Rafael Nadal es uno de los imprescindibles de Brecht

Rafael Nadal

Sevilla, 31/I/2022

Hay hombres y [mujeres] que luchan un día y son buenos, otros [y otras] luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los [hombres y mujeres] que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles.

Adaptado de un texto de Bertolt Brecht en Elogio a los combatientes

Creo que se agotan los adjetivos que califican la trayectoria del tenista Rafael Nadal y el éxito obtenido ayer en el Open de Australia, en Melbourne, coronando una carrera extraordinaria en todos los sentidos. Lo digo bien alto y claro: es imprescindible, un adjetivo que nos reafirma en algo muy evidente: es una persona de la que no debemos ni podemos prescindir para seguir construyendo el país. Lo he manifestado en muchas ocasiones en este cuaderno digital: en España también se hacen muchas cosas bien, a pesar de los estereotipos que arrastramos desde hace siglos, junto a los pecados capitales en su intrahistoria, que desarrolló en su momento Fernando Díaz-Plaja. A mí me fascina el comportamiento de estas personas a las que considero imprescindibles, a los que así calificó Bertolt Brecht en una cita inolvidable: Hay hombres y [mujeres] que luchan un día y son buenos, otros [y otras] luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los [hombres y mujeres] que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles (adaptado de un texto de Bertolt Brecht en Elogio a los combatientes, dado que los corchetes son míos en una lectura renovada desde la perspectiva de género en el lenguaje actual). Si a los imprescindibles uno la defensa de los nadies de Galeano desde la ética social, los hijos de nadie, los dueños de nada. / Los nadies: los ningunos, los ninguneados, / corriendo la liebre, muriendo la vida, abrocho una dialéctica social que no olvido en mi acontecer diario, porque estos nadies son los imprescindibles en el Estado de Bienestar. No paran de luchar todos los días para encontrar sentido a la vida.

Nuestro país no suele cuidar a las personas que triunfan porque siempre afloran en estas circunstancias sus sempiternos pecados capitales, entre los que destaca la envidia, entendida como tristeza o pesar del bien ajeno o «dolor concebido en el ánimo del bien y de la prosperidad ajena» (RAE A, 1732), unido al olvido casi inmediato y a los malos pensamientos en una frase tipo: «por algo será…», donde el presagio del «algo» nunca es bueno y cumple su misión como la mancha de aceite. Con este triunfo de Rafael Nadal en el Abierto de Melbourne, he recordado una vez más las palabras del cardiólogo Valentín Fuster, residente durante muchos años en América, que pronunció en 2013 durante una de sus múltiples visitas a España: “Yo puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en España. Pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…” o lo que es lo mismo, puedo estar hablando todo el rato de lo que hace mal este país, pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…, si alguien nos representa con dignidad más allá de nuestras fronteras y alegrarnos por ello, rompiendo los silencios cómplices a los que estamos acostumbrados o a desprestigiar a quien tanto lucha por sus ideales y principios. Y comprobaremos que es verdad, que funcionan muchas cosas que aparentemente son de otro mundo pero que gracias a un deportista de élite como Rafael Nadal contribuimos a dignificar el país en el deporte internacional, que debería causar la admiración necesaria y justa de todos, sin excepción alguna.

Lo que hizo ayer Rafael Nadal en su vibrante partido final ante el ruso Medvedev, ha sido épico. Cobra hoy un sentido casi “olímpico” en un mundo al revés de superestrellas del deporte, de sueldos millonarios y hasta casi insultantes, de apuestas deportivas con publicidad no controlada, de jugadores de todo tipo que se convierten en mercancía pura y dura en el gran Mercado del Deporte. En ese espíritu tengo que reconocer que todo no consiste para Rafael Nadal, al igual que para millones de personas que poblamos este planeta Tierra, en ser Citius (el más rápido), Altius (el más alto), Fortius (el más fuerte) en la Olimpiada de la Vida. Ese es el gran ejemplo para quienes lo admiramos y, sobre todo, para la juventud de este país. Sus manifestaciones públicas en una entrevista al finalizar el partido así lo atestiguan, al responder a la pregunta de qué significaban para él los 21 títulos de Grand Slam:Para mí es sumar uno más. Al final es que no hemos terminado y lo lógico es que 21 pues no sean suficientes para ser el que termine con más Grand Slam de la historia. Lo digo sinceramente y como dije en rueda de prensa, y lo mantengo, no se puede estar siempre mirando al lado. Para mí, conseguir el 21 es algo inolvidable, y la manera de hacerlo lo convierte en mucho más especial. Yo seguiré haciendo mi camino, disfrutando del tenis. Me gustaría llegar preparado a la temporada de tierra”. Ahí está su secreto, hacer camino al andar y disfrutar de lo que hace, quitando importancia al efecto halo de los premios y… no mirar siempre al lado para ver dónde está mi compañero de viaje y cuánta ventaja le saco.

Ayer dijo algo muy importante en la rueda de prensa oficial y posterior al partido: “No me importa mucho si soy o no el mejor de la historia”. Para mí, sé que es un modelo a seguir, un imprescindible, una de esas personas a las que elogiaba Bertolt Brecht. Muchos niños y niñas de este país que lo vieron ayer, han soñado ya con seguir su estela y con una raqueta de tenis que les permita ser personas de bien como él. A todos nos entregaste felicidad a raudales. Es algo extraordinario para nuestro país. Por ello, gracias, Rafael.


CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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