Sevilla, 11/I/2022
Hoy, después de leer con suma atención un artículo excelente publicado en elDiario.es, me acerco a una historia fantástica que difícilmente se puede sintetizar en la brevedad de un post, aunque sí cumple el objetivo de este blog: descubrir una isla desconocida, en la que perdura la biografía de Tina Modotti (1896-1942), la actriz, fotógrafa y militante comunista italiana que nos presentó en sociedad la novelista, periodista y biógrafa Elena Poniatowska, Premio Miguel de Cervantes en 2013, en su obra Tinísima (1), a través de sus 663 páginas, publicada en México en 1992, donde “nos lleva por la fascinante historia de una de las mujeres más destacadas en el área artística y política de la primera parte del siglo XX […] Ella es retratada dentro del círculo en que se movió junto a personajes de renombre dentro del ámbito político cultural. Su amor por la justicia, el comunismo y la fotografía son las características que más se destacan dentro del relato y que bajo vivencias personales, y a pesar de sus no tan largos años de vida, la fortaleza de su carácter y visión de mundo son la fuerza de toda la narración. Los amores, amistades y relevancia de las ideas inmortalizan a una mujer carismática en épocas dadas entre guerras y revoluciones”.
En síntesis, la vida de Tina Modotti es un cúmulo de experiencias de revolución interior en un contexto social muy difícil en el primer cuarto del siglo XX, porque Tina Modotti, una mujer que nace en Udine en 1896, “[…] un pueblo italiano en el que había trabajado como obrera siendo casi una niña, viaja de adolescente a Estados Unidos en barco, testigo y parte de las migraciones masivas que tanto han tenido que ver con el norte, centro y sur de América. Luego se convierte en la joven fascinada con la posibilidad de un éxito veloz, propio del “american dream”, participa en películas mudas, descubre la vida de los artistas de vanguardia, recibe la adoración de los hombres, en particular la de su primer marido, Roubaix de L’Abrie Richey; y conoce a su segundo amor, amén de maestro de fotografía, Edward Weston. Posteriormente, huye de los rigores de la cultura anglosajona a México; se convierte en artista, en admiradora y modelo de Diego Rivera, y se adscribe a las utopías de progreso y revolución socialista mundial. Se une al pintor Xavier Guerrero y comienza a explorar las tradiciones y pasiones antimodernas del México posrevolucionario, lanzado hacia el futuro con toda su carga de atavismo. En este país se convierte en una diva, rodeada por una “pléyade” de artistas y personalidades públicas, y se hace famosa como fotógrafa. Conoce al revolucionario cubano Julio Antonio Mella, con el que vive una historia amorosa que está de algún modo presente en todo el texto [Tinísima], y que transcurre poco antes de que él fuese asesinado por sus enemigos políticos. Finalmente, es juzgada por conspiradora y expulsada de México por extranjera. Después de vagar una temporada en un barco que hace las veces de cárcel, comienza su periplo europeo, escenario de su relación con el revolucionario italiano Vittorio Vidali, y llega a transformarse en una suerte de Mata Hari, aunque bastante puritana, del espionaje soviético, y, tiempo después, en la militante sacrificada y humilde que sirve a los republicanos españoles como enfermera, cocinera y, alguna vez, traductora, olvidada de que fue en el pasado una fotógrafa talentosísima y original, tal como lo evidencian las frecuentes alusiones en la novela y las fotos que ilustran el texto. Prematuramente envejecida y aplastada por las decepciones y fracasos de su paso por la Alemania prenazi, La Unión Soviética y la Guerra Civil española, vuelve a México acompañada por Vidali y muere en este país a los cuarenta y cinco años” (2).
Cumplo hoy una misión: rescatar del olvido a una mujer extraordinaria que también colaboró en la lucha por la libertad de este país, formando parte de una memoria histórica que no deberíamos olvidar nunca, como narra con pulcro detalle Elena Poniatowska en el libro citado y que he leído con atención reverencial a pesar de la dureza de gran parte de las páginas dedicadas a Tina durante la guerra civil española en los años 1936 a 1939. Rafael Alberti, con quien compartió días muy tristes durante esa guerra tan descarnada, cainita y fratricida, junto a María Teresa León, hablaba así de ella: “Tina Modotti era una mujer extremadamente bella, pero a mí me pareció que era una belleza cansada, la de una mujer que había tenido una vida muy intensa, que había trabajado mucho…”, como atestiguan las veces que Elena Poniatowska la cita junto a él y su trabajo incansable en Madrid, a través de la organización denominada Socorro Rojo, en su trabajo diario como camarada Carmen, allí donde hacía falta, desde la enfermería hasta en la cocina del Hospital Obrero.
Su vida fue apasionante, una vida corta porque murió en México con tan sólo 45 años, mientras viajaba en un taxi, su país querido donde había crecido años antes como persona libre y comprometida con la política y la justicia social. La visión de Elena Poniatowska sobre Tina Modotti durante su estancia en España, comienza a detallarse en Tinísima a partir de la página 422, que he leído con atención para conocer su dura experiencia durante la guerra civil en Madrid y a partir de julio de 1936. Su periplo comienza como enfermera del Hospital Obrero y miembro del batallón femenino del Quinto Regimiento de Madrid, utilizando su nuevo nombre como camarada del Partido Comunista, María. Me ha llamado la atención la referencia al Batallón del Talento, en Madrid, que formaba parte del Quinto Regimiento, en el que figuraban Machado, Alberti, León Felipe, Miguel Hernández, Bergamín, entre otros, con misiones específicas con los milicianos y milicianas, sobre todo en el ámbito de la educación y la cultura, enseñándoles a leer y a escribir, junto a colaboraciones en el periódico Misión Popular.
Lo que me ha estremecido es conocer la cercanía de Tina con Antonio Machado en su exilio del país. Elena Poniatowska lo detalla a partir de la fecha en que Tina conoce las condiciones lamentables en la que Antonio Machado, su madre y su hermano José junto a su pareja, cruzaron la frontera francesa. En una reunión en París en febrero de 1939, en la que estaba presente Tina Modotti, el que fuera ministro de Exterior de Negrín, detalla cómo el doctor Puche llevó a Machado a la frontera y que sabía que estaba alojado en un hotel de Colliure desde el 29 de enero. Con anterioridad, Tina se había preocupado desde su estancia en Valencia como miembro del Socorro Rojo, de que había que ayudar a Machado a dirigirse a Francia. Tina viajó a Colliure y regresó llorando ante la situación de Machado y su madre, con 88 años. Gracias a su intervención, el Socorro Rojo dispuso que a todos los refugiados españoles se les ofreciera apoyo moral, material y orientación jurídica. De esta forma, el primer caso que se trata es el de Antonio Machado, su madre y su hermano José. A pesar de estas buenas intenciones nadie responde ante la situación lamentable de los Machado, falleciendo el insigne poeta el 22 de febrero de 1939, en una austeridad y olvido clamorosos, en soledad y con un féretro envuelto con el calor la bandera republicana. Como detalla Elena Poniatowska en su obra, Julián Zugazagoitia, que fue ministro de la Gobernación durante el gobierno de Negrín, presente en el fallecimiento de Machado como cónsul, pronunció ante el féretro del poeta, en francés, unas palabras teñidas de dolor y simbolismo: “Pobres españoles, han perdido la guerra porque todos son poetas”. En el fondo de su alma.
Los vídeos sobre Tina Modotti (primera y segunda parte), que se inician con el que figura en la cabecera de estas palabras, ilustran de forma suficiente la vida y obra de esta mujer de gran belleza interior, pero también de “belleza cansada” por su azarosa vida, tal y como lo pudo comprobar Rafael Alberti en la convivencia con ella durante los primeros años de la guerra civil española, de infeliz recuerdo, pero sí del necesario respeto que debemos profesar a este acontecimiento, al formar parte de la memoria histórica de este país. Les recomiendo que los vean con el respeto también de quienes nos acercamos a estos ejemplos revolucionarios, que no deberíamos olvidar en tiempos durmientes, de mediocracia y silencios cómplices.
(1) Poniatowska, Elena, Tinísima, 1992: México: Ediciones Era.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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