Andalucía, desgraciadamente, sin nuevo Presupuesto para 2022

Sevilla, 30/XII/2021

Me enfrento hoy ante la página en blanco de este cuaderno digital para escribir algo especial, por lo que significa para nuestra Comunidad Autónoma no disponer de un Presupuesto para 2022, al haber sido rechazado el Proyecto de Ley presentado al Parlamento de Andalucía por el actual Gobierno andaluz, en la sesión del pasado 24 de noviembre, en la que se llevó a cabo el debate a la totalidad del citado Presupuesto y en el que fueron aprobadas las enmiendas a la totalidad por 60 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos y Vox), 47 votos en contra (Partido Popular y Ciudadanos) y ninguna abstención. Como consecuencia principal de esta situación, se aprobó el martes pasado, en el Consejo de Gobierno, el Decreto que establece las condiciones de la prórroga presupuestaria de 2021, recogiendo el cumplimiento de los compromisos adquiridos y las obligaciones derivadas de normas con rango de ley: “La ejecución del Presupuesto prorrogado será coherente con los objetivos de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera, fijados de acuerdo con la normativa básica estatal para el año 2022. […] El proyecto de Ley del Presupuesto devuelto por el Parlamento concentraba sus esfuerzos en la lucha por la erradicación de la pandemia y la mejora de la atención a la salud de la ciudadanía, así como en la consolidación de la recuperación del crecimiento, induciendo la mejora del modelo económico sustentado en la transformación digital y la transición hacia una economía descarbonizada. Se desenvolvía en el marco de una nueva fiscalidad para el empleo que profundiza en la reducción de impuestos iniciada en abril de 2019 y que ha continuado con la reciente aprobación en el Parlamento de la Ley 5/2021 de octubre de Tributos Cedidos de la Comunidad Autónoma de Andalucía”. Tragedia consumada, en las palabras del propio Consejero en el citado debate: “Y creo, con la mano en el corazón, y tal como algunos de ustedes defendían, que no tener presupuestos es lo peor que le puede pasar a Andalucía. Creo que van a dejar de hacerse muchísimas cosas, y eso será provocado porque no hay presupuestos. Con lo cual, evidentemente, desde la reflexión más profunda, creo que es un error, creo que se equivocan votando en contra de este presupuesto, creo que los andaluces no se lo merecen, creo que no han priorizado a las personas”.

No voy a entrar en la guerra de los números porque casi siempre sufren mucho dependiendo de las vueltas que se les dé a la hora de presentarlos ante la opinión pública, aunque el montante global del Presupuesto fallido marea por su volumen económico: “[…] 43.816 millones de euros —un incremento del 9%—. El gasto no financiero se eleva hasta los 38.922, es decir, sumándole 3.253 millones de euros, un 9,1% más. Se observa, por tanto, que el presupuesto crece por el impacto de la financiación europea …]”, de la que habrá que olvidarse, en palabras del Consejero de Hacienda en el citado debate: «Son 5.899 millones de euros los fondos europeos que recoge este presupuesto, 5.899 millones. Nunca nadie hizo eso. Marco 2014-2020, 2.512; Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, 1.811. REACT, 1.263. Y Marco 2021-2027, para activarlo ya, aunque no está aprobado, 312 millones de euros. ¿Cómo se financia ese gasto? Pues 5.438, con recursos de la Unión Europea; 460, con recursos propios de la comunidad autónoma, con cofinanciación. El respaldo europeo tiene, como ven, y a la vista de los números, una importancia trascendental en nuestro presupuesto. […] Si en 2019 les hablábamos de la importancia del céntimo —¿se acuerdan?, ese cuidar el céntimo—, ahora es el momento de poner en valor el céntimo, pero el céntimo europeo, y la importancia que va a tener en nuestra transformación el respaldo histórico de la Unión Europea a sus Estados miembros. Con el presupuesto del año 2022 está en juego, ni más ni menos, que Andalucía los pueda o no pueda aprovechar al máximo».

En este contexto sí voy a señalar algunos indicadores de lo que sucedió en el debate que finalmente acabó con el rechazo y devolución al Gobierno del presupuesto para 2022, porque parto de la base de que el Presupuesto -con mayúscula- de la Comunidad, nunca es ni debe ser inocente, es decir, está trufado de ideología y así debe ser. He leído pacientemente las 109 páginas del debate, no una vez sino varias veces, para intentar analizar qué ha sucedido y con la brevedad que exige siempre este tipo de artículos en el blog, voy a exponer de forma sintética lo que traducen esas páginas de un diario oficial democrático de nuestra Comunidad, el de Sesiones del Parlamento de Andalucía, como testigo de cargo sobre lo sucedido en la sesión citada.

En primer lugar, he detectado un error de concepto que sobrevuela permanentemente en el debate y que lo expresa el Consejero de Hacienda en reiteradas ocasiones como un mantra ético: este Presupuesto no tiene ideología. Craso error porque sí la contiene y además así debe ser. Quien gobierna lo hace porque democráticamente tiene la representación popular para llevar a cabo las políticas de su programa de gobierno, que no es inocente, porque los han elegido para gobernar de una forma concreta. Si no, ¿qué hacen en el Gobierno o en el Parlamento? Lo contrario es falsear la verdad porque las ideologías son imprescindibles en este momento tan especial de elaboración y debate de un Presupuesto. No todo es el dinero, sino las políticas que lo necesitan emplear de la forma más adecuada a través de planes y programas presupuestarios concretos, defendiendo siempre el derecho fundamental constitucional de salvaguarda del interés general. Fundamentalmente porque para atender de forma casi reverencial este interés general hay diversos caminos y todos no son iguales en política, por mucho que a veces se contamine esta verdad como un templo. Los intereses generales de cada partido no se observan y atienden de la misma forma en un Presupuesto de estas características, porque todos no dicen lo mismo. A pesar de que en el debate siempre gira en torno a las cautelas del partido de la oposición en una tríada casi capitolina, educación, sanidad y atención social, con unos números concretos, lo primero es lo primero. Por ejemplo, para qué sirve un presupuesto de salud, incrementado en varios millones de euros, si la atención primaria se abandona y la política de conciertos se engorda hasta límites insospechados. El problema en este ejemplo no es el dinero que se destina a estas partidas sino, a título de ejemplo, a quién van destinadas estas partidas, si a la ciudadanía salvaguardando el interés general o a las empresas que mantienen los diversos conciertos existentes, donde la salvaguarda es el mercado y probablemente los cuidados se convierten en mercancía a comprar o vender, según se mire. Es decir, la ideología está siempre detrás del Presupuesto, ideología pública por cierto y no privada, porque no es lo mismo. No entiendo cómo el Consejero de Hacienda, en representación del Gobierno actual tripartito puede decir lo siguiente: «Hemos intentado construir un presupuesto como os he dicho: sin ideologías. Y me lo han preguntado mucho: ¿Por qué? Porque recogía la voluntad de todos. Fíjense, he recibido enormes críticas por la derecha y por izquierda; quiere decir que el presupuesto estaba donde tenía que estar: en el centro, en las personas, donde realmente importa». Confundir ideología con consenso y diálogo es una realidad de fondo bastante preocupante, porque no es lo mismo. El centro no es el lugar propicio en muchas ocasiones para la transformación de la sociedad y la historia lo ha demostrado a lo largo de los siglos.

Muchas veces lo he afirmado en este cuaderno digital y mucho más cuando me refiero a la Alta Política como en este caso. En tiempos de coronavirus, negacionismo, pensamiento único, deserciones políticas, corrupción, noticias falsas, talibanismo ideológico de nuevo cuño extendido como una mancha de aceite, desencanto con casi todo lo que se mueve, justificaciones imposibles, desafección del compromiso social y mala prensa del sector público, es fácil iniciar conversaciones en las que los que piensan de forma diametralmente opuesta a nuestras convicciones suelen rematar la faena dialógica diciendo con sonrisa sarcástica algo que me enerva: al fin y al cabo, da igual lo que estamos discutiendo porque estamos diciendo lo mismo. Por si había alguna duda sobre este aserto tan vano, agregan un estrambote final más impresentable todavía: es que todos vamos en el mismo barco. Más o menos, como en el caso del rechazo del Presupuesto para 2022 en Andalucía, donde el Gobierno actual lo expresa en el citado debate a través de su Consejero, porque el Presupuesto se debía aprobar porque no era ideológico. Vaya de paso que hay que huir como de la peste de las personas que opinan de esta forma sobre “el mismo barco” con maniobras envolventes, querulantes, para agregarnos al Club de los Tibios e Indignos, que todos los días fletan barcos de desencanto y conformismo, porque no soportan verte en la cola del Club que está siempre enfrente: el de las Personas Dignas, siempre abierto, sobre todo para los que navegan en patera, en mares sociales procelosos y no suelen tirarse al mar cuando la sociedad en general va a la deriva.

En segundo lugar, los ciudadanos que siguen este debate ignoran en muchas ocasiones cuánto valen las cosas públicas, mucho más por los años que llevamos instalados en la corrupción pública a todos los niveles, donde todo necio confunde valor y precio. También, por la falta de transparencia real y efectiva para conocer el recorrido completo del presupuesto, gasto y evaluación del dinero público, una tríada capitolina para el empoderamiento auténtico de la población. Si importante es elaborar un presupuesto, más lo es -si cabe- su ejecución y evaluación subsiguiente. He echado en falta esta comparación necesaria para saber si lo que allí se estaba debatiendo respondía a una realidad actual. El gasto realizado debe tener siempre una correlación con lo presupuestado y de eso también se debería haber hablado en este debate, con datos ejemplarizantes. Aburrir por sistema con los números es algo que se ha cronificado en las Asambleas y Parlamentos del país. La confusión de valor y precio se recoge de forma abierta y clara y sin tapujos en la intervención de la señora Pardo Reinaldos, portavoz de Ciudadanos en el debate citado: “Tienen fácil; decía el señor Espadas [Alcalde Sevilla y candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía] que este Gobierno iba a dejar caer los presupuestos. Tienen fácil. ¿Ustedes quieren 12.900 millones de euros para salud para los andaluces? Dejen ustedes caer el dedito en el sí o en la abstención. ¿Usted quieren más de 8.000 millones de euros para educación? Lo tienen fácil: dejen caer el dedito en el sí o en la abstención. ¿Ustedes quieren 2.670 millones de euros para igualdad y para dependencia? Lo tienen fácil: denle al sí o a la abstención”. ¡Qué simplismo parlamentario!

En tercer lugar, pocas veces se habla de algo que descubrí en 2019, la dimensión del Bienestar como matriz de cualquier Presupuesto, cuando en el Foro de Davos la Primera Ministra de Nueva Zelanda presentó el primer presupuesto mundial del bienestar: «En nuestro primer Presupuesto del Bienestar estamos midiendo y prestando atención a lo que valoran los neozelandeses: la salud de nuestra gente y nuestro medio ambiente, los puntos fuertes de nuestras comunidades y la prosperidad de nuestra nación», dijo el ministro de Finanzas, Grant Robertson, ante el Parlamento. «El éxito consiste en hacer que Nueva Zelanda sea un gran lugar para ganar dinero y para vivir», agregó el ministro al anunciar este presupuesto que acaparó la atención mundial desde que su primera ministra, Jacinda Ardern, lo anunciara en enero pasado durante el Foro Económico Mundial de Davos”. El citado Presupuesto del Bienestar giraba en torno a cinco ejes principales, dando un giro copernicano a la metodología tradicional basada en la gestión de ingresos-gastos o costes-beneficio y considerar prioritarios los objetivos de bienestar de la población: salud mental, la lucha contra la pobreza infantil y la violencia doméstica, financiación desde el Gobierno para proyectos que impulsen el desarrollo de las poblaciones maoríes y del Pacífico y para mitigar los efectos del cambio climático con el objetivo de alcanzar una emisión de carbono cero, excepto la del metano, para el 2050”.

Creo que cuando se habla de Presupuestos muchas veces nos acercamos a una hipotética Tómbola Presupuestaria, donde hasta el último minuto legal posible, se intentan arañar millones de euros sin piedad y solidaridad en esta ceremonia de confusión tan alejada del interés general, como ha sido la no aprobación del Presupuesto para 2022 en Andalucía. Un gran fracaso político global en un momento tan delicado como el actual. Nada más lejos de lo que tenían que haber sido en su fase de elaboración, donde se tendría que haber negociado de forma abierta y hasta la extenuación, si hubiera sido preciso, con todos los partidos presentes en el Parlamento de Andalucía, sobre todo para atender grandes problemas de la Comunidad, expresados en las grandes áreas de preservación del interés general, tales como empleo digno, pensiones aseguradas, educación universal, salud y servicios sociales, con especial atención a la dependencia. El resultado, desgraciadamente, es claro y patente: todas las ideologías políticas no son ni inocentes ni iguales y quienes las representan tampoco. He aprendido a lo largo de la vida que las ideologías, necesarias en sí misma, no son inocentes, tal y como lo expresó de forma excelente el filósofo George Lukács en El asalto a la razón: “[…] no hay ninguna ideología inocente: la actitud favorable o contraria a la razón decide, al mismo tiempo, en cuanto a la esencia de una filosofía como tal filosofía en cuanto a la misión que está llamada a cumplir en el desarrollo social. Entre otras razones, porque la razón misma no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja siempre el carácter racional (o irracional) concreto de una situación social, de una tendencia del desarrollo, dándole claridad conceptual y; por tanto, impulsándola o entorpeciéndola” (1). Excelente definición.

Para empezar esta gestión de un posible nuevo Presupuesto para 2022 en Andalucía y con el horizonte electoral muy cerca ya de que sea una realidad tangible a corto plazo, hay que hacer borrón y cuenta nueva utilizando principios éticos de honestidad y transparencia, porque a la ciudadanía también nos toca una parte de colaboración muy importante con el pago de nuestros impuestos. En los partidos políticos hay que hacer un inventario radical de miembros activos y pasivos para identificar a quienes no saben lo que es la ética, afecte a quien afecte y caiga quien caiga, aunque los que queden quepan solo en un taxi. Es mejor ir solos en clave de ética ejemplar que mal acompañados. Creo que es un clamor popular esta reflexión. Respecto de la ciudadanía, hay que hacer también inventario y erradicar conductas que no llevan a ningún sitio, como es el fraude fiscal permanente. A quienes defraudan en todos los órdenes, hay que señalarlos públicamente y denunciarlos mediante la inspección pública legalmente constituida, por el daño que hacen. No debemos estar esperando siempre a que los periódicos o los jueces, actúen en consecuencia. Alguna vez tendremos que hablar de un gran valor ético, la responsabilidad personal, profesional o política, por acción u omisión, que hay que reivindicar en todo los órdenes sociales. El fraude sistemático, no solo económico, por el incumplimiento de programas políticos o el abandono de atención a derechos subjetivos fundamentales, como en la educación, salud o políticas sociales, es una de las actitudes que más daño hacen a la sociedad en su conjunto, porque los bienes y servicios públicos no están en el mercado como mera mercancía, sino que son el resultado de compras y generación de servicios con dinero de todos, convirtiéndose en muchos casos en derechos subjetivos de la ciudadanía. Vuelvo a recordar algo que he reiterado a lo largo de los años de vida de este cuaderno digital: los presupuestos de la Comunidad Autónoma de Andalucía, son un reflejo de la gestión ética de los poderes públicos y creo que, en general, no estamos muy encima de su elaboración, aprobación y ejecución final.

Existe también una ética andaluza, donde la verdad histórica es irrenunciable y compatible con visiones modernas del bien hacer y mirando a quién, con una espera en la verdad y en lo bello y sabiendo que como las alas de las mariposas, que van por el mundo volando, con trajes de fiesta, puede permitir a los ciudadanos de bien de esta Comunidad considerar la posibilidad de que otra Andalucía es posible, en una nueva visión de utopía alcanzable de las nuevas ideologías cargadas de ética, tan maltrechas en los tiempos que corren. Es una magnífica ocasión que se nos ofrece para buscar horizontes de salud mental, que necesitamos con urgencia por la travesía de la pandemia, como ética andaluza que permite pisar suelo firme en nuestras convicciones más íntimas y en aquellas que acompañamos al voto que depositamos en la urna que corresponda, reflexionando al mismo tiempo en una verdad ética irrefutable: todos debemos compartir las actitudes éticas siendo conscientes de que todos somos iguales ante la ley y el derecho, no ante el mercado, afortunadamente. Recordarlo, se convierte en un refuerzo para nuevas creencias, fundamentalmente porque necesitamos la ética como una nueva forma de vida, tal y como la definió excelentemente el profesor López-Aranguren en su famoso tratado de Ética, publicado en 1958, como raíz de la que brotan todos los actos humanos. Ahora, como solería hecha en Andalucía y sobre la que se pueda pisar en firme gracias a un Presupuesto solidario, factible y creíble que salvaguarde el Bienestar de todos los andaluces en el año que comienza dentro de unos días, porque la ideología presupuestaria no es inocente. Es verdad que ya lo advirtió Antonio Machado en el pasado siglo: todo necio confunde valor y precio. También afirmó que Cuanto vale se ignora y nadie sabe / ni ha de saber de cuánto vale el precio (2), germen del anterior proverbio. Lo más triste es que a esta altura de siglo, en Andalucía, seguimos sin comprender y asumir el mensaje que estas palabras llevaban dentro. El fracaso colectivo del Presupuesto para 2022 en Andalucía nunca ha sido debido a un problema técnico, sino ideológico, al presidir en su elaboración y presentación final sólo el interés político y electoral del espectro parlamentario actual, cada uno con su cadaunada, olvidando el interés general de la ciudadanía, de naturaleza constitucional, en beneficio de todos.

(1) Lukács, G, El asalto a la razón, 1976. Barcelona: Grijalbo, pág. 5.

(2) Antonio Machado (1875-1939). Nota manuscrita en unos papeles perdidos

Este libro puede ser un regalo con estela

CIUDADANO JESÚS (2ª edición, revisada y aumentada)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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