Mediocridad de mediocridades, (casi) todo es mediocridad

MEDIOCRIDAD

Estamos rodeados por la mediocridad que nos invade por tierra, mar y aire. Mediocridad de mediocridades, todo es mediocridad. Casi todo es de calidad media, tirando a malo, como nos enseña nuestro Diccionario de la Lengua, pero está de moda. He escrito ya en este cuaderno digital sobre esta realidad aumentada de mediocridad imperante en estos tiempos tan modernos y creo que tenemos que hacer algo para combatirla. He vuelto a leer mi reflexión cercana de 2017 sobre la mediocridad (palabra que con solo pronunciarla da miedo) y solo me gustaría agregar una reflexión: está haciendo estragos por el cambio climático de la ética, porque los valores se subestiman a diario y todo lo mediocre tiende a ser lo normal, acompañados de la resignación más dura que podamos pensar: esto es lo que hay y si no te adaptas o te integras es el problema de cada uno que se acaba convirtiendo en el problema de todos. Las corrientes mundiales reaccionarias que están alcanzando el poder político de muchos países, representan la mediocridad más lacerante que podamos imaginar y estamos avisados.

Como soy miembro del Club de las Personas Dignas, no quiero participar del silencio cómplice que se extiende como mancha de aceite y, a través de la palabra, que todavía me queda, vuelvo a incorporar hoy aquella reflexión que sigue viva y coleando. Para quien la quiera leer y, lo mejor, para quien opte por denunciar, por el medio que le sea más propicio, la mediocridad galopante que nos invade y a los palmeros que la jalean a diario.

En aquella ocasión decía lo siguiente, ratificándome en todas y cada una de las palabras que uní en un artículo que refleja pensamiento, sentimiento y conciencia de clase digna, porque me queda la palabra, aunque a veces pierda la voz y el tiempo en la maleza de la vida:

«Me preocupa mucho la situación actual del país y la mediocridad que nos invade en todos los ámbitos posibles, aquí, allá, acullá. He reflexionado en diferentes ocasiones en este cuaderno digital sobre esta lacra social, porque constato que estamos instalados en el reino de la mediocridad. Por esta razón, no hay tiempo que perder y hay que desenmascarar a los mediocres con urgencia vital, dondequiera que estén, porque viven en un carnaval perpetuo. Este país no logra sacar distancia a esta lacra que nos pesa desde hace bastantes años porque ahora, en el país de los tuertos desconcertados, el mediocre es el rey. Es una plaga que se extiende como las de Egipto casi sin darnos cuenta. Los encontramos por doquier, en cualquier sitio: en la política, en las artes, en los medios de comunicación social, en la educación, en los mercados, en las religiones y en las tertulias que proliferan por todas partes en el reino de la opinión. Los mediocres suelen meter la mano en todos los platos de las mesas atómicas y virtuales, en las que a veces nos sentamos, con total desvergüenza. Son personas de “calidad media, de poco mérito, tirando a malo”, como dice el Diccionario de la Real Academia Española. También, tóxicos o tosigosos, que suelen complicar la vida a los demás por su propia incompetencia.

Nos debería preocupar la ausencia de liderazgo y de personas con carisma para ponerse al frente de casi todo, no digamos de la política. Estamos pagando una factura insoportable por la mediocridad política que nos rodea, en sus partidos y en los gobernantes actuales, con honrosas excepciones. La mediocridad engendra tibieza y nos cuentan nuestros antepasados que Dios lo tuvo claro hace ya centenares de años, tal y como no lo transmitió el Apocalipsis, en los versículos fáciles de recordar (número pi): conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca (Ap. 3, 14-16). Así de claro, sin tapujos.

Los mediocres están haciendo de cada día su día, su mes, su año. Al igual que Diógenes de Sínope, tendremos que coger una linterna ética y gritar a los cuatro vientos ¡buscamos personas dignas y honestas! Es probable que los mediocres salgan huyendo porque no soportan dignidad alguna que les puede hacer sombra. Si es que alguna vez tuvieron cuerpo presente de altura de miras, que no es el caso. Ni de los que los eligen para puestos claves en la sociedad. ¿Qué quiere decir esto? Que entre tibios, mediocres y tristes anda el juego mundial de dirigir la vida a todos los niveles, nuestro país incluido, con especial afectación en los que nos gobiernan. Cuando se instalan en nuestras vidas, hay que salir corriendo porque no hay nada peor que un mediocre, además triste y tibio. Pero es necesario estar orientados y correr hacia alguna parte, hacia la dignidad en todas y cada una de sus posibles manifestaciones.

Estoy muy preocupado con la perpetuidad del Club de las Personas Tibias, Tristes y Mediocres, desde tiempos del Apocalipsis, frente al Club de las Personas Dignas. Hay que organizar una gran operación rescate de la Dignidad, con mayúsculas. Las personas que pertenecemos al Club Virtual de las Personas Dignas tenemos la obligación ética de desenmascararlos con prisa existencial y de supervivencia y dondequiera que estén.

Hoy, con este post, hago acto de presencia en mi Club (de las Personas Dignas). Me han citado virtualmente porque dice su directiva que tenemos que elaborar de nuevo un plan estratégico de supervivencia ética ante el avance imparable del Club contrario, de cuyo nombre no quiero acordarme. Hace solo unos meses que lo intentamos, pero no pudimos concretarlo. Vuelvo a asistir a esta sesión de hoy con mucha ilusión, porque creo que nos van a volver a regalar una linterna ética para descubrir a los mediocres, con un manual de instrucciones en el que se indica que una vez encendida y al igual que hacía Diógenes de Sinope cuando buscaba personas íntegras, tenemos que gritar a los cuatro vientos: ¡buscamos personas dignas y honestas! Es probable que las personas tibias, tristes y mediocres salgan huyendo, rompiendo las filas de su Club, porque no soportan dignidad alguna que les puede hacer sombra. Si es que alguna vez tuvieron cuerpo presente de altura de miras, que no es el caso. Ni de los que los eligen para puestos claves en la sociedad, en cualquier estamento social, probablemente muy cerca de donde vivimos, estamos y somos.

Como aprendí de Blas de Otero en tiempos tristes, tristes tiempos, tenemos ahora la palabra, que aún nos queda».

Sevilla, 24/X/2018

NOTA: la imagen se ha recuperado de https://cdn.urgente24.com/sites/default/files/notas/2017/08/06/mediocridad-.jpg

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