DATOS PÚBLICOS MASIVOS / 1. Necesidad urgente de Política Digital

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Vuelvo una vez más de mi corazón a mis asuntos. Inicio hoy una serie dedicada a los big data de carácter público (datos públicos masivos), por ser el marco natural profesional en el que me he desenvuelto siempre y porque estoy convencido que es un yacimiento de inteligencia pública digital que se debe poner siempre al servicio de la ciudadanía, que es de donde se recopila la información depositada en la Administración de forma natural. En este cuaderno digital he escrito muchas veces sobre inteligencia pública digital y se puede rastrear esta información a través del buscador que contiene. Ahora, solo quiero recordar el hilo conductor de los artículos referidos, entendiendo este constructo mediante una metodología en la que llevo trabajando varios años: la deconstrucción de las acepciones tradicionales de Inteligencia, acompañada de dos adjetivos: Pública y Digital con mayúscula, porque nos referimos exclusivamente a la Inteligencia de las personas que trabajan en la Administración Pública que utiliza las Tecnologías de la Información y Comunicación para ejercer sus competencias garantizando el acceso de los ciudadanos a los servicios públicos.

La definición de “big data” que utilizan Viktor Mayer-Schönberger y Kennet Cukier en su libro “Big data. La revolución de los datos masivos”, me parece un punto de partida muy interesante para enmarcar estos apuntes digitales: “capacidad de la sociedad de aprovechar la información de formas novedosas, para obtener percepciones útiles o bienes y servicios de valor significativo”. Fíjense que si agregamos el adjetivo “público” a esta definición, llegamos a una conclusión muy parecida a la que he venido desarrollando como inteligencia pública digital a lo largo de los últimos diez años: capacidad de la ciudadanía de aprovechar la información de formas novedosas, para obtener percepciones útiles o bienes y servicios públicos de valor significativo, a través del Gobierno correspondiente y de la Inteligencia de las personas que trabajan en la Administración Pública que utilizan las Tecnologías de la Información y Comunicación para ejercer sus competencias garantizando el acceso de los ciudadanos a los citados bienes y servicios públicos.

De esta forma, se comprende bien el constructo inteligencia pública digital que sustenta los datos masivos de carácter público, como base de la política de interés público digital, a través del gobierno digital correspondiente, en ámbitos tan importantes como la educación, salud y servicios sociales, entre otros, con las acepciones siguientes:

  1. La ciudadanía es capaz de adquirir destreza, habilidad y experiencia práctica de las cosas que se manejan y tratan en la relación con el Gobierno y la Administración digital, con la ayuda de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación, nacida [la habilidad] de haberse hecho muy capaz de ella [por la voluntad del Gobierno correspondiente], en el marco de lo propugnado por el Artículo 103 de la Constitución al referirse de forma muy breve a la Administración.
  2. El Gobierno digital correspondiente, a través de la Administración Pública, decide y aprueba mediante disposiciones, el desarrollo de la capacidad que tienen las personas de recibir información, elaborarla y producir respuestas eficaces, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación (Big Data).
  3. El Gobierno digital correspondiente, a través de la Administración Pública, decide y aprueba que la inteligencia pública digital permite a la ciudadanía, a la que sirve, adquirir conocimiento por empoderamiento, como capacidad para resolver problemas o para elaborar productos que son de gran valor para el contexto comunitario o cultural en el que viva, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación (Big Data).
  4. El Gobierno digital correspondiente, a través de la Administración Pública, debe saber discernir que la inteligencia digital es un factor determinante de la habilidad social, del arte social de cada ser humano en su relación consigo mismo y con los demás (Big Data), a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación.
  5. El Gobierno digital correspondiente, a través de la Administración Pública, debe desarrollar la capacidad y habilidad de las personas para resolver problemas utilizando los sistemas y tecnologías de la información y comunicación cuando están al servicio de la ciudadanía, es decir, cuando ha superado la dialéctica del doble uso, con una vigilancia adecuada por parte de la Administración Pública (a través de Big Data).

Creo que como punto de partida es un planteamiento ideológico muy correcto, pero el problema estriba en que es imprescindible que se aborde en el marco de una política digital de Estado desde el punto de vista legislativo, porque al final tiene que estar ordenada y no solo organizada (de ahí la diferencia). La política digital de los datos masivos de carácter público (big data public), tiene que tener carácter sustantivo y no solo de conglomerado de peculiaridades de las Comunidades Autónomas, como si la política digital fuese una carrera de relevos 4×400. Estamos hablando de derechos y deberes digitales, no solo de mercancías centradas en bienes y productos digitales de libre adquisición por la ciudadanía.

Las políticas digitales de big data de carácter público, necesitan esta cobertura estatal, de gobernanza desde el Estado, con una visión de estrategia pública digital de amplio espectro. No todo debe quedar en el cumplimiento de la Agenda Digital europea, aunque figure en el nomenclátor de un Ministerio compartido con realidades tan heterogéneas como energía y turismo, como lo hemos conocido sobre el papel del BOE el viernes pasado. O el desarrollo de esta Agenda solo para exquisitos digitales que solo serán los que al final tendrán acceso a todos los beneficios que contempla. Tiene que ser una decisión de Estado, planificada y legislada, para que el principio de equidad digital no se rompa nunca.

Como decía en la Introducción de mi libro Gobierno electrónico, abierto, en Andalucía, sigo haciendo una defensa a ultranza de la capacidad del recurso no agotado en este país, la inteligencia: “[…] porque el cerebro no acepta la destrucción de la inteligencia, de la razón, dado que es su componente esencial, […]. Si la inteligencia es la capacidad que tiene todo ser humano para resolver problemas, es cierto que necesita ideología centrada en la inteligencia social, porque es evidente que ésta no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja lo que está pasando en el mundo por la temida crisis y cómo se reacciona ante ella. Asimismo, expresan estas páginas la necesidad de frecuentar el futuro, utilizando el tesoro más extendido en el mundo, la inteligencia personal e intransferible, tal y como lo he manifestado en mi cuaderno de bitácora desde 2005: “He estudiado durante muchos años la proximidad real al concepto [la inteligencia] y hoy, más que nunca, comprendo que la mejor definición sería aquella que asume la realidad social de cada uno: ser inteligente es ser capaz de resolver problemas en la relación consigo mismo y con los otros. Desde la perspectiva actual no hay nada más ultramoderno e inteligente, en la clave de José Antonio Marina: explicar, embellecer y transformar la realidad a través de la inteligencia creadora. Siempre que nos demos cuenta que también es importante e inteligente frecuentar el futuro, tal y como recomendaba el Dr. Cardoso al Sr. Pereira en “Sostiene Pereira”: “… deje ya de frecuentar el pasado, frecuente el futuro. ¡Qué expresión más hermosa!, dijo Pereira”.

Por último, recuerdo una aclaración sustantiva para comprender bien qué significa la Política Digital, como acción estratégica, planificada, programada y financiada por el Gobierno correspondiente y no solo como responsabilidad de la Administración: no hay que confundir Gobierno Digital con Administración Digital, porque el antecedente es el Gobierno no la Administración, que siempre es consecuencia de quien tiene la responsabilidad de administrarla. Gobierno Digital es la continua optimización en la prestación de servicios públicos, acceso a la información pública (Big Data) y participación ciudadana mediante la transformación interna y externa de las relaciones institucionales, personales y sociales, con base en el uso de las TIC, como actitud política sostenida en el tiempo y en programas políticos llevados a cabo por la Administración Pública Digital. La Administración Digital utiliza las Tecnologías de la Información y Comunicación como soporte del Gobierno Digital, como componentes del mismo. Es decir, no existe Administración Digital sin Gobierno Digital, no se deben alterar los términos, porque se da el caso de Administraciones que tienen magníficas infraestructuras digitales sin Gobierno Digital alguno o muy desdibujado. No hablemos si esto ocurre con los datos públicos masivos, porque el problema no son las infraestructuras o programas digitales de la Administración, sino de la estrategia digital que figure en la Política Digital del Gobierno correspondiente. Esa es la cuestión.

Sevilla, 5/XI/2016

(1) Mayer-Schönberger, Viktor y Cukier, Kenneth (2015, 2ª ed.). Big data. La revolución de los datos masivos. Madrid: Turner Publicaciones.

NOTA: la imagen ha sido recuperada hoy de: http://www.ingenieur.de/Branchen/IT-Telekommunikation/Anwendungen-Mangelware

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