El cielo azul de Rafael Alberti y María Teresa León, en tiempos de frío y nieve

Sevilla, 10/I/2021

Tengo que confesar que la nieve actual, junto con el frío, protagonistas de primera línea en nuestras vidas, me han llevado de la mano digital a conocer cómo Rafael Alberti y María Teresa León reforzaron su militancia en defensa de los más débiles durante su estancia en Rusia en tiempos de la Segunda República, invitados por la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios (MORP). A través de un artículo localizado en la red de redes, Poesía bajo la nieve: Rafael Alberti y Fedor Kelyin (Moscú, diciembre 1932 – febrero 1933), he conocido algunas vivencias del matrimonio Alberti-León que simbolizan una forma de aprehender la vida de una forma diferente, en un contexto nevado y frío: “El primer viaje que Rafael Alberti hace a la Unión Soviética a finales de 1932 tiene una importancia decisiva en su formación personal, ideológica y literaria”.

Lo curioso es que este conocimiento tardío de María Teresa y Rafael, no está centrado en ellos sino en un personaje entrañable que amaba la literatura española, Fedor Kelyin, que nos facilita sus impresiones sobre la estancia de esta pareja durante unos dos meses en Moscú, constituyéndose en el nexo ideal durante aquella estancia prolongada en el tiempo sobre su primera estimación. Es de agradecer que este interlocutor ruso, que lo llegan a considerar “su amigo”, hizo las traducciones del español al ruso para mejor conocimiento de los grandes representantes de la literatura en nuestro país: “Fedor Viktorovich Kelyin nació en Moscú en mayo de 1893. Cursó estudios en la Facultad de Filología Histórica de la Universidad de Moscú y en 1923 dio los primeros pasos de una larga y fecunda carrera profesional -de crítico, poeta y traductor- que durará hasta 1965, año de su fallecimiento, Las actividades de Kelyin se orientan primordialmente hacia la cultura hispánica en general y la literatura española de particular. Traductor de autores clásicos (Lope, Calderón, Cervantes) y contemporáneos (Machado, Lorca, Bergamín), se encarga durante la segunda guerra mundial de la edición española de la revista Literatura Soviética. Durante esa época y en años posteriores, su más estrecho colaborador es César Arconada que, como es sabido, fija su residencia en la Unión Soviética después de la Guerra Civil. Kelyin es el compilador del primer diccionario español-ruso publicado en la época soviética y prologa diversas ediciones de textos de Tirso de Molina (1935), García Lorca (1957), Rubén Darío (1958) y Cervantes (1961). Llega a desempeñar las funciones de VicePresidente de la Asociación Soviética de Amistad y Cooperación Cultural con América Latina”.

Lo importante de este hallazgo es que constituye una aportación directa sobre la impresión de Kelyin sobre María Teresa y Rafael, de forma directa, amigo que citaría posteriormente Alberti en La arboleda perdida. En unos de los primeros encuentros en el hotel de Moscú donde fijaron su residencia, Kelyin recoge sus impresiones de forma minuciosa: “Curiosamente, en todos los años que he trabajado con españoles, nunca he oído a ninguno de ellos leer sus propios versos. Estoy acostumbrado de alguna manera al modo, o al acento, si se quiere, de su recitación. Pero Rafael leía su poema sobre el hambre sufrida en un pueblo de Extremadura de una manera muy diferente: no como un recitador profesional, sino como un poeta, con inspiración. Su voz fina y grave invariablemente se elevaba hacia el final de cada verso, buscando la conclusión de la frase poética, de la melodía. La última sílaba débil se alargaba ligeramente; pronunciaba toda la frase como si fuera algún tipo de estribillo deliberadamente trágico. En su estilo de recitación, Rafael me recordaba sobre todo a Edward Bagritsky [ … ] Luego Rafael calló; nos había encantado con su lectura. Parecía que su voz trágica hubiera llenado la habitación. En cierto modo, el trabajo de Alberti se volvió profético. La crisis espiritual que había experimentado despertó partes de él que nadie había visto antes. Bajo el poeta pequeñoburgués de años anteriores, surgió un «cantor del pueblo», o, para ser más exactos, un cantor de la furia y la tristeza del pueblo [ … ]”.

Recomiendo la lectura completa del artículo, sobre todo para conocer cómo se localizó el artículo original en ruso y cómo se elaboró este artículo recopilatorio, sobre el que escribo estas líneas. Kelyin resalta la trayectoria personal de Alberti, a través de sus palabras: “En nuestro país -remarcaba [Alberti]- puede hacer tanto frío en las montañas como el que tenéis aquí -fuera estaba a quince grados bajo cero- pero nuestro cielo es muy distinto, muy azul». Nos contó muchas cosas, muy animadamente, sobre los campesinos españoles, su valor y su determinación. «¡Espere a venir a España! Saldremos de viaje por todo el país, a pie y a caballo». Luego sus pensamientos volvieron de nuevo a la literatura española. Empezó a leernos algunos poemas, y una vez más me asaltó la idea de su parecido con Bagritski. Rafael, como Bagritski, parecía tener una memoria poética enorme que lo abarcaba todo. Cualquier nombre que le mencionara, Rafael me respondía rápidamente recitando de memoria páginas enteras, casi libros enteros. Aquella mañana recitó especialmente muchos viejos romances populares [ … ] «Pero la canción de canciones todavía permanece, entre la multitud todavía alguien canta … pero no será para ti el juicio final, no cerraré mis labios para ti».

De vuelta a España, Kelyin sabe que al matrimonio Alberti-León les quedaba empezar a sentir el hielo en sus corazones: “Los Alberti se marcharon a principios de febrero, una tarde de helada, dejando en el MORP [Unión Internacional de Escritores Revolucionarios] una reputación de gran maestría artística, honestidad, sinceridad y amor a la vida, factores de la verdadera esencia de la revolución. Mientras se iban, prometieron esforzarse por apoyar a los pioneros revolucionarios de la literatura española. No tuvieron una recepción amistosa a su vuelta de España. Los críticos burgueses, tan enamorados de los anteriores trabajos de Alberti -su «señorita inglesa» y sus «ángeles»- se revolvieron indignados ante sus amargas verdades sobre los campesinos de Extremadura. «La caída de un talento», fue el juicio que hizo Domenchina, el crítico del periódico El Sol, sobre la revolución espiritual de Alberti. Más tarde, los Alberti adquirieron un recinto con capacidad para varios miles, donde los trabajadores, los campesinos, los estudiantes revolucionarios y los poetas pudieran, con su apoyo, atrapar cada palabra, cada verso. Alberti se está desarrollando como poeta revolucionario. En los momentos más difíciles, permanece en primera línea con el periódico que han creado, Octubre, con la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios Españoles, con su trabajo en los locales con los obreros”.

Ha sido un hallazgo interesante en este mes de nieves y he querido compartirlo con la Noosfera. Sobre todo para comprender cómo nuestra literatura y poesía fue respetada siempre más allá de nuestras fronteras. El amor de Fedor Kelyin por la literatura española merece al menos este reconocimiento. Y una cosa más. Una frase de Alberti en una carta a Kelyin después de este viaje, me ha recordado inmediatamente a José Saramago: «Si el Fascismo triunfa aquí, definitivamente nos vamos a Lanzarote (la isla donde los reaccionarios españoles conviven con sus enemigos revolucionarios)», me escribía con amarga ironía Rafael en una de sus últimas cartas [ … ]”. Una premonición de la acogida de esta querida isla a escritores con alma inquieta, revolucionaria.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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