
Sevilla, 24/X/2020
Sólo voy a dedicar esta primera frase a hablar de la teoría de la conspiración en relación con el coronavirus, que nos invade en algunos pronunciamientos políticos y en medios de comunicación, de cuyos nombres no quiero acordarme ahora, que dan pábulo a teorías conspiracionistas infundadas y muy lejos de la investigación científica actual. Más bien quiero reflexionar hoy sobre la importancia de la ciencia para que el mundo avance siempre hacia adelante, incluso en tiempo de coronavirus, teoría que quien conoce a fondo este blog ya la he justificado a lo largo de sus quince años de existencia y desde el primer día.
El prestigioso pensador judío, Yuval Noah Harari (me gusta esta palabra, pensador, bien interpretada por parte del escultor Rodin), conocido desde hace años por su trilogía excelente sobre la historia del ser humano y su devenir: Sapiens. De animales a dioses (2014), Homo Deus. Breve historia del mañana (2016) y 21 lecciones para el siglo XXI (2018), acaba de publicar en formato cómic una adaptación de Sapiens, en una co-edición de Edicions 62 y Debate, con el título Sapiens. Una historia gráfica. Es un cómic creado junto a los artistas David Vandermeulen (co-guionista) y Daniel Casanave (ilustrador) para explicar el nacimiento de la humanidad desde la aparición del homo sapiens hasta la revolución agrícola, y que pretende «cautivar a todos aquellos que no suelen relacionarse con la ciencia y la historia» a través del ingenio y el humor. Me refiero a esta trilogía completa y a su esfuerzo de divulgación, con este primer cómic, porque habría que explicar en el mundo de la educación en general el contenido de esta trilogía para educar sobre el devenir humano en su gran debate de creacionismo y evolucionismo, todavía vigente y sobre el poder del mundo digital en nuestro presente y futuro, sobre todo en el entramado de doble uso de las tecnología digitales, de las que Harari avisa continuamente por su poder embaucador y nada inocente.
Si traigo a colación a Harari es porque se ha manifestado en los últimos años con un sentido crítico ante las tecnologías digitales y sus consecuencias por el doble uso. De ahí a la conspiración que se plantea en la actualidad hay mucho trecho. Ha advertido en el núcleo supremo de Silicon Valley que las tecnologías mal usadas pueden “debilitar la democracia”, porque las aplicaciones de los grandes almacenes digitales que tenemos al alcance de la mano, nunca mejor dicho, están poniendo en peligro el bien más preciado de la humanidad, el libre albedrío. En septiembre de 2018, en The Guardian, Harari manifestó que «Si los seres humanos somos animales que pueden ser hackeados y si tus preferencias y opiniones no reflejan tu libre albedrío, ¿qué sentido tiene la política? Pregunta inquietante, como otras muchas en la relación historia humana y biología, a las que se dedica en la actualidad Harari, siempre muy lejos del conspiracionismo. Le escuché en cierta ocasión decir que “para protegernos de la desinformación primero debemos conocer nuestras propias debilidades. Los troles [quienes polemizan y difaman en las redes sociales] que se dedican a lanzar noticias falsas siguen el lema dividir y gobernar. Ya sea en los EEUU, Francia o España, ellos intentan encontrar algún fisura para inflamar el pensamiento colectivo. No pueden crear miedo u odio de la nada, pero cuando descubren lo que la gente ya teme y odia, aprietan botones emocionales que disparan nuestra furia” (1).

En la página web del autor, se dice de esta publicación del cómic que “En el volumen I, El nacimiento de la humanidad, un Yuval de ficción invita al lector a dar un paseo por el lado más inesperado de la historia, de la mano de un grupo de personajes peripatéticos. Juntos esquivan el ruido de nuestro mundo desbordado de información, dan un paso atrás y abren el plano para poder contemplar la historia entera de la especie humana. En el centro de sus indagaciones late una pregunta fundamental: ¿cómo es posible que un simio insignificante se adueñara del planeta, y lograra dividir el átomo, llegar a la luna y manipular el código genético? El formato gráfico ofrece a los lectores una nueva exploración intelectual y artística del pasado. La evolución humana aparece como un programa barato de telerrealidad. El primer encuentro entre los Sapiens y los Neandertales se ilustra a través de las obras maestras del arte contemporáneo. La extinción de los mamuts y los tigres de diente de sable se cuenta como una película de intriga. Conoceremos a los alegres Neandertales, al omnipotente doctor Ficción y a los peores asesinos en serie de la historia, y averiguaremos por qué estamos todos atrapados en los sueños de los muertos”. Descubrir la trayectoria histórica y multisecular del ser humano es descubrir al mismo tiempo el poder legítimo de la ciencia.
El debate actual en torno a la pandemia y los actos humanos en torno a ella no se debe plantear como ciencia sí o no, porque es erróneo y conduce a ninguna parte. El debate se centra en el poder actual de las tecnologías para intervenir en las personas de forma violenta e intrusiva en lo más preciado que tiene, el cerebro, es decir, la sede del comportamiento humano y su forma de actuar ante la pandemia. También en la salud y en la enfermedad. Creo que hay que hacer un esfuerzo en estos días por romper las barreras del conocimiento humano y dejarse llevar por lo que la ciencia nos demuestra a diario y de forma amable y didáctica a través de investigaciones dignas. Es lo que pensamos en breves palabras cuando esperamos como agua del calendario completo, no solo de mayo, la aparición de la vacuna que controle definitivamente esta pandemia y, todo ello, gracias a la ciencia.
Y una cosa más (One more thing…), que diría Steve Jobs en sus presentaciones: a veces, todo esto me parece chino, en su recto sentido, sobre todo lo que se dice en las controversias de la ciencia y las conspiraciones mundiales de todo tipo, por lo que recuerdo una vez más la recomendación de Groucho Marx ante estas situaciones límite: “¡Hasta un crío de cuatro años sería capaz de entender esto! Búsqueme un crío de cuatro años, a mí me parece chino!“, sobre todo, si acaba de leer el cómic de Harari.
NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://www.ynharari.com/es/book/graphicnovelsapiens/
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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