Solo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio
Abate Dinouart. Principio 1º, necesario para callar.
Sevilla, 5/VIII/2020
Si algo nos regala el verano es tiempo para leer, sabiendo de antemano que los libros pueden cambiar nuestra vida. Agradezco esta realidad tan próxima al acercarme hoy a una publicación muy reciente, La extranjera, la primera novela de la escritora ítalo-americana Claudia Durastanti, hija de padres mudos, que me ha sorprendido desde la primera línea al leer hoy un excelente artículo que se ha publicado sobre ella, en uno de mis referentes bibliográficos, Librotea, “el recomendador de libros”. Todo lo que se cuenta allí es sobrecogedor, desde la realidad de la mudez extrema de sus padres, hasta cómo la propia vida se convierte a veces en el mejor hilo conductor de una novela que tiene también visos de ensayo sobre una realidad muy desconocida, el mundo mudo, en este caso el de sus padres. También, cómo la lectura puede cambiar nuestra vida. También, cuando escribimos sobre la realidad mágica de vivir.
Es una casualidad, de las que te ofrece la vida a diario, que hace tan sólo unos días pude ver de nuevo una película, La familia Bélier, que en su momento aprecié por su contenido, también relacionado con la dialéctica que se produce en una familia de cuatro miembros en la que tres son mudos, los padres de la protagonista y su hermano, viviendo en un mundo muy cerrado, rural. En esta realidad familiar y social, sobresale una cualidad de la única persona que escucha y habla, Paula, porque tiene habilidades extraordinarias para cantar como los ángeles, creando el problema sempiterno de la separatidad, es decir, la separación de los padres y del micromundo de la sordera individual y colectiva, realidad que a todos hace sufrir, porque la separación física y temporal de la hija, único nexo de unión con el mundo “normal”, se esfuma por segundos.
Soy lector asiduo de ensayos, más que de ficción, pero me gusta mucho la combinación de ensayo y novela como es este caso, porque la vida responde a estas dos formas de expresarse el alma humana: “Si La extranjera es precisamente eso, una novela, es fruto de un proceso que le llevó a combinar la experiencia personal y la reflexión con la narrativa, pero no era el plan inicial. “Al principio pensaba que estaba escribiendo un ensayo sobre el lenguaje, la mudez y las migraciones, aspectos que rodean superficialmente la historia de mis padres”, explica. “Me asustaba que el material autobiográfico fuese demasiado candente, arriesgado, abierto a malinterpretaciones y que no pudiese manejarlo, tanto por razones estilísticas como personales. Pero un día leí un poema de Emily Dickinson: “Después de un gran dolor, la sensación de orden”. De repente, lo tenía delante: el asunto no era distanciarme de mí misma y mi historia personal, sino también sobre la forma artística, la forma de una vida. ¿Cuál es el mejor género para recolectar una vida? Así que comencé a mezclar cosas, la cercanía y la distancia, la novela y el ensayo”.
En tiempos de coronavirus, es una suerte encontrar esta joya autobiográfica sobre la mudez funcional extrema en un mundo de hablantes sin saber a veces lo que decimos y cómo lo decimos. Sobre todo cuando tenemos que aprender a callar, cuando lo nuestro, paradójicamente y como seres humanos, es hablar, siguiendo un manual que aprecio mucho, El arte de callar (1), no de estar mudo, a través de sus 14 principios entre los que hoy resalto el 14º y último: “El silencio es necesario en muchas ocasiones, pero siempre hay que ser sincero; se pueden retener algunos pensamientos, pero no debe disfrazarse ninguno. Hay formas de callar sin cerrar el corazón; de ser discreto, sin ser sombrío y taciturno; de ocultar algunas verdades sin cubrirlas de mentiras”. En definitiva, cuido mi alma leyéndolo de nuevo para animarme en estos días tan difíciles pero que nos brindan una oportunidad preciosa de leer y entrar en las clínicas del alma, las bibliotecas. Es verdad que agosto es un tiempo para leer y cambiar nuestra forma de vivir con los silencios cuando no tenemos algo más valioso que decir sin estar mudos.
(1) Dinouart, Joseph Antoine (2003). El arte de callar. Madrid: Siruela, p. 53 (4ª ed.).
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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