
Sevilla, 10/II/2021
Visto lo visto no hay duda alguna: ¡salvemos a las personas en esta pandemia, Estado y Gobiernos de las Comunidades Autónomas! Hay que decirlo alto y claro, sólo debemos salvar a las personas en esta pandemia tan letal y con tantos daños colaterales, alejando el fantasma de salvar la semana santa, las ferias múltiples del país y prepararnos y mentalizarnos de que hay que afrontar el verano con responsabilidad plena, antes de salvarlo a palo seco, porque estamos sufriendo las consecuencias terribles de haber salvado el verano y la navidad. Comprendo perfectamente que la dialéctica qué hacer y qué medidas tomar en relación con el binomio salud/economía, está sobre muchas mesas de grandes decisores, pero creo que no hay duda alguna: puestos a elegir, hay que salvar a las personas y no hay término medio salvo los que se marquen por las autoridades sanitarias, en su caso.
Refuerza esta posición el dato del comportamiento social en muchos ámbitos de nuestro país. Conocer que sólo en Madrid se han celebrado casi 300 concentraciones de personas para celebraciones de todo tipo, sin medida alguna de control sanitario, desoyendo todo tipo de normas y recomendaciones saludables, estremece el alma, porque radiografía una parte de nuestra sociedad que sí está de verdad enferma, pero de ausencia de valores de todo tipo, fruto de una educación pésima en el sentido más puro de la palabra educación.
Cuando llegue el momento oportuno de evaluar todo lo que ha ocurrido en torno a la pandemia habrá que hacerlo, sobre todo, del comportamiento de la sociedad española en general, para reconocer que la inmensa mayoría ha sido responsable y que otra parte importante del país se ha puesto el coronavirus por montera por decirlo en términos muy castizos y para que lo entienda todo el mundo. Este reconocimiento de alta responsabilidad se corresponde con los resultados del último barómetro del CIS correspondiente al mes de enero de este año, en los que se puede ver cómo en las dos primeras preguntas del cuestionario publicado, el índice de preocupación es muy alto, desde las respuestas de entrevistados a partir de los 18 años hasta el rango superior de 65 años y más, siendo también un dato de interés que el grado de preocupación de los efectos de la pandemia sobre la salud y la economía, es inversamente proporcional en el resultado de las respuestas de los jóvenes y de las personas mayores, por razones obvias de impacto sobre el futuro personal inmediato.

Asimismo, la pregunta séptima del cuestionario tiene un valor incalculable atendiendo a los resultados obtenidos:

De forma notoria, el índice total de respuestas se reparte, en un porcentaje similar entre la reacción con civismo y solidaridad a la pandemia, junto al poco civismo e indisciplina que se viene observando, 47 y 44,3% respectivamente, lo que se traduce en una percepción de que la mitad del país está condicionando las olas sucesivas de la pandemia frente a la otra mitad cívica, lo que permite hacer una reflexión seria sobre lo que de verdad está ocurriendo en todo el territorio nacional. Además, llama la atención el diferencial de casi diez puntos entre las respuestas de hombres y mujeres, predominando el porcentaje en hombres en relación con la respuesta más positiva, cuestión no baladí por la influencia de género en estas actitudes, frente al porcentaje mayor en mujeres cuando se trata de reconocer que la mayoría está siendo cívica y solidaria. También, es un dato revelador de lo que está ocurriendo, el de valoración de la población más joven de 18 a 34 años, cuando reconoce con porcentajes bastante altos, del 59,2 en jóvenes de 18 a 24 años y del 55,9 en los de 25 a 34 años, que la mayoría está siendo bastante poco cívica e indisciplinada. El dato se invierte en porcentajes cuando ambas preguntas se responden por parte de las personas mayores en los rangos de edad de 55 a 65 años y más.
Los datos anteriores nos permiten concluir que hay un reconocimiento de la juventud, con un diferencial de 27,1 puntos, en el tramo de 18 a 24 años, de que la mayoría está siendo poco cívica e indisciplinada. Lo que no sé es si es un autorreconocimiento de lo que está sucediendo a ellos mismos, pero contra hechos no valen argumentos, que decían los clásicos y basta leer y analizar con atención estos datos para comprobar lo que está siendo un clamor popular, teniendo en cuenta también que en el rango por debajo de los 18 años hay una población no encuestada en el país que también ha mostrado un comportamiento nada ejemplar en bastantes ocasiones, no siendo así, mayoritariamente, en niños y adolescentes, hasta los 14 años, aproximadamente.
Volvemos al eslogan que deberíamos grabar a fuego en nuestra conducta personal y social: ¡hay que salvar a las personas! Sólo se debe salvar la economía cuando las autoridades sanitarias recomienden actuaciones personales y grupales ponderadas y respetando los juicios científicos sobre los riesgos aceptables porque no existe el riesgo 0. La tentación de rememorar la célebre respuesta del asesor de la campaña a la presidencia de los Estados Unidos de Bill Clinton en 1992, ¡es la economía, estúpido!, no debería aparecer nunca en las tomas de decisiones actuales sobre qué hacer ante la pandemia. Es lo que deberían valorar hasta sus últimas consecuencias el Estado y los Gobiernos Autonómicos correspondientes que, por cierto, también han sido un claro objeto de pregunta en el barómetro citado, como se puede apreciar en el cuadro adjunto, correspondiente a los datos de respuesta a la pregunta 6, en la que los resultados de colaboración entre el Estado y los gobiernos de las comunidades autónomas son muy equilibrados, reforzando la idea de que hay que salvar a las personas y atender al comportamiento “poco cívico e indisciplinado” por parte de muchos ciudadanos y ciudadanas de este país, con la colaboración siempre entre ambos gobiernos:

Un dato más para la reflexión. En este barómetro se ha preguntado también sobre cuál es a su juicio el principal problema que existe hoy en España y la respuesta de “poca conciencia ciudadana (falta de civismo, de sentido espíritu cívico)” figura en 8º lugar, detrás de los peligros para la salud (COVID-19, el coronavirus), la falta de recursos suficientes para hacer frente a la pandemia; la crisis económica, los problemas de índole económicos; los problemas políticos en general; el paro; el mal comportamiento de los/as políticos/as; el Gobierno y partidos o políticos/as concretos/as; la falta de acuerdos, unidad y capacidad de colaboración y la situación e inestabilidad política. De las diez primeras respuestas, las dos últimas que siguen a la analizada de poca conciencia ciudadana, siguen lo que hacen los partidos políticos y la sanidad.
Recomiendo la consulta de este barómetro especialmente centrado en la pandemia actual en nuestro país. No nos dejará indiferentes, porque el conocimiento de lo que está pasando, escuchando las respuestas de otros, nos permitirá evaluar a nivel personal lo que está pasando y emitir juicios bien informados.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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