Sólo hablaré de su tilde

CABECERA DE BLOG

Sevilla, 30/VII/2020

La Real Academia de la Lengua Española se enzarza a veces en discusiones que pueden parecer bizantinas en su celo por fijar, brillar y dar esplendor a cada una de las palabras que conforman nuestro Diccionario. Ocurre desde hace diez años con la palabra “solo” que, con la que está cayendo, suena a debate cortesano en relación con el dilema de si debe llevar acento (tilde diacrítica) o no. Han corrido ríos de tinta en uno y otro sentido y autores afamados muy diversos se han atrincherado en la salvaguarda de mantener la tilde, contra viento y marea académica, cuando es adverbio.

En mi caso, soy un hombre con una tilde pegada a mi vida, en la letra “ñ” y tengo que reconocer que salvo por la complejidad de la fonética fuera de este país, nunca se ha discutido la conveniencia o no de su utilización. Quiero decir, que respeto la historia y permanencia de las tildes porque, entre otras muchas razones, la llevo puesta. En el caso que nos ocupa hoy, la palabra “solo”, siempre he sabido distinguir cuándo la lleva o no, sencillamente sabiendo diferenciar cuándo se utiliza como adverbio o adjetivo. Siempre he puesto la tilde en el caso de que fuera adverbio, nunca como adjetivo. Pero en la Ortografía de la lengua española, la Real Academia aborda esta cuestión en un apartado de técnica lingüística, La tilde diacrítica en el adverbio solo y en los pronombres demostrativos, en el que se dice textualmente que la palabra solo, tanto cuando es adverbio como cuando es adjetivo “[…] son voces que  no deben llevar tilde según las reglas generales de acentuación”, acompañando esta manifestación rotunda con explicaciones de difícil comprensión, por lo menos para usuarios comunes del idioma.

Siempre he escrito la palabra sólo, con acento, cuando es adverbio. El título de este blog, El mundo sólo tiene interés hacia adelante, reproduce lo que aprendí hace ya muchos años de las traducciones del francés seulement, que no tenía ese problema, porque quiero enfatizar que el mundo solamente tiene interés cuando avanza, no que “tiene interés cuando está solo”. Siempre lo he tenido muy claro y la verdad es que se ha creado un mar de confusiones desde hace diez años, en 2010, fecha en la que comenzó la polémica. Varios siglos atrás, el Diccionario de Autoridades, publicado en 1739, explicaba con la erudición característica de quienes justificaban el uso de las palabras de la época, que tilde es “La virgulita o nota que se pone sobre alguna letra, para significar abreviatura en la voz, o distinguirla de otras, o distinguir el acento”. Esta última acepción es la que nos ocupa hoy.

Con perdón, no soy capaz de quitar en mi memoria de secreto y de todos, en mi hipocampo, la grabación perfecta de la tilde en un aserto que también me ha acompañado siempre en una frase lapidaria: Sólo sé que no sé nada, porque no es que una persona tome conciencia de que está solo y de pronto se da cuenta de que no sabe nada, sino que tiene constancia en su vida de que no sabe nada de ella y que todo lo que la rodea no le ha enseñado nada. No quiero imaginarme la que formaría Platón, si le quitaran todas las tildes en griego cuando pronunció el contenido de esta frase en la Apología de Sócrates: Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe [nada]. Por otra parte, yo, que igualmente no sé [nada], tampoco creo [saber algo] ([…] ἀλλʼ οὗτος μὲν οἴεταί τι εἰδέναι οὐκ εἰδώς, ἐγὼ δέ, ὥσπερ οὖν οὐκ οἶδα, οὐδὲ οἴομαι).

Es que no es lo mismo. Lo dijo Cervantes hace ya muchos años: que “se cumpliera todo al pie de la letra, sin que falte tilde alguna”. Lo dice una persona como yo, a modo de érase un hombre a una tilde pegado y que, por cierto, sólo sabe que no sabe nada, sabiendo (eso sí) que el mundo sólo (con tilde) tiene interés hacia adelante.

 

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.