Vivir es retornar a cada octubre

Leopoldo de Luis, retrato de Irene Iribarren (2004) y portada de «Versos en la guerra», una obra conjunta con Miguel Hernández y Gabriel Baldrich, publicada en 1938 (fotocomposición propia).

El otoño que arde con su lumbre de gloria
presta a las cosas luz misteriosa y dorada;
toda la tierra tiene una triste hermosura
como una dulce evocación de infancia.

Leopoldo de Luis, de Elegía en otoño, 1952, en Obra poética (1946-2003)

Sevilla, 29/X/2020

Finaliza este mes romano, otubre (válido para RAE) o el octavo mes, en una situación compleja para el mundo y para nuestro país, sumidos en una pandemia galopante que requiere templar los ánimos para sobrellevarla de la forma más digna posible. Suelo buscar refugio en la poesía, porque me gusta interpretar la belleza oculta de la vida a través de las palabras mágicas de las personas capaces de hacer de un conjunto de palabras un verso libre como el viento.

En esta ocasión acudo a la obra bastante desconocida de un poeta cordobés y de alma republicana, Leopoldo de Luis (Leopoldo Urrutia, su verdadero nombre; Córdoba, 1918 – Madrid, 2005), coautor junto a Miguel Hernández y Gabriel Baldrich de un libro de poesía social, Versos en la guerra (1938), que escribió un poema precioso, Poema para octubre, que reproduzco a continuación, con la idea de que sirva para quien lo quiera interpretar en su vida, quedándose con su mensaje de reencuentro en todo lo lejano, por ejemplo, siendo conscientes de que vivir es ser corteza de este roble / que en hielo y sol el tiempo va quemando. Quizá nos sirva en tiempos de coronavirus, en esta canción triste de otoño, para comprender mejor el mensaje implícito de este mes de octubre que se va, el octavo de la pandemia en este país, como su propio nombre indica, otubre [sic], deseando que llegue la próxima primavera y el nuevo octubre para sentir nuestro corazón dorado: El mar de la memoria / se enciende, se ilumina, y a su amparo / el corazón revive, / remoza primaveras, sollozando.

Poema para Octubre

La tarde es una rosa vagamente
en la rama desnuda del ocaso.
Una rosa ceniza, como un frío
beso crecido en unos muertos labios.

Leve sombra desliza
su palidez de hielo entre mis manos.
Las pupilas alargan sus miradas
como cautivos pájaros.

Octubre otra vez fruto
de este paisaje, este árbol
donde día tras día oscuramente
mi pobre corazón se va quedando.

Vivir es reencontrarse
en todo lo lejano,
ser otra vez aliento en el paisaje
que fue otra vez soñado.

Vivir es ser corteza de este roble
que en hielo y sol el tiempo va quemando.

El mar de la memoria
se enciende, se ilumina, y a su amparo
el corazón revive,
remoza primaveras, sollozando.
La tarde es una rosa vagamente
en la rama desnuda del ocaso.

A la piadosa luz de octubre vuelvo
y entre la tibia cuenca de mis manos

como un niño dormido
mi corazón levanto.

Vivir es retornar a cada Octubre
para sentirse el corazón dorado.

La tarde es una rosa vagamente
ceniza.
Octubre es fruto
otra vez en el árbol.

NOTA: la imagen de Leopoldo de Luis que figura en la cabecera de este post, un retrato del poeta realizado por la pintora Irene Iribarren en 2004, ha sido recuperada hoy del excelente trabajo sobre de Luis, publicado en el blog: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2019/01/10/36683/

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

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