aparecían tres presuntos funcionarios echados hacia atrás en sus sillones, con las manos cruzadas en la nuca y diciendo: “se me abren las carnes cada vez que me dicen que me tengo que ir de vacaciones…”, me pregunté el porqué de estas interpretaciones de la calle. Sin comentarios. Pasados los años, ocupando ahora un puesto de responsabilidad en el ámbito de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación en el ámbito económico-financiero, me gustaría retomar aquellas consideraciones desde la perspectiva de asunción de responsabilidades de un funcionario que no sabe muchas cosas que los ciudadanos y ciudadanas de este país sospechan en la relación con la Administración andaluza”.

Lo digo hoy como exempleado público, porque he crecido junto a la reiterada referencia a Larra, ¡vuelva usted mañana!, en todos los años de dedicación plena a la función pública: educativa, sanitaria y tributaria, construyendo día a día y, en contrapartida, lo que llamaba “segundos de credibilidad pública”. Me ha pesado mucho la baja autoestima, ¿larriana?, que se percibe en el seno de la Administración Pública por una situación vergonzante que muchas veces no coincide con la realidad, porque desde dentro de la misma Administración hay manifestaciones larvadas, latentes y manifiestas (valga la redundancia) de un “¡hasta aquí hemos llegado!” por parte de empleadas y empleados públicos excelentes, que tienen que convivir a diario con otras empleadas y empleados públicos que reproducen hasta la saciedad a Larra (a veces, digitalizado) y que hacen polvo la imagen auténtica y verdadera que existe también en la trastienda pública. Y muchas empleadas y empleados públicos piensan que la batalla está perdida, unos por la llamada “politización” de la función pública, olvidando por cierto que la responsabilidad sobre la Administración Pública es siempre del Gobierno correspondiente, y otros porque piensan que el actual diseño legislativo de la función pública acusa el paso de los años y que la entrada en tromba de las diferentes Administraciones Públicas de las Comunidades Autónomas, obligan a una difícil convivencia de la legislación sustantiva sobre el particular con las llamadas “peculiaridades” de cada territorio autónomo”.

Espero que las aguas vuelvan a su cauce, aunque como exfuncionario no piense que sé cosas que los ciudadanos normales ni sospechan, porque lo que si sé es que por noticias como la del Ayuntamiento de Ponteareas, el mal ya está hecho de nuevo.

Sevilla, 9/VIII/2017

El #VerdeConstancia

Desde el mes pasado estamos viendo a diario un anuncio en TV promovido por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), que lanza el color #VerdeConstancia, “porque el verde esperanza de toda la vida se queda en desear que las cosas pasen, mientras que el #VerdeConstancia es de hacer, hacer y hacer hasta que pasan». Recomienda que utilicemos los hashtag #VerdeConstancia y #CONSTRUYE, porque cuantas más cosas se construyan en la vida, menos espacio se dejará a las drogas.

Es curioso constatar que en diciembre de 2016 se presentó el color del año 2017, el verde Greenery, por parte de Pantone y con tal motivo escribí en este cuaderno digital unas palabras dedicadas a la importancia del color en nuestras vidas, Por el color del Pantone, porque todo depende siempre del color del cristal por el que se mire. Lo he vuelto a leer y quiero compartirlo de nuevo con la Noosfera, recordando especialmente unas palabras de ese texto y en este contexto: “Me ha llamado la atención cómo se construye todo en el ecosistema de mercado en el que estamos instalados malgré tout (a pesar de todo). Esta declaración internacional inundará de verde Greenery todo lo que se mueve en el mundo y que se ha elegido de forma no inocente, atendiendo las palabras de presentación de Leatrice Eiseman, Directora Ejecutiva del Pantone Color Institute: “Greenery irrumpe con fuerza en 2017 y nos ofrece la confianza que anhelamos en el tumultuoso contexto social y político en el que vivimos. Al satisfacer nuestro deseo creciente por re-juvenecer, re-vitalizar y unir, Greenery simboliza la re-conexión que buscamos con la naturaleza, con nosotros mismos y con un sentido más amplio de nuestras vidas”. El prefijo “re” es el que verdaderamente marcará la tendencia, poniendo color a nuestras vidas, la de todos y la de secreto. Según ellos, utilizando el plural mayestático, una re-volución de mercado en toda regla”.

Me gustaría colaborar con esta campaña agregando el contexto de este artículo y por el valor que encierra la citada campaña en sí misma, que me gustaría que se viviera con la intensidad que Juan Ramón Jiménez supo siempre valorar el que era su color preferido, el amarillo, que siempre impregnó, a lo largo de su vida, los «barrios de su memoria», en expresión suya muy feliz.

Sevilla, 6/VIII/2017

Por el color del Pantone

greenery

Conservo en mi biblioteca, como oro en paño, un libro precioso que recopila un hilo conductor cromático en la obra de Juan Ramón Jiménez, que lleva un título programático: Por el cristal amarillo. Era el color preferido del poeta y casi todo lo que escribió y vivió lo inundó de amarillo en lo que él llamaba sabiamente “barrios de la memoria”. La cancela de su casa en la calle Nueva marcó su elección cromática para siempre: “[…] era de hierro y cristales blancos, azules, granas y amarillos. Por las mañanas. ¡qué alegría de colores pasados de sol en el suelo de mármol, en las paredes, en las hojas de las plantas, en mis manos, en mi cara, en mis ojos! […] Yo miraba sucesivamente todo el espectáculo, el sol, la luna, el cielo, las paredes de cal, las flores -jeranios, hortensias, azucenas, campanillas azules-, por todos los cristales, el azul, el grana, el amarillo, el blanco. El que más me atraía era el amarillo. Por el cristal amarillo todo se me aparecía cálido, vibrante, rejio, infinito […]”.

No olvido estas palabras entrañables del poeta de Moguer, lugar que tanto quiero -con la luz dentro- y que no olvido por todo lo que me entregó en una época de mi vida. He recordado este libro porque se ha anunciado hace unos días el color oficial del año próximo, el GREENERY, declarado por Pantone (15-0343) y que marcará tendencia en todas las variantes cromáticas de la vida. Me ha llamado la atención cómo se construye todo en el ecosistema de mercado en el que estamos instalados malgré tout (a pesar de todo). Esta declaración internacional inundará de verde Greenery todo lo que se mueve en el mundo y que se ha elegido de forma no inocente, atendiendo las palabras de presentación de Leatrice Eiseman, Directora Ejecutiva del Pantone Color Institute: “Greenery irrumpe con fuerza en 2017 y nos ofrece la confianza que anhelamos en el tumultuoso contexto social y político en el que vivimos. Al satisfacer nuestro deseo creciente por re-juvenecer, re-vitalizar y unir, Greenery simboliza la re-conexión que buscamos con la naturaleza, con nosotros mismos y con un sentido más amplio de nuestras vidas”. El prefijo “re” es el que verdaderamente marcará la tendencia, poniendo color a nuestras vidas, la de todos y la de secreto. Según ellos, utilizando el plural mayestático, una re-volución de mercado en toda regla.

La mercadotecnia sabe introducir sus productos, sabiendo de antemano que nada es inocente. Así nos lo hacen creer. El color elegido para 2017 reconoce la fuerza expresiva del Greenery en todos los aspectos de nuestra vida diaria, “y lo vemos en la planificación urbana, la arquitectura, el estilo de vida y las opciones de diseño en todo el mundo. Greenery siempre ha estado en la periferia, pero ahora pasa al primer plano, y ya es un tono omnipresente en todo el mundo”. Una campaña publicitaria en toda regla que marcará tendencia cromática en el mundo de todos de cada persona.

Vuelvo a leer algunas reflexiones de Juan Ramón Jiménez en torno a su color preferido, el de su persona de secreto, muy cerca de lo que veía por el cristal amarillo de su querida cancela de la calle Nueva en Moguer: “Todo allí acababa bien; era un término como el del beso en el amor, como el de la gloria verdadera e íntima en el arte; después de mirar por el cristal amarillo ya no quería yo más y me quedaba contento”. Nada que ver con lo que será la revolución de Greenery en el supermercado grotesco del primer mundo, porque el negro de la realidad actual de los que sufren es el color predominante, por mucho que le pese a Pantone en su proyecto para 2017. Al final, es verdad: todo depende del color del cristal por el que se contempla la vida.

Sevilla, 12/XII/2016

Hoy sabemos más por qué somos violentos

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Cuando era pequeño crecí cerca de Mickey Mouse, Minnie Mouse, Pluto y Goofy. Los dibujé mil veces. Me parecían muy humanos e inteligentes, porque vivían como yo, más o menos. Además, hablaban, lloraban y amaban. Pero nunca supe que no me separaba mucho de la forma de ser de Mickey o Minnie en el mundo actual, porque la ciencia ha alcanzado resultados muy brillantes en la etología cerebral: ya se sabe que el 99% de los 28.000 genes humanos tiene su homólogo en el genoma del ratón. Y poco a poco nos vamos adentrando en el conocimiento aplicado de estas investigaciones al cerebro humano.

Siendo esto así, estoy a la que salta -científicamente hablando- sobre todo lo que se mueve en laboratorios del cerebro con la ayuda del mundo digital. Hoy he conocido una publicación en la revista Neuron, con un título apasionante Social Control of Hypothalamus-Mediated Mal Aggression, todavía en arte y ensayo científicos con ratones, pero que nos ofrece una idea fantástica de los avances en la investigación mundial de las estructuras y funcionamiento del cerebro. En este caso, “Los científicos trastearon en el cerebro de estos ratones hasta dar con un pequeño grupo de neuronas en el que se localiza su particular míster Hyde, unas células que al activarse desatan un inédito comportamiento agresivo y violento. Y los investigadores, de la Universidad de Stanford, activaron estas neuronas una y otra vez en distintos contextos para conocer las raíces de los ataques de ira y los estallidos de violencia incontrolada que, aseguran, pueden tener implicaciones para los humanos” (1).

Hace diez años abordé en este blog una explicación divulgativa de la estructura cerebral que protagoniza este avance científico, el hipotálamo, en el contexto de poner al alcance de muchas personas el conocimiento del funcionamiento del cerebro, compuesto por estructuras que llamaba simbólicamente “de mercado”, al compararlas con ciruelas (hipotálamo), guisantes (pituita), almendras (amígdalas), nueces (tálamo) y castañas (doble hemisferio cerebral). En este caso, el hipotálamo, lo situaba, como su propio nombre indica, “bajo la cama nupcial, la habitación reservada, que así llamábamos al tálamo”: “Esta estructura cerebral, en su clave etimológica pura, participa en la regulación del sistema neurovegetativo y endocrino. Es otra “tarjeta” neuronal (a modo informático) que cuando se estropea (no funciona bien) acarrea muchísimos problemas a las personas. Y lo peor es que no existen todavía recambios de piezas originales, solo tratamientos -reparaciones- paliativos. El hipotálamo, del tamaño de una ciruela pequeña (seguimos en la cocina de la inteligencia…), compuesto por diversos núcleos interrelacionados entre sí, es responsable de una central química más alojada en el cerebro, en su zona central. Controla el equilibrio del agua en el cuerpo, provoca la sensación de hambre o de inapetencia, regula la temperatura corporal (sobre todo la emocional), regula el sueño, también las hormonas, casi todas las “reacciones” emocionales asociadas a conductas de hiperexcitación o de depresión, la expresión de la libido, y lleva a feliz término el largo viaje que necesita el olfato. Una joya, en definitiva. Y nosotras y nosotros, sin saberlo”.

Vuelvo a la investigación anunciada por los científicos de la Universidad de Stanford, una vez descrita de forma sencilla la estructura cerebral de nombre “hipotálamo”. En ratones aislados se ha demostrado que activar un centro neuronal de unas 50.000 neuronas, lleva de forma incuestionable a estos ratones a mostrar una agresividad que va más allá de la ya conocida de defensa de su territorio: “Pero los niveles de rabia que provocaron los científicos van más allá de lo esperable: además de contra otros machos, cargaban contra objetivos a los que jamás atacan, como su reflejo en el espejo, guantes de laboratorio y hembras, incluso estando castrados. Todo por culpa de un minúsculo grupo de unas 50.000 neuronas en el hipotálamo, «una aguja en un pajar» comparadas con los 80 millones que tiene el cerebro del ratón, según lo explica el líder de este experimento, Nirao Shah, en una región que desempeña un papel en muchas actividades controladas por hormonas como la alimentación, el miedo y la actividad sexual”. Además, algo muy importante para la investigación de la agresividad de género, esta reacción no se da en las hembras.

Pero lo verdaderamente sorprendente en esta investigación ha sido descubrir que cuando este centro neuronal se activa en ratones socializados con otros, la situación cambia radicalmente, es decir, “Nos sorprendió mucho que la convivencia social de los machos reprimiera su agresividad cuando entraban en otro territorio masculino: estos varones socializados no atacaron cuando les estimulamos este centro cerebral», señala Shah, destacando que el principal hallazgo de su trabajo es que el contexto social y la experiencia pueden anular ese resorte de violencia. «Dicho de otro modo, al pensar si en lo relativo a la agresión masculina se nace o se hace, nuestro estudio muestra que se hace, porque este aspecto puede dominar y sobreponerse a la naturaleza del circuito neuronal para frenar la agresión», resume el investigador de Stanford. Los ratones acostumbrados a convivir demostraron ser más dóciles, pero cuando bloquearon su capacidad de percibir las feromonas que secretan sus congéneres volvieron a ser igualmente violentos”.

Queda mucho por investigar en la aplicación de estos descubrimientos en el cerebro humano, pero es algo que me preocupa desde hace ya muchos años porque estoy convencido que conocer bien las estructuras cerebrales y su funcionamiento, resolverá muchos problemas que estamos viviendo hoy desconsoladamente en relación con la violencia de género. Así lo escribía ya en este blog en 2007, Cerebro y género: mitos a desmontar, cuando adquirí el compromiso de desarrollar teoría crítica sobre la relación de cerebro y género: “Cuando inicié esta serie de artículos, sabía que era una aventura apasionante, sobre todo porque responde a una razón muy clara: sabemos muy poco de la inteligencia del hombre y casi nada de la inteligencia de la mujer. Además, podía ser una contribución para que aprendiéramos, de forma compartida, hombres y mujeres de buena inteligencia (aprendimos a decir solo “de buena voluntad”, junto con la paz de los hombres como curiosa paradoja…), las últimas razones de las conductas cerebrales que después las reproducen hombres y mujeres, con expresión desajustada. De esta forma, pensé, podríamos acabar con la frase más repulsiva en la conducta de los hombres y fabricada por la inteligencia de algunos, de muchos: mujer tenías que ser. Nunca más, al menos en nuestro entorno, porque sabemos que las cosas no son así. Para esto puede servir este artículo, otros: comentarlo, pasarlo, divulgarlo, criticarlo, pero con una idea común: contribuir a reforzar la verdad del cerebro en el ser humano, como el principio de todas sus acciones”.

MICKY MINNIE

Como ya afirmé en 2006 en relación con la sorprendente noticia de que el Instituto Allen de Ciencias del Cerebro había finalizado la secuenciación del mapa genético del cerebro del ratón, a través de un atlas tridimensional, de utilización gratuita en Internet, en el que se muestra qué genes se activan en las neuronas en cada área del cerebro, somos, en definitiva, más libres, porque nos conocemos mejor, a través del descubrimiento de las verdaderas causas de la salud y la enfermedad. Gracias a proyectos cuya base científica nació hace ya diez años en un pequeño ratón de la factoría Allen, que siempre estará cerca, paradojas de la vida, de la humanidad y de la genética de los que conocí hace muchos años, de nombre Mickey o Minnie, porque ambos tienen mucho que aportar todavía como especie al mundo de la investigación cerebral. Ellos, tal y como los recuerdo, no eran violentos. Probablemente, porque compartían todo y nunca se sentían solos.

Sevilla, 5/VIII/2017

NOTA: la imagen del hipotálamo se recuperó el 24 de abril de 2007, de MedlinePlus

(1) https://elpais.com/elpais/2017/07/28/ciencia/1501231524_675955.html

El futuro está detrás, el pasado delante

AIMARA

La cultura aimara, población del altiplano andino radicada en Bolivia, Perú, Argentina y Chile, tiene una característica antropológica que todavía se sigue investigando por su peculiar forma de comprender el futuro, que siempre está detrás de cada persona, entre otras manifestaciones sociales, así como el pasado, que siempre está delante. Nada que ver con nuestra forma de entender y expresar el futuro, que siempre lo comprendemos como situado delante de nosotros, nunca detrás. Igual que el pasado, que siempre está detrás de nuestras vidas.

Me llama la atención esta forma de proceder en la vida que mantiene el pueblo aimara después de miles de años, cuestión que me apasiona porque nada es inocente en las acciones humanas. Los aimaras no comprenden el futuro porque solo saben lo que está ocurriendo, que es presente y los sucesivos presentes conforman el pasado, que se sabe como se desarrolló, pero nunca pueden hablar de futuro, sencillamente porque es algo que no existe, no ha llegado todavía y no se sabe lo que es porque permanece oculto según su experiencia multisecular.

El futuro aimara no existe, porque sus creencias están basadas alrededor del sol, que todos los días sale o no, sin que necesiten predecir que saldrá. El sol no falla nunca porque, aunque no salga algún día, saben todos que está oculto por alguna razón, pero allí está, no necesita futuro. Además, en Bolivia se han recogido en su Constitución estos principios porque cada año que nace es para entregar prosperidad al pueblo aimara. Ese es su futuro. Saben que el Tata-Inti (dios sol) o la Pachamama (la madre tierra), son los núcleos existenciales de la vida aimara, su presente que se forja en un pasado milenario. Todas las ceremonias se inician siempre mirando hacia arriba, hacia el sol, nunca a un futuro desconocido sino a lo que alumbra la vida encadenada de presentes y para ser todos los días más felices.

Esta realidad aimara me ha recordado un cuento de Augusto Monterroso, El eclipse, donde se narra una artimaña de sabiduría futurible por parte del protagonista del cuento:

Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlos. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitivamente. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles.

Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de ese conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

Los mayas sabían mucho de su pasado presente, igual que los aimaras. No les hacía falta la insolencia del fraile sabiondo que quiso remedar al sabio sol de aquellas tierras, intentando predecir su futuro personal, cuando los que le rodeaban solo conocían el pasado presente a través de los siglos.

Para pensarlo hoy, inexcusablemente, para aprender de errores propios y ajenos. Una cosa más, que diría Steve Jobs para finalizar este relato. Entre tanta búsqueda de lo desconocido, he encontrado unas palabras sorprendentes en lenguaje aimara: Tanta sarañani. Me ha impresionado su significado en nuestra lengua celtibérica y obligada a conocer a los indígenas aimaras, que acusa tanto cansancio para narrar los desastres presentes: iremos juntos. A buscar el pasado presente que nos lleva al precioso futuro innecesario de los aimaras.

Sevilla, 4/VIII/2017

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de http://www.elintra.com.ar/salta/2010/10/20/kollas-instan-modificar-nombres-apellidos-espanol-quechua-aymara-39065.html